1Reyes
EL PRIMER LIBRO DE LOS REYES
INTRODUCCIÓN
[Lo que sigue es la introducción a 1 y 2 de Reyes, que son partes de un todo.]
1.
Título.
Los dos libros actuales de los Reyes fueron originalmente uno solo, conocido en hebreo como Melakim, "Reyes". En la Biblia hebrea, Reyes quedó sin dividir hasta la edición impresa de Daniel Bomberg, 1516-17. Los traductores griegos de la LXX, que dividieron el "libro de Samuel" en dos libros, dividieron también al "libro de Reyes" en dos libros, y consideraron los cuatro como las partes 1ª a 4ª de los "Reinos".
El título "Reyes" indica el contenido de los libros. Nuestro actual primer libro de Reyes presenta la historia de los monarcas hebreos desde la muerte de David y el reinado de Salomón, hasta la ascensión de Joram al trono, en Judá, y Ocozías, en Israel. El segundo libro de los Reyes comienza con una continuación del relato del reinado de Ocozías y termina con el fin del reino de Judá.
2.
Autor.
Los libros de los Reyes se parecen más a una compilación de material reunido por un redactor que a una producción original de un solo autor. Su contenido es de gran valor fidedigno desde un punto de vista histórico. Datos extraídos de fuentes antiguas por hombres inspirados fueron reunidos y ordenados en un marco con un diseño específico, con comentarios que indican un profundo propósito religioso. Muchas informaciones provienen directa o indirectamente de registros oficiales de la corte o del templo. Las investigaciones arqueológicas respecto de muchos de estos datos han comprobado, sin dejar lugar a dudas, la exactitud notable de los relatos de Reyes. Hay narraciones sin duda tomadas de registros conservados en las escuelas de los profetas. Los relatos se presentan a veces con gran contenido dramático y en otras ocasiones con sobrios juicios moralizadores. En estos escritos hay contribuciones históricas sin parangón en los registros de Asiria, Egipto o Babilonia. Aun cuando se los juzgue desde el punto de vista de la historia secular, estos escritos con profundo interés humano, encanto sin par, sagaces juicios 716 políticos y penetrante filosofía moral - se hallan entre las producciones más destacadas que hemos recibido del antiguo Oriente.
Pese a la diversidad de los documentos originales, existe una evidencia notable de un plan único y regular. Los relatos de los diversos reyes son presentados mediante una fórmula fija para el comienzo y fin de cada reinado. Se pronuncian juicios en los cuales se compara a los reyes con sus predecesores buenos o malos. Ciertas peculiaridades de pensamiento y expresión que abundan a través de los dos libros de Reyes, demuestran claramente que un solo individuo tuvo una parte importantísima en reunir su contenido y darle su forma actual.
La conclusión del libro mismo nos da la fecha de su composición, o sea el período final de la historia judía, cuando Nabucodonosor subyugó el reino meridional y llevó su pueblo cautivo a Babilonia. No podemos identificar con certeza a la persona que reunió en su forma actual el material de Reyes, pero la tradición judía nos informa que fue Jeremías (Talmud, Baba Bathra, 15ª). Si se considera a 2 Rey. 25: 27-30 como un post scriptum, el redactor bien pudo haber sido Jeremías o un contemporáneo suyo, también inspirado.
3.
Marco histórico.
Los libros de Reyes tratan de uno de los períodos más interesantes y memorables de la historia antigua del Cercano Oriente. En este período Asiria llegó a la cúspide de su poderío y sus reyes salieron a dominar al mundo, y en sus planes de conquista incluyeron las monarquías de Israel y de Judá. Esta es también la época de las dinastías XXI-XXVI de Egipto, cuando este país aún no había abandonado sus planes de expansión y rivalizaba con los pueblos de la Mesopotamia por el control de Palestina y Siria. Es la época del Imperio Neobabilónico, cuando los medos y los caldeos derrotaron al Imperio de Asiria, obtuvieron el dominio de gran parte del Cercano Oriente, destruyeron a la nación de Judá y llevaron a las tribus del sur en cautiverio a Babilonia.
Durante todo este período, los reinos de Israel y Judá estuvieron en contacto constante y vital con las naciones del Oriente. Entre las esposas de Salomón hubo una hija de un faraón. Salomón consideraba a Hiram, rey de Tiro, como su amigo personal, pues le prestó gran ayuda en la construcción del templo. Jeroboam, que sería el primer rey de Israel, fue exiliado por Salomón y se asiló en Egipto. Roboam, en el 5.º año de su reinado, fue atacado por Sisac rey de Egipto. Este "Sisac" bíblico fue el famoso Sheshonk I, fundador de la XXII dinastía de Egipto, el cual también dejó registrado su ataque contra las ciudades de Israel y de Judá. Omri fue un rey tan famoso que el reino de Israel llegó a ser conocido entre los asirios como Mat Humri, "Tierra de Omri". Salmanasar III menciona a Acab como uno de los aliados occidentales que lucharon contra Asiria en la batalla de Qarqar en el 6.º año del reinado de Salmanasar, y declara además que en su 18.º año recibió tributo de Jehú.
Se nos informa que Mesa de Moab pagó tributo a Acab y que después de la muerte de éste se rebeló contra Israel. La famosa Piedra Moabita nos da interesantes detalles adicionales acerca de este hecho (véase 2: 80-82). Inscripciones asirias indican que "Joás el samaritano", esto es, Joás, rey de Israel, pagó tributo al rey asirio Adad-nirari III, mientras que el registro de Reyes menciona que Manahén hizo lo propio a Pul (nombre babilónico que como rey usaba Tiglat-pileser III) de Asiria, y consigna el ataque de Tiglat-pileser contra las tribus septentrionales durante el reinado de Peka. También conservamos los registros de Tiglat-pileser III en los cuales menciona sus relaciones con Manahén, Peka y Oscas de Israel, y con Azarías y Acaz de Judá.
La Biblia también relata el pago de tributo de Oseas a Salmanasar V, la subsiguiente 717 conspiración de Oseas contra Asiria junto con So de Egipto, y el asedio de tres años a Samaria efectuado por Salmanasar, que terminó con la toma de esta ciudad y el fin del reino septentrional (2 Rey. 17).
Durante el 14.º año de Ezequías, Senaquerib realizó su famosa invasión de Palestina, y cayeron en sus manos "todas las ciudades fortificadas de Judá"; Ezequías mismo fue sitiado en Jerusalén. Senaquerib también dejó para la posteridad su propio vívido relato de esta campaña. Fue durante el tiempo de la heroica resistencia de Ezequías contra Senaquerib cuando Merodac-baladán, rey de Babilonia, envió sus emisarios al rey de Judá.
Josías halló la muerte a manos de Necao de Egipto mientras procuraba resistir una invasión egipcia a través de Palestina. Finalmente hay relatos detallados de las numerosas campañas de Nabucodonosor contra Jerusalén en los días de Joacim, Joaquín y Sedequías, que terminaron con la destrucción de Jerusalén y el fin del reino meridional.
Para apreciar este importante período de la historia hebrea es preciso comprender los sucesos que ocurrían entonces en Asiria, Egipto y Babilonia. Para integrar en forma correcta los asuntos de estas diversas naciones hay que ordenarlos cronológicamente, a fin de que se puedan ubicar correctamente los sucesos dentro del marco histórico y para que los reyes y los acontecimientos de la época concuerden entre sí. Con la excepción de los últimos tres o cuatro gobernantes de Asiria, las fechas asirias y babilónicas dadas para este período se aceptan generalmente como plenamente establecidas. No es tan segura la cronología de Egipto. Ver págs. 19, 127.
4.
Tema.
Aunque los libros de Reyes presentan la historia de los gobernantes hebreos desde la muerte de David y el reinado de Salomón, hasta la destrucción final de los reinos de Israel y Judá, el propósito principal no es presentar los sucesos de la historia con un mero fin histórico. Hay historia, pero ésta aparece con un fin: mostrar cómo las vicisitudes de los hebreos se relacionan con los planes y motivos de Dios. El propósito no fue tanto escribir una crónica detallada de los sucesos escuetos de la historia, como el de presentar las lecciones de la historia. El que compiló estos libros tenía un profundo motivo religioso y una meta muy práctica. Los hijos de Israel eran el pueblo de Dios, y debían cumplir con el propósito divino y vivir en la tierra los principios del reino de los cielos. La justicia debía ser el verdadero fundamento de la prosperidad nacional. El pecado produciría únicamente ruina. Si fuera fiel a su misión divina, la nación crecería en poder y grandeza. Si los reyes y gobernantes no vivieran de acuerdo con el propósito divino, Israel perecería como nación, porque no podría existir sin rectitud y sin Dios.
Lo más notable es que cuando los israelitas fracasaron como nación y se vieron frente a frente con su ruina aparentemente completa e irreversible, alguien halló en la oscura historia de las aflicciones y derrotas de Israel algo que valía la pena registrar para las generaciones venideras. Las lecciones del fracaso de Israel habían de ofrecer luz y esperanza al mundo. Sobre las cenizas de la derrota todavía debía levantarse una nueva estructura coronada por el éxito y la victoria. Israel podría perecer, pero no perecería la justicia. Si se aprendían las lecciones del fracaso de Israel, el mundo aún podría hallar esperanza en Dios.
El libro de Reyes se escribió en la época de los profetas, y en las declaraciones de este libro deben hallarse el valor y la penetración espiritual de esos mensajeros del cielo que hacían llegar al corazón humano lecciones procedentes de Dios.
El registro de Reyes comienza con el glorioso reinado de Salomón, y la construcción 718 del templo, cuando la nación era viril y fuerte. Termina con el reinado de un rey débil e infame, el templo destruido y la tierra de Judá en ruinas y desolación. Sin embargo, esta triste lección haría surgir un nuevo espíritu de esperanza y enfocaría la atención sobre una época nueva y mejor, en la cual Israel sería gobernado por su Rey eterno. "Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán" (Jer. 30: 3). "Servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré" (vers. 9). "Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante" (vers. 10). "Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad" (cap. 32: 39-41).
Aun cuando el propósito principal de Reyes no es presentar la historia en sí misma, contiene historia de gran importancia y notable exactitud. Hay datos respecto de los gobernantes hebreos que no se hallan en los anales de los estados vecinos, anales que se escribieron para ensalzar a reyes paganos, para glorificarlos como constructores, cazadores o estadistas, para publicar sus acciones en el servicio de los dioses y para relatar sus hazañas guerreras. Por el contrario, los registros hebreos no se proponían glorificar al hombre sino a Dios. Por eso es que el libro de Reyes no sólo registra las realizaciones notables, sino también las debilidades y derrotas de los gobernantes israelitas.
Reyes contiene datos de importancia histórica no sólo respecto de los reinos de Israel y Judá, sino también en cuanto a las naciones circunvecinas. Hay datos de interés acerca de Tiro y Egipto, de naves de Tarsis que se dirigen a Ofir en busca de oro, de la flota que Salomón tenía en Ezióngeber sobre las costas del mar Rojo, y de la visita de la reina de Sabá a Jerusalén con una caravana de camellos que llevaban especias y oro. Además, registra la muerte de Senaquerib a manos de sus hijos Adramelec y Sarezer mientras rendía culto en la casa de su dios, los temores sirios a los reyes hititas, el tributo para Acab de 100.000 corderos entregados por Mesa, rey ganadero de Moab, el envío de las fuerzas egipcias de Tirhaca para hostigar a las huestes asirias que sitiaban a Laquis y Libna. Se refiere también a la importación de madera de sándalo, de Ofir, hecha por Hiram, para hacer columnas destinadas a la casa del Señor, al ofrecimiento del príncipe heredero como holocausto sobre el muro de una ciudad moabita para obtener la ayuda de los dioses, a emisarios asirios que hablaban el arameo, además del hebreo, en los siglos VIII-VII AC, a Zif, Etanim y Bul como nombres de meses en la historia antigua de Canaán, factores todos interesantes y vitales de la trama misma con la cual se hace la historia.
Uno de los rasgos sobresalientes de los libros de Reyes es su estructura cronológica básica. Hablando en términos generales, se presentan los reyes en el orden de su llegada al trono, sin tomar en cuenta si reinaron en Israel o en Judá. Se dan dos informaciones cronológicas principales de cada rey: (1) un sincronismo, que ubica el comienzo del reinado de un rey de Judá en un año específico del rey contemporáneo de Israel, y viceversa, y (2) la duración de cada reinado. A veces hay otras declaraciones cronológicas, tales como intervalos, sucesos fechados en años de reinado de ciertos reyes, o sincronismos entre ciertos reinados hebreos y los de otras naciones (ver págs. 138, 148).
Sin embargo, hay muchas dificultades para hacer concordar las cifras dadas para Israel con las de Judá, y para armonizar ambas con la cronología que no es bíblica. 719 Aun en una serie de reinados que comienzan y terminan juntos en Israel y Judá, los totales no son los mismos. Tales dificultades han llevado a algunos eruditos bíblicos a concluir que la cronología de los reyes hebreos se ha vuelto irremediablemente confusa a través de los siglos, a causa de errores de los copistas. Los esfuerzos hechos por otros para armonizar los datos han dado como resultado numerosas teorías, (aunque no muy dispares) basadas mayormente en variadas conjeturas que suponen revisiones de las cifras en un esfuerzo por reconciliarlas con la cronología que no es bíblica (ver págs. 138, 148).
En verdad, las aparentes discrepancias se deben mayormente, si no en su totalidad, a nuestra falta de información respecto de los diversos métodos técnicos de calcular el tiempo usados en tiempos bíbhcos. Nuestra creciente comprensión de los principios cronológicos básicos empleados por los escribas hebreos, gracias a estudios recientes, hace posible la construcción de un esquema coherente que ordena los reinados de ambos reinos hebreos en armonía prácticamente con todos los datos bíblicos, y con la cronología aceptada generalmente de Asiria y Babilonia (ver pág. 146).
Las fechas empleadas en este comentario para una referencia conveniente (ver la tabla de la pág. 79) se han derivado de sistemas cronológicos de los reyes basados en estudios recientes; se han escogido esas fechas porque representan el mayor grado de armonía entre los datos bíblicos y se acercan más a una solución completa del problema. Se las presenta tan sólo como un bosquejo aproximado, porque es posible que algunos descubrimientos futuros proyecten más luz sobre esos tiempos, y requieran un ajuste mayor o menor de este arreglo como resultado de un conocimiento más exacto de la cronología del período.
5.
Bosquejo.
I. Desde la muerte de David hasta la división del reino, 1 Rey. 1:1 a 11: 43.
A. Los últimos días de David, 1: 1 a 2: 11.
1. Última enfermedad de David, 1: 1-4.
2. Adonías se esfuerza por obtener el reino, 1: 5-53.
a. Preparación para tomar el trono, 1: 5-10.
b. Natán consulta con Betsabé, 1: 11-14.
c. Betsabé conversa con David, 1: 15-21.
d. Natán habla con David, 1: 22-27.
e. David promete el reino a Salomón, 1: 28-31.
f. David hace rey a Salomón, 1: 32-40.
g. Adonías oye que Salomón es rey, 1: 41-49.
h. Salomón perdona la vida de Adonías, 1: 50-53.
3. Ultimos encargos de David a Salomón, 2: 1-9.
4. La muerte de David, 2: 10, 11.
B. El reinado de Salomón, 2: 12 a 11: 43.
1. Se afirma el reinado de Salomón, 2: 12.
2. La forma en que Salomón trata a sus opositores, 2: 13-46.
3. Salomón se casa con la hija de Faraón, 3: 1.
4. Salomón sacrifica en Gabaón, y el mensaje que recibe de Dios, 3: 2-15.
5. Notable decisión judicial de Salomón, 3: 16-28.
6. Los funcionarios de la corte, 4: 1-28.
7. La sabiduría de Salomón, 4: 29-34. 720
8. La construcción del templo, 5: 1 a 8: 66.
9. Edificios, ofrendas y barcos de Salomón, 9: 1-28.
10. La visita de la reina de Sabá, 10: 1-13.
11. Oro de Salomón, su trono, naves y carros, 10: 14-29.
12. Las muchas mujeres de Salomón y su idolatría, 11:1-8.
13. Los adversarios de Salomón, 11: 9-40.
14. La muerte de Salomón, 11: 41-43.
II. Desde la división del reino hasta la caída de Samaria, 1 Rey. 12: 1 a 2 Rey. 17: 41.
A. Desde Jeroboam I hasta Tibni, 1 Rey. 12: 1 a 16: 22.
1. La coronación de Roboam y la división del reino, 12: 1-24.
2. Jeroboam I, 12: 25 a 14: 20.
a. Altares edificados en Dan y Bet-el, 12: 25-33.
b. El varón de Dios y el profeta desobediente, 13:1-32.
c. Los malos caminos de Jeroboam, 13: 33, 34.
d. Castigos divinos pronunciados contra la casa de Jeroboam, 14: 1-20.
3. Roboam, 14: 21-31.
4. Abiam, 15: 1-8.
5. Asa, 15: 9-24.
6. Nadab, 15: 25-27.
7. Baasa, 15: 27 a 16: 7.
8. Ela, 16: 8, 9.
9. Zimri, 16: 10-20.
10. Tibni, 16: 21, 22.
B. Desde Omri hasta Ocozías, 1 Rey. 16: 23 a 2 Rey. 8: 29.
1. Omri, 1 Rey. 16: 23-28.
2. Acab, 16: 29 a 22: 40.
a. Las iniquidades del reinado de Acab, 16: 29-34.
b. La reprensión pronunciada por el profeta Elías, 17: 1 a 19: 18.
c. El llamamiento de Eliseo, 19: 19-21.
d. Guerra y paz con Siria, 20: 1-43.
e. La usurpación de la viña de Nabot y la reprensión de Elías, 21: 1-29.
f. El ataque a Ramot de Galaad, 22: 1-40.
3. Josafat, 22: 41-50.
4. Ocozías en Israel, 1 Rey. 22: 51 a 2 Rey. 1: 17.
5. Joram en Israel, 2 Rey. 1: 17 a 8: 15.
a. Ascensión de Joram 2.º año de Joram de Judá, 1:17, 18.
b. Ascensión de Elías, 2: 1 -11.
c. Eliseo sucede a Elías, 2: 12-25.
d. Ascensión de Joram en el 18.º año de Josafat, 3:1.
e. Los males del reinado de Joram, 3: 2, 3.
f. Sojuzgamiento de los moabitas, 3: 4-27.
g. Milagros de Eliseo, 4: 1-44.
h. Naamán curado de su lepra, 5: 1-27.
i. Edificio construido por los hijos de los profetas, 6:1-7.
j. Los sirios heridos con ceguera, 6: 8-23.
k. Samaria sitiada por los sirios, 6: 24 a 7: 20.
l. Mensaje de Eliseo para Hazael, 8: 1-15.
6. Joram en Judá, 8: 16-24.
7. Ocozías en Judá, 8: 25-29. 721
C. Desde Jehú hasta el fin del reino septentrional, 2 Rey. g: 1 a 17: 41.
1. Jehú, 9: 1 a 10: 36.
a. Jehú ungido como rey, 9: 1-13.
b. Jehú mata a Joram y a Ocozías, 9: 14-29.
c. Muerte de Jezabel, 9: 30-37.
d. Jehú mata a toda la descendencia de Acab, 10: 1-17.
e. Jehú elimina a Baal de Israel, 10: 18-28.
f. Los males del reinado de Jehú, 10: 29-36.
2. Atalía, 11: 1-21.
3. Joás de Judá, 12: 1-21.
4. Joacaz, 13: 1-9.
5. Joás de Israel, 13: 10-25.
a. Sus malos actos y su guerra con Amasías, 13:10-13.
b. La muerte de Eliseo, 13: 14-21.
c. Ciudades recuperadas de Siria, 13: 22-25.
6. Amasías, 14: 1-22.
7. Jeroboam 11, 14: 23-29.
8. Azarías, 15: 1-7.
9. Zacarías, 15: 8-12.
10. Salum, 15: 13-15.
11. Manahem, 15: 16-22.
12. Pekaía, 15: 23-26.
13. Peka, 15: 27-31.
14. Jotam, 15: 32-38.
15. Acaz, 16: 1-20.
16. Oseas, 17: 1-41.
a. Rebelión contra Asiria y la caída de Samaria, 17: 1-6.
b. Los males de Israel que lo llevaron a la ruina, 17: 7-23.
c. El culto mezclado de los samaritanos, 17: 24-41.
III. Desde Ezequías hasta la destrucción de Jerusalén hecha por Nabucodonosor, 2 Rey.18: 1 a 25: 30.
A. Un período de reforma, 18: 1 a 20: 1.
1. Ezequías.
a. Ezequías sirve al Señor y destruye la idolatría, 18: 1-12.
b. Campañas de Senaquerib, 18: 13 a 19: 37.
c. Ezequías curado de su grave enfermedad, 20: 1-11.
d. Los embajadores de Merodac-baladán, 20: 12-19.
e. Realizaciones de Ezequías, 20: 20, 21.
B. Un período de decadencia, 21: 1-26.
1. Manasés, 21: 1-18.
2. Amón, 21: 19-26.
C. La última reforma, 22: 1 a 23: 30.
1. Josías.
a. La reparación de la casa del Señor, 22: 1-7.
b. Hallazgo del libro de la ley, 22: 8-20.
c. La reunión de los ancianos, 23: 1, 2.
d. La idolatría eliminada de Judá, 23: 3-20.
e. Se observa la pascua, 23: 21-23.
f. Amplias reformas de Josías, 23: 24-28. 722
g. Josías muerto por Necao, 23: 29, 30.
D. La decadencia final y el fin del reino meridional, 23: 31 a 25: 30.
1. Joacaz, 23: 31-34.
2. Joacim, 23: 35 a 24: 7.
3. Joaquín, 24: 8-16.
4. Sedequías, 24: 17 a 25: 21.
a. El mal reinado de Sedequías, 24: 17-20.
b. Nabucodonosor toma a Jerusalén y lleva al pueblo a Babilonia,5: 1-21.
5. Gedalías hecho gobernador, 25: 22-26.
6. Se libera a Joaquín de la prisión, 25: 27-30.
Resumen - CAPÍTULO 1
1 Abisag conforta a David en su vejez. 5 Adonías, hijo favorito de David, usurpa el reino. 11 Por consejo de Natán, 15 Betsabé convence al rey, 22 y Natán la apoya. 28 David renueva su juramento a Betsabé. 32 Salamón, designado por David es ungido rey por Sadoc y Natán, y el pueblo se regocija. 41 Cuando Jonatán les lleva las noticias, los invitados de Adonías lo abandonan. 50 Adonías huye y se prende de los cuernos del altar; Salomón lo perdona. 1 CUANDO el rey David era viejo y avanzado en días, le cubrían de ropas, pero no se calentaba.
2 Le dijeron, por tanto, sus siervos: Busquen para mi señor el rey una joven virgen, para que esté delante del rey y lo abrigue, y duerma a su lado, y entrará en calor mi señor el rey.
3 Y buscaron una joven hermosa por toda la tierra de Israel, y hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey.
4 Y la joven era hermosa; y ella abrigaba al rey, y le servía; pero el rey nunca la conoció.
5 Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él.
6 Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso parecer; y había nacido después de Absalón.
7 Y se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a Adonías.
8 Pero el sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David, no seguían a Adonías.
9 Y matando Adonías ovejas y vacas y animales gordos junto a la peña de Zohelet, la cual está cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones de judá, siervos del rey;
10 pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano.
11 Entonces habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor?
12 Ven pues, ahora, y toma mi consejo, para que conserves tu vida, y la de tu hijo Salomón.
13 Ve y entra al rey David, y dile: Rey señor mío, ¿no juraste a tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?
14 Y estando tú aún hablando con el rey, Yo entraré tras ti y reafirmaré tus razones.
15 Entonces Betsabé entró a la cámara del rey; y el rey era muy viejo, y Abisag sunamita le servía.
16 Y Betsabé se inclinó, e hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué tienes?
17 Y ella le respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono.
18 Y he aquí ahora Adonías reina, y tú, mi señor rey, hasta ahora no lo sabes.
19 Ha matado bueyes, y animales gordos, 723 y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar, y a Joab general del ejército; mas a Salomón tu siervo no ha convidado.
20 Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.
21 De otra manera sucederá que cuando mi señor el rey duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.
22 Mientras aún hablaba ella con el rey, he aquí vino el profeta Natán.
23 Y dieron aviso al rey, diciendo: He aquí el profeta Natán; el cual, cuando entró al rey, se postró delante del rey inclinando su rostro a tierra.
24 Y dijo Natán: Rey señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará después de mí, y él se sentará en mi trono?
25 Porque hoy ha descendido, y ha matado bueyes y animales gordos y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del ejército, y también al sacerdote Abiatar; y he aquí, están comiendo y bebiendo delante de él, y han dicho: ¡Viva el rey Adonías!
26 Pero ni a mí tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaía hijo de Joiada, ni a Salomón tu siervo, ha convidado.
27 ¿Es este negocio ordenado por mi señor el rey, sin haber declarado a tus siervos quién se había de sentar en el trono de mi señor el rey después de él?
28 Entonces el rey David respondió y dijo: Llamadme a Betsabé. Y ella entró a la presencia del rey, y se puso delante del rey.
29 Y el rey juró diciendo: Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda angustia,
30 que como yo te he jurado por Jehová Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy.
31 Entonces Betsabé se inclinó ante el rey, con su rostro a tierra, y haciendo reverencia al rey, dijo: Viva mi señor el rey David para siempre.
32 Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada. Y ellos entraron a la presencia del rey.
33 Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y montad a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadio a Gihón;
34 y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón!
35 Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará por mí; porque a él he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.
36 Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey y dijo: Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor el rey.
37 De la manera que Jehová ha estado con mi señor el rey, así esté con Salomón, y haga mayor su trono que el trono de mi señor el rey David.
38 Y descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los peleteos, y montaron a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón.
39 Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!
40 Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos.
41 Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con estruendo?
42 Mientras él aún hablaba, he aquí vino Jonatán hijo del sacerdote Abiatar, al cual dijo Adonías: Entra, porque tú eres hornbre valiente, y traerás buenas nuevas.
43 Jonatán respondió y dijo a Adonías: Ciertamente nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón;
44 y el rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc y al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada, y también a los cereteos y a los peleteos, los cuales le montaron en la mula del rey;
45 y el sacerdote Sadóc y el profeta Natán lo han ungido por rey en Gihón, y de allí han subido con alegrías, y la ciudad está llena de estruendo. Este es el alboroto que habéis oído.
46 También Salomón se ha sentado en el trono del reino, 724
47 y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey adoró en la cama.
48 Además el rey ha dicho así: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, viéndolo mis ojos.
49 Ellos entonces se estremecieron, y se levantaron todos los convidados que estaban con Adonías, y se fue cada uno por su camino.
50 Mas Adonías, temiendo de la presencia de Salomón, se levantó y se fue, y se asió de los cuernos del altar.
51 Y se lo hicieron saber a Salomón,diciendo: He aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón, pues se ha asido de los cuernos del altar, diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo.
52 Y Salomón dijo: Si él fuere hombre de bien, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; mas si se hallare mal en él, morirá.
53 Y envió el rey Salomón, y lo trajeron del altar; y él vino, y se inclinó ante el rey Salomón. Y Salomón le dijo: Vete a tu casa. Comentario Biblico Adventista
1.
David era viejo.
El relato con que comienza este libro de los Reyes básicamente pertenece a la terminación del libro de Samuel, pues es una continuación de la narración que allí trata de David. Sin embargo, constituye una introducción adecuada del reinado de Salomón ya que proporciona el marco histórico de la insurrección de Adonías. La razón para que Salomón ascendiera al trono antes de la muerte de David se debió al intento de Adonías de usurpar el reino. David, entonces viejo y débil, indudablemente se acercaba al fin de su vida, por lo que no podía actuar con mano firme en un tiempo de crisis. Por eso el autor comienza con una descripción del estado fisico de David.
David tenía setenta años al término de su reinado, poco antes de morir (2 Sam. 5: 4). Había, pues, alcanzado una edad mayor que cualquier rey hebreo del cual haya quedado registro. Su vida había sido dificil y azarosa. Penalidades, sufrimientos, riesgos y pesares habían desgastado al rey, que una vez había sido robusto; en gran medida había perdido su energía y estaba muy debilitado. Quizá también lo extenuaba alguna enfermedad. Y ahora, además de sus achaques corporales, se había rebelado uno de sus hijos.
Al describir los detalles del relato, el autor demuestra que estaba bien informado. Con nitidez revela detalles sólo conocidos por alguien bien interiorizado de la vida íntima de la corte. No escribe para la gloria ni el beneficio del rey, sino para la posteridad. No hay necesidad de hacer resaltar lecciones morales: cada llamativo detalle de la narración habla por sí mismo. Las penalidades de la vida se registran exactamente como sucedieron: tal como ocurren en un mundo en que monarcas orgullosos y victoriosos y aun fervientes hombres de Dios no están libres de recoger la cosecha de las semillas sembradas.
2.
Sus siervos.
Eran servidores reales, auxiliares del rey que atendían sus necesidades personales y eran responsables ante la nación por el bienestar del monarca. Josefo los llama "médicos" (Antigüedades vii. 14. 3). El remedio que se propuso de que se buscara una mujer joven y sana para que comunicara calor y vigor a un cuerpo entumecido y debilitado, se usaba en la antigüedad, pues el conocimiento médico era reducido. Se sabe de prescripciones similares en la Europa medieval y en el Oriente moderno.
3.
Sunamita.
Sunem, que ahora se llama Sólem, estaba en Isacar (Jos. 19: 17, 18), en una altura de la llanura de Esdraelón, 10,4 km al suroeste del Tabor. La agraciada sunamita procedía del mismo lugar de la sulamita del Cantar de los Cantares de Salomón (Cant. 6: 13), pero no hay ninguna prueba de que ambas fueran la misma.
4.
Le servía.
La doncella elegida no sólo debía contribuir para dar vitalidad al achacoso monarca, sino que también tenía que servirle como enfermera y servidora; debía estar en su presencia para brindar comodidad al rey y para cuidar de su salud.
5.
Adonías.
El cuarto hijo de David (2 Sam. 3: 4; 1 Crón. 3: 2). Habían muerto los hijos mayores: Amnón y Absalón, y también probablemente Quileab, pues nada más se dice de él. De manera que Adonías parecía ser el siguiente en el orden de sucesión al trono.
Yo reinaré.
Sin duda Adonías alegaba que tenía derecho al trono. Abusando de su condición de hermano mayor y embriagado por su orgullo, resolvió dar los pasos que fueran 725 necesarios para apropiarse del reino. Aunque debe haber conocido los planes de su padre, estaba dispuesto a tomar el trono por la fuerza, si hubiera sido preciso, yendo en contra de lo que evidentemente era el plan divino (1 Crón. 22: 5-9). Salomón, su hermano menor, tenía mejores cualidades para servir como gobernante de Israel (PP 812), pero el mayor estaba determinado a ser el rey, sin importarle cuáles fueran las consecuencias para el país o para quienes se pusieran de parte de él. Siempre son trágicos los resultados cuando se desdeñan la razón y la prudencia y se va en pos del egoísmo.
6.
Nunca le había entristecido.
Adonías era un hijo malcriado por un padre demasiado indulgente. Cuando era niño, se había permitido que este aspirante al trono hiciera su propia voluntad, y ahora no se podía reprimirlo. Más de una vida se ha arruinado por un exceso de afecto paternal.
Muy hermoso.
Adonías era bello y atractivo, y por eso sin duda era popular entre muchos del pueblo. Pero la belleza personal no se cuenta entre las cualidades más esenciales para un cargo de liderazgo. Las dotes naturales de Adonías lo habían hecho vanidoso, necio, vanaglorioso, egoísta y ambicioso. Sus pasiones juveniles eran más poderosas que sus principios y sus impulsos superaban a sus convicciones. Era "hermoso" sólo en apariencia. Mucho más importante es que un hombre sea de buen corazón.
Había nacido después de Absalón.
Maaca era la madre de Absalón (2 Sam. 3: 3), y Haguit era la madre de Adonías (2 Sam. 3: 4).
7.
Se había puesto de acuerdo con Joab.
Con la ayuda de Joab, su comandante en jefe, Adonías esperaba ganar el favor del ejército, y mediante Abiatar, el sumo sacerdote, también procuraba conseguir el apoyo del sacerdocio. Tanto Joab como Abiatar habían sido íntimos de David y le habían prestado un noble servicio en tiempos dificiles. Joab era un hombre duro, osado y a veces inescrupuloso, en ocasiones imperioso y aun desobediente a las órdenes reales. Abiatar era hijo de Ahimelec, que murió defendiendo la causa de David. Abiatar había sido uno de los más firmes amigos de David, y estuvo con él en sus peregrinaciones cuando huía de Saúl (1 Sam. 22: 20-23), le prestó servicios mientras fue rey en Hebrón (2 Sam. 15: 35), y huyó con él cuando se rebeló Absalón (2 Sam. 15: 24, 29, 35, 36; 17: 15; 19: 11). No es clara la razón de su defección en este tiempo, pero podría ser porque consideró que la conducta de Adonías no era una verdadera rebelión. El hecho de que David designara a Salomón para que ocupara el trono puede haberse considerado como originado en un cariño excesivo, y que el hijo mayor recibiera la corona puede haber parecido tan sólo algo correcto y justificable. Por su parte Joab puede haber apoyado a Adonías debido a su inquina contra el rey por haberlo rebajado de cargo (2 Sam. 19: 13).
8.
Sadoc.
Sumo sacerdote con Ahimelec (ver com. 2 Sam. 8: 17), y después de la muerte de éste, con Abiatar (2 Sam. 20: 25). Cuando se sublevó Absalón, tanto Sadoc como Abiatar permanecieron leales a David, quien mientras huía los envió de regreso a Jerusalén con el arca (2 Sam. 15: 24-29, 35). No es clara la relación exacta entre los dos sacerdotes, pero podría ser que puesto que Sadoc servía en el tabernáculo del testimonio en Gabaón (1 Crón. 16: 39), tal vez Abiatar servía en el santuario donde estaba el arca en Sion (ver 1 Crón. 16: 1; cf. 2 Crón. 5: 2).
Benaía.
El principal de los cereteos y peleteos (2 Sam. 8: 18; 20: 23; 1 Crón. 18: 17) -la guardia personal de David (2 Sam. 23: 20, 23)- que lo acompañó cuando se rebeló Absalón (2 Sam. 15: 18). Debido a sus nombres existe la opinión generalmente aceptada de que se los reclutaba de entre los cretenses y los filisteos. Esas tropas no estaban bajo el comando de Joab, y sin duda éste -movido por la envidia- consideraba a Benaía como rival.
Natán.
Un profeta que actuó en los días de David y que estaba muy cerca del rey. Salomón podía contar con el apoyo de Natán. Cuando el príncipe era niño, él fue quien le dio el nombre de Jedidías, "amado de Jehová" (2 Sam. 12: 25).
9.
Matando Adonías ovejas.
Cuando Saúl fue investido como rey en Gilgal, "sacrificaron allí ofrendas de paz" (1 Sam. 11: 15). Cuando el Señor llamó a Samuel para que ungiera a David como rey, le ordenó que ofreciera un sacrificio al cual fueron invitados Isaí y sus hijos (1 Sam. 16: 1-5). También Absalón cuando se apoderó del trono, ofreció sacrificios (2 Sam. 15: 12). El sacrificio de Adonías fue un sacrificio de paz como los que se ofrecían en ocasiones de gozo o de agradecimiento, a los cuales se podía invitar a muchos. 726
Rogel.
Un manantial profundo cerca de Jerusalén, poco más allá de donde se unen los valles de Cedrón e Hinom. Según Josefo, estaba en el, jardín del rey (Antigüedades vii. 14. 4), fuera de la ciudad. Se conoce hoy día como Bîr'Ayyûb: "Pozo de Job".
10.
No convidó.
El hecho de que no invitara a Salomón al sacrificio demuestra que Adonías conocía muy bien el deseo de su padre de que se entregara el reino a Salomón, y que estaba resuelto a impedir que se cumpliera ese deseo. Al no invitar a Salomón, Adonías revelaba sus propios planes y propósitos, y también daba la oportunidad para que los que eran leales a David frustraran sus esfuerzos.
11.
Habló Natán.
El proceder de Natán condijo con sus responsabilidades como profeta de Dios y fiel servidor del Estado. Comprendió que la realización del complot iría en contra de la consumación del propósito divino, y con su característica resolución y prontitud tomó la inociativa para poner en marcha algunas medidas destinadas a frustrar la conspiración. Bien sabía Betsabé que si Adonías usurpaba el trono, inevitablemente eso significaría la muerte para su hijo y para ella. Nadie más que ella podía inducir al rey a dar los pasos indispensales para enfrentar la crisis. Con gran sabiduría, Natán surgirió un procedimiento para desbaratar la conspiración e impedir que se repitiera el desastre ocasionado por Absalón.
15.
Betsabé entró.
La madre de Salomón tenía libre acceso al palacio, y rápidamente llegó hasta la presencia del rey, que estaba enfermo. Cuando se inclinó con la humildad de una suplicante, inmediatamente reconoció David que algo de importancia desusada había provocado la visita, y pidió explicaciones. El hecho de que David no supiera nada de lo que sucedía, que Adonías no le hubiera consultado acerca de sus planes y que sólo se informara de ellos a Natán en el momento de su ejecución, muestra cuán secreto había sido todo. La intriga revelaba que Adonías no obraba dirigido por una conciencia limpia. Betsabé comenzó recordamdo a su esposo que él le había prometido que Salomón sería sucesor en el trono; luego, súbitamente, le informó que, a pesar de esa promesa, Adonías ya era rey. Este se había atrevido a tomar el reino miestras David mismo todavía estaba en el trono. Ante una situación tal, los ojos de todo Israel se fijaban en David para ver qué haría. Betsabé le hizo recordar su responsabilidad en esa hora de crisis, y le advirtió que si no actuaba, sería culpable de cualquier mal que le sobrevniera a ella o a su hijo.
22.
Vino el profeta Natán.
En el momento culminante de la entrevista entró Natán e interrumpió a la reina con su informe urgente. Betsabé hábilmente se retiró (ver vers. 28), dando a Natán la oportunidad para que presentara el mismo anuncio sorprendente: que reinaba Adonías. ¡Ciertamente eso no podía suceder sin la orden del rey! ¿Pero cómo podía haber dado David semejante orden? ¿Por qué había hecho eso sin comunicarle nada a su consejero y amigo de confianza? Cada pregunta implicaba un reproche, un ataque contra el rey por haber participado de algo tan injusto que era una afrenta que hería directamente a Salomón, a Benaía y a Sadoc. ¿Cómo podía haber dado la espalda David a estos hombres que le eran tan íntimos? Por supuesto, las preguntas sólo servían para provocar una vehemente negativa del rey. Era forzoso que la negativa implicara un reproche real contra todo ese afrentoso complot, pues no podía concebirse que hubiera sucedido nada semejante sin el consentimiento del rey, a menos que fuera un complot dirigido directamente contra el trono. Presentando así una supuesta injuria, Natán se estaba asegurando el éxito de su misión, pues había llegado el momento en que el rey se sentiría menoscabado y tomaría las medidas necesarias para frustrar el complot de los conspiradores.
28.
Llamadme a Betsabé.
La reina estaba preparada, esperando el siguiente episodio del drama que se desarrollaba rápidamente. Se aproximó con confianza al rey pues él le había dado palabra, y ella sabía que la cumpliría. David la tranquilizó, renovó su juramento y le prometió que se cumpliría ese mismo día.
32.
Llamadme al sacerdote Sadoc.
Adonías no había invitado a Sadoc, Natán y Benaía, pero ahora los llamaba el rey. No eran útiles para Adonías en su conspiración, pero debían ser figuras claves para sostener el trono. David, aunque era "viejo y avanzado en días", otra vez fue impulsado por la energía característica de su juventud. Pensó con claridad y actuó con rapidez. Se dieron órdenes precisas para que cada uno hiciera lo que le correspondía. 727 Esta súbita energía y decisión para actuar contrasta notablemente con la timidez y abatimiento con que recibió David -cuando era mucho más joven- la noticia de la rebelión de Absalón (2 Sam. 15: 14). En ese tiempo, David sabía que había estado en mal camino, y que estaba recibiendo un castigo de Dios. Ahora todo eso había terminado, y sabía que Dios estaba de su parte.
33.
Mi mula.
Un animal indudablemente bien conocido por el pueblo como reservado para uso exclusivo del rey, y que para los israelitas simbolizaba las prerrogativas y los privilegios de la realeza. Si se veía a Salomón montado en esa mula, el pueblo iba a saber que él era el rey.
Gihón.
El sitio elegido fue Gihón, el famoso manantial de la Jerusalén antigua, en la ladera sudorientas de Ofel. Estaba precisamente al este de la ciudad de David y se conoce hoy día con el nombre de 'Ain Sitti Maryam, "Manantial de nuestra Señora María". Este era el manantial hasta el cual los jebuseos construyeron un túnel para conseguir agua sin arriesgarse a salir de los muros de la ciudad. Más tarde Ezequías construyó un túnel desde Gihón para llevar agua al lado occidental de la ciudad de David (2 Crón. 32: 30), al estanque alto o estanque de Siloé, y en torno de este último construyó un muro de modo que se pudiera conseguir agua en caso de un asedio (2 Crón. 33: 14). Este lugar, donde Salomón debía ser ungido, estaba más o menos a 1 km, valle arriba, de la fuente de Rogel, donde se realizaban los festejos de la coronación de Adonías.
34.
Ungirán.
La ceremonia del ungimiento debía ser realizada por Sadoc como sacerdote y por Natán como profeta: ambos estaban autorizados a realizar el rito debido a sus prerrogativas oficiales. Samuel, que ungió a David (1 Sam. 16: 13), era tanto profeta como sacerdote. Jehú fue ungido por uno de los hijos de los profetas enviado por Eliseo (2 Rey. 9: 1-3).
35.
A él he escogido.
Es evidente que David tenía el derecho de nombrar su sucesor. Esto estaba de acuerdo con la costumbre oriental. Alyate nombró a Creso, Ciro designó a Cambises, y Darío nombró a Jerjes. Herodoto declara que era una ley de los persas que el rey siempre nombrara un sucesor antes de partir para una expedición. El derecho de nombrar un sucesor fue ejercido en forma más absoluta todavía por algunos de los emperadores de Roma y ocasionalmente por los califas. Ver com. caps. 1: 39 y 2: 24.
Sobre Israel y sobre Judá.
Aquí se advierte una diferencia intencional entre Israel y Judá. Se notan diferencias ya en los tiempos cuando se dividió la tierra entre las tribus (Jos. 11: 21; 18: 5). David reinó primero sobre Judá en Hebrón (2 Sam. 2: 4) y después le pidieron los ancianos de Israel que fuera su rey (2 Sam. 5: 1-3). Cuando se sublevó Absalón, la división entre Israel y Judá se había acentuado mucho (2 Sam. 15: 10,13; 18: 6, 7;19: 41-43; 20: 1, 2).
39.
¡Viva el rey Salomón!
Los bien trazados planes de David se llevaron a cabo pronta y eficazmente. El nuevo rey fue ungido con el aceite santo del tabernáculo. El ungimiento indicaba que el Señor le había dado ese cargo y que tenía la bendición divina. Después de que sonó la trompeta, el clamor "¡Viva el rey Salomón!" hizo saber que éste era el rey y que había sido aceptado por el pueblo. La proclamación oficial fue hecha primero por un heraldo de acuerdo con la orden de David (vers. 34), y después se produjo el clamor del pueblo (vers. 40).
41.
Oyendo Joab.
Con Salomón estaba un grupo que aclamó la coronación del nuevo rey con grande alegría y con gritos de gozosa aclamación. Con Adonías se encontraba un grupo de conspiradores que, aunque ya terminaban sus festejos, deben haber estado ensombrecidos por una ansiedad y aprensión mal disimuladas. El sonido de la trompeta que fue una nota de triunfo para un grupo, para el otro fue de condenación. El oído alerta de Joab, el guerrero veterano, prestamente captó el significado de lo que sucedía.
42.
Jonatán.
Sin duda, este hijo de uno de los conspiradores había sido apostado como espía para que averiguara lo que sucedía en Jerusalén y en el palacio. Antes había arriesgado la vida para llevar informaciones confidenciales (2 Sam. 15: 27, 36; 17: 17-21), pero entonces estaba al servicio de David.
Buenas nuevas.
Las noticias no eran buenas para los conspiradores, y difícilmente Adonías podía esperar que lo fueran. Habló de esa manera para tranquilizarse a sí mismo y a sus cómplices.
43.
Nuestro señor el rey David.
La palabra de David era ley mientras él viviera o hasta que oficialmente se nombrara un sucesor. A 728 menos que Adonías estuviera dispuesto a apoyar su rebelión por la fuerza de las armas, él y los que lo acompañaban sólo podían reconocer que la voluntad del anciano rey todavía era la voluntad del Estado y que se cumplirían sus decretos.
46.
Salomón se ha sentado en el trono.
Había que aceptar los hechos, aunque fueran desagradables para los conspiradores. Lo importante era que Salomón, y no Adonías, ocupaba el trono real. Había sido elegido formalmente por David como su sucesor; había ido hasta el lugar de su coronación montado en la mula real; había sido ungido solemnemente; la guardia real estaba con él; Sadoc, Natán y Benaía, como un solo hombre, estaban de su lado; el pueblo lo amaba; todo se había hecho en la debida forma y en orden, de acuerdo con la voluntad de David y con la evidente aprobación de Dios; se había dado la máxima publicidad a todo ese trámite, y lo único que podían hacer los rebeldes era reconocer que Salomón era ciertamente el rey. Ver com. vers. 35.
47.
El rey adoró.
Ningún monarca terrenal vive para siempre. El hecho de que David supiera que había llegado su fin y que el cetro real debía pasar a otras manos, está acompañado por una nota de tristeza. Pero David aceptó su suerte resignadamente, postrándose en su cama y reconociendo con humildad el hecho de que su sucesor ocupara el trono. No se prosternó delante del nuevo rey sino delante de Dios, manifestándole su agradecimiento por todas sus bendiciones y por su vigilante cuidado.
49.
Se estremecieron.
El informe de Jonatán produjo terror y consternación en Adonías y en sus partidarios. Sin ninguna ceremonia, los que hasta ese momento habían sido adictos de Adonías se levantaron y huyeron. Eso indicaba que reconocían que no había la menor esperanza para la causa que habían abrazado.
50.
Cuernos del altar.
Los cuernos del altar eran prolongaciones de sus cuatro esquinas (Exo. 27: 2; 30: 2; 38: 2) sobre las cuales se untaba sangre (Exo. 29: 12; Lev. 4: 7; Eze. 43: 20). Aferrarse de los cuernos del altar era recurrir al derecho de asilo del santuario. Ese derecho se negaba a los asesinos (Exo. 21: 14), y por eso le fue negado a Joab después de que murió David (1 Rey. 2: 28-31). Al recurrir al refugio del altar, Adonías reconocía que era culpable de un hecho por el que podía ser ejecutado. Al reconocer que Salomón era rey (vers. 51), pudo haber intentado un reconocimiento público de su falta y dar la impresión de que su usurpación había sido un acto precipitado, por lo cual podía legítimamente buscar el refugio del santuario.
53.
Vete a tu casa.
Felizmente la rebelión de Adonías terminó sin derramamiento de sangre. David había mostrado su sabiduría al poner a Salomón como rey, y al permitir que los acontecimientos siguieran su curso natural antes que enviar tropas para que aplastaran al usurpador. Salomón se dejó llevar por la sabiduría y la misericordia al extender el perdón, dejando sin embargo en claro que había otorgado esa clemencia con la condición de un buen comportamiento futuro. Si Adonías demostraba ser un hombre digno que viviera tranquilamente como un ciudadano particular y se sometía al nuevo régimen, permanecería en paz; de lo contrario, su vida correría peligro. Adonías se inclinó ante el rey y se sometió a su oscura suerte.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-53 PP 811, 812
1-7 PP 811
32-40 PR 17 729 Resumen - CAPÍTULO 2
1 David después de haber encomendado a Salomón, 3 que sea piadoso, 5 y de encargarle a Joab, 7 a Barzilai, 8 y a Simei, 10 muere. 12 Lo sucede Salomón. 13 Adonías induce a Betsabé a pedirle a Salomón que le dé por mujer a Abisag, lo que le acarrea su muerte. 26 Se perdona la vida a Abiatar, pero se lo priva del sacerdocio. 28 Joab se refugia en los cuernos del altar, pero es muerto allí. 35 Benaía es puesto en lugar de Joab, y Sadoc en lugar de Abiatar. 36 Simei es confinado a Jerusalén, y es muerto cuando va a Gat. 1 LLEGARON los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo:
2 Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre.
3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;
4 para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.
5 Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.
6 Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz.
7 Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu hermano.
8 También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová, diciendo: Yo no te mataré a espada.
9 Pero ahora no lo absolverás; pues hombre sabio eres, y sabes cómo debes hacer con él; y harás descender sus canas con sangre al Seol.
10 Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad.
11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.
12 Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y su reino fue firme en gran manera.
13 Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Es tu venida de paz? El respondió: Sí, de paz.
14 En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.
15 El dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro para que yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano, porque por Jehová era suyo.
16 Ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y ella le dijo: Habla.
17 El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag sunamita por mujer.
18 Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.
19 Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo traer una silla para su madre, la cual se sentó a su diestra.
20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.
21 Y ella dijo: Dese Abisag sunamita por mujer a tu hermano Adonías.
22 El rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino; porque él es mi hermano mayor, y ya tiene también al sacerdote Abiatar, y a Joab hijo de Sarvia.
23 Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras. 730
24 Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy.
25 Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.
26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David mi padre, y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre.
27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.
28 Y vino la noticia a Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar.
29 Y se le hizo saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él.
30 Y entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así dijo Joab, y así me respondió.
31 Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.
32 Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza; porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de jeter, general del ejército de Judá.
33 La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; mas sobre David y sobre su descendencia, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte de Jehová.
34 Entonces Benaía hijo de Joiada subió y arremetió contra él, y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.
35 Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército, y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.
36 Después envió el rey e hizo venir a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y mora ahí, y no salgas de allí a una parte ni a otra;
37 porque sabe de cierto que el día que salieres y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.
38 Y Simei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.
39 Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.
40 Entonces Simei se levantó y ensilló su asno y fue a Aquis en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos de Gat.
41 Luego fue dicho a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.
42 Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te protesté diciendo: El día que salieres y fueres acá o allá, sabe de cierto que morirás? Y tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco.
43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?
44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza.
45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová.
46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió y lo hirió, y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.
l.
Los días en que David.
Este capítulo continúa la narración del anterior con los mismos vívidos detalles y el mismo estilo gráfico. El relato, tal como se da en Crónicas, omite la insurrección de Adonías, y en cambio 731 describe una gran asamblea de "todos los principales de Israel", "los sacerdotes y levitas", "los jefes de las divisiones que servían al rey" y los caudillos de todo el reino (1 Crón. 23: 1, 2; caps. 28, 29), para investir a Salomón como rey "por segunda vez" (cap. 29: 22). Tanto Saúl (1 Sam. 11: 14, 15) como David (2 Sam. 5: 1- 3) habían sido proclamados por segunda vez como reyes, y así sucedió también en el caso de Salomón. Su primer ungimiento se efectuó con suma rapidez en una ocasión bastante impremeditada, debido a la premura de las circunstancias, en un momento cuando sólo pudieron estar presentes unas pocas personas de las proximidades. Por eso correspondía que hubiera una segunda coronación más general, con la debida solemnidad y pompa ante los representantes de toda la nación.
2.
El camino de todos en la tierra.
Esta expresión nos recuerda las palabras de Josué (Jos. 23: 14) cuando afrontó el fin. La muerte es completamente imparcial. A los héroes máximos de la tierra les ocurre lo mismo que a los más humildes cuando descienden a la tumba. Las distinciones mundanales son transitorias, y desaparecen las glorias de los reyes cada vez que impera la muerte.
Esfuérzate.
David no pensó en sí mismo, sino en su hijo; no en el pasado, sino en el futuro. Habló como padre amante, soldado, patriota y, por encima de todo, como un hombre que ha demostrado en todo respecto que era realmente rey. Exhortó a Salomón para que se esforzara al tomar las responsabilidades del liderazgo, así como Moisés exhortó a Josué (Deut. 31: 7) y así como el Señor mismo exhortó a Josué (Jos. 1: 7).
Sé hombre.
Salomón ahora era rey a pesar de su juventud; por eso, de un modo especial, debía demostrar su hombría. Debía ser un varón que se dominara plenamente y que mandara a su pueblo; tenía que ser intrépido y libre de cohecho y de corrupción. No debía poner en primer término sus intereses sino los del pueblo a quien debía servir, y los de Dios cuyo representante era.
3.
Guarda los preceptos.
Por encima de todo, la exhortación de David a Salomón fue de una índole religiosa. En primer lugar, Salomón debía ser leal a Dios. Los israelitas eran el pueblo de Dios, y Salomón debía gobernarlos como siervo de Dios. Las últimas palabras de David a Salomón no fueron tanto las de un padre para su hijo, sino más bien las del que presidía a Israel -un Estado teocrático- para el que divinamente había sido nombrado como su sucesor al trono. Todo el discurso debe enfocarse desde este punto de vista. Como rey de Israel, Salomón debía ocupar "el trono del reino de Jehová" (1 Crón. 28: 5). Cuando hubo tomado el reino, "se sentó. . . en el trono de Jehová" (1 Crón. 29: 23). Israel era una nación cuyo rey era Jehová, y el gobernante humano era sólo un siervo de la nación y representante del Rey celestial.
Andando en sus caminos.
El rey debía conocer los caminos de Dios y caminar en ellos, no sólo por su propio bien sino también para dar un ejemplo al pueblo. Los caminos de Dios eran caminos de rectitud y paz, y redundarían en bendiciones y prosperidad.
Observando sus estatutos.
Los estatutos son las estipulaciones de la ley. Dios dio sus mandamientos al pueblo y añadió algunas órdenes para aclarar con exactitud qué clase de obediencia estaba implicada en los casos específicos. En la ley de Moisés se detallan estatutos, juicios y testimonios tales. Hay ritos ceremoniales, estatutos civiles, leyes de salud así como también requerimientos morales.
Para que prosperes.
Dios que dio todas sus leyes para beneficio de sus hijos, puso a éstos bajo la vigencia de esas leyes porque desea verlos felices y prósperos. No dio sus prescripciones y órdenes para hacer alarde de su autoridad suprema, sino para asegurar el bienestar y la felicidad de los habitantes de la tierra. Al caminar en armonía con las leyes del cielo, el hombre había de hallar gozo, paz, contentamiento de espíritu, salud física y plenitud de vida. La desobediencia a esas leyes ocasionaría dificultades, pesar, enfermedades, quebrantos, dolores y muerte. Esto se presentó con claridad en el comienzo de la historia de Israel. Los profetas lo han hecho resaltar constantemente hasta el mismo fin. "Si quisierais y oyerais, comeréis el bien de la tierra; si no quisierais y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho" (Isa. 1: 19, 20; cf. Jer. 7: 5- 7). Cuando Israel pereció finalmente, quedó en claro que eso se debió a que no había cumplido los mandamientos del Señor (2 Rey. 17: 7- 20).
4.
Para que confirme Jehová la palabra.
Dios hizo la promesa original a David por 732 medio del profeta Natán (2 Sam. 7: 11- 17) y quizá posteriormente a David mismo (Sal. 89: 3, 4). La promesa fue que la casa de David y su reino quedarían establecidos para siempre. El cumplimiento de esta promesa para los hijos de David dependía de una continua obediencia a los mandamientos de Dios (Sal. 132: 12). David le recordó a Salomón esta condición a fin de que fuera continuamente fiel y obediente a los mandamientos de Jehová.
6.
Harás conforme.
Joab había asesinado a Abner (2 Sam. 3: 27- 30). En ese tiempo David dejó en claro que no tenía parte en el crimen, y anunció que a su debido tiempo el Señor daría "el pago al que mal hace, conforme a su maldad" (2 Sam. 3: 31- 39). También Joab había asesinado a Amasa, a quien David acababa de nombrar para que ocupara el puesto de Joab (2 Sam. 19: 13; 20: 8- 10). La muerte de ambos debía ser vengada. Cuando se cometieron esos crímenes, David no podía castigar a Joab, debido a que éste sabía la parte que había tenido David en la muerte de Urías heteo (2 Sam. 11: 14- 25). Pero los dictados de la justicia demandaban que asesinatos como los que había cometido Joab no quedaran impunes. Por lo tanto, hablando no como un particular que había recibido durante muchos años los servicios penosos y fieles del hombre que ahora condenaba, sino como un rey teocrático, David dio las instrucciones para que un hombre cuyas manos estaban limpias y que no debía nada a Joab, castigara los crímenes de éste. Además, debe recordarse que Joab también era culpable de hechos que David no menciona aquí expresamente -tales como la muerte de Absalón en contra de una orden expresa de David (2 Sam. 18: 14, 15) y su reciente traición al apoyar a Adonías (1 Rey. 1: 7)- , lo que sin duda ya había indispuesto a Salomón contra él.
7.
Harás misericordia.
Un agradable contraste es el recuerdo de David de la hospitalidad que le brindó Barzilai cuando huía de Absalón (2 Sam. 19: 31- 39). Comer de la mesa del rey significaba recibir sostén del tesoro real (2 Sam. 9: 7; 1 Rey. 18: 19; Neh. 5: 17). Barzilai tenía un hijo que se llamaba Quimam (2 Sam. 19: 37). Algunos han pensado que la referencia de Jeremías a "Gerut-quimam [Refugio de Kimham, BJ]" (Jer. 41: 17), como que estaba cerca de Belén, indica que David había dado allí al hijo de Barzilai una heredad de una propiedad particular del rey.
8.
Simei.
Este hombre, que había procedido tan alevosamente contra David, podía ser un motivo de peligro para Salomón en esos tiempos turbulentos (ver vers. 36- 46).
10.
Durmió David.
Es muy escueto el relato de la muerte de David. Lo registrado en Crónicas tan sólo añade que "murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria"(1 Crón. 29: 28).
Sepultado.
Indudablemente en Sion, en terreno real cerca del palacio de David (2 Sam. 5: 9). "Los sepulcros de David", las tumbas de los sucesores de David, se mencionan en el registro de Nehemías (Neh. 3: 16), y quizá estuvieron al sur del templo (Eze. 43: 7- 9). Indudablemente esos sepulcros fueron excavados en la roca sobre la que se edificó a Jerusalén. Josefo informa que los tesoros de la tumba fueron saqueados por Hircano y más tarde por Herodes (Antigüedades vii. 15. 3; xvi. 7. 1). Existían en los días del NT (Hech. 2: 29), pero en la actualidad se desconoce su ubicación exacta. Las denominadas "tumbas de los reyes" -que una vez se creyó que eran el mausoleo de los reyes de Judá- en realidad datan del siglo 1 DC.
11.
Siete años.
Más exactamente, "siete años y seis meses" (2 Sam. 5: 5; 1 Crón. 3: 4).
12.
Fue firme en gran manera.
Compárese con el vers. 46, en el que -después de que se mencionó la muerte de Adonías, Joab y Simei y la humillación de Abiatar- se declara que "el reino fue confirmado en la mano de Salomón". Resulta claro que durante la primera parte del reinado de Salomón hubo descontentos que amenazaron la estabilidad del trono del joven rey. Salomón procedió rápida y firmemente contra esas fuerzas de disturbios y revueltas y, como resultado, quedó firmemente establecido el reino bajo su dominio.
13.
¿Es tu venida de paz?
La sola presencia de Adonías en el escenario despertó una pregunta acerca de sus intenciones. ¿Se había conformado con su suerte y estaba listo para apoyar a Salomón, o todavía esperaba conseguir el trono de alguna manera?
15.
El reino era mío.
La referencia de Adonías a su frustrado intento de subir al trono demuestra que todavía tenía mucha ambición. Parecen haber sido bien fundados los temores de Betsabé.
Por Jehová.
En apariencia una piadosa aceptación de la voluntad divina, pero en realidad 733 un mal disimulado propósito de esforzarse para conseguir con habilidad el reino que no había podido lograr por la fuerza.
17.
Que me dé Abisag.
Tal vez podría haber pedido el reino. Quizá su verdadero propósito no era movido por un amor despertado por la bella Abisag, sino que quería lograr el reino casándose con ella. En el antiguo Oriente las esposas de un rey se convertían en las esposas de su sucesor. Por eso David, cuando fue el sucesor de Saúl, tomó las esposas de éste (2 Sam. 12: . Siguiendo el consejo de Ahitofel, Absalón se allegó a las concubinas de su padre a la vista de todo el pueblo. Así demostró públicamente que había tomado los derechos del trono de su padre (2 Sam. 16: 20- 22). Sin duda se consideraba que Abisag era la última esposa, o por lo menos la última concubina de David. El pedído de Adonías de que Abisag fuera su esposa podía entenderse como un reclamo del mismo trono. Sin embargo, ante Betsabé fingió ser un joven consagrado y arrepentido, resignado con su suerte, y que sólo quería a la hermosa doncella para mitigar su adolorido corazón.
18.
Hablaré por ti.
¿Por qué estuvo dispuesta Betsabé para hablar en favor de Adonías delante del rey? ¿Pensaba que era sincero, o vislumbró a través de sus ardides pero accedió a su pedido con la esperanza de que Adonías quedara en paz y así se asegurara el reino para su hijo?
19.
Se inclinó ante ella.
La forma en que Salomón honró a su madre dio un ejemplo adecuado tanto para sus contemporáneos como para nosotros. En las cortes de la antigüedad, con frecuencia la reina madre recibía mucha honra.
22.
También. . . el reino.
Quizá Betsabé no notó nada peligroso en el pedido de Adonías, pero Salomón lo advirtió inmediatamente. Acceder al pedido de Adonías habría significado dar alas a sus pretensiones. Los que simpatizaban con él habrían tenido una base firme para apoyar sus demandas.
Al sacerdote Abiatar.
Salomón demostró su disgusto por la falta de perspicacia de su madre al haberse dejado llevar a una situación como ésa. Ya las cosas eran bastante malas sin que ella colaborara con los esfuerzos de Adonías por apoderarse del trono. Después de todo Adonías era el hermano mayor, y muchos podrían pensar que era legítima su pretensión al trono. Y a su lado estaban dos de los hombres más influyentes del país: Abiatar el sumo sacerdote y Joab el comandante en jefe, que lo ayudaban y apoyaban en toda forma posible. Ahora la madre del rey había permitido que se la comprometiera hasta el punto de que en realidad pedía nada menos que el trono para el hijo mayor. De hecho, Salomón dijo: "¿Por qué sólo pides a Abisag?, ¿por qué no pides también el reino? El es mi hermano mayor, ¿acaso no le pertenece el reino por derecho propio? Y para probar sus pretensiones, ¿acaso no tiene consigo a Abiatar el sacerdote y también a Joab que apoyan su causa y demuestran a todos que indudablemente él tiene derecho?" Es evidente que Betsabé entendió el merecido reproche.
23.
Contra su vida.
El pedido de Adonías equivalía a una traición, y como tal merecía la pena de muerte. El joven tenía un carácter peligroso, y no podía permitirse que sus maquinaciones pusieran en peligro la seguridad del Estado. Así razonaba Salomón y estaba enteramente en lo cierto.
24.
Quien me ha confirmado.
El plan de Adonías no sólo iba contra los hombres sino también contra Dios. El Señor era quien había confirmado a Salomón en el trono como sucesor de su padre David, pero ahora indudablemente Adonías hacía planes para fundar una dinastía al unirse con Abisag. No se debía permitir eso. Se había perdonado la conspiración anterior, pero no se podía pasar por alto este nuevo intento de rebelión. Salomón era rey elegido por Dios y ocupaba el trono de David que debía ser establecido para siempre. Sabiendo que lo que hacía estaba de acuerdo con la voluntad del cielo, Salomón, con un solemne juramento, condenó ese día a muerte a Adonías.
26.
Al sacerdote Abiatar.
Salomón no se contentó con medidas tomadas a medias. Posiblemente suponía con acierto que en esta nueva tentativa de ocupar el trono, Adonías tenía cómplices, incluso Abiatar.
A Anatot.
Se trató a Abiatar con misericordia debido a su larga amistad con David cuando éste estuvo en la adversidad. En vez de ser ejecutado, sólo perdería su cargo y tendría que retirarse. Anatot era una ciudad de sacerdotes, en territorio de Benjamín (Jos. 21: 17- 19; 1 Crón. 6: 60). El pueblo estaba a unos 5 km al noreste de Jerusalén. Es bien 734 conocido como el lugar de nacimiento de Jeremías (Jer. 1: 1; 32: 7).
27.
Para que se cumpliese.
La profecía cumplida era la de 1 Sam. 2: 30- 35; 3: 11- 14. Abiatar era descendiente de la casa de Elí y el único sobreviviente de la matanza que hizo Doeg de los hijos de Ahimelec (1 Sam. 22: 9- 23; 23: 6). Al deponer a Abiatar, el sumo sacerdocio pasaba de la casa de Itamar a la de Eleazar -hijo mayor de Aarón-, a la cual pertenecía Sadoc (Núm. 25: 11- 13; 1 Crón. 24: 1- 6). Hasta ese momento, tanto Abiatar como Sadoc habían ejercido la función de sacerdotes y habían mantenido cierta medida de coordinación entre ambos: el tabernáculo estaba en Gabaón a cargo de Sadoc y el arca en el monte de Sion a cargo de Abiatar. Cuando menguó Abiatar, la dignidad del cargo del sumo sacerdote pasó a Sadoc.
No se debe pensar que el propósito de Salomón al humillar a Abiatar era meramente hacer cumplir la profecía. Su proceder fue movido por las circunstancias. Dios decreta porque ve de antemano.
29.
Arremete contra él.
Joab huyó al santuario cuando supo de la muerte de Adonías. Si se hubiese sentido libre de toda complicidad en la última conspiración, difícilmente habría temido por su vida. Las palabras de Salomón al pronunciar sentencia sobre él no hacen referencia a nada, a no ser los antiguos crímenes mencionados en el encargo que le hizo David cuando moría. Sin duda, una de las razones fue que se negaba asilo en el santuario en los casos de asesinato con alevosía (Exo. 21: 14). Las leyes contra el derramamiento de sangre eran tan rígidas que es dudoso que de acuerdo con la ley pudiera perdonarse a un asesino (Núm. 35: 16- 34; Deut. 19: 11- 13). Si no se ejecutaba la sentencia contra el asesino, la tierra sería amancillada por la sangre (Núm. 35: 33). El altar proporcionaba asilo sólo para los que habían matado sin premeditación, pero éste no era el caso de Joab. Conociendo bien la ley, Joab sabía la suerte que le esperaba. Aunque era un rudo y endurecido soldado -"demasiado duro" aun para el vigoroso guerrero David-, el viejo capitán hizo frente a su suerte sin una palabra de protesta o un acto de resistencia. Era culpable de crímenes de los cuales no podía defenderse.
36.
No salgas de allí.
La situación del reino era tal, que a Salomón le pareció necesario mantener una estrecha vigilancia sobre todos los sospechosos. El inquieto Simei estaba entre las personas de quienes podía esperarse que se levantaran contra el rey apenas se presentara la oportunidad. Se sabía que era adicto de la casa de Saúl y acerbo enemigo de la casa de David. Prohibir a Simei que saliera de Jerusalén tan sólo era una razonable precaución contra una traición.
37.
Cedrón.
El valle que corre de norte a sur, muy cerca del muro oriental de Jerusalén. Más allá estaba lo que después se conoció como el monte de los Olivos. En la actualidad, ningún arroyo corre por este valle a no ser en la estación lluviosa.
La referencia a cruzar el Cedrón muestra que el propósito era impedirle que volviera a Bahurim de donde era oriundo (2 Sam. 16: 5), y donde podría tener su máxina influencia y las mejores oportunidades para fomentar disturbios. Bahurim estaba en las proximidades del monte de los Olivos, en el camino que desendía al Jordán.
39.
Gat.
Ciudad que perteneció antes a los filisteos, pero que fue tomada por David (1 Crón. 18: 1). Aquí se dice que tenía un rey, pero tal vez el rey dependía de la monarquía hebrea.
40.
Simei se levantó.
El relato no indica que no hubiera sido hecho de buena fe el viaje de Simei a Gat, con el propósito de traer de regreso a sus siervos. Pero queda en pie el hecho de que había desobedecido la orden del rey y quebrantado su propia solemne promesa. Esto es algo que se hace resaltar. Si Simei hubiese querido ser leal a su juramento, habría informado al rey de las circunstancias, le habría pedido permiso para ir a traer de vuelta a sus siervos y habría esperado la orden del rey. Pero al proceder por su propia cuenta y al aventurarse en un país extranjero que con frecuencia había estado en guerra con el padre de Salomón, era evidente que Simei se exponía a que se sospechara de él.
42.
Hizo venir a Simei.
Salomón no condenó a Simei sin considerar debidamente el caso y sin presentar claramente todos los hechos delante del acusado. Con preguntas escudriñadoras Salomón demostró que Simei no tenía excusa. Simei había jurado solemnemente que respetaría el decreto del rey. ¿Por qué no había respetado el juramento; La respuesta del silencio se convirtió en su sentencia de muerte. 735
44.
Tu corazón bien sabe.
Nadie conoce tan bien toda la maldad oculta en el corazón como el transgresor mismo. Teniendo su vida en juego, Simei sabía que su propio mal corazón era el mejor testigo contra él mismo.
Tu cabeza.
Dios no es un ejecutor arbitrario de la sentencia provocada por la transgresión. Los pecadores cosechan el castigo que ellos mismos han sembrado. Lo que condenó a muerte a Simei fue su propia iniquidad, no meramente el veredicto de un rey terrenal.
46.
El reino fue confirmado.
Ver com. vers. 12.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1- 4 PP 817; PR 17
2 MC 130
2, 3 5T 509
CAPÍTULO 3
1 Salomón se casa con la hija de Faraón. 2 Salomón sacrifica en un lugar alto en Gabaón. 5 Salomón, a pedido de Dios, hace su elección en Gabaón, y como resultado recibe sabiduría, riqueza y honor. 16 El juicio de Salomón en el caso de dos mujeres rameras le da renombre.
1 SALOMON hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.
2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos; porque no había casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos tiempos.
3 Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.
5 Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.
6 Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.
7 Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.
8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
10 Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.
11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio,
12 he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.
13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.
14 Y si anduvieras en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.
15 Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a todos sus siervos.
16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.
17 Y dijo una de ellas: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa. 736
18 Aconteció al tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.
19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.
20 Y se levantó a medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso al lado mío su hijo muerto.
21 Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.
22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.
25 En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.
26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.
27 Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.
COMENTARIO BIBLICO ADVENTISTA
1.
Parentesco con Faraón.
Este versículo está estrechamente relacionado con el precedente. El primer propósito de Salomón después de subir al trono fue afianzar la seguridad interna. Logrado ese fin, podría prestar atención a los asuntos exteriores. Lo primero que se menciona es la boda real con la hija de Faraón. En el caso del reinado de David sobre Judá, también lo primero que se menciona son medidas dispuestas para afianzar la seguridad interna (2 Sam. 2: 1- 32; 3: 1), seguidas por una enumeración de los hijos y de las esposas de David (2 Sam. 3: 2- 5); y después de su ungimiento como rey de Israel (2 Sam. 5: 1- 3), lo primero que se informa es el establecimiento de su poder sobre Israel (2 Sam. 5: 6- 12), a lo que sigue una vez más una mención de sus esposas y concubinas (2 Sam. 5: 13- 16).
El faraón con quien Salomón trabó parentesco se cree que fue uno de los reyes de la XXI dinastía, cuya capital estaba en Tanis, en el Bajo Egipto. Debe haber sido un predecesor de Sisac (Sheshonk), fundador de la XXII dinastía e invasor de Judá en el 5.° año de Roboam (1 Rey. 14: 25). Muchas autoridades piensan que el faraón con quien se emparentó Salomón fue Psusennes.
Cuando Salomón se alió con Egipto, este país era débil y estaba dividido. Fue también un período de debilidad para Asiria y Babilonia, y ya no existían como nación los hititas que habían sido poderosos. Un período semejante, de debilidad generalizada en el Cercano Oriente, ofrecía una oportunidad única para que David y Salomón afianzaran una nación poderosa para el pueblo de Dios en la tierra que el Altísimo había dispuesto para ellos.
Tomó la hija de Faraón.
Las alianzas políticas con frecuencia se sellaban mediante casamientos entre las familias reales. El escritor sagrado no reprocha a Salomón por haberse casado con esa princesa idólatra. Sencillamente registra el hecho, pero no lo sanciona al no censurarlo. Ese casamiento violaba directamente la orden de Dios. Aunque la hija de Faraón renunció a la religión de Egipto y echó su suerte con los hebreos entre los cuales había ido a vivir (PR 37), este saludable resultado no justificó el extraño casamiento. Faraón tomó la ciudad de Gezer de los cananeos, y la entregó a su hija como dote para la nación de Israel (1 Rey. 9: 16).
Ciudad de David.
Aquí se distingue entre la ciudad de David y Jerusalén. La antigua ciudadela de Sion, baluarte de los jebuseos (2 Sam. 5: 7- 9), estaba situada en el extremo meridional del cerro oriental, al oeste del manantial de Gihón en el valle de Cedrón, y al sur de la zona donde después se construyó el templo.
Su casa.
Sólo fue transitoria la residencia de la hija de Faraón en la ciudad de David, hasta que Salomón hubo construido su propio palacio. Este palacio debía estar al norte 737 de la ciudad de David, en la zona del templo. Posteriormente se edificaría una casa separada para su esposa egipcia (1 Rey. 7: .
2.
Sacrificaba en los lugares altos.
De acuerdo con la ley de Moisés, los hijos de Israel debían llevar sus sacrificios al tabernáculo y no ofrecerlos al aire libre (Lev. 17: 3-5). El Señor había prometido que designaría un lugar especial adonde debían llevarse los sacrificios (Deut. 12: 10, 11). Sin embargo, antes de la elección de ese lugar central se ofrecían sacrificios en diversos sitios por todo el país (Juec. 6: 25, 26; 13: 16; 1 Sam. 7: 10; 13: 9; 14: 35; 1 Crón. 21: 26). Esto se hacía sin que aparentemente se dieran cuenta de su culpa los que rendían culto. Dos razones principales pueden presentarse para la prohibición de ofrecer sacrificios en los lugares altos: (1) Para apartar a Israel de los lugares donde se efectuaba el corruptor culto idolátrico en el país; (2) para evitar que surgieran santuarios no autorizados por el Señor, donde podrían realizarse falsos cultos.
3.
Solamente sacrificaba.
Esto no debe interpretarse como una prueba de que hubiera culto idolátrico en este período de la vida de Salomón. El relato acaba de afirmar que él "amó a Jehová" y que anduvo "en los estatutos de su padre David"; pero no tuvo en cuenta las órdenes mosaicas que prohibían los sacrificios, con excepción de los realizados en un santuario central. Aunque no se había hecho caso de esa orden durante el período de los jueces y aun en los días de Samuel y David (vers. 2), Israel ahora había llegado a una hora nueva en su vida religiosa. Se estaba comenzando a reconocer que Dios no toleraría más una situación que antes había "pasado por alto" (Hech. 17: 30).
4.
Iba el rey a Gabaón.
Gabaón estaba a 9,6 km al noroeste de Jerusalén. Después del buen éxito de las medidas tomadas para afianzar el reino, Salomón celebró una gran fiesta en Gabaón para todo el reino (2 Crón. 1: 1-3), como un acto de acción de gracias para el Señor por sus bendiciones. Fue ubicado allí el tabernáculo que se había construido en el desierto (2 Crón. 1: 3). Se recordará que, mucho antes, los gabaonitas habían engañado a Josué y, por lo tanto, habían sido sentenciados para que fueran los que cortaran "la leña" y sacaran "el agua" para la casa del Dios de Josué (Jos. 9: 23).
5.
En sueños.
En los días de David, padre de Salomón, el Señor revelaba su voluntad por medio de los profetas Natán y Gad (2 Sam. 7: 2-17; 12: 1-14; 24: 11-14), y por medio de servicios especiales prestados por los sacerdotes (1 Sam. 23: 9-12; 30: 7, . Además, David mismo hablaba con frecuencia movido por la inspiración, como cuando escribió los Salmos (ver 2 Sam. 23: 2). Dios se comunicó con Salomón mediante un sueño, medio que usó con frecuencia para revelarse a sus siervos. Por ejemplo, a Abrahán (Gén. 15: 12), Jacob (Gén. 28: 12-16), José (Gén. 37: 5-10) y Daniel (Dan. 2: 19; 7: 1). También habló mediante sueños a quienes no eran de Israel, por ejemplo a Abimelec (Gén. 20: 3-7), Labán (Gén. 31: 24), Faraón y sus siervos (Gén. 40: 5; 41: 1-8), los madianitas (Juec. 7: 13) y Nabucodonosor (Dan. 2: 1; 4: 10-18).
Pide.
Bien sabía Dios lo que necesitaba Salomón, pero le mandó que pidiera. Esto debería ser una prueba para el joven rey. Su pedido revelaría la naturaleza de su corazón.
7.
Joven.
"Niño pequeño" (BJ). Salomón no quiere decir que era niño en años sino que se consideraba a sí mismo como niño en experiencia. Sus palabras revelan humildad. Teniendo sobre sí las pesadas responsabilidades de la nación, sintió que la tarea era demasiado grande para él y que necesitaba la ayuda divina. Cuando subió al trono ya estaba casado y probablemente ya era padre. Se deduce esto porque tenía un hijo de 41 años (2 Crón. 12: 13) en ocasión de su muerte, después de un reinado de 40 años (1 Rey. 11: 42).
9.
Corazón entendido.
La primera y la máxima necesidad de una persona es la de un corazón entendido que pueda comprender sus propios problemas y necesidades, así como la voluntad de Dios. Mientras mayores sean las responsabilidades que uno está llamado a desempeñar, mayor será su necesidad de un corazón entendido. El que está colocado en un puesto de autoridad necesita comprender los problemas ajenos y debe saber cómo resolverlos. En la administración de justicia y en la conducción de los asuntos de Estado se necesita mucha sabiduría práctica, agudeza de discernimiento y claridad de juicio. Una de las principales responsabilidades de Salomón sería la de escuchar los casos difíciles que le someterían los jueces de primera instancia del país. Al estar a la cabeza del pueblo de Dios, sentía su gran necesidad de sabiduría divina. En ninguna parte hay una 738 comprensión mejor de la naturaleza básica de la sabiduría que en las palabras escritas por él: "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría"(Prov. 9: 10). "Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia(Prov. 4: 7).
10.
Agradó delante del Señor.
Dios queda complacido cuando se le pide lo que es sabio y bueno, y cuando el hombre enfoca sabiamente los problemas de la vida.
12.
Corazón sabio y entendido.
La sabiduría de Salomón parece haber sido tanto moral como intelectual. Era una sabiduría práctica acerca de todos los aspectos de la vida, de las cosas y del corazón humano, como asimismo de las obras y los pensamientos del Creador.
13.
No pediste.
Esta es la confirmación de Dios en cuanto a la sabiduría del pedido de Salomón. Modestamente pidió sabiduría, lo que traería en su estela todas las otras bendiciones de la vida. "Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia" (Prov. 3: 13). "Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano" (Prov. 3: 17, 18). "El que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma" (Prov. 8: 35, 36). Esta es la gran ley básica del gobierno divino, acerca de la cual dijo Jesús: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mat. 6: 33).
15.
Sueño.
No era meramente un sueño, sino un sueño que provenía de Dios. Salomón estaba plenamente seguro de que el sueño era divinamente inspirado, y que se había comunicado con Dios. Tan seguro estaba de que era así, que inmediatamente después de volver a la capital se presentó delante del arca y ofreció sacrificios a Dios. Los resultados muestran más allá de toda duda de que estaba en lo correcto y que había recibido un mensaje directamente del Señor.
Delante del arca.
Salomón comenzó su reinado con una solemne ceremonia religiosa en cada uno de los dos lugares santos que había entonces en el país. Uno de ellos estaba en Gabaón, donde se encontraba el tabernáculo de la congregación, y el otro estaba en Jerusalén delante del arca, que unos años antes había sido llevada a la ciudad de David (2 Sam. 6: 12, 16).
Sacrificios de paz.
Además de la ceremonia religiosa del sacrificio de un holocausto ofrecido a Jehová como olor grato (Lev. 1: 9, 13, 17), para indicar un acto de consagración a Dios, hubo una gran ofrenda de sacrificios de paz, una gozosa festividad de compañerismo mutuo a la cual se invitaba al pueblo para que participara con alegre alabanza y agradecimiento por las bendiciones recibidas (ver Lev. 7: 12, 13, 15; 2 Sam. 6: 18, 19; 1 Crón. 16: 2, 3).
16.
Dos mujeres.
El caso era más difícil que los comunes, pues de lo contrario no habría sido llevado al rey. Esta fue una prueba de fuego para la sabiduría de Salomón. Ambas querellantes eran de un carácter dudoso. No merecía confianza la palabra de ninguna de ellas. Se equilibraban sus testimonios. La resuelta afirmación de una era resistida por la igualmente rotunda negativa de la otra. Parecía imposible llegar a ninguna decisión certera o justa. Todo el tribunal estaba envuelto en una atmósfera de suspenso. ¿Tendría que admitir el rey que el asunto era demasiado difícil para que él lo tratara? ¿La inferencia, la suposición, la deducción y la hipótesis no retardarían la justicia en un caso como éste? Pero Salomón tomó por un atajo en medio de la engorrosa maquinaria legal del tribunal y dio un veredicto rápido y certero, cuya justicia estaba más allá de toda duda. El niño fue devuelto a su madre, se había hecho justicia, y la fama de la sabiduría y del recto juicio de Salomón quedó asegurada para todo el porvenir.
Una pintura mural de Pompeya, actualmente en el Museo Nacional de Nápoles, presenta lo que se piensa que es la escena del juicio de Salomón entre las dos rameras.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1 FE 498; PR 37
3-15 Ed 45
4 PR 19
5 3JT 428; PR 55
5-11 PR 19
7 PR 21, 33; 3T 449
7-15 3JT 428
12 FE 414; MeM 243; 3T 449
12-14 PR 20
16-28 PR 41
28 PR 22 739
CAPÍTULO 4
1 Los jefes de Salomón. 7 Los doce gobernadores de abastecimiento. 20, 24 La paz y grandeza de su reino. 22 Su provisión diaria. 26 Sus establos. 29 Su sabiduría.
1 REINO, pues, el rey Salomón sobre todo Israel.
2 Y estos fueron losjefes que tuvo: Azarías hijo del sacerdote Sadoc;
3 Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat hijo de Ahilud, canciller;
4 Benaía hijo de Joiada sobre el ejército; Sadoc y Abiatar, los sacerdotes;
5 Azarías hijo de Natán, sobre los gobernadores; Zabud hijo de Natán, ministro principal y amigo del rey;
6 Ahisar, mayordomo; y Adoniram hijo de Abda, sobre el tributo.
7 Tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos estaba obligado a abastecerlo por un mes en el año.
8 Y estos son los nombres de ellos: el hijo de Hur en el monte de Efraín;
9 el hijo de Decar en Macaz, en Saalbim, en Bet-semes, en Elón y en Bet-hanán;
10 el hijo de Hesed en Arubot; éste tenía también a Soco y toda la tierra de Hefer;
11 el hijo de Abinadab en todos los territorios de Dor; éste tenía por mujer a Tafat hija de Salomón;
12 Baana hijo de Ahilud en Taanac y Meguido, en toda Bet-seán, que está cerca de Saretán, más abajo de Jezreel, desde Betseán hasta Abel-mehola, y hasta el otro lado de Jocmeam;
13 el hijo de Geber en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de jair hijo de Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob que estaba en Basán, sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce;
14 Ahinadab hijo de Iddo en Mahanaim;
15 Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por mujer a Basemat hija de Salomón.
16 Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot;
17 Josafat hijo de Parúa, en Isacar;
18 Simei hijo de Ela, en Benjamín;
19 Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón rey de los amorreos y de Og rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.
20 Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose.
21 Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Eufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto, y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió.
22 Y la provisión de Salomón para cada día era de treinta coros de flor de harina, sesenta coros de harina,
23 diez bueyes gordos, veinte bueyes de pasto y cien ovejas; sin los ciervos, gacelas, corzos y aves gordas.
24 Porque él señoreaba en toda la región al oeste del Eufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Eufrates; y tuvo paz por todos lados alrededor.
25 Y Judá e Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón.
26 Además de esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes.
27 Y estos gobernadores mantenían al rey Salomón, y a todos los que a la mesa del rey Salomón venían, cada uno un mes, y hacían que nada faltase.
28 Hacían también traer cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga, al lugar donde él estaba, cada uno conforme al turno que tenía.
29 Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar.
30 Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios.
31 Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor.
32 Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco.
33 También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo 740 que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces.
34 Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría.
1.
Sobre todo Israel.
El énfasis puesto sobre la palabra "todo", sugiere que el autor recopiló su material después de la división del reino.
2.
Los jefes.
La lista es la del gabinete real, los consejeros principales y funcionarios del Estado. Eran dignatarios de primera categoría que dependían de la elección de Salomón para sus cargos y para continuar en ellos.
Azarías.
Es significativo que, mientras que en las listas de los magistrados de David está en primer lugar el capitán del ejército (2 Sam. 8: 16-18; 20: 23-26), ese funcionario, en la lista de Salomón, está después de los que ocupaban los cargos pacíficos de sacerdote, secretario y canciller. El título "sacerdote" parece que adecuadamente le correspondía a Azarías y no a Sadoc. A veces se piensa que el término "sacerdote" -Heb. kohen- se refiere a un funcionario civil. En 2 Sam. 8: 18, se da este título a los hijos de David (traducido como "príncipes" en la RVR), mientras que en el pasaje paralelo de 1 Crón. 18: 17 se da la explicación de que eran "príncipes cerca del rey"-
El pasaje de 2 Sam. 8: 18, en la BJ reza: "Los hijos de David eran sacerdotes". Esta traducción corresponde con el texto hebreo. La acompaña una nota de pie de página: "Dato extraño. Sin duda asistentes o sustitutos de su padre en las funciones sacerdotales que legítimamente ejercía el rey, cf. 6: 13-20".
En 1 Crón. 6: 8-13, hay en la lista tres Azarías en la genealogía: Ahitob, Sadoc, Ahimaas, Azarías, Johanán, Azarías, Amarías, Ahitob, Sadoc, Salum, Hilcías, Azarías. El primer Sadoc, hijo de Ahitob, era sumo sacerdote en el tiempo de David (2 Sam. 8: 17). Según Crónicas, Azarías era nieto y no hijo de Sadoc. El Azarías que aparece primero en la lista entre los "jefes" puede haber sido tan sólo un consejero privado de Salomón y posteriormente sumo sacerdote (ver com. 1 Crón. 6: 8-13).
3.
Hijos de Sisa, secretarios.
En 2 Sam. 20:25 se menciona a "Seva", y en 1 Crón. 18: 16 a "Savsa", el primero como "escriba" y el segundo como "secretario" de David (RVR). Estos nombres son quizá variantes de "Sisa", y los escribas (o secretarios) de Salomón pueden haber heredado ese cargo de su padre. El "escriba" era uno de los funcionarios más importantes del reino: redactaba los edictos del rey, atendía su correspondencia, y tal vez también manejaba el peculio real (2 Rey. 12: 10).
Canciller.
Josafat había ocupado ese cargo en tiempo de David (1 Crón. 18: 15). El canciller era el cronista de la corte. Su deber era registrar los sucesos tal como ocurrían, y su obra constituía una parte de los archivos oficiales del reino. Evidentemente era un funcionario estatal importante (ver 2 Rey. 18: 18, 37; 2 Crón. 34: .
4.
Sadoc y Abiatar.
Ver com. 2 Sam. 8: 17.
5.
Amigo del rey.
Este parece haber sido un cargo reconocido en tiempo de Salomón (ver 2 Sam. 15: 37; 16: 16; 1 Crón. 27: 33). En Egipto, el ser "amigo" o "confidente" del rey colocaba a un hombre en la posición envidiable de ser consejero real.
6.
Mayordomo.
En los días de Ezequías este cargo parece haber sido de gran importancia, superior al de escriba, pues cuando Sebna hubo de ser destituido, se deduce que fue rebajado de su puesto de "mayordomo" al de escriba (Isa. 22: 15-25; 2 Rey. 18: 18).
El tributo.
"Las levas" (BJ). Se alude a los trabajadores forzados que empleaba Salomón para sus grandes obras públicas (ver cap. 5: 13, 14). En la enumeración de los funcionarios de David de la primera parte de su reinado, no se encuentra este cargo (2 Sam. 8: 16-18), pero sí aparece en la lista de la parte final de su reinado (2 Sam. 20: 24). El que estuvo en este puesto impopular fue apedreado y muerto en la sublevación contra Roboam (1 Rey. 12: 18). Las excavaciones de Ezión-geber comprueban claramente que se empleaba el trabajo forzado.
7.
Mantenían al rey.
Esto implica la cobranza de impuestos, ya fuera en dinero o en especie, para mantener la corte y la casa real. Este cargo debe haber sido importante pues en dos casos (vers. 11, 15) los que lo ocuparon se unieron por casamiento con la casa real. Los distritos sobre los cuales ejercían los funcionarios no correspondían con las doce tribus. Sin duda esto se debía, en parte, al hecho 741 de que para este tiempo ya era anticuada la primitiva división de las tribus en el país. El que fueran 12 estos funcionarios no tiene relación con las 12 tribus sino con los 12 meses del año, en los cuales cada uno de ellos tenía a su cargo la cobranza de los tributos reales.
8.
Monte de Efraín.
La parte más elevada del territorio de Efraín, una de las zonas más fértiles de Palestina que rodeaba la ciudad de Siquem.
9.
Macaz.
Los pueblos aquí mencionados colocan el territorio del hijo de Decar al noroeste de Judá, en el territorio asignado originalmente a Dan (Jos. 19: 40-43), pero en la historia de los comienzos de Israel estuvo mayormente en poder de los filisteos.
10.
Soco.
Un lugar que estaba a 16,3 km al noroeste de Samaria, conocido como esh-Shuweikeh. No es la misma ciudad de Soco, cerca de la cual David luchó con Goliat (1 Sam. 17: 1, 2), ni la que estaba al sur de Hebrón (Jos. 15: 48).
Hefer.
Un distrito de Judá, desconocido.
11.
Territorios de Dor.
Este distrito estaba a lo largo de la costa, dominada por el monte Carmelo, en el territorio asignado a Manasés. Se menciona al rey de Dor en Jos. 11: 2 como que estuvo de parte de Jabín en la confederación del norte, y que posteriormente fue vencido (Jos. 12: 23) y su tierra fue dada a Manasés (Jos. 17: 11). Abinadab, cuyo hijo tenía a su cargo esta región, puede haber sido el hermano mayor de David (1 Sam. 16: 8; 17: 13).
12.
En Taanac.
Esta era una división importante de las secciones más fértiles de Palestina, que incluía la mayor parte de la llanura de Esdraelón. Debido a su ubicación, cruzada por caminos importantísimos de norte a sur y de este a oeste, estaba protegida por fortificaciones. Taanac, Meguido y Bet-seán estaban entre los baluartes más importantes de toda Palestina, y se asignaron a Manasés. No fueron conquistadas pero sí pagaban tributo cuando Israel tuvo poder (Jos. 17: 11-13; Juec. 1: 27, 28). Aunque fueron asignadas a Manasés, estas ciudades estuvieron dentro del territorio de Isacar (Jos. 17: 11). Meguido es el lugar donde murieron Ocozías (2 Rey. 9: 27) y Josías (2 Rey. 23: 29). Bet-seán es la fortaleza que domina el acceso oriental del valle y la ciudad donde los filisteos exhibieron en triunfo el cuerpo de Saúl (1 Sam. 31: 8-10).
13.
Las ciudades de Jair.
Esta era una sección grande de Transjordania que incluía una buena parte de los territorios de Manasés y de Gad. Ramot de Galaad estaba en el territorio de Gad, y era una de las ciudades de refugio (Deut. 4: 43; Jos. 20: 8; 21: 38).
Provincia de Argob.
Territorio que una vez perteneció al reino de Og, pero que fue tomado por Jair (Deut. 3: 4,13,14).
Grandes ciudades con muro.
Esta descripción es similar a la de Deut. 3: 4, 5.
14.
Mahanaim.
Esta división también estaba en Transjordania, en el territorio de Gad (Jos. 13: 26; 21: 38). Fue escenario del encuentro de Jacob con los ángeles cuando volvía a Canaán (Gén. 32: 2). Posteriormente se convirtió en un centro importante pues era la sede del gobierno de Is-boset (2 Sam. 2: 8, 12, 29) y el lugar donde se estableció David al huir de Absalón (2 Sam. 17: 24, 27).
15.
Neftalí.
Era un distrito septentrional de Galilea, al sur del monte Hermón, e incluía la costa noroccidental del mar de Galilea (Jos. 19: 32-39). En él estaba Cedes de Neftalí, una de las ciudades de refugio (Jos. 19: 37; 20: 7; Juec. 4: 6).
16.
En Aser y en Alot.
Esta división estaba en el norte, a lo largo de la costa del Mediterráneo (Jos. 19: 24-31). Los habitantes de Aser no pudieron expulsar a los cananeos de su territorio, pero se establecieron entre ellos (Juec. 1: 31, 32).
17.
Isacar.
El territorio de Isacar estaba al sur de Neftalí y al norte de Manasés, e incluía la sección septentrional de la llanura de Esdraelón (Jos. 19: 17-23). Este distrito parece haber estado al norte del distrito mencionado en 1 Rey. 4: 12.
18.
Benjamín.
Aunque pequeño, era importante el territorio de Benjamín. Incluía a Jericó, Geba, Gabaón, Ramá y originalmente a la misma Jerusalén (Jos. 18: 11-28).
19.
Galaad.
Un distrito al este del Jordán, que incluía partes de los territorios de Rubén, Manasés y Gad (ver com. vers. 13, 14).
El único gobernador.
No es claro el significado de estas palabras, puesto que cada distrito no tenía más que un gobernante. La LXX reza aquí: "Un gobernador en la tierra de Judá". Quizá esto sea lo correcto pues se notará que, fuera de este pasaje, el territorio de Judá está omitido de la lista de distritos que pagaban tributo a la corte real. Como un favor especial para Judá, puede haber habido un gobernador en este distrito que supervisaba 742 a los otros doce magistrados. Puesto que Judá era la provincia central, no estaba bajo otro gobierno que el de los funcionarios reales de Jerusalén, pero difícilmente se podría aceptar que, para los propósitos de los impuestos, se hubiera excluido a Judá del sistema general.
20.
Eran muchos.
La descripción que se da aquí y en el vers. 25 de la condición del pueblo -que se había multiplicado y vivía prósperamente y en paz-, evidentemente tiene el propósito de hacer resaltar que Israel había llegado a ser fuerte y disfrutaba de seguridad, pues no estaba más a merced de inquietos vecinos, y podía aprovechar la tierra que se le había concedido.
21.
Sobre todos los reinos.
En parte el imperio de Salomón consistía en un grupo de pequeños Estados vasallos semiautonomos, gobernados por sus propias reyes que, sin embargo, reconocían la soberanía del monarca hebreo y le pagaban sin tributo anual. Que los vecinos de Israel ahora habían sido destruidos o reducidos a servidumbre se hace resaltar nuevamente en cap. 9: 20, 21.
El Eufrates.
El autor hace resaltar que el reino de Salomón había alcanzado la extension prometida a Abrahán, Moisés y Josué. Ver mapa frente a la pág. 769.
Todos los días.
El imperio sólo duró mientras vivió Salomón. Los Estados semejantes al de Salomón -parcialmente compuestos de una cantidad de reinos sin mucha cohesión- con frecuencia se levantaban rápidamente y también se desmembraban pronto.
22.
La provisión de Salomón.
Hasta donde se sepa, el coro (Heb. kor) era una medida de volumen de la época que equivalía a 220 lt. (ver t. I, págs. 175-176). Se ha calculado que en la corte de Salomón había entre 10.000 y 15.000 personas.
24.
Tifsa.
Generalmente se estima que era un lugar sobre el Eufrates, que los griegos llamaban Tápsaco.
Gaza.
En el extremo sur de la llanura filistea.
Tuvo paz.
A lo menos durante ese tiempo. Todo parecía estar dominado, tranquilo internamente y libre de ataques exteriores. Pero una paz duradera debía descansar sobre un fundamento más firme que el que suministraba el gobierno de Salomón, como pronto lo demostrarían otros acontecimientos.
25.
Debajo de su parra.
Esta frase era común entre los hebreos (Miq. 4: 4; Zac. 3: 10), y también la empleaban los asirios (2 Rey. 18: 31). Es una descripción de un período ideal de paz y prosperidad.
Desde Dan hasta Beerseba.
Expresión que comenzó a usarse durante el período de los jueces y siguió empleándosela desde entonces: en los días de Samuel, Saúl, David y Salomón (ver Juec. 20: 1; 1 Sam. 3: 20; 2 Sam. 3: 10; 17: 11; 24: 2, 15; 1 Crón. 21: 2) para indicar una nación unida que se extendía desde el límite septentrional de Dan hasta Beerseba en el extremo sur. Después del reinado de Salomón, la expresión no se usó otra vez hasta que Ezequías convocó al pueblo "desde Beerseba hasta Dan" para la pascua de Jerusalén (2 Crón. 30: 5).
26.
Cuarenta mil caballos en sus caballerizas.
"Cuatro mil establos de caballos" (BJ). En 2 Crón. 9: 25 se lee: "Cuatro mil caballerizas para sus caballos" (RVR). Se ha pensado que podría explicarse la diferencia atribuyéndola a un error de copista, pues son muy similares las palabras hebreas para "cuatro" y "cuarenta". La multiplicación de caballos jinetes -prohibida para el futuro rey en Deut. 17: 16, pero predicha por Samuel cuando Saúl tomó posesión del trono (1 Sam. 8: 11, 12)- es una indicación del crecimiento del imperio por medio de la fuerza militar. En ocasión de la conquista efectuada por Josué, los caballos y los carros tomados al enemigo fueron destruidos (Jos. 11: 9).
27.
Estos gobernadores.
Los gobernadores mencionados en los vers. 7-19. Algunas traducciones griegas colocan este vers. después del vers. 19.
28.
Cebada.
Era, y todavía lo es, un alimento común para los caballos en el Oriente. Con ella se hacían, a veces, tortas o panes (Juec. 7: 13; Juan 6: 9). El trigo era el cereal comúnmente usado para el alimento humano.
29.
Sabiduría.
En su sentido más pleno. Especialmente como se usa esta palabra en los libros de Proverbios y Eclesiastés, la sabiduría es adecuadamente un atributo de Dios y es impartida al hombre (Sant. 1: 5). Una sabiduría tal tiene que ver tanto con el carácter como con el intelecto. Se la usa en un sentido más restringido en los vers. 30 y 31.
30.
Los orientales.
Los pueblos tribales que vivían entre Palestina y Mesopotamia (ver 743 Gén. 29: 1; Juec. 6: 3, 33; 7: 12; 8: 10). Se dice que moraban en tiendas (Jer. 49: 28, 29). Job fue uno de ellos (Job 1: 3).
Sabiduría de los egipcios.
La sabiduría de Egipto era famosa en todo el Oriente. Incluía astronomía, medicina, arquitectura, matemáticas, música, pintura, embalsamamiento y filosofía mística. Se ha preservado toda una riqueza de la llamada literatura sapiencial de Egipto.
31.
Más sabio que todos los hombres.
Estos rivales de Salomón en sabiduría sólo son conocidos por este pasaje. Algunos creen que Hemán y Etán son los músicos del tabernáculo nombrados por David (1 Crón. 6: 33, 44), que también pueden ser los "ezraítas" de los sobrescritos de los Sal. 88 y 89. Se designa a un "Hemán" como el "vidente del rey en las cosas de Dios" (1 Crón. 25: 5). Sin embargo, no se ha establecido la identidad de estos nombres.
32.
Tres mil proverbios.
Sus sentencias o apotegmas de sabiduría moral y práctica contienen sanos consejos, sagaces observaciones, exhortaciones a la virtud, principios de vida piadosa y útiles preceptos que inducen a la piedad, la felicidad y la prosperidad. Tan sólo unos pocos de sus proverbios se han preservado.
Sus cantares.
Se sabe que Salomón fue autor de cantares porque se han preservado algunos de ellos, incluso el Cantar de los Cantares y posiblemente los Sal. 72 y 127.
33.
Disertó sobre los árboles.
Los escritos de Salomón revelan que tenía un profundo aprecio por las bellezas de la naturaleza. Era un agudo observador y sin duda estaba habituado a consignar muchas de sus observaciones para beneficio de los que lo rodeaban. No se ha preservado ninguno de los tratados de Salomón dedicados únicamente a asuntos seculares en el campo de la historia natural.
34.
Venían.
Es tan sólo natural que se esparciera la reputación de la sabiduría de Salomón y que muchos vinieran desde naciones distantes para compartir su sabiduría.
Todos los reyes.
No todos los reyes en persona, pues muchos enviaban a sus mensajeros, aunque algunos gobernantes -como la reina de Sabá- prefirieron visitarlo en persona.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
21, 24, 25 PR 36
29-31 PR 22; 2T 305
32, 33 PR 23
CAPÍTULO 5
1 Hiram envía mensajeros a Salomón y se entera de su propósito de edificar un templo, y le manifiesta su deseo de proporcionarle madera. 7 Hiram bendice a Dios por causa de Salomón, pide comida para su familia y promete suministrarle madera. 13 El número de los obreros de Salomón.
1 HIRAM rey de Tiro envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido por rey en lugar de su padre; porque Hiram siempre había amado a David.
2 Entonces Salomón envió a decir a Hiram:
3 Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.
4 Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer.
5 Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre.
6 Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes bien 744 que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como los sidonios.
7 Cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se alegró en gran manera, y dijo: Bendito sea hoy Jehová, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo tan grande.
8 Y envió Hiram a decir a Salomón: He oído lo que me mandaste a decir; yo haré todo lo que te plazca acerca de la madera de cedro y la madera de ciprés.
9 Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar, y la enviaré en balsas por mar hasta el lugar que tú me señales, y allí se desatará, y tú la tomarás; y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia.
10 Dio, pues, Hiram a Salomón madera de cedro y madera de ciprés, toda la que quiso.
11 Y Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo para el sustento de su familia, y veinte coros de aceite puro; esto daba Salomón a Hiram cada año.
12 Jehová, pues, dio a Salomón sabiduría como le había dicho; y hubo paz entre Hiram y Salomón, e hicieron pacto entre ambos.
13 Y el rey Salomón decretó leva en todo Israel, y la leva fue de treinta mil hombres,
14 los cuales enviaba al Líbano de diez mil en diez mil, cada mes por turno, viniendo así a estar un mes en el Líbano, y dos meses en sus casas; y Adoniram estaba encargado de aquella leva.
15 Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte;
16 sin los principales oficiales de Salomón que estaban sobre la obra, tres mil trescientos, los cuales tenían a cargo el pueblo que hacía la obra.
17 Y mandó el rey que trajesen piedras grandes, piedras costosas, para los cimientos de la casa, y piedras labradas.
18 Y los albañiles de Salomón y los de Hiram, y los hombres de Gebal, cortaron y prepararon la madera y la cantería para labrar la casa.
1.
Hiram rey de Tiro.
En 2 Sam. 5: 11 y 1 Crón. 14: 1 se menciona que Hiram envió a David obreros y materiales para la edificación de su casa. Josefo cita a Menandro de Efeso -el cual escribió en griego una historia de Tiro por el año 300 AC- para decir que Hiram fue hijo de Abibaal y que reinó 34 años, que murió a la edad de 53 años y que lo sucedió su hijo Baleazar (Contra Apión 1. 18). Según Josefo, el templo fue edificado en el 11.° (Antigüedades viii. 3. 1) o en el 12.° (Contra Apión 1. 18) año de Hiram. Puesto que la edificación del templo se comenzó en el 4.° año de Salomón (1 Rey. 6: 1), el reinado de Hiram debe haber sido paralelo con el de David durante unos siete u ocho años.
3.
Casa.
Después de haber dado una descripción general del gobierno de Salomón, el autor prosigue con un relato de la gran empresa de su reinado: la edificación del templo. Una narración paralela de esta importante empresa se encuentra en 2 Crón. 2 a 4.
Por las guerras.
La razón por la cual David no construyó el templo no fue porque hubiese estado tan ocupado con guerras que no tuvo tiempo para edificarlo, sino porque había derramado mucha sangre (1 Crón. 22:8) y el Señor no le permitió que lo hiciera.
4.
Paz.
No era el propósito del Señor que Israel estuviera en constantes guerras con sus vecinos. Durante el reinado de David fue necesario que hubiera guerra para afianzar el trono. Pero Dios había prometido a David un hijo que sería "varón de paz", y el Altísimo daría "paz y reposo sobre Israel en sus días"(1 Crón. 22: 9). El nombre Salomón significa "pacífico". Salomón reconocía que la paz de que disfrutaba la había recibido como una bendición de Dios.
5.
He determinado ahora edificar.
David se había propuesto edificar una casa para Dios, pero dejó esa obra a su hijo porque Dios no le permitió llevarla a cabo (1 Crón. 22: 6-16). Salomón asumió esa responsabilidad no sólo como un encargo de su padre sino como una sagrada comisión de Dios. El propósito de David se convirtió en su propósito y la voluntad de Dios en su voluntad. Su primera ocupación de la vida llegó a ser la de edificar el templo del Señor.
Jehová habló.
Cuando David primero se propuso edificar el templo, Dios le envió un mensaje mediante el profeta Natán para explicarle que no debía emprender esa obra, sino su hijo (2 Sam. 7: 2-17; 1 Crón. 17: 1-15). Dios habla a la humanidad de diversas maneras, pero con frecuencia mediante un profeta.
6.
Manda, pues, ahora.
Aquí se da un 745 resumen de una parte de un mensaje de Salomón a Hiram, que se presenta mucho más ampliamente en 2 Crón. 2: 3-10. El pedido no sólo era de cedros sino también de sándalos (2 Crón. 2: y cipreses (1 Rey. 5: 8, 10), y también de un hombre que supiera "trabajar en oro", plata, bronce y hierro (2 Crón. 2: 7). A cambio de esa madera, Salomón prometió dar a Hiram trigo, cebada, vino y aceite (2 Crón. 2: 10; cf. 1 Rey. 5: 11). El propósito específico de la edificación del templo se presenta con detalles mucho más amplios en 2 Crón. 2: 4-6.
Cedros.
El famoso cedro del Líbano era muy apreciado en la antigüedad. Los tirios lo usaban para mástiles de sus barcos (Eze. 27: 5). Los reyes de Asiria y Babilonia lo empleaban para sus templos y palacios. En Egipto se usaba mucho el cedro del Líbano. Los bosques del Líbano eran proverbiales por su belleza y fragancia (Sal. 92: 12; Cant. 4: 11; 5: 15; Isa. 35: 2; Eze. 31: 3-9; Ose. 14: 6, 7); estaban regados por corrientes perennes de agua provenientes de las cumbres nevadas (Cant. 4: 15; Jer. 18: 14; Eze. 31: 4, 5, 7), en tanto que el resto de Palestina podía estar agostado y árido. Los cedros del Líbano de hoy día por lo general pueden tener de unos 15 a 25 m de alto y una forma como de cúpula. Las hojas se producen en manojos y las ramas son largas, bien separadas y retorcidas. Los famosos cedros han desaparecido en gran medida de los montes del Líbano. Sin embargo, este árbol todavía florece en los montes del Tauro.
Que sepa labrar.
Los fenicios en general, y los sidonios en particular, se mencionan con frecuencia en la literatura antigua por su habilidad mecánica y artística. Eran especialmente capaces para cortar troncos y transportar maderas.
7.
Se alegró en gran manera.
Parece haber existido una amistad genuina entre Hiram y Salomón que, sin duda, se remontaba a la sincera amistad entre Hiram y David. La respuesta de Hiram al pedido de Salomón se da más plenamente en 2 Crón. 2: 11-16.
Bendito sea hoy Jehová.
Esta es una insólita respuesta de un rey de Tiro. Mediante sus relaciones con David y Salomón, Hiram había oído del Dios de los hebreos. En ese tiempo, el nombre de Jehová llegó a ser honrado por muchos de los vecinos de Israel, y se comprendieron mejor los principios de su ley y gobierno; se derribaron las barreras y se efectuaron conversiones. Sin embargo, no hay ninguna prueba de que Hiram mismo llegara a ser adorador de Jehová o que esta respuesta demostrara un cambio básico en sus creencias religiosas. Estas palabras más bien parecen una deferencia ante el Dios de Israel, a quien Hiram reconocía entonces como al que "hizo los cielos y la tierra" (2 Crón. 2: 12).
8.
Todo lo que te plazca.
No se podía haber esperado una respuesta más amable de nadie. Hiram entró de lleno en los planes de Salomón y estuvo de acuerdo en hacer todo lo que se le pidiera. Lo que hizo fue hecho con espíritu bien dispuesto y corazón alegre. Las tareas seculares serían mucho más livianas si con más frecuencia se hallara el mismo espíritu en las personas a quienes se les da oportunidades para responder a favores que se les pide.
9.
Desde el Líbano.
Quizá los troncos fueron transportados flotando aguas abajo por los ríos de las montañas o se los hizo deslizar cuesta abajo. De allí fueron llevados al mar y reunidos en forma de balsas hasta Jope (2 Crón. 2: 16), a 54,4 km de Jerusalén. Igual procedimiento se empleó en la construcción del segundo templo (Esd. 3: 7).
10.
Dio, pues, Hiram a Salomón.
Parece haber existido un convenio formal, escrito, entre Salomón e Hiram (2 Crón. 2: 11). Salomón presentó los términos del contrato, e Hiram los aceptó prontamente. Hiram convino en entregar la madera que necesitaba Salomón, según las estipulaciones pactadas. Josefo afirma que en los días de Menandro (c. 300 AC) aún existían copias de las cartas entre Hiram y Salomón, y se las podía ver en los archivos de Tiro (Antigüedades viii. 5. 3).
11.
Salomón daba a Hiram.
Los convenios entre Hiram y Salomón eran mutuamente ventajosos. Salomón necesitaba madera, de la cual tenía poca y que Hiram poseía en abundancia. Hiram necesitaba alimentos que escaseaban en Fenicia y que sobreabundaban en Israel. Ambos dieron de lo que tenían y recibieron lo que necesitaban, y como resultado ambos se beneficiaron. Los dos quedaron contentos con ese convenio que fomentó tanto la prosperidad como la paz.
Cada año.
Salomón edificó durante varios años, y entregaba anualmente a Hiram una cantidad de trigo y aceite a cambio de los materiales que proporcionaba continuamente 746 y de los servicios de los valiosos obreros tirios.
12.
Sabiduría.
Se necesita sabiduría en todos los asuntos de la vida: tanto en la religión como en los negocios, en el gobierno tanto como en la agricultura, en el hogar tanto como en el aula. La sabiduría promueve el contentamiento y la prosperidad, la felicidad y la piedad. La verdadera sabiduría provienede Dios y lleva a Dios.
13.
Decretó leva.
Pareciera que ésta fue la primera vez cuando se demandó un trabajo forzado de los israelitas. Samuel había predicho que eso sucedería con el advenimiento del reino (1 Sam. 8: 16). David había impuesto un trabajo forzado a "los extranjeros que había en la tierra de Israel" (1 Crón. 22: 2), pero hasta este momento los israelitas se habían librado de ese servicio. Se reclutaron a 30.000 trabajadores para la edificación del templo. Suponiendo una población de 1.300.000 israelitas físicamente capaces (2 Sam. 24: 9), esto sería 1 de cada 43.
14.
Cada mes.
Este arreglo de que sólo hubiera un mes de servicio de cada tres, debe haber hecho mucho menos aborrecible este sistema de trabajo forzado de lo que habría sido de otra manera. Este tipo de labor no era considerado como un trabajo de siervos de la clase que se demandaba de los extranjeros, pues "a ninguno de los hijos de Israel impuso Salomón servicio" (1 Rey. 9: 22). Con todo, era muy desagradable y fue una de las principales causas de descontento al final del reinado de Salomón (1 Rey. 12: 4).
Adoniram.
Uno de los principales funcionarios del Estado (ver com. cap. 4: 6).
15.
Llevaban las cargas.
Estos trabajadores no eran israelitas sino extranjeros (2 Crón. 2: 17, 18), tales como los que ordenó David que "labrasen piedras" (1 Crón. 22: 2). Estos fueron verdaderos siervos o esclavos que prestaban servicios continuos en trabajos pesados, tales como llevar cargas o labrar piedras.
16.
Principales oficiales de Salomón.
"Capataces de los prefectos" (BJ). El número que se da acá es de 3.300, pero un pasaje paralelo habla de 3.600 (2 Crón. 2: 18). En 1 Rey. 9: 23 se da el número de "los que Salomón había hecho jefes y vigilantes sobre las obras" como 550, mientras que en 2 Crón. 8: 10 se dice que eran 250 los "gobernadores principales" de Salomón. Se notará que el número total de funcionarios de todas las categorías en cada caso es de 3.850. Pareciera que los autores de Reyes y Crónicas clasificaron a los "oficiales" ("capataces", BJ) de una manera diferente. Aun es posible que hubiera habido una reorganización en la cual algunos fueron ascendidos, y es posible también que uno de los autores dé la clasificación tal como era antes de la reorganización y el otro como fue después de ella.
17.
Piedras grandes.
Esas piedras eran grandes y estaban cuidadosamente labradas. Demandó mucho trabajo su preparación y transporte desde la cantera hasta el lugar del templo en Jerusalén. Pueden haber sido usadas no tanto para el fundamento del templo mismo como para la subestructura de la zona del templo, que formaba un cuadrado en la cumbre irregular del monte Moriah. todavía se ven grandes piedras en esa subestructura, que hasta no hace mucho se pensaba que databan de los días de Salomón, pero que ahora se sabe que no van más allá de los días de Herodes. Algunas de esas piedras tienen 10 m de largo y 21/2 m de alto.
18.
Los hombres de Gebal.
"Guiblitas" (BJ). Habitantes de Gebal o Biblos (ver Eze. 27: 9), ciudad costera de Fenicia. Parece que eran hábiles artesanos para trabajar en piedra. Fueron empleados por Salomón de la misma forma en que empleó a otros expertos para la realización de tareas que requerían obreros especializados.
CAPÍTULO 6
1 La edificación del templo de Salomón. 5 Sus aposentos. 11 La promesa de Dios. 15 El interior y sus entalladuras. 23 Los querubines. 31 Las puertas. 36 El atrio interior. 37 Duración de la edificación.
1 EN EL año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová.
2 Ia casa que el rey Salomón edificó a Jehová tenía sesenta codos de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto.
3 Y el pórtico delante del templo de la casa tenía veinte codos de largo a lo ancho de la casa, y el ancho delante de la casa era de diez codos.
4 E hizo a la casa ventanas anchas por dentro y estrechas por fuera.
5 Edificó también junto al muro de la casa aposentos alrededor, contra las paredes de la casa alrededor del templo y del lugar santísimo; e hizo cámaras laterales alrededor.
6 El aposento de abajo era de cinco codos de ancho, el de en medio de seis codos de ancho, y el tercero de siete codos de ancho; porque por fuera había hecho disminuciones a la casa alrededor, para no empotrar las vigas en las paredes de la casa.
7 Y cuando se edificó la casa, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro.
8 La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa; y se subía por una escalera de caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero.
9 Labró, pues, la casa, y la terminó; y la cubrió con artesonados de cedro.
10 Edificó asimismo el aposento alrededor de toda la casa, de altura de cinco codos, el cual se apoyaba en la casa con maderas de cedro.
11 Y vino palabra de Jehová a Salomón, diciendo:
12 Con relación a esta casa que tú edificas,si anduvieras en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre;
13 y habitaré en ella en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel.
14 Así, pues, Salomón labró la casa y la terminó.
15 Y cubrió las paredes de la casa con tablas de cedro, revistiéndola de madera por dentro, desde el suelo de la casa hasta las vigas de la techumbre; cubrió también el pavimento con madera de ciprés.
16 Asimismo hizo al final de la casa un edificio de veinte codos, de tablas de cedro desde el suelo hasta lo más alto; así hizo en la casa un aposento que es el lugar santísimo.
17 La casa, esto es, el templo de adelante, tenía cuarenta codos.
18 Y la casa estaba cubierta de cedro por dentro, y tenía entalladuras de calabazas silvestres y de botones de flores. Todo era cedro; ninguna piedra se veía.
19 Y adornó el lugar santísimo por dentro en medio de la casa, para poner allí el arca del pacto de Jehová.
20 El lugar santísimo estaba en la parte de adentro, el cual tenía veinte codos de largo, veinte de ancho, y veinte de altura; y lo cubrió de oro purísimo; asimismo cubrió de oro el altar de cedro.
21 De manera que Salomón cubrió de oro puro la casa por dentro, y cerró la entrada del santuario con cadenas de oro, y lo cubrió de oro.
22 Cubrió, pues, de oro toda la casa de arriba abajo, y asimismo cubrió de oro todo el altar que estaba frente al lugar santísimo.
23 Hizo también en el lugar santísimo dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos de altura.
24 Una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos; así que había diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra.
25 Asimismo el otro querubín tenía diez codos; porque ambos querubines eran de un mismo tamaño y de una misma hechura. 748
26 La altura del uno era de diez codos, y asimismo la del otro.
27 Puso estos querubines dentro de la casa en el lugar santísimo, los cuales extendían sus alas, de modo que el ala de uno tocaba una pared, y el ala del otro tocaba la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la otra en medio de la casa.
28 Y cubrió de oro los querubines.
29 Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmeras y de botones de flores, por dentro y por fuera.
30 Y cubrió de oro el piso de la casa, por dentro y por fuera.
31 A la entrada del santuario hizo puertas de madera de olivo; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas.
32 Las dos puertas eran de madera de olivo; y talló en ellas figuras de querubines, de palmeras y de botones de flores, y las cubrió de oro; cubrió también de oro los querubines y las palmeras.
33 Igualmente hizo a la puerta del templo postes cuadrados de madera de olivo.
34 Pero las dos puertas eran de madera de ciprés; y las dos hojas de una puerta giraban, y las otras dos hojas de la otra puerta también giraban.
35 Y talló en ellas querubines y palmeras y botones de flores, y las cubrió de oro ajustado a las talladuras.
36 Y edificó el atrio interior de tres hileras de piedras labradas, y de una hilera de vigas de cedro.
37 En el cuarto año, en el mes de Zif, se echaron los cimientos de la casa de Jehová.
38 Y en el undécimo año, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la casa con todas sus dependencias, y con todo lo necesario. La edificó, pues, en siete años.
1.
Año cuatrocientos ochenta.
Este versículo sincroniza el 480.º año a partir del éxodo, con el 4.º año del reinado de Salomón. Esta información es de capital importancia, pues con ella se puede computar la cronología hebrea desde Salomón, remontándonos a Moisés y más atrás. De la exactitud de la fecha AC asignada al 4º año del reinado de Salomón, depende la exactitud de todas las otras fechas basadas en ella. No hay evidencia alguna para suponer que 480 sea un número redondo o que indique 12 generaciones, ni para hacer que ese período abarque el tiempo de los jueces al sumar todos los años de los jueces y omitir los años de opresión extranjera (ver com. pág. 133). Este comentario considera este número como el del 480.º año (pág. 134) y cuenta el año del éxodo como el primero (tal como Moisés numeró los 40 años de peregrinación; ver t. I, págs. 197, 198).
¿A qué corresponde este 480.º año, sincronizado con el 4.º de Salomón? Según el método cronológico bosquejado en las págs. 146-148, y los sincronismos asirios (pág. 163), el 40.º y último año del reinado de Salomón (cap. 11: 42) puede fecharse 931/30 AC. (Ese sería un año civil judío, que va de otoño a otoño y que empezaba el 7.° mes; véase pág.119.)Entonces, su 4.° año fue 967/66, cuyo segundo mes, Zif (más tarde llamado Iyyar), cae en la primavera de 966 AC.
Si este segundo mes del 480.º año fue en 966 AC, el segundo mes del primer año de los 480 fue 479 años antes del 966 -en 1445 AC-, y el éxodo ocurrió en el primer mes de ese mismo año. Acerca de ese año como el primero de los 480, ver t. I, págs. 197, 198; sobre el cómputo de 1445, ver t. I, págs. 201-203; t. II, págs. 137, 138. Las fechas del AT dadas en este comentario se basan en los sincronismos entre 966 AC en el 4.° año de Salomón y el año 480, inclusive, comenzando con el año del éxodo.
Debería advertirse que este dato cronológico, "en el año cuatrocientos ochenta", se da formal y categóricamente, sin ninguna vacilación ni reserva y con una precisión insólita. Se da no sólo el año de Salomón y la era del éxodo, sino también el mes. Es evidente que se quiere establecer un sincronismo exacto, como el de 2 Rey. 18: 9, 10; Jer. 25: 1; etc.
La cifra que da la LXX es 440 en vez de 480, y Josefo presenta 592 ó 612 (Antigüedades vii. 3. 1; xx. 10. 1). Tanto la LXX como Josefo tienen numerosas discrepancias con las cifras hebreas de Reyes. Pero un estudio cuidadoso de las cifras de Josefo muestra que son posteriores y erróneas, y las del texto hebreo son las más antiguas y las más fidedignas. Josefo es notorio por sus cifras contradictorias y erróneas, y no se puede confiar en ellas para establecer una sólida cronología.
Mes de Zif.
Este es el nombre hebreo antiguo para el mes segundo. Después del exilio 749 comúnmente se lo llamó Iyyar. Los nombres raros y arcaicos de los meses hebreos dados aquí y en el vers. 38 son una prueba de la antigüedad del libro.
Comenzó él a edificar.
La decisión de Salomón de edificar el templo no fue arbitraria e inconsulta, ni debida exclusivamente al deseo y a la voluntad de su padre David. No le movía una ambición personal, ni amor a la gloria, ni la ostentación, sino un afán de realizar el propósito del cielo. Era evidente que había llegado la hora para que se construyera la casa del Señor, y Salomón se entregó de todo corazón a la tarea. Era un período de quietud y paz, tanto dentro de la nación de Israel como entre las naciones circunvecinas. También había prosperidad, lo que permitió a Salomón conseguir los materiales necesarios. El pueblo pudo construir y estuvo dispuesto a hacerlo.
El relato de la construcción del templo de Salomón también está en 2 Crón. 3 y 4, pero el registro de Reyes es más antiguo y más completo. El pasaje paralelo de 2 Crón. concuerda con él en todos los detalles esenciales. Aunque es bastante más breve que el de Reyes, contiene algunos detalles suplementarios.
Además de los relatos bíblicos, disponemos de la descripción que hace Josefo del templo de Salomón (Antigüedades viii. 3.1-9). Sin embargo, esta descripción, aunque es detallada, no es del todo fidedigna. Lo que han escrito los autores cristianos no añade nada significativo a los detalles del templo, y las repetidas destrucciones que ha experimentado Jerusalén desde los días de Salomón han impedido que las excavaciones arqueológicas hagan una contribución notable.
2.
De largo.
Una comparación de las especificaciones del templo con las del tabernáculo muestra que las dimensiones del templo guardaban una proporción con las del tabernáculo: cada una de ellas era el doble. De modo que el largo del templo era de 60 codos: el doble del largo del tabernáculo (Exo. 26: 16, 18). Las dimensiones en sistema métrico serían: 26,7 m de largo, 8,9 m de ancho y 13,3 m de alto, aproximadamente.
El tabernáculo del desierto fue hecho estrictamente de acuerdo con el diseño mostrado a Moisés "en el monte" (Exo. 25: 9, 40). El templo, al ser diseñado a semejanza de la construcción antigua, se ajustó al modelo original. Además, David transmitió a Salomón minuciosas indicaciones para la construcción del templo, tal como le habían sido reveladas por inspiración divina (PP 813).
3.
El pórtico.
En la parte delantera del templo había un pórtico de 8,9 m de largo y 4,5 m de ancho. No se da su altura en Reyes, pero en 2 Crón. 3:4 se nos dice que era de 120 codos (53,4 m). Esta altura no coincide con nada conocido en la arquitectura antigua, y daría a la construcción proporciones muy insólitas y una apariencia rara. Varios de los manuscritros de la LXX y de la Siriaca dicen "20 codos". El hebreo generalmente repite la palabra para "codos" con cada dimensión. En el texto hebreo del pasaje de 2 Crón. 3: 4 se omite la palabra "codos" al referirse a la altura. (Está esa palabra en la RVR, pero no en la BJ, que en este caso se ajusta más al original.) En hebreo se parecen las palabras "codo" -´ammah- y "cien" -me´ah-, y es posible que una se hubiera escrito por la otra.
4.
Ventanas anchas por dentro y estrechas por fuera.
"Ventanas con celosías" (BJ). Los eruditos hebraístas aún no han despejado la incógnita del significado exacto de este pasaje. Muchos creen que se trata de ventanas con celosías fijas. Otros concuerdan con la traducción de la RVR. Esas ventanas "estrechas por fuera" darían la apariencia de meras ranuras, anchas por dentro, lo que les daría la apariencia de las ventanas de los castillos antiguos. Las ventanas estaban bastante altas, apenas debajo del cielo raso y encima de los aposentos descritos en los vers. 5-8.
5.
Edifícó ... aposentos.
Adheridos al templo, en tres de sus lados exteriores: norte, oeste y sur, se construyó una serie de aposentos auxiliares. Se entraba en ellos desde afuera del templo, y estaban dispuestos de tal manera que no se los considerara una parte básica de la estructura del templo. En toda la descripción de estas "cámaras laterales alrededor", el autor parece emplear un cuidado minucioso para indicar que esos aposentos no constituían una parte de la edificación principal, sino que eran externos. Por lo menos, sin duda algunos de esos aposentos servían como morada para los sacerdotes y otros servidores del templo.
Alrededor del templo.
Los aposentos laterales se extendían alrededor de la edificación, y colindaban tanto con el "templo" -el lugar santo, en la parte delantera del edificio-, 750 como con el "lugar santísimo", en la parte posterior del mismo.
6.
El de en medio.
A la altura de 5 codos había una entrada ("disminución") de el codo en la pared externa del templo. Encima de esa entrada estaban las vigas para el piso de la segunda planta. Como resultado, los aposentos del segundo piso tenían un codo más de ancho que los del primero.
El tercero.
Sobre el segundo piso había otra entrada de 1 codo en la pared del templo, lo que permitía que las cámaras del tercero y último piso fueran de 7 codos de ancho, o sea 3,1 m.
Disminuciones a la casa.
Los aposentos estaban distribuidos en tres pisos. A fin de preservar la santidad del templo y al mismo tiempo permitir la unión de las cámaras exteriores, la parte externa del muro principal del templo formaba una serie como de peldaños sobre los cuales descansaban las vigas que formaban los techos de los aposentos y los pisos de las plantas superiores. Había tres de esos peldaños, cada uno de 1 codo de profundidad. En su base, el muro del templo tenía 3 codos más de espesor que en su parte más alta. La pared externa de los aposentos auxiliares era perpendicular, sin peldaños ni entradas. Esta disposición hacía que los aposentos de más abajo fueran los más angostos, de sólo 5 codos, o sea unos 2,2 m. Esa también era su altura (vers. 10).
Para no empotrar.
Siendo que los muros tenían esas entradas ("disminuciones" RVR) que se acaban de describir, no se necesitaba que las vigas que sostenían los pisos de los aposentos exteriores atravesaran los muros del templo, sino sencillamente que descansaran sobre los peldaños, o "disminuciones" de este tipo de construcción. Así no habría una unión básica de los aposentos externos empleados para usos seculares con el templo sagrado en sí.
7.
Piedras ... ya acabadas.
A fin de que la obra de la edificación se llevara a cabo tan silenciosamente como fuera posible, en la cantera misma se cortaron todas las piedras del tamaño conveniente. Así, sólo se necesitaba que se las colocara en su debido lugar en el templo. Esta medida asombrosa, que implicaba mucho trabajo y cuidado, y que demandaba gran habilidad, sin duda obedecía a la necesidad de reverencia. De ese modo, ya en la construcción del templo se dio la debida consideración al propósito santo que éste cumpliría.
8.
Aposento de en medio.
"Piso intermedio" (BJ). Algunos entienden que se refiere al aposento de en medio del piso bajo. La LXX y los targumes dicen "aposento bajo". Esto parecería indicar que todo el piso bajo sólo tenía una puerta que estaba colocada en el lado sur del templo. Si estaba en el departamento del medio o en el delantero, cerca del pórtico, no es claro, aunque esto último es lo más probable. No había acceso al templo mismo directamente desde los aposentos externos.
Escalera de caracol.
Este es un tipo raro de escalera, pero las investigaciones arqueológicas han descubierto una cantidad de tales construcciones en el antiguo Cercano Oriente. La escalera parecería haber estado dentro de la construcciones lateral, ocupando quizá el espacio que de otra manera habría correspondido a uno de los aposentos.
9.
La terminó.
Esta expresión se repite en el vers. 14 y una declaración similar, "fue acabada", se presenta en el vers. 38. Sin duda el vers. 9 se refiere a la parte principal de la edificación el templo en sí con exclusión del aposento externo, y la terminación de que se habla es la de la armazón y el techo. Los detalles internos se añadieron posteriormente (vers. 15-22).
La cubrió.
Es decir, la techó. Se colocaron tablas de cedro sobre las vigas de cedro. No se nos dice si era un techo plano o a dos aguas. La mayoría de los comentadores opinan que podría haber sido un techo plano, tal como se acostumbraba en el antiguo Cercano Oriente, pero algunos sostienen que debe haber sido a dos aguas.
10.
Edificó ... el aposento.
Parece que primero se completó el cuerpo principal del templo, y después se construyeron los aposentos apoyados en el edificio.
Cinco codos.
Puesto que había 3 pisos, cada uno de 5 codos de alto, la altura total de la edificación exterior era de 15 codos. Puesto que el templo mismo tenía 20 codos de alto, quedaba para las ventanas un espacio de 5 codos por encima de los aposentos (vers. 4). Esas ventanas daban luz y ventilación al templo.
11.
Palabra de Jehová.
En medio de la descripción del trabajo arquitectónico se inserta una breve referencia a la promesa del Señor acerca del templo. Es evidente que este 751 mensaje llegó a Salomón mientras se construía el edificio. No se nos dice cómo le llegó. En Gabaón, el Señor se le apareció a Salomón en un sueño (cap. 3: 5). Después de que se terminó el templo, el Señor otra vez se le apareció a Salomón en la misma forma, con un mensaje de advertencia y bendición (cap. 9: 2-9). Este mensaje quizá también le llegó a Salomón en un sueño, aunque puede haber sido también por medio de un profeta.
Una de las razones para que el Señor enviara su mensaje en este tiempo fue que Salomón necesitaba recordar constantemente su solemne responsabilidad para con el cielo. Aun cuando una persona esté trabajando para el Señor, actuando por orden suya en el cumplimiento de designios celestiales, puede olvidar la necesidad de una continua reconsagración de los propósitos. Siempre existe el peligro de que proceda de una manera que le haga perder la bendición divina. Vez tras vez el Señor envía a su pueblo mensajes destinados a recordarle la vital importancia de aferrarse a los principios básicos, lo único que asegurará prosperidad, paz y bendición continuas.
12.
Si anduvieres.
Son condicionales las promesas o amonestaciones del Señor en cuanto a lo que hará a sus hijos (Jer. 18: 7-10; 26: 13). Difícilmente podrían ser de otra manera, puesto que las leyes básicas de causa y efecto actúan constantemente en relación con todas las obras de los hombres, ya sean buenas o malas. La obediencia a las leyes de Dios es para el propio bien del hombre, puesto que esas leyes se han dado para beneficio suyo y del mundo en que vive. Los mandamientos de Dios nunca son decretos arbitrarios. Señalan siempre un sendero de rectitud y bendición. La desobediencia a esas órdenes inevitablemente acarrea dolores y congojas.
La rectitud es la base de la paz, del bienestar y de la prosperidad del hombre (Prov. 11: 5, 19; 12: 28; Isa. 32: 17, 18). Es un hecho sencillo pero inexorable que "la paga del pecado es muerte" (Rom. 6: 23), y que "el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte" (Sant. 1: 15). Por eso los profetas presentaron vez tras vez el principio de que la obediencia a las órdenes del Señor produce vida y bendiciones, y que la desobediencia acarrea frustración y muerte (Exo. 15: 26; Lev. 16: 2-33; Deut.28: 1-68; Isa. 1: 19,20; Jer. 7: 3-7; Dan. 9: 10-14). Cada generación y cada nación necesita comprender con claridad que para disfrutar de paz y bendiciones hay que cumplir con las leyes fundamentales de rectitud y justicia. Las leyes de Dios son las leyes de la vida.
13.
Habitaré ... en medio.
Repetidas veces Dios ha indicado que desea estar cerca de los suyos (Exo. 29: 45; Lev. 26: 12; Isa. 41: 10, 13). En esa comunión el pueblo de Dios halla su mayor paz y su gozo más excelso (Isa. 12: 3-6; Sof. 3: 14, 15; Zac. 2: 10). Básicamente el ser humano es espiritual, creado para que su alma necesitara y anhelara la presencia de Dios (Sal. 42: 1, 2, 5; 63: 1, . Dios creó al hombre para que éste tuviera comunión con su Creador, y sólo en una comunión tal alcanza su desarrollo pleno y su gozo máximo. Nada más puede colmar sus anhelos ni saciar su alma.
15.
Tablas de cedro.
En los anales de las naciones del antiguo Cercano Oriente se mencionan con frecuencia el cedro y el ciprés como maderas fragantes y durables que se empleaban en la construcción de templos y palacios.
16.
El lugar santísimo.
El departamento más interno del templo. Quizá a unos 20 codos de la pared posterior Salomón construyó un tabique de tablas de cedro que iban desde el piso al cielo raso.
17.
El templo de adelante.
Es decir, el lugar santo, el aposento importante del templo donde ministraban diariamente los sacerdotes. Tenía 40 codos de largo.
18.
Calabazas.
Los adornos arquitectónicos quizá tenían la forma de una especie de calabaza. Otra forma de la misma palabra también se traduce "calabazas" (2 Rey. 4: 39).
19.
El arca.
El más importante de los artículos del templo era el arca que contenía las tablas de la ley del pacto (Exo. 34: 1, 4, 10, 27, 28). De acuerdo con las instrucciones dadas a Moisés, se la había colocado "del velo adentro", en el lugar santísimo del tabernáculo antiguo (Exo. 26: 33). Ahora, en el templo de Salomón, se la puso en un lugar correspondiente.
20.
Veinte codos.
El lugar santísimo era un cubo perfecto de 20 codos de largo, de ancho y de alto, y su interior estaba completamente revestido del oro más puro.
Cubrió de oro el altar.
En la parte final de este vers. dice la LXX: "Y él hizo un altar en frente del oráculo y lo cubrió con oro". Esta traducción muestra que el altar del incienso 752 estaba en el lugar santo, delante del velo que lo separaba del lugar santísimo (Exo. 30: 6; 40: 26).
22.
Cubrió.
No sólo cubrió con oro el interior del lugar santo y del lugar santísimo, sino también el pórtico delante del edificio (2 Crón. 3: 4). No se incluyeron los aposentos laterales, puesto que no formaban parte de "la casa" o templo propiamente dicho.
23.
Dos querubines.
En lo que respecta a los querubines, también se siguió el modelo del tabernáculo (Exo. 37: 6-9) pero con algunas modificaciones. Los querubines originales eran de oro puro, pero los del templo de Salomón eran mucho más grandes y por eso se los hizo de madera que se recubrió con oro. Tenían las alas extendidas al máximo, de modo que las 4 alas -cada una de 5 codos (vers. 24)- se extendían a lo ancho de todo el templo (vers. 27).
31.
Puertas.
Estas puertas permitían ir del lugar santo al lugar santísimo.
Cinco esquinas.
"El dintel y las jambas ['el umbral y los postes', RVR] ocupaban la quinta parte" (BJ). La traducción de la BJ transmite mejor la idea expresada en el hebreo. Parecería que el umbral era un quinto del ancho de la pared, y que la altura de cada poste (o jamba de la puerta) era la quinta parte de la misma. Esto haría que la abertura fuera un cuadrado de 4 codos, 1,8 m. Por lo tanto, cada puerta tendría 1,80 m por 0,90 m.
32.
Las cubrió de oro.
Años después, Ezequías "quitó el oro de las puertas del templo" y lo dio a Senaquerib, rey de Asiria que en ese tiempo había invadido el país (2 Rey. 18: 16). Desde los días más remotos hasta los más recientes de la historia asiria, los registros cuentan de portones y de puertas de cedro recubiertas principalmente con bronce, pero también con plata y oro, que se instalaron en templos y palacios. La famosa puerta de bronce de Balawat -del tiempo de Salmanasar III- está entre los tesoros más selectos del Museo Británico.
33.
Puerta del templo.
Esta es la puerta externa que comunicaba el pórtico con el lugar santo.
Postes cuadrados.
"Los montantes de madera de acebuche ocupaban la cuarta parte" (BJ). Nuevamente la traducción de la BJ sigue con mayor fidelidad el hebreo. Esas puertas, pues, tendrían 5 codos de alto, o sea 2,2 m.
34.
Giraban.
"Eran giratorias" (BJ). Parecería que cada puerta hubiera tenido dos partes que se plegaban la una sobre la otra.
36.
El atrio interior.
Quizá era "el atrio de arriba" de Jer. 36: 10. El atrio del tabernáculo antiguo tenía 50 por 100 codos (Exo. 27: 9-13, 18). Puesto que todas las dimensiones fueron duplicadas, es probable que el atrio del templo de Salomón hubiera tenido 100 por 200 codos, o unos 44,5 por 89 m. No se da ninguna información en cuanto a un atrio exterior, pero la mención de un atrio interior presupone la existencia de uno exterior. En 2 Rey. 21: 5 y 23: 12 se mencionan "dos atrios". Esos dos atrios se describen como "el atrio de los sacerdotes" y "el gran atrio" (2 Crón. 4: 9).
Tres hileras.
Algunos han pensado que esto significa que el piso del atrio estaba hecho de tres hiladas de piedras cubiertas con tablones de cedro, lo que habría formado una plataforma alta. Otros creen que se hace referencia a una pared que circundaba el atrio, hecha de tres capas de piedra y un caballete (o cumbrera) de cedro. Esto último es más posible, pues difícilmente hubiera sido adecuado un pavimento enmaderado para el piso de un atrio que se usaba constantemente como el del templo.
38.
El mes de Bul.
Este era el nombre hebreo antiguo para el octavo mes, que comenzaba a mediados de octubre. Bul significa lluvia, por lo que probablemente signifique el mes de la lluvia. Después del exilio se lo llamó Marheshván, abreviado más tarde como Heshván. Detalles tales como el mes y el año del reinado de Salomón cuando comenzó y se completó la obra del templo, y el empleo de palabras arcaicas tales como los nombres de los meses hebreos, constituyen una evidencia sumamente importante para la autenticidad de este documento.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1, 2 CS 464
7 3JT 379; PR 25; 4T 258
17 CS 221
38 PR 25 753
CAPÍTULO 7
1 Construcción del palacio de Salomón. 2 Construcción de la casa del Líbano. 6 Construcción del pórtico de columnas. 7 Construcción del pórtico del juicio. 8 Construcción de la casa de la hija de Faraón. 13 Obra de Hiram con las dos columnas de bronce. 23 Con el mar de bronce. 27 Con las diez basas. 38 Con los diez fuentes de bronce, 40 y con todos los vasos.
1 DESPUES edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda.
2 Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas.
3 Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas.
4 Y había tres hileras de ventanas, una ventana contra la otra en tres hileras.
5 Todas las puertas y los postes eran cuadrados; y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras.
6 También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo y treinta codos de ancho; y este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos correspondientes.
7 Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y lo cubrió de cedro del suelo al techo.
8 Y la casa en que él moraba, en otro atrio dentro del pórtico, era de obra semejante a ésta. Edificó también Salomón para la hija de Faraón, que había tomado por mujer, una casa de hechura semejante a la del pórtico.
9 Todas aquellas obras fueron de piedras costosas, cortadas y ajustadas con sierras según las medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por fuera hasta el gran atrio.
10 El cimiento era de piedras costosas, piedras grandes, piedras de diez codos y piedras de ocho codos.
11 De allí hacia arriba eran también piedras costosas, labradas conforme a sus medidas, y madera de cedro.
12 Y en el gran atrio alrededor había tres hileras de piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro; y así también el atrio interior de la casa de Jehová, y el atrio de la casa.
13 Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram,
14 hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.
15 Y vació dos columnas de bronce; la altura de cada una era de dieciocho codos, y rodeaba a una y otra un hilo de doce codos.
16 Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel también de cinco codos.
17 Había trenzas a manera de red, y unos cordones a manera de cadenas, para los capiteles que se habían de poner sobre las cabezas de las columnas; siete para cada capitel.
18 Hizo también dos hileras de granadas alrededor de la red, para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con las granadas; y de la misma forma hizo en el otro capitel.
19 Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico, tenían forma de lirios, y eran de cuatro codos.
20 Tenían también los capiteles de las dos columnas, doscientas granadas en dos hileras alrededor en cada capitel, encima de su globo, el cual estaba rodeado por la red.
21 Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna del lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando la columna del lado izquierdo, llamó su nombre Boaz.
22 Y puso en las cabezas de las columnas tallado en forma de lirios, y así se acabó la obra de las columnas.
23 Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos.
24 Y rodeaban aquel mar por debajo de su 754 borde alrededor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos filas, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido.
25 Y descansaba sobre doce bueyes; tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre estos se apoyaba el mar, y las ancas de ellos estaban hacia la parte de adentro.
26 El grueso del mar era de un palmo menor, y el borde era labrado como el borde de un cáliz o de flor de lis; y cabían en él dos mil batos.
27 Hizo también diez basas de bronce, siendo la longitud de cada basa de cuatro codos, y la anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura.
28 La obra de las basas era esta: tenían unos tableros, los cuales estaban entre molduras;
29 y sobre aquellos tableros que estaban entre las molduras, había fíguras de leones, de bueyes y de querubines; y sobre las molduras de la basa, así encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve.
30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes de bronce, y en sus cuatro esquinas había repisas de fundición que sobresalían de los festones, para venir a quedar debajo de la fuente.
31 Y la boca de la fuente entraba un codo en el remate que salía para arriba de la basa; y la boca era redonda, de la misma hechura del remate, y éste de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras con sus tableros, los cuales eran cuadrados, no redondos.
32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas nacían en la misma basa. La altura de cada rueda era de un codo y medio.
33 Y la forma de las ruedas era como la de las ruedas de un carro; sus ejes, sus rayos, sus cubos y sus cinchos, todo era de fundición.
34 Asimismo las cuatro repisas de las cuatro esquinas de cada basa; y las repisas eran parte de la misma basa.
35 Y en lo alto de la basa había una pieza redonda de medio codo de altura, y encima de la basa sus molduras y tableros, los cuales salían de ella misma.
36 E hizo en las tablas de las molduras, y en los tableros, entalladuras de querubines, de leones y de palmeras, con proporción en el espacio de cada una, y alrededor otros adornos.
37 De esta forma hizo diez basas, fundidas de una misma manera, de una misma medida y de una misma entalladura.
38 Hizo también diez fuentes de bronce; cada fuente contenía cuarenta batos, y cada una era de cuatro codos; y colocó una fuente sobre cada una de las diez basas.
39 Y puso cinco basas a la mano derecha de la casa, y las otras cinco a la mano izquierda; y colocó el mar al lado derecho de la casa, al oriente, hacia el sur.
40 Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. Así terminó toda la obra que hizo a Salomón para la casa de Jehová:
41 dos columnas, y los capiteles redondos que estaban en lo alto de las dos columnas; y dos redes que cubrían los dos capiteles redondos que estaban sobre la cabeza de las columnas;
42 cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas en cada red, para cubrir los dos capiteles redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas;
43 las diez basas, y las diez fuentes sobre las basas;
44 un mar, con doce bueyes debajo del mar;
45 y calderos, paletas, cuencos, y todos los utensilios que Hiram hizo al rey Salomón, para la casa de Jehová, de bronce bruñido.
46 Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Saretán.
47 Y no inquirió Salomón el peso del bronce de todos los utensilios, por la gran cantidad de ellos.
48 Entonces hizo Salomón todos los enseres que pertenecían a la casa de Jehová: un altar de oro, y una mesa también de oro, sobre la cual estaban los panes de la proposición;
49 cinco candeleros de oro purísimo a la mano derecha, y otros cinco a la izquierda, frente al lugar santísimo; con las flores, las lámparas y tenazas de oro.
50 Asimismo los cántaros, despabiladeras, tazas, cucharillas e incensarios, de oro purísimo; también de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del lugar santísimo, y los de las puertas del templo. 755
51 Así se terminó toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa de Jehová. Y metió Salomón lo que David su padre había dedicado, plata, oro y utensilios; y depositó todo en las tesorerías de la casa de Jehová.
1.
Su propia casa.
Esta sección describe sumariamente la forma en que Salomón construyó su propio palacio. La palabra "casa", tal como se usa aquí, sin duda no significa sólo una casa sino el conjunto de edificios del palacio. Eran varios, y su naturaleza exacta o propósito no se conocen con certeza. Sin duda incluían la mayoría de los edificios que generalmente son propios de un palacio real: para el gobierno civil, para tribunales, la residencia real, la residencia de la reina, armería, etc. Deben haber formado un grupo grande de edificaciones incluidas dentro de un gran patio.
Todas las edificaciones del tiempo de Salomón se construyeron sobre los dos cerros, entre los valles de Cedrón y Tiropeón, -el monte Moriah y el monte de Sion-. En realidad, no había edificación al oeste del valle de Tiropeón antes del período helenístico.
Trece años.
Los 13 años deben contarse desde el fin de los 7 años cuando se terminó el templo, en el 11.º del reinado de Salomón (cap. 6: 38). Todo el período de edificaciones de Salomón le ocupó, pues, 20 años (1 Rey. 9: 10; 2 Crón. 8: 1), desde el 4.º año de su reinado hasta el 24.º La construcción del templo llevó sólo 7 años porque era una sola estructura, y un largo período de preparación había precedido a la verdadera edificación (1 Crón. 22: 2-4). Sin embargo, el conjunto del palacio constaba de toda una serie de edificios para los cuales no se había hecho ningún preparativo.
2.
La casa del bosque del Líbano.
Puesto que es muy poca la información disponible, mucho de lo que los comentadores han dicho acerca de esta casa y de las otras mencionadas en este capítulo es mayormente una conjetura. Algunos suponen que la casa propia de Salomón (vers. 1), la casa del bosque del Líbano (vers. 2) y la casa de la hija de Faraón (vers. eran tres edificios completamente distintos y separados, pero otros los consideran como meras partes de una sola estructura. Ni siquiera se conoce con exactitud la ubicación. Parecería más razonable concluir que eran tres edificios separados, situados uno cerca del otro, estrechamente relacionados y que juntos constituían lo que en otro lugar se llama "la casa real" (1 Rey. 9: 10).
Algunos creen que "la casa del bosque del Líbano" estaba en los montes del Líbano. Pero el nombre dado a esa edificación parece indicar su naturaleza más bien que su ubicación. Al ser edificada con cuatro hileras de columnas de cedro, debe haber tenido la apariencia de un bosque de cedros, y quizá recibió su nombre por ese parecido. Debido a la declaración de 1 Rey. 10: 16, 17, algunos deducen que el edificio servía como armería principalmente, o del todo, pues Salomón depositó allí "doscientos escudos grandes de oro batido", y en cada escudo se emplearon 600 siclos de oro, junto con "trescientos escudos de oro batido" de aproximadamente 11/2 kg de oro cada uno. Pero tales "escudos" difícilmente podrían haber servido para fines bélicos. Habría sido extraño correr el riesgo de que los soldados fueran a la batalla con escudos de oro. Además, por lo general, las armas no se depositan en edificios como éste. El edificio parece haber sido un gran recinto destinado a fiestas, de una clase que era frecuente en los palacios de Mesopotamia. El edificio era grande, de 44,5 m por 22,3 m. Sin embargo, no era tan espacioso como algunos de los grandes palacios asirios que se descubrieron en las modernas excavaciones. Con todo, algunas partes del edificio pueden haberse usado para guardar armas, pues en Isa. 22: 8 se habla de "la casa de armas del bosque".
De las cuatro hileras de columnas de cedro, quizá la primera y la cuarta estuvieron colocadas como pilastras contra las paredes, lo que formaba así tres grandes pasillos a todo lo largo del edificio.
4.
Tres hileras de ventanas.
Quizá estaban al final de cada uno de los tres pasillos o naves (ver vers. 3). Si estaban colocadas en la parte alta de las paredes, cerca del techo, podía haberse logrado un notable efecto al entrar los rayos de luz en medio de las columnas como la luz solar en un bosque de cedros.
6.
Pórtico de columnas.
Sin duda esto formaba un vestíbulo de entrada al aposento principal de ceremonias. Su largo era de 50 codos, exactamente el ancho del aposento 756 principal, y su ancho era de 30 codos. No se da su altura, pero quizá era la misma que la de la edificación principal: 30 codos.
7.
Pórtico del juicio.
No es claro si éste era un edificio separado como han sostenido algunos, o si era una cámara dentro de la casa del bosque del Líbano. Si hubiese sido esto último, podría haber estado en el extremo opuesto del pórtico delantero. Los que iban en procura de injusticia real habrían pasado por la imponente entrada y el gran aposento hasta la cámara de cedro, donde adecuadamente estaba el trono del juez real.
8.
La casa en que él moraba.
Sólo se menciona brevemente el palacio de Salomón. Puede haber estado en la parte posterior del aposento donde juzgaba, dentro de su propio atrio. No se dan detalles, excepto que era de una artesanía semejante a la de las edificaciones ya descritas.
12.
El gran atrio.
Todo el conjunto del palacio parece haber estado incluido dentro de un gran atrio. Quizá había atrios más pequeños para los diversos edificios públicos o privados. Las paredes eran de tres hileras de piedras, con un caballete (o cumbrera) de cedro, similares a las paredes del atrio del templo (cap. 6: 36).
13.
Hiram.
Según el relato de 2 Crón. 2: 7-14, Salomón pidió al rey Hiram que le mandara un artífice hábil en trabajos en metal. En respuesta, Hiram le envió un experto que también se llamaba Hiram (o Hiram-abi).
14.
Neftalí.
En 2 Crón. 2: 14 se nos dice que Hiram era hijo de una mujer de Dan. Esto es correcto, pues por su linaje materno era descendiente de Aholiab, de la tribu de Dan, a quien -centenares de años antes- Dios había dado una sabiduría especial (PR 45). No hay necesariamente discrepancia, pues puede haberse casado antes la mujer con alguien de la tribu de Neftalí.
15.
Dos columnas.
En varios lugares se dan indicaciones en cuanto a diversas partes de las columnas, pero los detalles dados no bastan para que la descripción sea enteramente clara. La columna principal parece haber tenido 18 codos (1 Rey. 7: 15; 2 Rey. 25: 17; Jer. 52: 21), con capiteles que consistían en varias partes de diversos tamaños, algunas de 3 codos (2 Rey. 25: 17), de 4 codos (1 Rey. 7: 19) y 5 codos (1 Rey. 7: 16; 2 Crón. 3: 15; Jer. 52: 22). En 2 Crón. 3: 15 se da la altura de 35 codos, que algunos consideran como la altura total que incluía las diversas partes de los capiteles y tal vez también la base. Otros entienden que es el largo de las dos columnas. Esto tiene alguna base en el hecho de que en 2 Crón. 3: 15 se usa la palabra hebrea 'orek, "largo", en tanto que aquí se usa qomah, "alto". Se dice que la circunferencia de estas columnas era de 12 codos, lo que implica un diámetro de 1,7 m. En Jer. 52: 21 se nos dice que eran huecas y que su espesor era de "cuatro dedos".
No es claro si las columnas eran principalmente para ornamento. Algunos creen que servían como soporte del techo del pórtico del templo. Otros piensan que no sostenían nada, sino que estaban debajo o en frente del pórtico. No parece que su propósito hubiera sido el de sostener el techo, pues no se emplean columnas de bronce como sostén en edificios de piedra, y las medidas no concuerdan con las del pórtico del templo. En monedas fenicias con frecuencia se representan templos con una columna alta e independiente a cada lado. Varios modelos de arcilla de templos desenterrados en Siria muestran este hecho, como también un templo descubierto en Tell Tainat, en el norte de Siria. Todo indica que las columnas de Salomón eran obras de arte y no servían para sostener el techo.
Los nombres Jaquín, "él establecerá", y Boaz, que probablemente significa "en él está la fortaleza" (vers. 21), sin duda tenían el propósito de dar el testimonio de que comprendían que la fortaleza de Israel y de todas sus instituciones viene de Dios (Sal. 28: 7, 8; 46: 1, 2; 62: 7, 8; 140: 7; Isa. 45: 24; 49: 5; Jer. 16: 19), y que él establece el reino y a su pueblo en justicia y misericordia (Deut. 28: 9; 29: 13; 2 Sam. 7: 12, 13; 1 Rey. 9: 5; Sal. 89: 4; 90: 17; Prov. 16: 12; Isa. 16: 5; 54: 14). Es significativo que cuando Israel se apartó de Dios y de su justicia, la nación se destruyó a sí misma (Ose. 13: 9; 14: 1). Cuando Nabucodonosor tomó a Jerusalén, las famosas columnas de Salomón fueron llevadas a Babilonia (2 Rey. 25: 13; Jer. 52: 17).
23.
Hizo fundir ... un mar.
Para un lavatorio gigantesco para los diversos lavamientos de los sacerdotes que correspondía con la fuente de bronce del tabernáculo (Exo. 30: 18-21; 38: .Tenía un diámetro de 4,4 m y una altura de 2,2 m y contenía 2.000 batos (vers. 26), o sea 43.998 litros (ver t. I, págs. 175, 176). Esto puede referirse a la cantidad 757 normal de agua que contenía, y una declaración de 2 Crón. 4: 5 que da la capacidad de 3.000 batos, o sea 65.998 litros, quizá se refiera a la capacidad máxima que podía contener el "mar" de fundición. No han tenido éxito los intentos de determinar el volumen de un "bato" tomando como base las medidas del "mar" de este versículo.
Los "mares" eran objetos comunes en los templos antiguos, y a veces tenían agua corriente. En el caso del templo de Salomón, quizá el agua provenía de cisternas subterráneas. El propósito del mar era "para que los sacerdotes se lavaran en él" (2 Crón. 4: 6). En los relieves asirios se representan palanganas de un tamaño considerable, pero ninguna se puede comparar con el "mar" de Salomón. Las palanganas antiguas más grandes que se conozcan son muy inferiores a este gran lavatorio de bronce del templo de Salomón. Sin duda era una obra maestra, sin par, que producía admiración a todos.
25.
Doce bueyes.
Quizá los bueyes estaban representados sólo parcialmente, se habían suprimido sus "ancas" debajo de la curva del lavatorio y sólo era visible su parte delantera. Las fuentes adornadas con representaciones de animales son bien conocidas en el Oriente.
La fuente estaba colocada en el lado sudeste del templo (vers. 39), cerca del gran altar. No lejos de este lugar manaban las aguas en la representación del templo de Ezequiel (Eze. 47: 1). Cuando Nabucodonosor capturó a Jerusalén, el mar de bronce fue destrozado y llevado a Babilonia (2 Rey. 25: 13; Jer. 52: 17).
27.
Diez basas.
Eran bases portátiles y cada una tenía cuatro ruedas de bronce. Sobre ellas se colocaron fuentes de bronce de 4 codos de ancho. Se describen minuciosamente los adornos y la forma en que encajaban. En Chipre y en otras partes se han encontrado soportes antiguos similares a éstos, provistos de ruedas.
40.
Fuentes.
"Acetres" (BJ). Algunos manuscritos hebreos, la LXX y la Vulgata, dicen aquí "calderos", como en el vers. 45. Los calderos eran utensilios usados para cocer la carne de los sacrificios de paz (1 Sam. 2: 13, 14). Cada fuente contenía 40 batos, que de acuerdo con las estimaciones más recientes equivalían a 879 litros. Escritores anteriores daban una estimación de 1.454 litros, lo que pesaría casi 11/2 toneladas. Resulta difícil comprender cómo podían transportar los vehículos antiguos una carga tal. Cinco estaban al norte del templo y cinco al sur, probablemente cerca del altar, pues servían para que se lavara "lo que se ofrecía en holocausto" (2 Crón. 4: 6).
Tenazas.
"Paletas" (BJ). Las "tenazas" y los "cuencos" se usaban en los servicios del altar. (En Exo. 27: 3 se usan las palabras "paletas", "tazones", "garfios" y "braseros".) No se consigna aquí nada acerca del altar de bronce, aunque se lo menciona en la descripción de Crónicas entre las otras cosas hechas por Hiram (2 Crón. 4: 1).
46.
Sucot.
Este sitio estaba al este del Jordán, en el territorio de Gad (Gén. 33: 17; Jos. 13: 27; Juec. 8: 5).
47.
No inquirió Salomón el peso.
Fue tan grande la cantidad de bronce empleado en la construcción de los utensilios, que no fue pesado. Este bronce había sido tomado por David de las ciudades de Tibhat y Cun, ciudades de Hadad-ezer, rey de Soba, en Siria (1 Crón. 18: 5-8). Grandes cantidades de bronce se han encontrado en el antiguo Cercano Oriente.
Bronce.
El uso abundante de esta aleación de cobre y estaño en proporciones variables data de tiempos relativamente recientes. El "bronce" de los tiempos bíblicos a veces puede haber sido cobre puro o una aleación de zinc y cobre en proporciones diversas.
48.
Altar de oro.
Este era el altar del incienso que estaba delante del velo (1 Rey. 61 20, 22; Exo. 30: 1-10).
Mesa también de oro.
La mesa de los panes de la proposición (ver Exo. 25: 23-28; 37: 10- 15). Cuando David entregó a Salomón los materiales que había reunido para el templo, le dio oro para "las mesas de la proposición" (1 Crón. 28: 16). Según 2 Crón. 4: 18, 19, había 10 mesas: 5 en el lado norte y 5 en el lado sur del aposento. Es evidente que, a veces se hace referencia a las 10 mesas como a una sola. Se comprueba esto cuando en Crónicas no sólo se habla en plural de "las mesas" (2 Crón. 4: 19) sino también en singular (2 Crón. 13: 11; 29: 18).
49.
Candeleros.
Estos 10 candeleros 5 al lado norte y 5 al lado sur del lugar santo quizá se añadían al candelero de siete brazos hecho para el tabernáculo (Exo. 25: 31-40; 37: 17-24).
50.
Los cántaros.
"Las cucharas" (BJ). 758 Muchos de los artículos mencionados aquí también se enumeran entre los utensilios preparados para el santuario (Exo. 25: 29, 38). Cuando cayó Jerusalén ante Nabucodonosor, todos ellos fueron llevados a Babilonia (2 Rey. 25: 14, 15).
51.
Había dedicado.
David había acumulado una inmensa cantidad de plata y oro para el templo y su mobiliario (1 Crón. 22: 3-5, 14-16; 28: 14-18; 29: 2-5). Muchos despojos tomados en las guerras fueron dedicados al Señor y a la tesorería del templo (1 Crón. 18: 7-11). Esa tesorería parece haber existido durante algún tiempo. Samuel, Saúl, Abner y Joab, y también David, habían hecho sus contribuciones a esa tesorería (1 Crón. 26: 26-28).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
13, 14 PR 46
CAPÍTULO 8
1 La fiesta de la dedicación del templo. 12, 54 La bendición de Salomón. 22 La oración de Salomón. 62 Sus ofrendas de sacrificio de paz.
1 ENTONCES Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus, y a los principales de las familias de los hijos de Israel, para traer el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, la cual es Sion.
2 Y se reunieron con el rey Salomón todos los varones de Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne.
3 Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca.
4 Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y levitas.
5 Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar.
6 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.
7 Porque los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían los querubines el arca y sus varas por encima.
8 Y sacaron las varas, de manera que sus extremos se dejaban ver desde el lugar santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban ver desde más afuera; y así quedaron hasta hoy.
9 En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde Jehová hizo pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto.
10 Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.
11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.
12 Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad.
13 Yo he edificado casa por morada para ti, sitio en que tú habites para siempre.
14 Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba de pie.
15 Y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que habló a David mi padre lo que con su mano ha cumplido, diciendo:
16 Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para que presidiese en mi pueblo Israel.
17 Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel. 759
18 Pero Jehová dijo a David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo.
19 Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre.
20 Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho; porque yo me he levantado en lugar de David mi padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado la casa al nombre de Jehová Dios de Israel.
21 Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto de Jehová que él hizo con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.
22 Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo,
23 dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón;
24 que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede en este día.
25 Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No te faltará varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden mi camino y anden delante de mí como tú has andado delante de mí.
26 Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.
27 Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?
28 Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti;
29 que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.
30 Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.
31 Si alguno pecare contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa;
32 tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.
33 Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos por haber pecado contra ti, y se volvieron a ti y confesaran tu nombre, y oraren y te rogaren y suplicaren en esta casa,
34 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus padres.
35 Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y confesaran tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres,
36 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.
37 Si en la tierra hubiere hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta o pulgón; si sus enemigos los sitiaren en la tierra en donde habiten; cualquier plaga o enfermedad que sea;
38 toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga en su corazón, y extendiera sus manos a esta casa,
39 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces (porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres);
40 para que teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.
41 Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que viniere de lejanas tierras a causa de tu nombre
42 (pues oirán de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido), y viniere a orar a esta casa,
43 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu 760 morada, y harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere clamado a ti, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqué.
44 Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que tú les mandes, y oraren a Jehová con el rostro hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo edifiqué a tu nombre,
45 tú oirás en los cielos su oración y su súplica, y les harás justicia.
46 Si pecaren contra ti (porque no hay hombre que no peque), y estuvieras airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los cautive y lleve a tierra enemiga, sea lejos o cerca,
47 y ellos volvieron en sí en la tierra donde fueren cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo, hemos cometido impiedad;
48 y si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren llevado cautivos, y oraren a ti con el rostro hacia su tierra que tú diste a sus padres, y hacia la ciudad que tú elegiste y la casa que yo he edificado a tu nombre,
49 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, su oración y su súplica, y les harás justicia.
50 Y perdonarás a tu pueblo que había pecado contra ti, y todas sus infracciones con que se hayan rebelado contra ti, y harás que tengan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos;
51 porque ellos son tu pueblo y tu heredad, el cual tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.
52 Estén, pues, atentos tus ojos a la oración de tu siervo y a la plegaria de tu pueblo Israel, para oírlos en todo aquello por lo cual te invocaren;
53 porque tú los apartaste para ti como heredad tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por medio de Moisés tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor Jehová.
54 Cuando acabó Salomón de hacer a Jehová toda esta oración y súplica, se levantó de estar de rodillas delante del altar de Jehová con sus manos extendidas al cielo;
55 y puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:
56 Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.
57 Esté con nosotros Jehová nuestro Dios, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deje.
58 Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus decretos, los cuales mandó a nuestros padres.
59 Y estas mis palabras con que he orado delante de Jehová, estén cerca de Jehová nuestro Dios de día y de noche, para que él proteja la causa de su siervo y de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo;
60 a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.
61 Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de hoy.
62 Entonces el rey, y todo Israel con él, sacrificaron víctimas delante de Jehová.
63 Y ofreció Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová.
64 Aquel mismo día santificó el rey el medio del atrio, el cual estaba delante de la casa de Jehová; porque ofreció allí los holocaustos, las ofrendas y la grosura de los sacrificios de paz, por cuanto el altar de bronce que estaba delante de Jehová era pequeño, y no cabían en él los holocaustos, las ofrendas y la grosura de los sacrificios de paz.
65 En aquel tiempo Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una gran congregación, desde donde entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante de Jehová nuestro Dios, por siete días y aun por otros siete días, esto es, por catorce días.
66 Y al octavo día despidió al pueblo; y ellos, bendiciendo al rey, se fueron a sus moradas alegres y gozosos de corazón, por todos los beneficios que Jehová había hecho a David su siervo y a su pueblo Israel.
1.
Salomón reunió.
La narración de las ceremonias de la dedicación del templo constituye uno de los capítulos resaltantes de la Biblia. El relato es de gran belleza y profundo significado espiritual. A través de los siglos, los dirigentes de la iglesia han encontrado en él palabras de inspiración y ánimo para la consagración de casas de culto. Este capítulo resalta en notable contraste con el precedente. En el cap. 7.º encontramos los detalles técnicos y de las formas de los objetos del templo. En el 8.º penetramos en el significado más profundo de esas cosas: nos ponemos en contacto con Dios mismo. Ambos capítulos se complementan al darnos un cuadro fiel y completo del templo y su significado, y el uno no sería completo sin el otro.
Salomón es el personaje importante que preside las diversas actividades de la dedicación del templo. Resalta su majestad real; pero parece ser más que un mero rey que sólo se interesa en los asuntos seculares del Estado: está atareado con ceremonias específicamente religiosas para el culto de Dios. Un servicio tal de ninguna manera disminuye su dignidad real; más bien la realza. Realiza las funciones que se esperan de él como rey, y más. Reúne a los dirigentes de la nación y dirige las disposiciones efectuadas. Pero habiendo hecho eso podría esperarse que los sacerdotes se encargaran de las funciones netamente religiosas y las presidieran. Sin embargo, no sucede así. Es el rey quien consagra el santuario y ofrece la oración de consagración, el que amonesta al pueblo para que sea fiel a Dios y pronuncia sobre él la bendición.
Salomón respondió exactamente al tipo de liderazgo espiritual que Dios demanda de los que son llamados para dirigir su obra. Por desgracia este liderazgo sólo continuó durante un corto período. Aquel hombre joven sobre quien se concentró tanta dignidad temporal y espiritual, cayó pronto ante la tentación de la idolatría propia. Prestamente la humildad, la consagración y la obediencia cedieron ante el orgullo, la ambición y la complacencia, y los propósitos egoístas y las ambiciones mundanas pervirtieron los dones que una vez se emplearon para la gloria de Dios. Su resultado fue que quien había sido tan grandemente honrado con las pruebas del favor divino degeneró convirtiéndose en un tirano y opresor, cuyo reino se despedazó a su muerte. Siguiendo su ejemplo, Israel perdió el secreto para disfrutar de paz y riquezas en la tierra, y la teocracia que una vez fue floreciente se convirtió en una ruina corrupta y desolada.
Jefes de las tribus.
Todos los jefes de Israel debían tener una parte en el traslado del arca al monte Moriah. Debe haber concurrido mucha gente: ancianos, jefes de las tribus y los principales de los padres, pues en la ocasión cuando David sacó el arca de Dios "que mora entre los querubines" de la casa de Abinadab, para llevarla a la ciudad de David, se emplearon a 30.000 "escogidos de Israel" (2 Sam. 6: 1-5).
El arca.
Lo más destacado de las ceremonias de la consagración fue el traslado del arca de la ciudad de David a su nueva ubicación en el lugar santísimo del templo. Cuando David llevó el arca de la casa de Obed-edom al tabernáculo que había hecho para ella en su propia ciudad, fue una ocasión tanto de gran gozo como de solemnidad (2 Sam. 6: 12-19). El arca que contenía las dos tablas de la ley era lo más importante del santuario.
2.
El mes de Etanim.
Se da el mes pero no el año. Muchos creen que fue el año después de que se completó el templo. Puesto que el templo se terminó en el mes de Bul -el 8.º mes (cap. 6: 38)- y que la consagración se efectuó en el de Etanim -el 7.º mes-, esto habría sido 11 meses después de que se concluyó el templo. Otros creen que la dedicación no se efectuó hasta algunos años más tarde, quizá un año de jubileo, o el 24.º año del reinado de Salomón, 13 años después de que se completó el templo (1 Rey. 7: 1).
Después del exilio, el 7.º mes fue llamado Tishri -del acadio o babilonio antiguo Tashritu, "comienzo"-. El nombre implica un calendario que empieza con este mes. El año civil de la monarquía indivisa y del reino de Judá comenzaba con Tishri. El primero de ese mes era un día de santa convocación (Núm. 29: 1), al iniciarse el nuevo año. El día 10.º de ese mes era el día solemne de la expiación cuando se efectuaba la purificación del santuario (Núm. 29: 7; Lev. 16: 29, 30; 23: 27), y en el 15.º día comenzaba la fiesta de los tabernáculos (Núm. 29: 12; Lev. 23: 34; Deut. 16: 13; Neh. 8: 14-18; Eze. 45: 25). El principio de este mes correspondía más o menos con la luna nueva de septiembre u octubre.
3.
Los sacerdotes.
En 2 Crón. 5: 4 se nos dice que "los levitas tomaron el arca". Todos 762 los sacerdotes eran levitas (Jos. 3: 3), pero no todos los descendientes de Leví eran sacerdotes. Llevar el arca en sus viajes era una responsabilidad propia de los levitas de la familia de Coat (Núm. 3: 31; 4: 15; 1 Crón. 15: 2-15). Pero los coatitas sólo podían llevar el arca después de que ésta había sido preparada para el viaje por Aarón y sus hijos (Núm. 4: 5, 15). Cuando cruzaron el Jordán y rodearon a Jericó, fueron los sacerdotes quienes llevaron el arca (Jos. 3: 6-17; 6: 6). Cuando se transfirió el arca a su ubicación permanente en el lugar santísimo del templo de Salomón, quizá esa importante responsabilidad fue desempeñada por ciertos jefes entre los sacerdotes (ver 1 Crón. 15: 11, 12).
4.
El tabernáculo.
En ese tiempo el tabernáculo estaba en Gabaón (1 Crón. 16: 39, 40; 2 Crón. 1: 3), pero el arca estaba en Jerusalén en una tienda que David había levantado para ella en "la ciudad de David" (2 Sam. 6: 2, 16, 17; 1 Crón. 15: 1; 2 Crón. 1: 4). De allí en adelante debía haber un solo centro nacional de culto, de modo que los objetos santos, tanto del tabernáculo de Gabaón como de la tienda de la ciudad de David, fueron llevados al templo del monte Moriah para ser usados o depositados dentro de sus predios (ver PR 27). Quizá cada sección de sacerdotes y levitas, en procesión solemne, llevó los objetos santos que les habían confiado. De acuerdo con la ley de Moisés, los coatitas se encargaban del arca, la mesa de los panes de la proposición, los altares y los vasos del santuario; los gersonitas, del tabernáculo en sí y sus cortinas; y los meraritas, de las tablas y columnas del tabernáculo y de su atrio (Núm. 3: 25-37).
5.
Sacrificando ovejas.
Este sacrificio inaugural correspondía en gran medida con el ceremonial cuando David transfirió el arca de la casa de Obed-edom a la ciudad de David (2 Sam. 6: 13; 1 Crón. 15: 26).
6.
En el lugar santísimo.
Allí, entre los querubines, debía manifestarse la presencia de Dios. Esto mostraba el carácter sagrado de la ley de Dios. La ley es una transcripción del carácter de Dios. Así como Dios es santo, también sus mandamientos son santos, justos y puros.
7.
Cubrían ... el arca.
Para representar la reverencia con que la hueste celestial considera la ley de Dios.
8.
Sacaron las varas.
De acuerdo con Exo. 25: 15. las varas no debían quitarse de sus anillos en el arca. Pero ahora parece que se las sacó hacia adelante de tal forma que desde el lugar santo se veían sus partes finales. Parece que colocaron el arca a lo ancho del templo, de norte a sur, en el lugar santísimo. No sólo el arca misma sino también sus varas recibían la sombra de los querubines. En el tabernáculo un velo separaba el lugar santo del lugar santísimo (Exo. 26: 31-33) e impedía que el arca fuera vista por los que estaban en el lugar santo. Es evidente que en el templo había una pared que separaba ambos recintos (ver com. 1 Rey. 6: 16); parece que había también un velo (2 Crón. 3: 14). Se sabe que el templo de Herodes tenía un velo que se rasgó en dos durante la crucifixión (Mat. 27: 51; Mar. 15: 38; Luc. 23: 45). Las varas pueden haber sido puestas en tal forma como para que fueran parcialmente visibles, más allá del fin del velo y a través de la puerta abierta, para los que estaban dentro del lugar santo. Ver com. cap. 6: 31.
Hasta hoy.
Esto indica que se escribieron estas palabras antes de que Nabucodonosor destruyera el templo. Cuando finalmente se terminó la recopilación de los libros de los Reyes, el templo había sido destruido y sus enseres habían sido llevados a Babilonia (2 Rey. 14: 13, 14; 25: 9, 13-17). Evidentemente, mucho del contenido de los Reyes se escribió antes del exilio y permaneció en su forma original cuando se completó la recopilación.
9.
En el arca ninguna cosa había.
Esta declaración, repetida en 2 Crón. 5: 10, parece indicar claramente que no había nada en el arca misma excepto las dos tablas de piedra. La urna que contenía el maná, y la vara de Aarón, a las que se alude en Heb. 9: 4, originalmente se ordenó que se colocaran "delante del Testimonio" (Exo. 16: 33, 34; Núm. 17: 2-10). Algunos han entendido que esto se refiere a un lugar frente al arca. Sin embargo, las palabras pueden significar delante de las tablas del testimonio dentro del arca (PE 32). No necesitan estar en pugna estas declaraciones, pues esos objetos pueden haber sido sacados durante la agitada historia de Israel y no haber estado en el arca en este tiempo.
Hay algo singularmente impresionante en esta santificación especial de las dos tablas de la ley. Estando así colocadas dentro del arca, y puesto que Dios se encontraba con su pueblo directamente encima de ellas (Exo. 25: 22), la ley está indisolublemente unida con Dios 763 mismo. El sitio más sagrado del templo era el lugar santísimo, y lo más sagrado allí era el arca que contenía la ley de Dios. Puesto que Dios, por su misma naturaleza, es santo y eterno, así también lo es su ley. Todo lo que podía haberse hecho para impresionar a sus hijos con la santidad eterna de su ley fue hecho por Dios en el mobiliario de su santo templo. Esta ley, en el antiguo pacto, fue escrita en dos tablas de piedra; en el nuevo pacto está escrita en el corazón de los rectos Jer. 31: 31-33).
10.
Llenó la casa.
Esta nube de gloria significó la presencia divina, así como lo fue la nube que apareció en el Sinaí (Exo. 24: 15-18) y también en la dedicación del tabernáculo (Exo. 40: 34-38). En visión Ezequiel contempló una gloria similar sobre la casa de Dios (Eze. 10: 4). Cuando en un himno de alabanza a Dios se alzaron las voces de los sacerdotes congregados, la gloria divina apareció en la forma de una nube (2 Crón. 5: 13).
11.
No pudieron permanecer.
Tan grande fue la abrumadora gloria de la presencia de Dios, que los sacerdotes que oficiaban se vieron obligados a retirarse momentáneamente. Así también cuando se erigió el tabernáculo, Moisés no pudo entrar debido a la gloria de Dios que llenaba la tienda sagrada (Exo. 40: 35). Cuando Isaías tuvo su visión de Dios, el séquito de la gloria divina llenó el templo, y el profeta se sintió morir por haber estado tan cerca de la presencia del Señor (Isa. 6: 1-5). Así también los discípulos de Jesús temblaron cuando la nube de la gloria de Dios se posó sobre ellos en el monte de la transfiguración (Luc. 9: 34). ¿Por qué esas reacciones humanas ante la presencia de Dios? Debido a la naturaleza del Ser Supremo, su grandeza y santidad, su magnificencia y sublimidad, su majestad y poder. Aun ante la presencia de las grandes fuerzas de la naturaleza, con frecuencia los seres humanos quedan con temor reverente. Pero el Dios del cielo es tan infinitamente santo que el pecador no puede aproximarse a su sublime presencia y continuar viviendo. Dios es como fuego consumidor al cual no se pueden acercar los impíos sin ser destruidos.
La nube del templo no era Dios, sino un medio por el cual él velaba su presencia para no consumir al hombre. Tan grande fue la gloria divina en ocasión de la dedicación del templo, que a pesar de la nube envolvente los sacerdotes oficiantes se vieron obligados a retirarse con santo temor. Así también, tal vez al tener conciencia de la presencia divina, David pronunció sus palabras de admiración y alabanza cuando se colocó el arca en la tienda del Señor (1 Crón. 16: 25, 27, 34).
12.
Entonces dijo Salomón.
Salomón quedó profundamente impresionado por las manifestaciones sublimes de la proximidad y la grandeza de Dios. Sus palabras son entrecortadas y espontáneas, como si procedieran de un hombre profundamente conmovido. Habla con sentimientos de pavor y gozo entremezclados. No son palabras que hubiera preparado cuidadosamente de antemano; son expresiones de admiración y alabanza que brotan espontáneamente debido al espectáculo que acaba de ver.
Oscuridad.
"Densa nube" (BJ). Contemplando la oscuridad combinada con la gloria que estaba delante de él, la mezcla de sombra y de luz, Salomón quedó seguro de que el Señor estaba allí (Eze. 48: 35). Recordó ocasiones previas en que se habían presenciado fenómenos similares -cuando la presencia del Señor se había manifestado en el Sinaí en una densa nube (Exo. 19: 9) y la nube de gloria que llenó el tabernáculo del desierto (Exo. 40: 34, 35)-, y como resultado pudo reconocer en la aparición de la nube la señal de la presencia divina en el templo que había edificado. Por eso sus primeras palabras fueron una explicación del fenómeno que había presenciado. Esto es una prueba de la verdadera presencia de Dios; él está con nosotros; no tenemos nada que temer, y por el contrario tenemos todo por lo cual agradecer en esta gloriosa ocasión.
13.
Casa por morada.
Se edificó el templo como una casa de Dios. Cuando se levantó el tabernáculo en el desierto, Dios había dicho: "Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos" (Exo. 25: . En ese santuario el Señor había manifestado su presencia y se había comunicado con su pueblo.
Sitio en que tú habites.
Israel tenía su santuario, pero no era estable, pues se lo llevaba de un lugar a otro por el desierto. Ni siquiera en la tierra prometida tuvo un lugar fijo. Durante 300 años había estado en Silo, hasta que debido al pecado se lo trasladó otra vez, primero a Nob (1 Sam. 21: 1-6; PP 711) y más tarde a Gabaón (1 Crón. 16: 39,40; 2 Crón. 1: 3). Ahora, por fin se había terminado el templo 764 y el arca de Dios tendría un lugar estable para que Dios habitara allí por los siglos. El propósito de Dios era estar con su pueblo para siempre, y si Israel le hubiera sido leal ese glorioso edificio habría existido siempre (PR 31). Grande debe haber sido el gozo de Salomón al contemplar retrospectivamente los años de preparación y edificación que habían significado tanta ansiedad y preocupación, al darse cuenta de que su tarea se había completado y que se había terminado la casa donde Dios había de hacer su morada con su pueblo.
14.
Volviendo el rey su rostro.
Según el libro de Crónicas, Salomón había hecho un estrado de bronce de 3 codos de alto, que estaba en medio del atrio, delante del altar (2 Crón. 6: 12, 13), y desde allí se dirigió al pueblo. Hasta ese momento, Salomón solemnemente había estado mirando el templo lleno con la gloria del Señor. Tenía los pensamientos concentrados en Dios, y a él dirigió sus palabras. Ahora, vuelto del templo, habló a la gran multitud que estaba ante él.
Israel estaba de pie.
El pueblo de pie, mostrando atención y respeto, sin duda compartió la felicidad y solemnidad de la ocasión, y estaba ansioso de recibir las bendiciones del rey.
15.
Bendito sea Jehová.
Salomón bendice al pueblo, pero otra vez sus primeros pensamientos son para Dios, la fuente de toda bendición. Lleno de gozo y gratitud, y con profunda emoción, menciona lo que Dios había hecho para su padre David al confiarle los propósitos divinos acerca del templo. Mediante el profeta Natán Dios había revelado a David que no él sino su hijo Salomón debía edificarle la casa (2 Sam. 7: 4-13).
16.
Escogí a David.
La elección de Dios no es movida por una preferencia ciega o por un prejuicio sino por la sabiduría y el amor. Así como Dios eligió a Israel entre las naciones, escogió a Jerusalén entre las numerosas ciudades de Israel, y también eligió a David para bendición y salvación de todo el pueblo. Cuando Dios escogió a David, no miró la apariencia externa sino el corazón (1 Sam. 16: 7).
17.
David ... tuvo en su corazón.
El deseo y el propósito de David fueron honrar y glorificar a Dios. Por eso tuvo "en su corazón" la construcción de la casa del Señor. Cuán diferente sería este mundo si los hombres se preocuparan más por construir casas para Dios que para sí mismos, por fortalecer el reino de Dios antes que los reinos de los hombres. David deseaba con vehemencia que hubiera una casa para Dios, y como resultado se construyó el templo. Hay majestuosos templos que tuvieron humildes comienzos en el corazón de algunos seres humanos.
18.
Bien has hecho.
El propósito de David era bueno, aunque no estaba enteramente de acuerdo con la voluntad de Dios. La voluntad de Dios era que se edificara un templo, pero debido a que David había sido guerrero, el Señor no lo aceptaba como el edificador (1 Crón. 22: 7, 8; 28: 3).
19.
Tú no edificarás.
Dios expresó su aprobación por el propósito de David; sin embargo, indicó que la obra que deseaba efectuar la debía hacer otro. Hay ocasiones cuando algunas personas tienen un digno propósito de hacer una obra para Dios, pero, por razones que no siempre se comprenden claramente -quizá debido a la falta de experiencia, capacidad o preparación-, en su sabiduría el Señor ordena que otros la realicen. La sumisión de David a la voluntad divina demostró tanto su sabiduría como la profundidad de su experiencia religiosa.
20.
Ha cumplido su palabra.
Se cumplió la voluntad de Dios de que Salomón y no David edificara el templo. Una persona puede acarrear desgracia sobre sí misma y sobre otros al oponerse obstinadamente a la voluntad de Dios. La cooperación con Dios es la que proporciona el mayor progreso a la obra de Dios. Al edificar el templo, de acuerdo con la voluntad de Dios, Salomón se colocaba en una posición en la que recibiría las bendiciones celestiales. Fue entonces cuando el Señor cumplió su palabra. Salomón fue el instrumento, pero indudablemente Dios fue el poder impulsor.
21.
El pacto.
Los Diez Mandamientos son llamados aquí "el pacto" porque formaban la base del pacto entre Dios y su pueblo. El pacto era el plan por el cual debían reproducirse en el hombre los santos principios revelados en la ley. Así, mediante una figura de lenguaje, la ley es llamada el pacto. Desde los días más remotos de la humanidad, Dios ha deseado escribir su santa ley en el corazón humano.
22.
Se puso Salomón delante.
El relato de Crónicas es más completo. Es verdad que durante su discurso de dedicación Salomón estuvo de pie (2 Crón. 6: 12), pero al terminar 765 ese discurso "se arrodilló"(2 Crón. 6: 13) para la oración de consagración.
24.
Has cumplido.
Al comenzar su oración, Salomón da gracias y alaba a Dios por haber cumplido su promesa a David de que tendría un sucesor en el trono y por la edificación del templo, y le implora que continúe la promesa de una sucesión ininterrumpida.
27.
¿Es verdad que Dios morará?
El santuario fue construido como el lugar de morada de Dios. Al trasladar el arca, David reconoció que Dios había elegido a Sion y "la quiso por habitación", prometiendo que la haría "siempre el lugar de" su "reposo" y que allí moraría (Sal. 132: 13, 14). Pero cuando Salomón contempló la grandeza y la magnificencia de Dios, Aquel que habita la eternidad, Aquel que "midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra y pesó los montes con balanza y con pesas los collados" (Isa. 40: 12), le pareció incomprensible que un Dios tal estableciera su morada en la tierra, en una casa como la que había hecho Salomón. El pensamiento aquí expresado ilustra un permanente contraste que se encuentra en toda la Biblia. Por un lado, hay un concepto profundísimo e invariable de la infinitud de Dios -eterno, invisible, imposible de abarcar, del Señor alto y sublime, el gran "Rey de reyes y Señor de señores" (Apoc. 19: 16)-; por otro lado, hay un concepto igualmente vívido: que el infinito Jehová es un Dios que está muy próximo, muy cerca; que es amigo de la humanidad y un compañero personal de cada individuo; uno que camina y conversa con sus hijos y mora en santuarios terrenales hechos para su morada santa. Nunca dejará de ser un motivo de asombro que un Ser tan poderoso, tan trascendentalmente grande, condescienda hasta el punto de saludar al hombre mortal y venga a morar en santuarios hechos de madera y piedra, y dentro del corazón humano.
28.
Tú entenderás.
Las palabras fluyen de un corazón profundamente conmovido por sentimientos en que se entremezclan el temor y la humildad. El hombre es completamente indigno de tener por compañero al Creador del universo. Un templo de la tierra no merece la presencia del Alto y Sublime que "extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar" (Isa. 40: 22). Aunque la humanidad sea indigna, aunque el templo sea indigno, Salomón ora para que Dios se acuerde de este edificio terrenal, para que de día y de noche y desde el cielo su verdadera morada- preste oídos a las fervientes oraciones de los hombres.
30.
Perdona.
Salomón reconoció que cada persona que eleva una oración al cielo necesita perdón. Este sentimiento de culpa y de la necesidad del perdón del cielo se encuentra en toda la ferviente oración ofrecida por Salomón por sí mismo y por su pueblo (vers. 34, 36, 39, 50). Salomón sabía que el perdón de los pecados sería el más ferviente deseo de los que oraban. También sabía que la esperanza del hombre de recibir una respuesta a sus peticiones dependería grandemente de la gracia de Dios que perdona los pecados.
31.
Contra su prójimo.
Este es el primero de siete casos particulares en que Salomón ora invocando la misericordia perdonadora de Dios. Este primer caso implica transgresiones personales de un hombre contra su prójimo.
32.
Condenando al impío.
Aquí Salomón pide a Dios que las obras de iniquidad y las sendas de rectitud pongan de manifiesto sus resultados merecidos en cada caso. Más de lo que muchos se dan cuenta, tanto el bien como el mal dan frutos en este mundo, de acuerdo con su especie. "Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gál. 6: 7). "La justicia guarda al de perfecto camino; mas la impiedad trastornará al pecador" (Prov. 13: 6; ver también Prov. 14: 34; 11: 5, 19). Cuando Israel cayó, pudo decirse con justicia "Tu ruina, oh Israel, viene de ti" (Ose. 13: 9, versión Straubinger). "Por tu pecado has caído"(Ose. 14: 1).
33.
Si tu pueblo Israel fuese derrotado.
Antes de que fuera establecida la nación de Israel, el Señor predijo exactamente el resultado de la transgresión. Israel sería herido delante de sus enemigos (Lev. 26: 14, 17; Deut. 28: 15, 25). Se retiraría la gracia protectora del cielo y se permitiría que sus enemigos lo humillaran.
Se volvieren a ti.
Con frecuencia el castigo provoca el arrepentimiento, "poque luego que hay juicios" de Dios "en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia" (Isa 26: 9). Salomón no ora para que la misericordia perdonadora de Dios descienda sobre los que persisten en la rebelión y en el pecado, sino sólo sobre los que reconocen sus transgresiones y se vuelven a él. A todos los tales se les asegura el perdón (1 Juan 1: 9).
35.
Se cerrare.
Cuando Dios retira su mano protectora, con frecuencia las fuerzas de la naturaleza se convierten en instrumentos de castigo. Salomón dio por sentado que el castigo de la sequía a que se refirió Moisés (Lev. 26: 19; Deut. 28: 23, 24) se convertiría en una realidad.
37.
Hambre.
La lista de estas calamidades aparece como una clara amenaza en el código mosaico (Lev. 26: 16, 20, 25; Deut. 28: 22, 35, 38, 42). Cuando los hombres abandonan los caminos de justicia, se multiplican tales castigos, y cuando aparecen a todo lo largo y lo ancho de la tierra, el mundo puede saber que está siendo retirada la benéfica mano del Señor.
38.
Plaga.
El que cada persona reconozca "la plaga en su corazón" significa que se da cuenta de su pecaminosidad y la parte que ella ha tenido en provocar las desgracias que azotan la tierra. Las plagas de la tierra tienen su origen en la plaga del corazón. La plaga del pecado es la verdadera plaga, la causa básica de todos los otros azotes. A menos que se reconozcan los males del pecado y que se lo elimine, no hay esperanza de remediar los muchos otros males que amenazan reducir al mundo a la desolación.
39.
Tu conoces.
Sólo Dios conoce realmente el corazón. Muchas personas tienen poca o ninguna comprensión de los males de su propio corazón, y de las desgracias que están acarreándose a sí mismos y al mundo que los rodea como resultado del pecado que acarician. Dios conoce el corazón y sabe cómo cambiarlo, cómo crear para el hombre "un corazón limpio" y cómo renovar "un espíritu recto" dentro de él (Sal. 51: 10).
41.
El extranjero.
Esta parte es una notable y feliz digresión en medio de la serie de referencias a Israel. Hombres de países lejanos y extraños vendrían para honrar y adorar al Señor.
42.
Oirán.
Jehová era el Dios no sólo de Israel sino de todo el mundo. Su plan era que Israel hiciera conocer su nombre por toda la tierra, de modo que por doquiera los hombres pudieran oír de su bondad y gracia, y se unieran con Israel en el culto.
43.
Harás conforme a todo.
¡Cuán diferente era el espíritu de Salomón en esta ocasión del que movió al pueblo hebreo en los años siguientes! El pacto de Dios debía incluir no sólo a una nación sino a todas. Su gracia no era sólo para los hebreos sino para todos los que estuvieran dispuestos a reconocerlo. Cuando se inauguró el templo, Salomón recordó a los extranjeros de todos los países para que ellos también pudieran oír del pacto de la gracia de Dios y vinieran al templo a adorarlo. Israel debía ser una luz que iluminara al mundo. Si hubiera sido fiel a su misión divina, no habría perecido la nación sino que habría continuado creciendo hasta abarcar a todas las naciones de la tierra, hasta que Jerusalén se hubiera convertido en la metrópoli del mundo y su templo se hubiera vuelto la fuente de un río de vida para llevar salud y curación a todos (Zac. 14: .
46.
Si pecaren.
Esta es la petición final de Salomón. Con perspicacia casi profética, sus pensamientos se proyectan hacia algún día futuro cuando, debido al pecado, Israel sería abandonado por el Señor y caería en las manos del enemigo para ser llevado a una tierra extraña. Moisés había predicho claramente esa posibilidad (Deut. 28: 45, 49-52, 63, 64).
Que no peque.
Conociendo la debilidad de la carne, que no hay ningún hombre ni ninguna nación que no pequen, surgió ante Salomón la grave posibilidad de que el pueblo pecara tan gravemente contra el Señor como para que él retirara su presencia divina e Israel cayera en manos enemigas. Oró con sumo fervor para que Dios se acordara de los suyos en esa hora trágica. ¡Cuán corto es el intervalo entre la gloria y la tumba! ¡El templo terminado, el templo destruido! ¡Un día de gloria, un día de ruina! Al elevar Salomón la voz a Dios en ferviente petición para que esa casa fuera la morada del Señor para siempre, en esa misma hora de consagración comprendió bien los trágicos e inevitables resultados del pecado. Por eso en su oración encontramos esta extraña mezcla de gozo y dolor, de gloria y de cenizas, de honra y de vergüenza. Pocas veces se ha ofrecido una oración por un pueblo con esperanzas tan excelsas, ni con un espíritu tan humilde, como en esta hora de la dedicación del templo de Dios. Fue una oración de promesas y de profecía, de visiones de la gloria divina y de la vileza del hombre pecaminoso.
47.
Volvieren en sí.
Siempre hay esperanza en la hora de la más profunda tragedia. No importa cuán profundamente se depravara Israel como resultado del pecado, si tan sólo volviese en sí y reconociese su error y perversidad y eligiese el mejor camino, hallaría gracia delante de Dios.
48.
Hacia su tierra.
Cuando Daniel oraba en Babilonia, ante sus ventanas abiertas se arrodillaba hacia Jerusalén (Dan. 6: 10).
50.
Perdonarás a tu pueblo.
Esta oración de Salomón, ofrecida tres siglos y medio antes del exilio, es muy similar a la oración de Daniel en el tiempo cuando el cautiverio de Babilonia se aproximaba a su fin (Dan. 9: 2-19). Al dedicarse el templo parecía haber poca necesidad de una oración como ésta. Pero movido por la inspiración, Salomón contempló una hora cuando ese espléndido templo yacería en ruinas, cuando la tierra de la promesa sería una tierra de amargura y angustia, cuando los hijos de Israel vivirían proscritos en tierra extraña. Hay un sentimiento conmovedor en el hecho de que en la hora de la mayor gloria de Israel, Salomón ofreció la misma clase de oración que Daniel elevó en la hora del mayor oprobio de la nación. Se necesitaron ambas oraciones y ambas fueron oídas. La primera no sólo fue una oración sino también un mensaje de amonestación que ayudaría a evitar la condenación que traería la transgresión. La otra se elevaría al Dios del cielo que sólo esperaba un arrepentimiento genuino de su pueblo antes de permitir que volviera del cautiverio.
51.
Ellos son tu pueblo.
La razón por la que Israel existía como pueblo separado era que el Señor lo había elegido entre las naciones y lo había establecido en la tierra prometida (Exo. 19: 4-6; Deut. 9: 29; 2 Sam. 7: 23; Sal. 135: 4). Puesto que Israel pertenecía a Dios, tenía la seguridad de que él lo amaría y ayudaría, que su diestra lo sostendría y que no debería temer en la hora de la mayor angustia (Deut. 33: 26, 27; Isa. 41: 8-14; 43: 1-6). Puesto que la mayor preocupación de Dios era la felicidad y el bienestar de sus hijos, éstos creían que, al insistir en sus peticiones, tenían derecho a rogarle que no los abandonara. Sin embargo, esto solo no garantizaba el éxito. Las promesas de Dios son condicionales, y quienes las esperan deben cumplir con las condiciones.
Sacaste de Egipto.
La liberación de Egipto era historia. Nunca podría cambiarse el hecho de que Dios había sacado a Israel del horno de hierro de Egipto. En ese hecho Salomón encontró un poderoso argumento para otra liberación si Israel se encontrara de nuevo bajo un amo extranjero. Posteriormente, cuando Jeremías comparó la liberación del cautiverio babilónico con la de Egipto, declaró que, en vista de la liberación mayor venidera, Israel no diría más: "vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto", sino "vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte" (Jer. 16: 14, 15; cf. 23: 7, .
53.
Heredad tuya.
Esta es la razón final y más poderosa que Salomón encuentra para presentar a fin de que Dios recuerde a su pueblo Israel. Él es la heredad del Señor de acuerdo con el derecho de Dios muchas veces presentado y con sus promesas muchas veces repetidas. Mediante Moisés el Señor reveló que haría de Israel su pueblo peculiar, elegido entre todos los pueblos de la tierra (Exo. 19: 5, 6; Deut. 14: 2). Había de ser conocido como "el pueblo de su heredad" (Deut. 4: 20; cf. 9: 26, 29). Si el Señor ahora los rechazaba, pondría en peligro el honor de su santo nombre (Exo. 32: 12, 13; Núm. 14: 13, 14). Se elevaron fervientes oraciones en los momentos de gran peligro, para que el Señor liberara a Israel por el honor de su nombre (Sal. 79: 9, 10), y debido a la ciudad y al pueblo que llevaban su nombre (Dan. 9: 19). En los días de Ezequiel, el Señor declaró que era a causa de su "nombre, para que no se infamase ante los ojos de las naciones" (Eze. 20: 9, 14; cf. 20: 22) por lo que él había realizado prodigios al liberar a Israel de Egipto.
54.
Cuando acabó.
Salomón había elevado una oración notabilísima y sumamente conmovedora. No sólo incluía a Israel sino a los extranjeros distantes; era para los individuos tanto como para la nación; para las generaciones que todavía no habían nacido como para los que estaban en los atrios del templo; para los que eran fieles en la causa de Dios y también para los que podrían descarriarse. En realidad, el rasgo más notable de toda la oración es su profunda y genuina preocupación por los que estuvieran en la máxima necesidad de la gracia divina, los que pudieran pecar contra el Señor y necesitaran ser rescatados. Una oración tal sólo podía proceder de un corazón lleno de compasión y amor, movido por la piedad y la misericordia de Dios. Salomón no hacía esfuerzo alguno por buscar 768 efectos retóricas, hacer ostentación, ni recibir la aclamación humana; sólo quería que sus palabras llegaran a los oídos de Dios. Esta oración fue genuina; procedió de los labios de un hombre de Dios. Cuando terminó, el Señor manifestó su aprobación mediante una segunda e insólita exhibición de poder y esplendor: descendió fuego del cielo para consumir el sacrificio y llenó el templo de gloria (2 Crón. 7: 1-3).
55.
Bendijo a toda la congregación.
El pronunciar esta bendición formal fue un acto nítidamente religioso. Aarón y sus hijos habían recibido el deber y privilegio especiales de pronunciar la bendición divina (Núm. 6: 23-26). El hecho de que Salomón pronunciara ahora estas palabras finales de bendición muestra la gran importancia que ponía en las cosas del espíritu. Como rey no sólo se interesaba en los asuntos comunes del Estado sino en el bienestar espiritual de sus súbditos.
56.
Ninguna . . . ha faltado.
Josué pronunció palabras similares (Jos. 21: 45; 23: 14). Dios nunca falla. Ha hecho muchas promesas a su pueblo, y es fiel en cumplirlas (Heb. 10: 23). Si los seres humanos no reciben las bendiciones que el Señor ha prometido darles, es por su propia falta. El Señor había prometido a Abrahán y a su descendencia la tierra de Palestina como una heredad eterna (Gén. 12: 7; 13: 15; 17: , pero los descendientes de Abrahán según la carne perdieron esa herencia debido a sus transgresiones contra el Señor (2 Rey. 17: 7-23; Jer. 7: 3-15; 25: 4-9).
57.
Esté con nosotros Jehová.
Como un Dios de amor, el Señor desea estar con su pueblo. El templo fue edificado para que él pudiera morar entre los suyos (Exo. 25: 8; 1 Rey. 6: 12, 13). Jesús vino al mundo como Emanuel, "Dios con nosotros" (Mat. 1: 23), y cuando se fue, prometió que estaría con los suyos "todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28: 20). En el corazón de cada verdadero hijo de Dios no puede haber más elevado deseo ni más profundo anhelo que poder apreciar la presencia de Dios (Sal. 42: 1, 2; Apoc. 22: 20, 21).
58.
Incline nuestro corazón.
El deseo de seguir en los caminos del Señor y de guardar sus mandamientos es un impulso divinamente implantado. Constantemente obra el Espíritu Santo de Dios guiando a las personas por las sendas de verdad y obediencia. Mientras más cerca está uno del Señor, más plenamente abandona todo lo pecaminoso de la tierra y está más dispuesto a hacer lo que Dios requiere. El Espíritu de Dios guía a los seres humanos a obedecer y los inclina a guardar sus mandamientos, pero no hace esto contra su voluntad. A quien está dispuesto a obedecer, la obediencia le resulta habitual. Mientras más cerca uno está del Señor, más plenamente los pensamientos de Dios se convierten en sus pensamientos y los caminos de Dios en sus caminos. Quienquiera que viene ante el Señor con humildad de espíritu y buena disposición del corazón, con el deseo de aprender los caminos del cielo y caminar en ellos (Sal. 119: 26, 27, 30, 32-36), comienza a encontrar que la obediencia a Dios es un placer y no un deber, y que la ley de Dios es una ley de libertad (Sal. 119: 45, 47, 97; Sant. 1: 25; 2:
12) y no un yugo.
60.
Todos los pueblos.
Este es el gran propósito de Dios, y debe ser también el blanco supremo en el corazón de cada hijo del reino: que todos los pueblos de la tierra lleguen a conocer al Señor y compartan la comunión y el servicio.
61.
Sea, pues, perfecto.
Las Escrituras aclaran que la perfección del carácter es un prerrequisito para entrar en el reino de los cielos. La norma de perfección se encuentra en los principios de rectitud y amor presentados en los mandamientos de Dios (Mat. 19: 16-21; Luc. 10: 25-28; Deut. 5: 2-22, 29-33; 6: 3-5). El Evangelio, revelado en los símbolos del AT y con plena claridad en el NT, muestra cómo podemos obtener la perfección de la cual habló Salomón.
63.
Ofreció Salomón.
Al ofrecer esos sacrificios, en ese momento Salomón no realizaba las funciones de un sacerdote; presentó su ofrenda en el mismo sentido en que cualquiera podía presentar su sacrificio delante del Señor (Lev. 2: 1; 3: 7, 12). Los sacrificios aquí mencionados se identifican como sacrificios de paz. En el caso de tales ofrendas, sólo una parte del sacrificio se quemaba sobre el altar como "olor grato para Jehová" (Lev. 3: 3-5, 14-17). La parte restante era comida por el oferente y su familia o amigos (Lev. 7: 15-21). Esa ofrenda no era un sacrificio expiatorio sino una ofrenda de agradecimiento presentada ante Dios como grato y gozoso reconocimiento por las bendiciones recibidas. Era una ocasión feliz y festiva en la que podía participar un gran número de personas
EL IMPERIO DE DAVID Y SALOMÓN
769 (2 Sam.6:18,19; 1 Crón. 16:2,3). El número de animales sacrificados en la dedicación del templo fue extraordinariamente grande, pero debe recordarse que muchísimos se hallaban presentes, que se había reunido "todo Israel, una gran congregación, desde donde entran en Hamat hasta el río de Egipto", y que estuvieron allí durante un período de 14 días (1 Rey. 8: 65).
64.
El altar de bronce.
Ninguna mención se haice en Reyes de la construcción de este altar, pero se hace referencia a ella en 2 Crón. 4: 1. Ese altar era muy grande: de unos 10 m de largo, 10 de ancho y 5 de alto. Pero debido a la gran cantidad de ofrendas resultó inadecuado para esta ocasión. Para hacer frente a la situación, los sacerdotes consagraron toda "la parte central del atrio" para que sirviera como un enorme altar, en cualquiera de cuyas partes pudieran ofrecerse sacrificios de diversas clases (ver 2 Crón. 7: 7).
65.
Fiesta.
La fiesta duró 14 días, y en el día 23.º del 7.º mes fue despedido el pueblo (2 Crón. 7: 10), de modo que comenzó en el día 10.º del 7.º mes, que era el solemne día de la expiación (Lev. 16: 29, 30; 23: 27; Núm. 29: 7). En este mes se celebraba la fiesta de los tabernáculos, que comenzaba en el 15.º día del mes y continuaba durante 7 días (Lev. 23: 34, 39). Durante ese tiempo la gente debía morar en cabañas hechas de ramas de árboles (Lev. 23: 34, 40-42).
Donde entran en Hamat.
Hamat señala el extremo norte de la Tierra Santa (ver Núm. 13: 21; 34: 8; Jos. 13: 5; Juec. 3: 3; 2 Rey. 14: 25; 1 Crón. 13: 5; Amós 6: 14). En cuanto a la identificación de "entran en Hamat", ver com. Núm. 34: 8 y Jos. 13: 5. El gran valle entre los montes Líbano y Antilíbano, conocido por los griegos como la Celesiria, señala la principal entrada en Palestina desde el norte. Por ese valle entraban los ejércitos que invadían a Palestina desde el norte.
Río de Egipto.
La palabra usada aquí para "río" no es nahar -la palabra común hebrea- sino nájal; es decir, una corriente de agua o torrente que podría secarse en la estación seca, como en Job 6: 15, donde la palabra se traduce "corrientes". Esta corriente de agua quizá era el Wadi el-'Arísh, en el límite meridional extremo de Palestina (Núm. 34: 5; Jos. 15: 4, 47; 2 Rey. 24: 7; Isa. 27: 12), 80 km al sudoeste de Gaza (ver a la izquierda el mapa en colores).
66.
Alegres y gozosos.
La verdadera religión proporciona gozo. Quien ha hecho la paz con Dios, tiene un espíritu de verdadera felicidad y tranquilo contentamiento que otros nunca pueden conocer. Las ceremonias dedicatorias del templo habían sido un motivo de inspiración y regocijo para los participantes. En la comunión mutua, en el canto de alabanzas a Dios, en el repaso de sus bendiciones, en darle la honra y la gloria debidas a su santo nombre, habían encontrado una plenitud de paz y gozo que ninguno de los placeres del mundo jamás puede proporcionar. Cuando uno entrega a Dios lo que es de Dios, puede realizar sus tareas diarias con paz y alegría de corazón. Se nos dice que esos adoradores estaban alegres no sólo por la bondad que el Señor les había demostrado sino también por su bondad con David y Salomón (2 Crón. 7: 10). Bienaventurado el país donde los gobernantes y el pueblo se desean bendiciones mutuas y se regocijan en la prosperidad y el gozo recíprocos, donde interceden el uno por el otro y trabajan para el bienestar y la paz comunes (ver Sal. 85: 9-12).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-66 PR 27-35, 47, 48; SR 193, 194
4-7 SR 193
10, 11 SR 194
29 PR 47
33, 34 PR 248, 265
42, 43 PR 48
54 SR 194
56 MeM 347
59, 60 PR 265
60 PR 48
61 PR 41; 7T 218 770
CAPÍTULO 9
1 Dios se le presenta en visión a Salomón y hace pacto con él. 10 Salomón e Hiram intercambian regalos. 15 En las obras de Salomón, los gentiles eran sus siervos y los israelitas tenían ocupaciones honorables. 24 La hija de Faraón es trasladada a su casa. 25 Sacrificios anuales solemnes de Salomón. 26 Su flota trae oro desde Ofir.
1 CUANDO Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer,
2 Jehová apareció a Salomón la segunda vez, como le había aparecido en Gabaón.
3 Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mi ojos y mi corazón todos los días.
4 Y si tú anduvieras delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos,
5 yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel.
6 Mas si obstinadamente os apartarais de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardarais mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirvierais a dioses ajenos, y los adorarais;
7 yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos;
8 y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa?
9 Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído Jehová sobre ellos todo este mal.
10 Aconteció al cabo de veinte años, cuando Salomón ya había edificado las dos casas, la casa de Jehová y la casa real,
11 para las cuales Hiram rey de Tiro había traído a Salomón madera de cedro y de ciprés, y cuanto oro quiso, que el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en tierra de Galilea.
12 Y salió Hiram de Tiro para ver las ciudades que Salomón le había dado, y no le gustaron.
13 Y dijo: ¿Qué ciudades son estas que me has dado, hermano? Y les puso por nombre, la tierra de Cabui, nombre que tiene hasta hoy.
14 E Hiram había enviado al rey ciento veinte talentos de oro.
15 Esta es la razón de la leva que el rey Salomón impuso para edificar la casa de Jehová, y su propia casa, y Milo, y el muro de Jerusalén, y Hazor, Meguido y Gezer:
16 Faraón el rey de Egipto había subido y tomado a Gezer, y la quemó, y dio muerte a los cananeos que habitaban la ciudad, y la dio en dote a su hija la mujer de Salomón.
17 Restauró, pues, Salomón a Gezer y a la baja Bet-horón,
18 a Baalat, y a Tadmor en tierra del desierto;
19 asimismo todas las ciudades donde Salomón tenía provisiones, y las ciudades de los carros, y las ciudades de la gente de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano, y en toda la tierra de su señorío.
20 A todos los pueblos que quedaron de los amorreos, heteos, ferezeos, heveos y jebuseos, que no eran de los hijos de Israel;
21 a sus hijos que quedaron en la tierra después de ellos, que los hijos de Israel no pudieron acabar, hizo Salomón que sirviesen con tributo hasta hoy.
22 Mas a ninguno de los hijos de Israel impuso Salomón servicio, sino que eran hombres de guerra, o sus criados, sus príncipes, sus capitanes, comandantes de sus carros, o su gente de a caballo.
23 Y los que Salomón había hecho jefes y vigilantes sobre las obras eran quinientos cincuenta, los cuales estaban sobre el pueblo que trabajaba en aquella obra.
24 Y subió la hija de Faraón de la ciudad 771 de David a su casa que Salomón le había edificado; entonces edificó él a Milo.
25 Y ofrecía Salomón tres veces cada año holocaustos y sacrificios de paz sobre el altar que él edificó a Jehová, y quemaba incienso sobre el que estaba delante de Jehová, después que la casa fue terminada.
26 Hizo también el rey Salomón naves en Ezión-geber, que está junto a Elot en la ribera del Mar Rojo, en la tierra de Edom.
27 Y envió Hiram en ellas a sus siervos, marineros y diestros en el mar, con los siervos de Salomón,
28 los cuales fueron a Ofir y tomaron de allí oro, cuatrocientos veinte talentos, y lo trajeron al rey Salomón.
1.
Cuando Salomón hubo acabado.
La obra del templo, comenzada en el 4.º año de Salomón (cap. 6: 1), se completó 7 años más tarde, en su 11.º año (cap. 6: 38). La edificación del palacio llevó otros 13 años (cap. 7: 1). De modo que el programa de Salomón que incluía la edificación del templo y del palacio le llevó 20 años (cap. 9: 10; 2 Crón. 8: 1), habiéndose completado en el 24.º año de su reinado. Surge una pregunta en cuanto al significado exacto de las palabras "cuando Salomón hubo acabado". ¿Significa esto que no fue hasta la terminación del período de edificación de 20 años cuando el Señor se le apareció con el mensaje de que había oído la oración que ofreció en la dedicación del templo? Si es así, entonces ¿cuándo fue consagrado el templo: poco después de que se terminara, o después de 13 años cuando se hubo completado todo el programa de edificación? Si el templo fue consagrado poco después de su terminación, ¿esperaría 13 años el Señor antes de decir a Salomón que había contestado su oración? ¿O pudo haber sido que se efectuó la consagración 13 años después de haberse terminado el templo? No podemos contestar estas preguntas con absoluta certeza debido a la brevedad del relato. Sin embargo, parece que la respuesta a la oración de Salomón le vino poco después de que elevara esa plegaria (ver PR 31).
2.
La segunda vez.
La primera vez Dios se había aparecido a Salomón en un sueño nocturno, en Gabaón, en los comienzos de su reinado (cap. 3: 4-15). Otra vez le dio una visión nocturna (PR 31), pero este mensaje presenta un contraste con el mensaje de la visión anterior. En la primera, predominaron una promesa y un estímulo (caps. 3: 12-14; 6: 12, 13); ahora otra vez hubo promesas y aliento, pero también hubo solemnes amonestaciones en cuanto a los tristes resultados que traería la transgresión.
3.
He oído.
Dios aseguró a Salomón que había oído sus palabras de ferviente súplica, con las cuales había hecho todo lo que pudo a fin de animar al pueblo para que fuera fiel a Dios y a sus mandamientos. El Señor recompensó su espíritu y su propósito, y ahora le aseguró de nuevo el favor divino. ¡Con cuánta frecuencia el Señor da a sus hijos expresiones renovadas de confianza, nuevas vislumbres desde lo alto, encomio por los servicios de días anteriores y promesas de buena voluntad y bendiciones para los días venideros!
Yo he santificado.
Sólo Dios puede santificar. Su presencia hace santas las cosas. El templo era santo porque Dios estaba allí. Por afuera tenía la apariencia de una construcción edificada por las manos de los hombres con madera y piedra, un lugar esplendoroso y bello. Pero ahora era una casa santificada y sagrada, adornada con la presencia invisible de un Dios santo. Las cosas santas sólo se perciben espiritualmente. Los hombres de corazón endurecido quizá no vean diferencia entre lo sagrado y lo profano. El santo sábado, la Palabra de Dios, la casa de culto, pueden parecerles que no son diferentes de las cosas terrenales de todos los días. El cielo puede estar muy cerca, pero no lo disciernen. En el énfasis que se pone en esta visión en "esta casa que tú has edificado", "este lugar" (2 Crón. 7: 12) se sugiere que la visión fue dada dentro del predio sagrado del templo, así como el sitio de la primera visión fue "el lugar alto principal" de Gabaón, donde Salomón había ido a sacrificar (cap. 3: 4).
Para siempre.
No era el propósito de Dios que alguna vez fuera destruido el templo de Jerusalén. Si el templo hubiera permanecido en santidad, se habría mantenido para siempre. Si Israel hubiera continuado siendo fiel al Señor, la presencia y el nombre divinos habrían estado allí para siempre como un testimonio ante todo el mundo de que Israel era el escogido del Señor, su "especial tesoro. . . sobre todos los pueblos" (Exo. 19: 5; ver PR 32). 772 En cuanto al significado de "para siempre", ver com. Exo. 12: 14.
4.
Si tú anduvieras.
Todas las promesas de las bendiciones de Dios están condicionadas por la obediencia. No puede ser de otra manera. Tanto las leyes de la naturaleza como las que gobiernan la conducta moral son leyes de Dios, y cualquiera que viola esas leyes peca contra sí mismo. Todas las leyes de Dios son para beneficio del hombre y del mundo en que vive. Cuando se violan esas leyes, el inevitable resultado es pesar, enfermedades, dolores, desgracias y muerte. Esto es cierto tanto para los individuos como para la nación, para la comunidad, para el mundo. El sendero de la obediencia es el único de paz y prosperidad, de vida y salud. El bienestar de la sociedad, la paz de la nación, la esperanza del mundo: todo requiere que los seres humanos aprendan la sabiduría y el valor práctico de la obediencia a cada orden de Dios. Cuando Israel todavía era próspero y Salomón era joven aún, Dios hizo bien claro que la transgresión no traería gozo sino dolor, no traería bendiciones sino desastres y muerte.
5.
Israel para siempre.
Dios no eligió a los hijos de Israel con el propósito de rechazarlos más tarde, ni escogió a David con el fin de abandonar después a su casa. Cada elección de Dios es sabia y detrás de ella hay razones básicas que prueban que es buena. Fue su plan que el trono de David y la nación de Israel se establecieran para siempre. A pesar del fracaso de los descendientes de David y de Israel según la carne, todavía se cumplirá el propósito de Dios mediante el Israel espiritual (Rom. 2: 28, 29; 4: 16; Gál. 3: 29) y por medio de Jesús el Hijo de David (Miq. 5: 2; Hech. 2: 34-36; Rom. 1: 3).
6.
No guardareis.
El que no guarda los mandamientos de Dios, le da la espalda al Señor. "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14: 15). "Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos" (1 Juan 5: 3). Los verdaderos hijos de Dios guardan los mandamientos de Dios no porque estén forzados a hacerlo, sino porque lo desean; no por temor a Dios, sino por amor a Dios.
7.
Cortaré a Israel.
Dios es santo, y el pecado no puede permanecer en su presencia. Cuando los hombres pecan, se separan de Dios y de la vida y las bendiciones. Mediante sus profetas, repetidas veces el Señor advirtió a Israel de las trágicas consecuencias de la transgresión, y sus solemnes amonestaciones parecen haberse multiplicado en los días finales de la historia de Israel y de Judá cuando la transgresión acarreó la condenación del pueblo (Isa. 1: 19-24, 28; Jer. 7: 9-15; Eze. 20: 7-24; Dan. 9: 9-17; Ose. 4: 1-9; Amós 2: 4-6; 4:1-12; Miq. 1: 3-5; Sof. 3: 1-8).
Por proverbio.
Ver Deut. 28: 37. Las desgracias y el vituperio que han caído sobre Israel durante siglos son un trágico cumplimiento de esta amonestación.
8.
En estima.
Heb. 'elyon, "lo más alto", "lo más encumbrado". Probablemente en el sentido de ser un ejemplo conspicuo. En siriaco y en árabe dice le 'iyin: "ruinas".
9.
Que había sacado.
La forma bondadosa en que Dios liberó a Israel de Egipto debería haber sido un poderosísimo motivo para que los israelitas se mantuvieran fieles a él. La ingratitud de Israel y su necedad al abandonar a un Dios tal y volverse a la adoración de ídolos, habían de ser reconocidas por el mundo como una causa justa para el castigo que cayó sobre este pueblo.
10.
Veinte años.
Estos 20 años comienzan con el 4.º año de Salomón (cap. 6: 1), cuando él principió a construir el templo. Incluyen los 7 años empleados en la obra del templo (cap. 6: 38) y los 13 años durante los cuales fue edificada su propia casa (cap. 7: 11).
11.
Oro.
El oro que Hiram dio a Salomón quizá no fue entregado en el tiempo cuando se construyó el templo, sino probablemente fueron los 120 talentos mencionados en el vers. 14. Después de 20 años de edificación, sin duda estaba muy agotada la tesorería de Salomón, y éste recurrió a Hiram, quien puede haber convenido en entregarle oro a cambio de algunas ciudades.
Salomón dio a Hiram.
Esas ciudades no se mencionan en el pacto hecho entre Salomón e Hiram, por el cual éste debía proporcionar madera y mano de obra para las tareas propias de la edificación del templo, y en cambio debía recibir ciertas cantidades de alimentos (1 Rey. 5: 5-11). Tampoco se dice nada en el convenio original de que Hiram daría oro a Salomón. Ciñéndose estrictamente al código mosaico, Salomón no tenía derecho a ceder esas ciudades (Lev. 25: 23). Pero así son las necesidades creadas por una política mundana: determinan que las disposiciones de la ley fácilmente sean puestas a un lado. 773
Galilea.
El nombre "Galilea" significa "círculo", y se refiere al distrito mencionado dos veces en el libro de Josué, en el cual estaba situada la ciudad de Cedes (Jos. 20: 7; 21: 32). La región estaba al noroeste del mar de Galilea. La porción oeste de este territorio estaba cerca de las fronteras de Tiro, por lo que se ajustaba bien a los propósitos tanto de Hiram como de Salomón. Parece que en el tiempo en que se hizo el pacto, esas ciudades estaban pobladas por habitantes oriundos del país y no por israelitas, pues sólo 20 años después de la devolución de esas ciudades a Salomón los israelitas volvieron a morar allí (2 Crón. 8: 2).
12.
No le gustaron.
Quizá Hiram había puesto sus ojos en la bahía de Aco o algunas otras tierras ricas en cereales, y quedó chasqueado cuando recibió un grupo de ciudades inferiores, tierra adentro. Parece que Hiram rehusó la dádiva de Salomón, y jamás tomó posesión de las ciudades.
13.
Tierra de Cabul.
Una ciudad llamada Cabul, a unos 14 km al sureste de Acre, se menciona en Jos. 19: 27, en el territorio de Aser. Pero el territorio de Cabul estaba en Galilea, en el territorio de Neftalí. Hiram, mediante un juego de palabras, manifestó su descontento con la dádiva de Salomón. No se conoce la etimología exacta ni el significado de la palabra "Cabul". Josefo afirma que la interpretación de la palabra, de acuerdo con el idioma fenicio, es "lo que no agrada" (Antigüedades viii. 5. 3). La palabra puede derivarse de la raíz aramea kbl: "ser árido". Una tradición rabínica pretende explicar el nombre como proveniente de una raíz que significa llengrillado" o "encadenado".
14.
Ciento veinte talentos de oro.
El ingreso anual de Salomón era de 666 talentos de oro (cap. 10: 14). De modo que la suma que recibió de Hiram sería aproximadamente un sexto de su renta anual. Es imposible fijar con exactittid el valor monetario del talento. Una estimación basada en las últimas informaciones (t. 1, págs. 176, 177) determinaría que el peso del talento es de 34,2 kg.
15.
Leva.
El resto de este capítulo consiste en breves notas históricas y explicativas, pero contiene algunos asuntos de gran valor. La leva a que aquí se hace referencia fue mencionada en el cap. 5: 13, 14. Este trabajo obligatorio se usó primero para la edificación del templo y después para el palacio y otras empresas.
Milo.
Se piensa que era una ciudadela o baluarte de Jerusalén. Puesto que David moraba en la "fortaleza" de la antigua ciudad jebusea capturada por él, y más tarde conocida como la "Ciudad de David" (2 Sam. 5: 7, 9; 1 Crón. 11: 5, 7), quizá Milo era un baluarte de la ciudad cuando fue tomada por David. Probablemente estaba en el extremo norte de la ciudad. David (2 Sam. 5: 9; 1 Crón. 11: y Salomón (1 Rey. 9: 24; 11: 27) incrementaron las fortificaciones primitivas y más tarde Ezequías también hizo añadiduras (2 Crón. 32: 5). Otros han explicado que Milo era el terraplén de tierra entre los montes de Sion y Moriah.
El muro de Jerusalén.
David fortaleció y extendió mucho las murallas de la antigua ciudad jebusea, edificando "alrededor desde Milo hacia adentro" (2 Sam. 5: 9). Salomón efectuó más reparaciones y añadiduras con las que cerró ciertos puntos débiles de la defensa de la Ciudad de David (1 Rey. 11: 27).
Reyes posteriores continuaron con las reparaciones y añadiduras hasta que finalmente el muro corría cerca del valle de Hinom en el sur (Jer. 19: 2), incluyendo una doble muralla en el sureste cerca de los huertos del rey (2 Rey. 25: 4), una muralla fuera de la Ciudad de David por el este "al occidente de Gihón, en el valle" y el muro de "Ofel", que llegó a ser "muy alto" (2 Crón. 33: 14). La puerta en el ángulo noroeste era una puerta importante llamada "la puerta del Ángulo" (Jer. 31: 38). Una sección de esta muralla del lado norte, que tenía "desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la esquina, cuatrocientos codos" (2 Rey. 14: 13), fue derribada por Joás de Israel durante el reinado de Amasías. Uzías reparó y fortificó el muro edificando torres "junto a la puerta del ángulo, y junto a la puerta del valle, y junto a las esquinas; y las fortificó" (2 Crón. 26: 9).
Hazor.
Esta era una importante ciudad del norte, en las tierras altas, cerca de las aguas de Merom. Había sido la ciudad de Jabín, jefe de la confederación del norte (Jos. 11: 1). Después de su gran victoria sobre esa confederación, Josué quemó la ciudad (Jos. 11: 13) y más tarde la asignó a Neftalí (Jos. 19: 36). En vista de la importancia de la ciudad, que dominaba una ruta vital para una invasión desde el norte, Hazor fue fortificada por Salomón. En los días de Peka fue capturada por Tiglat-pileser III (2 Rey. 15: 29). 774
Meguido.
Este era un baluarte importante de la parte meridional de la llanura de Esdraelón. Dominaba un paso entre las llanuras de Sarón y de Esdraelón. La ciudad se asignó a Manasés, pero esta tribu no pudo subyugar a los pobladores autóctonos (Jos. 17: 11-13). Se menciona en el relato de la batalla entre los reyes de Canaán y Débora y Barac (Juec. 5: 19). Fue a Meguido a donde huyó Ocozías cuando lo hirió Jehú, y allí murió (2 Rey. 9: 27). En Meguido murió también Josías cuando trataba de contener a las fuerzas de Necao de Egipto que iba rumbo al norte, hacia el Eufrates (2 Rey. 23: 29). Meguido ha sido completamente desenterrada. Entre las ruinas que se han excavado hay establos de piedra, con piso de cemento, para cerca de 500 caballos. Primero se supuso que eran del tiempo de Salomón, pero ahora se cree que eran los establos de Acab.
Gezer.
Era un importante pueblo cananeo, en un bastión que se extendía dentro de la planicie marítima, a 10 km al oeste de Ajalón, sobre el límite de Efraín (Jos. 16: 3). La ciudad fue asignada a los levitas (Jos. 21: 12), pero no fue tomada en el tiempo de la conquista (Juec. 1: 29) aunque fue tributario durante un tiempo (Jos. 16: 10). Ocupaba una posición estratégica en la llanura de Ajalón; un paso importante usado con frecuencia por los filisteos cuando entraban en las planicies centrales. Se menciona en varias ocasiones en relación con las batallas de David (2 Sam. 5: 25; 1 Crón. 14: 16; 20: 4).
16.
En dote.
Gezer fue tomada por Faraón y entregada como dote en ocasión del casamiento de su hija con Salomón. Se consignan obsequios de importantes territorios entregados como dote de bodas reales en el antiguo Oriente.
17.
Gezer.
Esta ciudad ha sido cuidadosamente desenterrada, y se ha confirmado plenamente el relato bíblico de su destrucción y reedificación por el año 1000 AC. Un interesante descubrimiento fue el de un túnel cavado en la roca que descendía por ella hasta una fuente en una cueva a 28,7 m por debajo de la superficie de la roca y a 36,6 m por debajo del actual nivel del terreno. También son notables las fortificaciones macizas de la ciudad, incluso torres, que más tarde fueron añadidas a los muros, posiblemente por Salomón.
La baja Bet-horón.
Había dos pueblos que se llamaban Bet-horón, ambos situados en un paso montañoso entre el valle de Ajalón y Gabaón, en la altiplanicie central. La ciudad baja está a 19,2 km al noroeste de Jerusalén. Ascendiendo por el paso 2,8 km, a 225 m por encima de la ciudad baja, está la alta Bethorón. Ambas ciudades fueron fortificadas por Salomón (2 Crón. 8: 5). Después de vencer a los amorreos en Gabaón, Josué los persiguió por este lugar (Jos. 10: 10, 11). Los filisteos subieron por este paso para combatir con Saúl (1 Sam. 13: 18), y también por este paso subió el general británico Allenby para combatir a los turcos en la Primera Guerra Mundial.
18.
Baalat.
Todavía no se ha identificado este pueblo. Está incluido con los pueblos de Ajalón y Ecrón en el límite de la planicie marítima, en el territorio originalmente asignado a Dan (Jos. 19: 42-44). Josefo lo ubica cerca de Gezer (Antigüedades viii. 6. 1).
Tadmor.
Heb. Tamor, Tadmor en un pasaje paralelo (2 Crón. 8: 4). Hay mucha incertidumbre en cuanto a la ciudad a que se refiere. Algunos la han identificado con Tamar, ciudad mencionada por Ezequiel, como si estuviera en el límite meridional de la nueva tierra de Israel (Eze. 47: 19; 48: 28). No se conoce la ubicación exacta de esta ciudad, pero se piensa que estaba al sur del mar Muerto. Por otro lado, hay una ciudad que se llama Tadmor, a 210,7 km al noreste de Damasco y a 179,2 km al oeste del Eufrates, en un oasis del desierto de Arabia. Las inscripciones de Tiglat-pileser I mencionan esta ciudad una cantidad de veces, como que hubiera estado en la tierra de Amurru (Siria). Muchos años más tarde Tadmor quedó bajo el dominio de los romanos, quienes la llamaron con su nombre griego, Palmira, y a esta ciudad se refiere josefo como a la "Tadmor del desierto" que construyó Salomón (Antigüedades viii. 6. 1 l). La palabra hebrea tamar quiere decir "palmera", significado que se preserva en el nombre posterior: Palmira.
Por regla general, los eruditos no creen que el reino de Salomón hubiera alcanzado fronteras tan dilatadas. Pero en relación con la edificación de "Tadmor en el desierto", Crónicas informa que Salomón fue contra "Hamat de Soba, y la tomó" (2 Crón. 8: 3, 4). Se ha pensado que este lugar es una zona que está a unos 100 km al norte de Damasco y a unos 160 km al oeste de Tadmor-Palmira, y su 775 mención indicaría una campaña en la cual los israelitas dominaron toda esta zona septentrional. En 1 Rey. 4: 24 se dice que el límite norte del reino de Salomón era Tifsa, una ciudad que se cree que estuvo en el Eufrates, a unos 160 km al norte de Tadmor. Todo esto parecería indicar que el reino de Salomón fue mucho más grande de lo que generalmente se ha admitido y que la "Tadmor en tierra del desierto" (1 Rey. 9: 18) bien podría haber sido la Tadmor-Palmira del desierto del norte de Arabia.
En tierra.
Una frase que quizá se ha añadido para indicar con orgullo que esta ciudad fronteriza estaba dentro de los límites del extenso dominio de Salomón.
19.
Quiso edificar.
En el orgullo de su ambición y prosperidad, Salomón emprendió varios extensos proyectos de construcciones. Una descripción de algunos de ellos se da en Ecl. 2: 4-10, lo que incluía casas, huertos, jardines, estanques de agua -"no negué a mis ojos ninguna cosa que desearan"-. Ansioso de sobrepasar las gloriosas realizaciones de todas las naciones que lo rodeaban, la ambición de Salomón lo llevó a ocuparse de empresas que estaban contra los propósitos del cielo y de los mejores intereses del Estado. Las pesadas cargas colocadas sobre el pueblo pronto se volvieron intolerables y lo indujeron al descontento, la amargura y finalmente a la revolución.
21.
Tributo.
"Leva" (BJ). Trabajo forzado, impuesto para realizar las vastas empresas de construcciones de Salomón. Poco después de la conquista, algunos de los habitantes de la tierra debían pagar tributo, lo que continuó mientras Israel fue fuerte (Juec. 1: 28). David había sometido a trabajos forzados a muchos de los habitantes oriundos del país (1 Crón. 22: 2).
22.
A ninguno de los hijos de Israel impuso Salomón servicio.
Esta exención no los liberó de ciertas clases de trabajo forzado. Salomón reclutó a 30.000 hombres "en todo Israel" (cap. 5: 13, 14). Aunque se hicieron esfuerzos para que este servicio fuera lo más llevadero, se produjo un vivo resentimiento que fue una de las principales acusaciones contra el trono en el tiempo de la muerte de Salomón (cap. 12: 4), y dio como resultado el apedreamiento de Adoram, que estaba a cargo de la leva (cap. 12: 18).
Hombres de guerra.
Sin embargo, en líneas generales se hizo el esfuerzo para tratar a los hijos de Israel como a una raza superior y dominante. Fueron elegidos para ser los guerreros del rey y cortesanos, directores de las diversas empresas y comandantes de sus carros y jinetes. Pero a medida que crecía el poder absoluto del rey, se convertía cada vez más en un déspota opresor y endurecido. Sus favoritos se volvieron arrogantes y vanidosos, y la condición de los menos favorecidos se convirtió tal vez en una servidumbre real, aunque no lo fuera de nombre. Como resultado, el descontento se ahondó y difundió.
23.
Jefes.
Puesto que Salomón tenía 3.300 "principales oficiales" (ver com. cap. 5: 16), los 550 jefes mencionados aquí tienen que haber sido de una categoría superior. En 2 Crón. 8: 10 se dice que los "gobernadores principales" de Salomón eran 250 y que sus "capataces" en total eran 3.600 (2 Crón. 2: 18). De modo que Reyes y Crónicas concuerdan en el número total de esos funcionarios, pero varían en cuanto al número que había en cada una de las dos categorías.
24.
A su casa.
En 2 Crón. 8: 11 se da la razón de este traslado: "Porque aquellas habitaciones donde ha estado el arca de Jehová son sagradas". Puesto que se había llevado el arca a la Ciudad de David (2 Sam. 6: 12), es evidente que Salomón consideraba como sagrada toda la zona y que no era adecuada para que fuera la morada de su esposa extranjera. Se ha sugerido que esta nueva residencia real quizá estuvo en el monte al oeste de la zona del templo y que entre ellas estaba el valle Tiropeón.
25.
Tres veces cada año.
La fiesta de los panes sin levadura, la fiesta de las semanas y la fiesta de los tabernáculos (2 Crón. 8: 13), las tres importantes fiestas anuales a las que debían asistir en Jerusalén todos los hebreos varones del país (Exo. 23: 14-17; Deut. 16: 16).
Ofrecía Salomón.
Algunos han supuesto que este versículo indica que Salomón oficiaba como sacerdote tres veces al año cuando ofrecía sacrificios y quemaba incienso; pero no hay nada en la Biblia que justifique esta opinión. Del hombre que traía un sacrificio se dice que lo ofrecía (Lev. 2: 1; 3: 1, 3, 7, 9, 14). En relación con los sacrificios ofrecidos después de la dedicación del templo, se añade que "los sacerdotes desempeñaban su ministerio" (2 Crón. 7: 5, 6). En tales ceremonias quizá Salomón no fue más allá que cualquiera 776 del pueblo común al ofrecer incienso o sacrificio, permitiendo que los sacerdotes realizaran las funciones que les eran privativas (Lev. 1:7, 8, 11; 2: 2, 9, 16; 3: 11, 16; 10: 1, 2; Núm.16:1-7, 17-40; etc.).
26.
Ezión-geber.
Este lugar, situado en el extremo norte del golfo de Akaba, era un puerto marítimo de Edom en uno de los brazos del golfo Arábigo. Los israelitas acamparon cerca de allí en sus andanzas por el desierto (Núm. 33: 35; Deut. 2: . El sitio que ahora se halla a unos 450 m del mar era Ezión- geber o un suburbio y centro comercial relacionado con él. Se desenterró un edificio que primero se identificó como una fundición pero después como un depósito fortificado. En ese sitio también se encontraron varios artefactos de cobre (ver com. Deut. 8: 9). Es indudable que Salomón dominaba la ruta comercial terrestre de Palestina a Arabia y la ruta marítima a Ofir. El anhelo de dominar esas rutas quizá fue una de las causas principales de contiendas entre Israel y Edom. Saúl luchó contra Edom (1 Sam. 14: 47) y David ubicó allí guarniciones (2 Sam. 8: 14; 1 Crón. 18: 13). "Josafat había hecho naves de Tarsis, las cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en Ezión-geber" (1 Rey. 22: 48). En los días de Joram, Edom se sublevó contra Judá y tuvo su propio rey (2 Rey. 8: 20). Amasías luchó con éxito contra Edom (2 Rey. 14: 7), y su hijo Azarías reedificó "a Elat, y la restituyó a Judá" (2 Rey. 14: 22).
Elot.
A veces se escribe Elat. Un lugar del golfo de Akaba cerca de Ezión-geber. El nombre sobrevive en Eilat, ciudad moderna cercana a este lugar.
27.
Envió Hiram.
Los hebreos no eran un pueblo de navegantes marítimos. Por eso Salomón empleó marineros fenicios, así como los egipcios empleaban marineros de Biblos en sus diversas empresas comerciales en la zona del mar Rojo.
28.
Ofír.
Hoy se tiene por segura la identificación de Ofir con Punt. Se ubica aproximadamente a Punt en lo que ahora se conoce como Somalia, en la costa noreste del Africa. Además de oro, también se traían de allí madera de sándalo y piedras preciosas (cap. 10: 11), y también probablemente plata, marfil, monos y pavos reales (cap. 10: 22). Hay un registro de que la reina egipcia Hatshepsut envió una expedición a Punt para traer árboles de mirra para su templo. Los navíos de la reina egipcia también trajeron de allí ébano, marfil, oro, canela, pieles de panteras, monos y mandriles.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
2 PR 55
15-19 PR 52
16 PR 37
26, 28 FE 501; PR 52
CAPÍTULO 10
1 La reina de Sabá admira la sabiduría de Salomón. 14 El oro de Salomón. 16 Sus escudos de oro. 18 El trono de marfil. 2l Sus vasos. 24 Sus presentes. 26 Sus carros y caballos. 28 Su tributo.
1 OYENDO la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.
2 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.
3 Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.
4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.
6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; 777
7 pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.
8 Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.
9 Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.
10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón.
11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de sándalo, y piedras preciosas.
12 Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.
13 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.
14 El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro;
15 sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.
16 Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido; seiscientos siclos de oro gastó en cada escudo.
17 Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano.
18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.
19 Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.
20 Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante.
21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada.
22 Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.
24 Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.
26 Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén.
27 E hizo el rey que en Jerusalén la plata llegara a ser como piedras, y los cedros como cabrahigos de la Sefela en abundancia.
28 Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos.
29 Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.
1.
La reina de Sabá.
Ha habido opiniones muy dispares en cuanto al país donde gobernaba esta reina. Se ha supuesto que ese país podría haber estado en Arabia o Etiopía. La expresión "reina del Sur", aplicada a la reina de Sabá en Mat. 12: 42, podría corresponder igualmente bien con una reina de Arabia o de Etiopía. Los resultados de algunas investigaciones arqueológicas de la Arabia meridional tienden a identificar a la reina con ese territorio, y su capital con Marib, en el Yemen. La Sabá arábiga era un país que producía bastantes especias, y muchos se han inclinado a creer que ése fue el país de Sabá cuya reina visitó a Salomón (ver t. I, págs. 138, 286, 287).
2.
Especias.
Las especias de Arabia han sido famosas por mucho tiempo. En Eze. 27: 22 se menciona a Sabá cuando comerciaba 778 con Tiro empleando "especiería", piedras preciosas y oro.
3.
Todas sus preguntas.
Sin duda preguntas que atañían a diversos aspectos del saber. A esas preguntas Salomón dio respuestas útiles e inteligentes que orientaron a la reina hacia la verdadera fuente de la sabiduría y prosperidad del rey.
5.
Holocaustos.
Quizá presenció la reina alguno de estos sacrificios en los que se empleaba un número prodigioso de animales.
9.
Jehová . . . sea bendito.
Después de que la reina de Sabá fue testigo de la sabiduría y de las obras de Salomón, contestó no con palabras que mostraran un mero aprecio formal por la hospitalidad que se le había ofrecido, sino con expresiones que revelaban que había quedado profundamente conmovida. En su respuesta tan sólo se refirió superficialmente a toda la magnificencia externa y a la evidencia de prosperidad mundanal, y puso énfasis principalmente en ensalzar al Dios de Salomón que le había dado sabiduría, prosperidad y una fama que se había difundido por todo el mundo. En vez de ensalzar al instrumento humano, con justicia dio la gloria a Dios. Su visita puede haber significado su conversión. Hay razones para creer que la reina estará entre los redimidos en el reino de Dios (Mat. 12: 42). El propósito divino era que muchas conversiones tales resultaran del proceder de Israel entre los pueblos de la tierra. De aquí y de allá, por todas las naciones, la gente iría a Israel para conocer al Dios de los israelitas. Así debía esparcirse la luz entre todas las naciones.
10.
Dio ella.
Los bienes materiales que la reina de Sabá dio a Salomón fueron una recompensa pequeña por los bienes espirituales que ella había recibido. Dio oro, piedras preciosas y fragantes especias, pero en cambio recibió tesoros celestiales que sobrepujan el valor humano.
11.
Oro de Ofir.
En el pasaje del cap. 9: 28 se menciona que se traía oro de Ofir, y en el cap. 10: 1-10 se narra la visita de la reina de Sabá. Ahora, en el vers. 11, otra vez se habla del oro de Ofir. Probablemente este orden de la presentación tiene algún significado. El mismo orden se encuentra en 2 Crón. 8: 18; 9: 1-10. Parece que hubiera alguna relación entre el oro de Ofir traído por los siervos de Hiram y de Salomón y el oro traído por la reina de Sabá. Probablemente el comercio de Salomón con Ofir hizo que la reina supiera de la sabiduría y riqueza del rey de Israel, y como resultado hizo su visita a Jerusalén.
12.
Balaustres.
Heb. mis'ad, literalmente "soportes". En el pasaje paralelo de 2 Crón. 9: 11 se usa la palabra hebrea mesilloth, traducida como "gradas" en la RVR y "entarimados" en la BJ. La palabra mesilloth se traduce "camino" en Juec. 20: 31; 1 Sam. 6: 12; Isa. 40: 3. Este significado no corresponde con 2 Crón. 9: 11, por lo que es probable que esa palabra corresponda allí con el vocablo mis'ad, como en Reyes.
13.
Todo lo que ella quiso.
La costumbre oriental era no sólo desear regalos, sino pedirlos. Las Cartas de Amarna dicen mucho en cuanto a intercambio de regalos entre las casas reales, y se mencionan allí muchos pedidos de regalos, tales como marfil, ébano, carros, caballos y oro. Salomón no sólo recibió sino que también dio. La reina de Sabá volvió con más de lo que había dado, pues además de los regalos materiales, volvió con algo que es de valor infinito: un conocimiento del verdadero Dios.
14.
El peso del oro.
La suma que se presenta como el ingreso anual de Salomón, 666 talentos de oro, es una cifra enorme. Si se computa el talento a 34,2 kg, sería tan total de 22.777 kg de oro por año. Esto es más que el ingreso que recibía Persia de sus 20 satrapías, que llegaba a 14.560 talentos de plata al año. Sin embargo, debe advertirse que estas cifras nada nos dicen en cuanto al verdadero valor adquisitivo que ese ingreso representaba en los tiempos antiguos.
15.
Mercaderes.
El ingreso de Salomón no sólo consistía en los impuestos directos procedentes de los Estados tributarios y en los impuestos que pagaban sus súbditos, sino también en las grandes ganancias de sus vastas empresas comerciales y en tributos impuestos al Comercio internacional.
16.
Escudos grandes.
O broqueles que cubrían el largo del cuerpo. Los que mandó hacer el rey Salomón pueden haber servido para exhibirlos o tal vez para su guardia personal. En los países del Cercano Oriente se usaba el oro con profusión, como puede verse por los carros dorados y los ataúdes de Egipto.
17.
Escudos de oro batido.
Más pequeños que los del vers. 16, y eran probablemente redondos. Puesto que había 200 escudos 779 grandes y 300 más pequeños, en total serían 500. La guardia personal de David constaba de 600 hombres (2 Sam. 15: 18). Quizá la de Salomón constaba de 500 que usaban los escudos de oro para algunas ceremonias, y en otras oportunidades para adornar las paredes de la imponente "casa del bosque del Líbano". Habrá sido todo un espectáculo ver un cuerpo de soldados provistos con escudos de oro resplandeciente y marchando delante de su rey.
18.
Trono de marfil.
Quizá el trono mismo era de madera, y el marfil -reducido a delgadas planchas, y cincelado siguiendo diseños ornamentales con incrustaciones de oro- era aplicado por afuera como una placa exterior. En Palestina -tanto en Samaria como en Meguido- se han encontrado notables ejemplares de esta clase de trabajo. Quizá en los "palacios de marfil" de Sal. 45: 8 y en las "casas de marfil" de Amós 3: 15 se empleaban las mismas clases de ornamentos.
19.
Seis gradas.
Sin duda el trono mismo estaba en una plataforma alta a la que se subía por seis gradas, evidentemente para hacerlo resaltar desde una posición dominante.
La parte alta era redonda por el respaldo.
Redondo, Heb. 'agol, voz que se confunde fácilmente con 'égel, becerro; en tal caso se traduciría "una cabeza de becerro en el respaldo". La LXX dice: "Y becerros en alto relieve detrás del trono", lo que muestra que los traductores confundieron ambos términos.
20.
Doce leones.
Por lo general, las entradas a los palacios asirios estaban adornadas con grandes toros alados a cada lado de la entrada. En otros países ese adorno consistía en leones. En el caso del trono de Salomón, había un león a cada lado de cada una de las seis gradas lo que daba un aspecto imponente al conjunto. Quizá los 12 leones eran emblemas de las 12 tribus.
En ningún otro.
La gran altura indicada por las seis gradas, la doble hilera de leones a los costados y el profuso empleo de marfil y oro deben haber dado como resultado un trono de grandeza sin par.
21.
Vasos de beber.
Copas, tazones y platos de oro no eran raros en las cortes del Cercano Oriente. Sin embargo, un sorbo de agua es tan dulce y refrescante si se lo toma de un vaso de barro como de un vaso de oro ricamente cincelado.
De plata.
Según el vers. 27, Salomón hizo que "la plata llegara a ser como piedras". Era tan abundante, que para una corte tan esplendorosa como la de Salomón no se usaba plata ni aun para los utensilios más comunes.
22.
Tarsis.
En cuanto a este nombre y su presencia en la enumeración de los descendientes de Javán, y su aplicación a Tartesos en España, ver com. Gén. 10: 4. Tal vez Tartesos era el lugar hacia el cual pretendió viajar Jonás saliendo de Jope (Jon. 1: 3). Sin embargo, Tarsis -que significa "lugar de fundición"- tal vez era el nombre de varios lugares que podían estar en Cerdeña o Túnez, que proporcionaban metales a los navíos tirios (Isa. 23: 1, 6, 14; Eze. 27: 12, 25).
Las "naves de Tarsis", que antes se creía que eran navíos suficientemente grandes como para navegar hasta España, se interpretan ahora como una "flota de la refinería". La flota de Salomón no podía ir de Ezión-geber al Mediterráneo, pero tal vez sí a Ofir (ver com. cap. 9: 26-28).
Una vez cada tres años.
Estas "naves de Tarsis", que operaban con la ayuda de Hiram de Tiro, parecen haber tenido su base en Ezión-geber (cap. 9: 26). De allí podrían haber viajado a lejanos puertos del Africa, la India, quizá aun de la China. Así resultaría razonable un viaje de tres años con frecuentes escalas en diversos puertos. Sin embargo, se afirma explícitamente que los barcos de Salomón iban a Tarsis (2 Crón. 9: 2 l); Josafat y Ocozías construyeron naves en "Ezión-geber" para "que fuesen a Tarsis" (2 Crón. 20: 36).
Puesto que una flota que saliera de Ezióngeber, en el golfo de Akaba, difícilmente podía haber ido a España, y siendo que el cargamento incluía "monos y pavos reales", algunos han sostenido que era una Tarsis del Africa, quizá en Ofir o Punt, en Somalia.
23.
Excedía . . . a todos los reyes.
Esto concordaba con la promesa de Dios a Salomón (1 Rey. 3: 13) y a Israel, bajo la condición de su fidelidad (Deut. 28: 1, 13). En el tiempo de Salomón estaban en decadencia algunos imperios como Asiria, Babilonia y Egipto, de modo que fue literalmente cierto que el reino de Salomón ocuparía el primer lugar en sabiduría, riqueza y esplendor.
24.
La tierra procuraba.
El propósito de Dios era que Israel fuera exaltado "sobre todas las naciones de la tierra" y que estuviera "encima solamente, y no... debajo" (Deut. 28:1, 13); 780 pero el hijo de Dios debe buscar primero el reino de Dios (Mat. 6: 33; Luc. 12: 31). La sabiduría más excelsa del mundo es la de Dios, y es el fundamento de toda otra sabiduría; es el secreto para hallar las mayores bendiciones y los mayores tesoros de la tierra. El propósito de Dios se cumplía en el encumbramiento de Israel. Las naciones que procuraban ver a Salomón debían oír del Dios de Salomón y recibir una invitación para aceptar la religión de Jehová. Esas relaciones y una actividad misionera agresiva debían evangelizar gradualmente al mundo.
Que Dios había puesto.
La sabiduría de Salomón, que toda la tierra acudía para oír, provenía de Dios y conducía a Dios. En esta sabiduría más elevada radicaba el secreto de la verdadera fortaleza y gloria del reino de Israel.
25.
Sus presentes.
Este versículo indica claramente la naturaleza del extenso reino de Salomón. Consistía en un grupo de Estados tributarios, unidos, pero sin cohesión, que rendían vasallaje al reino predominante de Israel y le pagaban tributo. Tal era la naturaleza de muchos imperios orientales antiguos. Muchos de los Estados que pagaban tributo a Israel sin duda habían pagado tributo a otras grandes naciones vecinas.
26.
Carros y gente de a caballo.
Ver com. cap. 4: 26. La reunión de carros y gente de a caballo es una señal de un triunfo bélico y la extensión del imperio por la fuerza. La acumulación de caballos violaba expresamente el propósito de Dios, quien ordenó que el futuro rey de Israel no debía aumentar "para sí caballos" (Deut. 17: 16). Las ganancias obtenidas de esa manera a la larga tan sólo resultarían pérdidas. Salomón no se dio cuenta de esto. Ya se hallaba en una encrucijada vital del camino. Delante de él estaba la senda de la obediencia, que conduciría a una paz y a una gloria permanentes, y el sendero de la desobediencia, que llevaría a las dificultades, la opresión y la vergüenza.
Ciudades de los carros.
Quizá estas ciudades eran a manera de puestos militares para mantener en sujeción a los pueblos. Se han desenterrado establos en Meguido, que casi seguramente eran de Acab (ver com. cap. 9: 15).
27.
Como piedras.
Abundaban la plata y los cedros, pero era escasa la piedad. Los que multiplican el oro, multiplican los dolores y las dificultades. Los que multiplican el verdadero amor tienen riquezas de paz y contentamiento que jamás puede comprar ninguna cantidad de oro (Prov. 16: 8, 16).
28.
Lienzos.
Heb. miqweh. Palabra traducida de diversas maneras: como "reunión" (Gén. l: 10), "estanques" (Exo. 7: 19), "donde se recogen" (Lev. 11: 36), "esperanza" (Esd. 10: 2; Jer. 14: 8; 17: 13; 50: 7). Aquí se sabe definidamente que es un nombre propio, y por lo tanto se debería transliterar en vez de traducir. Por ejemplo, la LXX da miqweh como "de Thekoue". La Vulgata dice "de Coa", que se ha identificado con un antiguo nombre de Cilicia. Además se ha sugerido que la palabra hebrea mitsrayim, "Egipto", debería leerse mutsri, "Musri", conocida más tarde como Capadocia, región próxima a Cilicia, en Anatolia (Asia Menor). Coa (Kue) y Musri aparecen juntas en la famosa inscripción del monolito de Salmanasar III, y por separado, en otros documentos asirios. En las Cartas de Amarna y en diversos textos asirios se menciona a Musri por sus famosos criaderos de caballos. Los hititas hasta habían publicado un texto sobre este tema. El conocimiento de la forma de criar caballos se propagó desde Anatolia a Siria, donde sin tratado ugarítico de veterinaria, del siglo XIV, trata del asunto.
Por lo tanto, el vers. 28 podría traducirse: "Y la exportación de caballos de Salomón [procedía] de Musri [Capadocia] y de Kue [Cilicia]; los mercaderes del rey los conseguían de Kue a un precio".
El vers. 28 aparece así en la BJ: "Los caballos de Salomón procedían de Musur [Capadocia] y de Cilicia". La nota de pie de página añade: "de Egipto". Se advertirá que no figura la palabra "lienzos" y que la traducción de la BJ, en su esencia, concuerda con la del párrafo anterior.
Hasta donde sepamos, los egipcios no criaban caballos para exportar. Sin embargo, parece haber un consenso general de que mitsrayim, Egipto, es lo que realmente dice en el vers. 29 (ver com. Gén. 10: 6). Egipto fue importante por exportar carros pero no caballos. De manera que, como una de sus empresas comerciales, pareciera que Salomón sacaba buen provecho con su negocio de caballos de Cilicia y carros de Egipto.
El comercio es una ocupación honorable y proporciona muchas ganancias justas y que valen la pena; pero también ocasiona muchas 781 tentaciones y, con frecuiencia, significa un camino rápido a la ruina. Cuanto más se interesaban los hijos de Israel en ganancias mundanales, tanto más se apartaban de Dios. La ambición ocupó el lugar de la misericordia, y se prestó atención a intereses egoístas antes que a los intereses de todos. La nación no podía perdurar sobre ese fundamento. La gente imitó al rey descendiendo por una senda de egoísmo e insensatez, y aunque con frecuencia fue reprochada por los profetas, persistió en una conducta que sólo podía terminar en la ruina.
29.
Heteos.
"Hititas" (BJ). En el tiempo de Salomón, el que una vez había sido el gran imperio hitita se había desintegrado y solo quedaban fragmentos: una cantidad de pequeños Estados hititas (o heteos) en el norte de Siria. Tanto los hititas como los egipcios usaban con profusión caballos y carros, por lo que había un activo intercambio de carros egipcios y caballos de Anatolia. Salomón estaba ventajosamente ubicado para servir como intermediario en este comercio internacional. En cuanto al interés de los habitantes de Anatolia en criar y preparar caballos, ver com. vers. 28. Existen registros de tributos pagados por los egipcios, en caballos, a Sargón y a Asurbanipal.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1, 2 PR 48
3-9 PR 49
11 Ed 45; PR 52; 7T 217
22 Ed 45; 7T 217
26 PR 40
CAPÍTULO 11
1 Las mujeres y concubinas de Salomón. 4 Lo inducen a idolatría en su edad avanzada. 9 Dios lo amenaza. 14 Los adversarios de Salomón eran Hadad, quien es recibido en Egipto, 23 Rezón, quien reinaba en Damasco, 26 y Jeroboam, contra quien profetizó Ahías. 41 Las obras de Salomón, su reinado y su muerte: Roboam asciende al trono.
1 PERO el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas;
2 gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor.
3 Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón.
4 Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.
5 Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas.
6 E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre.
7 Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón.
8 Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.
9 Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces,
10 y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová.
11 Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo.
12 Sin embargo, no lo haré en tus días, por 782 amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo.
13 Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.
14 Y Jehová suscitó un adversario a Salomón: Hadad edomita, de sangre real, el cual estaba en Edom.
15 Porque cuando David estaba en Edom, y subió Joab el general del ejército a enterrar los muertos, y mató a todos los varones de Edom
16 (porque seis meses habitó allí Joab, y todo Israel, hasta que hubo acabado con todo el sexo masculino en Edom),
17 Hadad huyó, y con él algunos varones edomitas de los siervos de su padre, y se fue a Egipto; era entonces Hadad muchacho pequeño.
18 Y se levantaron de Madián, y vinieron a Parán; y tomando consigo hombres de Parán, vinieron a Egipto, a Faraón rey de Egipto, el cual les dio casa y les señaló alimentos, y aun les dio tierra.
19 Y halló Hadad gran favor delante de Faraón, el cual le dio por mujer la hermana de su esposa, la hermana de la reina Tahpenes.
20 Y la hermana de Tahpenes le dio a luz su hijo Genubat, al cual destetó Tahpenes en casa de Faraón; y estaba Genubat en casa de Faraón entre los hijos de Faraón.
21 Y oyendo Hadad en Egipto que David había dormido con sus padres, y que era muerto Joab general del ejército, Hadad dijo a Faraón: Déjame ir a mi tierra.
22 Faraón le respondió: ¿Por qué? ¿Qué te falta conmigo, que procuras irte a tu tierra? Él respondió: Nada; con todo, te ruego que me dejes ir.
23 Dios también levantó por adversario contra Salomón a Rezón hijo de Eliada, el cual había huido de su amo Hadad-ezer, rey de Soba.
24 Y había juntado gente contra él, y se había hecho capitán de una compañía, cuando David deshizo a los de Soba. Después fueron a Damasco y habitaron allí, y le hicieron rey en Damasco.
25 Y fue adversario de Israel todos los días de Salomón; y fue otro mal con el de Hadad, porque aborreció a Israel, y reinó sobre Siria.
26 También Jeroboam hijo de Nabat, efrateo de Sereda, siervo de Salomón, cuya madre se llamaba Zerúa, la cual era viuda, alzó su mano contra el rey.
27 La causa por la cual éste alzó su mano contra el rey fue esta: Salomón, edificando a Milo, cerró el portillo de la ciudad de David su padre.
28 Y este varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José.
29 Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo.
30 Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos,
31 y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus;
32 y él tendrá una tribu por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel;
33 por cuanto me han dejado, y han adorado a Astoret diosa de los sidonios, a Quemos dios de Moab, y a Moloc dios de los hijos de Amón; y no han andado en mis caminos para hacer lo recto delante de mis ojos, y mis estatutos y mis decretos, como hizo David su padre.
34 Pero no quitaré nada del reino de sus manos, sino que lo retendré por rey todos los días de su vida, por amor a David mi siervo, al cual yo elegí, y quien guardó mis mandamientos y mis estatutos.
35 Pero quitaré el reino de la mano de su hijo, y lo daré a ti, las diez tribus.
36 Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi nombre.
37 Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas las cosas que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel.
38 Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieras en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a 783 David, y yo te entregaré a Israel.
39 Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, mas no para siempre.
40 Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, a Sisac rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de Salomón.
41 Los demás hechos de Salomón, y todo lo que hizo, y su sabiduría, ¿no está escrito
en el libro de los hechos de Salomón?
42 Los días que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fueron cuarenta años.
43 Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar Roboam su hijo.
l.
Muchas mujeres extranjeras.
Hasta aquí, en la descripción de la riqueza y la gloria de Salomón, han aparecido muchas indicaciones de debilidad moral. La excesiva acumulación de plata y oro y la multiplicación de caballos eran una violación de las amonestaciones dadas por Moisés (Deut. 17: 16, 17). Estas faltas de Salomón no se han mencionado específicamente como tales. Sencillamente se presentan los hechos como hechos a fin de que el lector los interprete como pruebas de éxito y gloria, o como advertencias de dificultades venideras. Pero en lo que atañe a la multiplicidad de esposas, los excesos de Salomón fueron tan resaltantes que se llama específicamente la atención a estos descarríos del monarca. Moisés menciona la poligamia en el mismo contexto de la acumulación de caballos y plata y oro (Deut. 17: 16, 17). Aunque la defección de Salomón claramente se atribuye a las "mujeres extranjeras", no se debe pasar por alto el papel desempeñado por otros factores que provocaron su caída.
2.
De las cuales.
El Señor había dado instrucciones explícitas para que no se establecieran vínculos matrimoniales con los pueblos de la tierra (Exo. 34: 11-16; Deut. 7: 1-4). Salomón, que debiera haber dado el mejor ejemplo de obediencia a esta orden y que tendría que haber hecho respetar la ley, se convirtió en su más descarado infractor. Un hombre que había sido el más sabio de todos, llegó a ser también el más necio. Nunca hay sabiduría al ir en contra de una orden explícita del Señor.
3.
Desviaron su corazón.
Esto es exactamente lo que había dicho el Señor que resultaría por las uniones matrimoniales con extranjeros (Exo. 34: 16; Deut. 7: 4). Salomón conocía esta instrucción y no había excusa para la violación de ese explícito mandato.
4.
No era perfecto.
Fue una lástima que un hombre que había comenzado tan bien en su juventud diera un espectáculo tan triste en sus últimos años. El que había sido amo de hombres, ahora se convertía en esclavo de sus propias pasiones. Sin duda Salomón conservó las formas externas de su religión, pero estaba lejos de ser perfecto a la vista de Dios.
5.
Astoret.
"Astarté" (BJ). La diosa del amor y de la fertilidad, cuyo culto se caracterizaba por expresiones de sensualidad e impureza.
Milcom.
Dios principal de los amonitas.
Abominable.
El culto de esos dioses de la región implicaba ritos demasiado horribles para ser mencionados. Tan monstruosos eran los crímenes cometidos en honor de esos dioses, que el Señor ordenó que los pueblos oriundos de Canaán -que rendían culto a esas deidades- fueran destruidos completamente (Deut. 7: 2-5).
7.
Un lugar alto.
No sólo permitió Salomón que su corazón fuera descarriado yendo en pos de esos dioses paganos, sino que llegó al punto de establecer centros para su culto. Cegado por la belleza de sus esposas paganas, fue inducido a unirse con ellas en el culto de sus ídolos.
El monte.
El monte de los Olivos, donde se levantaron muchos y bellos edificios como santuarios idolátricos (PR 40).
Moloc.
Probablemente en este versículo debe ser "Milcom", que aparece en el vers. 5 como "idolo abominable de los amonitas". Al eliminarse la m final se podría cambiar Milcom en Moloc. Son nombres casi idénticos (mlkm y mlk) en la escritura hebrea son vocales, puesto que los puntos que indican vocales se añadieron mucho después de los tiempos bíblicos. Hay otra razón para relacionar el lugar alto del Milcom de este versículo con el lugar alto de Quemos que estaba "delante" (al este) de Jerusalén. Allí era donde estaba Milcom, mientras que el lugar de los sacrificios humanos a Moloc estaba en el valle de Hinom (2 Rey. 23: 13, 10).
9.
Se enojó.
El joven que comenzó la vida en forma tan promisoria, a quien el Señor había 784 favorecido tanto y a quien había honrado con manifestaciones de su presencia, se descarrió tanto en su vida posterior que el Señor se enojó con él y le retiró su bendición.
11.
Romperé de ti el reino.
Salomón había pecado gravemente, pero Dios se dignó hablarle. El mensaje fue diferente del que recibió en los días de su juventud e inocencia. Entonces el Señor se le apareció con una promesa de bendición; esta vez fue con una severa advertencia de los males que debía acarrear esa desobediencia. Perdería el reino que había sido dado a su padre.
12.
Por amor a David.
El Señor recuerda a los suyos, y por amor a ellos extiende su misericordia a algunos cuya vergonzosa conducta no la merece. Dios es "misericordioso y clemente; . . . lento para la ira, y grande en misericordia" (Sal. 103: . En la ira se acuerda de la misericordia. Por amor a David fue postergado el castigo.
13.
Una tribu.
A no ser por David todo el reino hubiera sido quitado del hijo de Salomón. Tal como fueron las cosas, sólo la tribu de Judá (cap. 12: 20) quedó para la casa de David. Benjamín y Leví (2 Crón. 11: 12, 13) debían estar con Judá, y se incluyeron con esta tribu para formar una nación.
14.
Un adversario.
El autor de Reyes presenta ahora las diversas dificultades del reinado de Salomón. No se debe pensar que fueron reservadas únicamente para los últimos años de su vida, pues a medida que Salomón se hundía en el pecado aumentaban sus dificultades. La presencia continua de Dios no puede quedar para siempre con los que desprecian su gracia. Un rechazo obstinado de la misericordia y del amor del Señor hace que al fin Dios retraiga su gracia y su brazo protector. El resultado es que interviene el maligno para desgarrar y destruir. La aflicción y las calamidades provienen de Satanás. En las calamidades que le sobrevinieron, Salomón tuvo la oportunidad de ver la verdadera naturaleza de aquel que había elegido obedecer.
Hadad.
Un nombre semítico común. Aparece en la lista de reyes edomitas de Gén. 36: 31-39, y también se encuentra como parte del nombre de los reyes sirios "Ben-adad" (1 Rey. 15: 18; Jer. 49: 27) y "Hadad-ezer" (2 Sam. 8: 3-6).
15.
En Edom.
Tenemos aquí una valiosa indicación histórica. David había vencido a Edom (2 Sam. 8: 14; 1 Crón. 18: 12, 13), pero poco se sabe de la campaña, que debe haber incluido muchos detalles interesantes. Este relato de las adversidades de Salomón saca a relucir una narración que, de lo contrario, podría no haberse preservado. Es evidente que David intentó raer esta raza odiada del sur (1 Rey. 11: 15, 16). El resultado fue que algunos siervos huyeron a Egipto con Hadad, el joven príncipe. No se sabe quién era el rey egipcio que concedió asilo a Hadad, pues éste fue un período de gran incertidumbre e intranquilidad en Egipto. Pero recibir al exiliado real era tanto una adecuada costumbre oriental como una excelente política, como sucedió en el caso de Jeroboam (1 Rey. 11: 40). A la muerte de David, Hadad volvió a Edom para ser una espina en la carne de Salomón. Relatos como éste permiten conocer mejor la política internacional de ese tiempo.
23.
Rezón.
David había tenido éxito al guerrear contra los reyes sirios (2 Sam. 8: 3-13; 10: 6-19). La derrota de Hadad-ezer, rey de Soba, dejó al país en confusión. como resultado, Rezón -caudillo de una de las bandas armadas- pudo establecerse en Damasco como rey para ser adversario de Salomón. Este es el primer rey de Damasco cuyo nombre se sabe.
26.
Jeroboam.
La primera mención del hombre cuyo nombre llegaría a ser proverbial por su impiedad. De allí en adelante, sistemáticamente los impíos reyes de Israel son comparados con él y sus "pecados con que hizo pecar a Isiael" (1 Rey. 15: 26; cf. 1 Rey. 16: 2, 19, 26; 21: 22; 22: 52; 2 Rey. 3: 3; 10: 29, 31; 13: 2, 6, 11; 14: 24; 15: 9, 18, 24, 28; 17: 21, 22). Era de la tribu de Efraín, que desde antaño sentía irrefrenables celos por Judá, pues el Señor había desechado "la tienda de José, y no escogió la tribu de Efraín, sino que escogió la tribu de Judá" (Sal. 78: 67, 68).
Alzó su mano.
Esta frase significa rebelión (2 Sam. 20: 21).
27.
Edificando a Milo.
Evidentemente Salomón ejecutó su obra en Milo después de haber completado su tarea en el templo y en el palacio (ver 1 Rey. 9: 15, 24). Previamente David había hecho mucho para fortalecer esta zona de la antigua ciudad jebusea capturada por él (2 Sam. 5: 9; 1 Crón. 11: .
28.
Era valiente.
Jeroboarn era activo y hábil, capaz y valeroso para tomar decisiones y 785 para ejecutarlas. Pocas veces hubo tanto en juego al encumbrar a un individuo a un puesto de confianza como cuando Salomón eligió a Jeroboam para un cargo de responsabilidad. Sin duda Salomón miró las características externas del joven sin poder juzgar lo que tenía adentro. Los talentos naturales de Jeroboam para el liderazgo, consagrados a Dios, lo capacitarían para hacer mucho en la causa de la justicia, pero si no fuera así, haría mucho en la causa de la injusticia.
El cargo.
Salomón colocó a Jeroboam como superintendente de todos los que realizaban trabajos forzados en la tribu de Efiaín para la construcción de Milo y la fortificación de la Ciudad de David.
30.
La capa nueva.
El profeta tenía puesta la capa (ver vers. 29). La capa nueva representaba el nuevo reino tan recientemente establecido, pero que estaba por ser despedazado. Los actos simbólicos son frecuentes en la profecía (Jer. 13: 1-11; 19: 1; 27: 2; Eze. 4: 1-4, 9; 12: 3-7; 24: 3-12, 15-24), y eran un medio eficaz para hacer ver claramente y con vigor los mensajes del Señor.
31.
Yo rompo.
Iba a ser despedazada la monarquía unificada, y diez de sus tribus iban a dar su lealtad a un nuevo señor que no era de la casa de David. Es muy cierta la lección que enseña que "el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da" (Dan. 4: 17).
32.
Una tribu.
En tanto que diez tribus iban a seguir a Jeroboam (vers. 31), solo dos irían con la casa de David, pues la "una tribu" de Judá incluía a Benjamín (2 Crón. 11: 12, 13). El reino de Judá también llegó a ser un asilo para los levitas que rehusaron apoyar, la religión apóstata de Jeroboam.
34.
Por amor a David mi siervo.
Esta frase, frecuentemente repetida, aclara la gran misericordia de Dios para con sus hijos.
Guardó mis mandamientos.
Debido a que David fue obediente al Señor, guardando sus mandamientos y estatutos, Dios le concedió grandes favores. Es notable este elogio de David en vista de sus graves errores, como en el caso de Urías heteo (2 Sam. 11) y cuando efectuó el censo de Israel (2 Sam. 24). David se arrepintió sinceramente de ambas faltas, y debido a las disposiciones de la gracia fue aceptado como si nunca hubiera cometido esas infracciones. Finalmente el carácter no se determina por hechos o faltas ocasionales sino por la tendencia habitual de la vida.
36.
Lámpara.
El propósito de Dios es que la senda de los justos sea como "la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Prov. 4: 18). Así debería haber sido en el caso de la luz de David. Nunca debiera haberse apagado sino que debería haber aumentado su brillo en su posteridad (1 Rey. 15: 4; 2 Rey. 8: 19; cf. 2 Sam. 14: 7). Sucedió precisamente lo contrario. Con Roboam disminuyó grandemente el brillo de la luz. Continuó borrosamente a través de los siglos, hasta que al fin vaciló y se apagó cuando el remanente de Judá fue llevado cautivo a Babilonia (2 Rey. 25).
38.
Si prestares oído.
Jeroboam era un joven promisorio. Tenía notables facultades que lo habrían convertido en un poderoso caudillo sumamente influyente para el bien, si hubiese caminado en las sendas del Señor. Dios no es parcial sino que concede sus bendiciones a todos los que le son fieles.
Casa firme.
La promesa era condicional, y no se realizó porque Jeroboam no cumplió la condición. La desobediencia es un fundamento de arena y ninguna casa que se construye sobre ella puede resistir (Mat. 7: 24-27). La dinastía de Jeroboam terminó con su hilo Nadab (1 Rey. 15: 25, 28).
39.
No para siempre.
Dios aflige transitoriamente, no para siempre. Sus misericordias duran para siempre (Sal. 103: 8, 9, 17). Debido al fracaso de los desendientes de David, las promesas hechas al hijo de Isaí iban a hallar su cumplimiento en la casa espiritual de la iglesia del NT y en Cristo, el Hijo de David, Cabeza de la iglesia.
40.
Matar a Jeroboam.
Tuvo que haber buenos motivos para que Salomón reaccionara contra su siervo, pues Jeroboam había alzado "su mano contra el rey" (vers. 26). Las transgresiones premeditadas de Jeroboam que le acarrearon el desagrado del rey no se relatan, pero sin duda Jeroboam fue ambicioso y procuró apropiarse de la corona. Pertenecía a una de las principales tribus. Cuando se hizo la repartición de Palestina, ésta recibió la mejor parte de la tierra en lo que una vez fue su mejor región y su mismo corazón y centro. Los de Efraín eran celosos de su supuesta superioridad Y creían que no se debía tomar ninguna decición importante sin que fueran consultados (Juec. 8: 1; 12: 1 ). Sin duda la ambición y el orgullo de Jeroboam 786 le ocasionaron el desagrado del rey.
Sisac rey de Egipto.
Este es el primer rey de Egipto mencionado por nombre en la Biblia. Fue el primer rey de una dinastía nueva. Se ha identificado a Sisac con el poderoso y hábil Sheshonk I, fundador de la XXII dinastía. Era libio y había sido comandante de tropas mercenarias antes de que se apoderara del trono. Su capital estaba en Bubastis, en el delta. Las naciones antiguas, que no estaban comprometidas por obligaciones de tratados, tenían la costumbre de conceder asilo a los refugiados políticos.
41.
El libro de los hechos.
Los hebreos mantenían un registro oficial de los asuntos de Estado. David tenía un cronista y un escriba (2 Sam. 8, 16, 17; 20: 24, 25) y los anales de su reinado se preservaron en "el registro de las crónicas del rey David" (1 Crón. 27: 24). Los anales de los reyes posteriores de Israel fueron consignados en un volumen conocido como "el libro de las historias de los reyes de Israel" (1 Rey. 14: 19; 15: 31; 22: 39; 2 Rey. 10: 34) y los de Judá, en "las crónicas de los reyes de Judá" (1 Rey. 14: 29; 15: 7, 23; 2 Rey. 8: 23). Otros registros del reinado de Salomón fueron "los libros del profeta Natán", "la profecía de Ahías silonita" y "la profecía del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat" (2 Crón. 9: 29). Del profeta Iddo también había otro libro titulado "el registro de las familias" o ["registro genealógico de los levitas", BJ, 1967] (2 Crón. 12: 15). Los profetas aquí aparecen en el carácter de cronógrafos. El relato, tal como aparece en Reyes, evidentemente es una recopilación tomada de varias fuentes. Se puede depositar plena confianza en la exactitud histórica del material de Reyes, puesto que se basa en fuentes completas, originales y oficiales, y recibió su forma final bajo inspiración divina.
42.
Cuarenta años.
A partir de David, el AT consigna la duración de los reinados de los diversos reyes de Israel y Judá. Josefo dice que el reinado de Salomón duró 80 años (Antigüedades viii. 7. . Esto demuestra que las cifras de Josefo, no siempre dignas de confianza, con frecuencia difieren ampliamente de las cifras bíblicas.
43.
Durmió Salomón con sus padres.
Los vers. 41 a 43 presentan una fórmula oficial que de aquí en adelante se usará al registrar las narraciones de los reyes. Esta fórmula incluye una declaración en cuanto al registro oficial del cual se tomó la narración, declara que el rey durmió con sus padres, nombra el lugar de la sepultura y da el nombre del sucesor (ver 1 Rey, 14: 29, 31; 15: 7, 8, 23, 24; 2 Rey. 8: 23, 24; 12: 19, 21; etc.).
Ciudad de su padre David.
De aquí en adelante, éste fue el lugar acostumbrado para sepultar a los reyes de Judá. En unos pocos casos el entierro fue en un sepulcro privado (ver 2 Rey. 21: 18, 26; 23: 30). En circunstancias especiales el entierro fue en la ciudad de David, pero no en el sepulcro real (ver 2 Crón. 21: 20; 24: 25; 26: 23; 28: 27). Como una demostración de respeto, Joiada el sacerdote fue sepultado en la tumba real (2 Crón. 24: 16). De Ezequías se dice que "lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de los hijos de David" (2 Crón. 32: 33).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-8 FE 498; 2 JT 245; PR 36-43; 6T 250
4 1JT 578
4, 5 PR 40
6-8 PR 297
7 PR 41
9, 10 PR 55
11, 12, 14-28 PR 56
28, 31, 33 PR 64
34, 35 PR 64
43 PR 64 787