verdades eternas

Marcos

Evangelio Según SAN MARCOS
INTRODUCCIÓN
1. Título
Los manuscritos más antiguos que existen simplemente llevan el título "Según Marcos". Más tarde, a medida que el término "Evangelio" comenzó a aplicarse a la historia de la vida y el ministerio de Jesús, se incorporó al título de este libro. El título "El Evangelio Según San Marcos" sólo aparece en manuscritos posteriores.
2. Autor
El testimonio constante y unánime de la tradición cristiana señala a Juan Marcos como el autor de este Evangelio. El nombre Marcos deriva del latín Marcus, y es a la vez su apellido (Hech. 12: 12, 25). Su primer nombre era Juan (Hech. 13: 5, 13), y el nombre de su madre, María (Hech. 12: 12). Era "sobrino de Bernabé" (Col. 4: 10), quien antes había vivido en Chipre (Hech. 4: 36). En el hogar de Marcos, en Jerusalén, parece que estaba el "aposento alto" (HAp 135), en donde por un tiempo, al menos, vivieron algunos de los apóstoles después de la resurrección y ascensión de Jesús (Juan 20: 19; Hech. 1: 13), y en donde se reunían los miembros de la primera iglesia en Jerusalén (Hech. 12: 12). Juan Marcos acompañó a Pablo y a Bernabé en el primer viaje misionero de estos apóstoles (Hech. 13: 5,13); en un viaje posterior Marcos acompañó a Bernabé a la isla de Chipre (Hech. 15: 36-39). Parece que Marcos trabajó más tarde bajo la dirección de Pedro y de Pablo (1 Ped. 5: 13; Col. 4: 10; 2 Tim. 4: 11). El hecho de que este Evangelio lleve el nombre de una persona tan poco destacada como Marcos, es una evidencia indirecta de su autenticidad y de que él es el verdadero autor. Si este Evangelio fuera una falsificación, sin duda se le habría adjudicado el nombre de una persona mejor conocida, que hubiera estado asociada personalmente con Jesús, como el apóstol Pedro. No hay una razón válida para dudar ni de la autenticidad del libro ni de que Marcos es su autor. Papías, obispo de Hierápolis, distante unos 16 km (10 millas) de Colosas y unos 10 km (6 millas) de Laodicea, en Asia Menor, fue el primer escritor que se sepa haya afirmado que Marcos era el autor de este Evangelio. En su obra Interpretaciones, según la cita Eusebio (Historia eclesiástica iii. 39. 15), dice así:
"Decía aquel presbítero [muy probablemente el presbítero Juan], refiere Papías, que Marcos, intérprete de Pedro, escribía totalmente con diligencia cuantas cosas encomendaba a la memoria; pero que sin embargo no exponía ordenadamente los dichos y hechos del Señor. Pues él nunca había oído ni seguido al Señor, sino que 552 había vivido después con Pedro, como he dicho, el cual predicaba el Evangelio para utilidad de los oyentes, no para tejer una historia de los discursos del Señor. Por ese motivo en nada faltó Marcos, que escribió algunas cosas tal como las sacaba de la memoria. Porque una sola cosa deseaba, a saber, no omitir nada de lo que había oído, ni agregar a ello alguna falsedad".
Esta declaración concuerda con la siguiente referencia de Pedro: "Marcos mi hijo" (1 Ped. 5: 13).
La declaración de Papías se toma generalmente para afirmar que Marcos era el traductor de Pedro cuando éste se dirigía a congregaciones cuyo idioma no hablaba bien, posiblemente en lugares en donde no se hablaba arameo, la lengua nativa de Pedro. En contraste a esto, léase HAp 32-33. Presumiblemente Marcos tradujo tan a menudo la predicación evangélica de Pedro y se familiarizó tanto con ella, que pudo escribir, bajo la inspiración del Espíritu Santo, el Evangelio que lleva su nombre. La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que de los cuatro Evangelios el de Marcos es el primero que se escribió.
Los padres de la iglesia no concuerdan en si Marcos escribió antes o después de la muerte de Pedro (c. 64-66). Ireneo de Lyon afirma (c. 185) que Marcos escribió el Evangelio después de la muerte de Pedro (Contra herejías iii. 1.1); pero Clemente de Alejandría (c. 190) sitúa la escritura de este Evangelio mientras aún vivía Pedro (Eusebio, Historia eclesiástica, vi. 14. 5-7). La segunda afirmación parece concordar más estrechamente con la información que hay actualmente. Pero sea como fuere, la escritura de este Evangelio debe situarse entre los años 55 al 70.
En el Evangelio de Marcos hay muchas declaraciones que evidencian que fue escrito para lectores no judíos. Palabras como kenturíÇn (latín, centurio, "centurión"; cap. 15: 39), spekoulátÇr (latín, spiculator, "verdugo", "vigilante"; cap. 6: 27), sugieren que, aunque redactado en griego, el idioma culto de esa época, fue dirigido a los romanos. Marcos pudo haber usado palabras comunes del griego para referirse a esos funcionarios, y no del latín, pero parece que repetidamente escogió palabras latinas transliteradas al griego porque seguramente eran más familiares para sus lectores. Explica el valor de las monedas (cap. 12: 42), ya que sus lectores evidentemente no estaban familiarizados con tales valores. Explica también la pascua judía (cap. 14: 12) y las costumbres de los fariseos (cap. 7: 3-4). Traduce además varias palabras y expresiones arameas (cap. 5: 41; 7: 34; 15: 34). Ninguna de estas explicaciones habría sido necesaria para lectores de Palestina. Pero al mismo tiempo el escritor era obviamente un judío que conocía el arameo y estaba familiarizado con el AT, el cual cita, sin embargo, de la LXX.
3. Marco histórico.
Para un breve bosquejo del fondo histórico de la vida y la misión de Jesús, ver p. 266; y para una más amplia discusión de varios detalles, ver pp. 42-68.
4.Tema.
Marcos es el más corto de los cuatro Evangelios; sin embargo, en muchos aspectos es el más ágil y vigoroso de todos. Aunque sólo tiene dos tercios de la extensión de Mateo, registra la mayor parte de los incidentes que menciona éste. Su estilo es terso, fuerte, incisivo, vívido, pintoresco, y a menudo da detalles significativos que no mencionan los otros evangelistas.
Marcos da énfasis a Jesús como un Hombre de acción, mientras que Mateo lo presenta como un Maestro. Por lo tanto, Marcos registra casi todos los milagros que mencionan los otros Evangelios sinópticos. Una palabra muy característica de Marcos es euthéos (o euthús): "luego" (cap. 1: 10, 18, 20-21, 29); "en seguida", "inmediatamente", "al instante" (cap. 1: 30, 41-42); "al momento" (cap. 4: 16). La utiliza más a menudo que todos los otros evangelistas juntos. (Ver com. cap. 1: 10.) 553
Marcos relata la vida de Cristo mayormente en orden cronológico, y no por tópicos como lo hace Mateo. Su énfasis en los milagros señala claramente su propósito: destacar el supremo poder de Dios, como puede verse en las "maravillas" y "milagros" hechos por Jesús. Este es el objetivo primario de Marcos, así como el de Mateo es señalar que Jesús cumplió todas las predicciones de los profetas del AT. Mateo prueba que Jesús es el Mesías basándose en que es Aquel de quien los profetas dieron testimonio. Marcos prueba que Jesús es el Mesías por el testimonio que da de su poder divino, el cual, presumiblemente, sería más convincente para los lectores a quienes se dirigía: cristianos de origen gentil, posiblemente romanos. Ver pp. 181, 266-269.
5.
Bosquejo.
Un bosquejo completo y cronológico del Evangelio de Marcos aparece en las pp. 186-191, por lo tanto, el que aquí se presenta cubre únicamente las fases más destacadas de la vida y ministerio de Jesús:
I. Preparación para el ministerio, otoño, 27 d. C., 1: 1-13.
II. Ministerio en Galilea, de pascua a pascua, 29-30 d. C., 1: 14 a 7: 23.
A. Primer ministerio en Galilea, 1: 14-34.
B. La primera gira misionera, 1: 35-45.
C. Ministerio en y alrededor de Capernaúm, 2: 1 a 3: 19.
D. La segunda gira misionera, 3: 20 a 5: 43.
E. La tercera gira misionera, 6: 1 a 7: 23.
III. Retiro del ministerio público, primavera a otoño, 30 d. C., 7: 24 a 9: 50.
A. Ministerio en las regiones limítrofes a Galilea, 7: 24 a 8: 10.
B. Vislumbres de la cruz, 8:11 a 9: 50.
IV. Ministerio en Perea, otoño 30 d. C. a primavera 31 d. C., 10: 1-52.
V. Conclusión del ministerio en Jerusalén, pascua, 31 d. C., 11: 1 a 15: 47.
A. Conflictos con los escribas y los fariseos, 11: 1 a 12: 44.
B. Profecía de Jesús en cuanto a la caída de Jerusalén y su segunda venida, 13: 1-37.
C. Arresto y juicio de Jesús, 14:1 a 15: 20.
D. Crucifixión y entierro de Jesús, 15: 21-47.
VI. Resurrección y apariciones de Jesús, 16: 1-20.


CAPÍTULO 1
1 La obra de Juan el Bautista. 9 Cristo es bautizado, 12 es tentado, 14 y comienza a predicar. 16 Llama a Pedro, Andrés, Santiago y Juan. 23 Sana a un endemoniado, 29 a la suegra de Pedro, 32 a muchos enfermos, 40 y limpia al leproso.
1 PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
2 Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.
3 Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.
4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.
5 Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río jordán, confesando sus pecados.
6 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 554
7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.
8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.
9 Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10 Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él.
11 Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.
12 Y luego el Espíritu le impulsó al desierto.
13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.
14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,
15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
16 Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
18 Y dejando luego sus redes, le siguieron. 
19 Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca, que remendaban las redes.
20 Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron.
21 Y entraron en Capernaúm; y los días de reposo,* entrando en la sinagoga, enseñaba.
22 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
23 Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, 
24 diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
25 Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él.
27 Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?
28 Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.
29 Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.
30 Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y en seguida le hablaron de ella.
31 Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía.
32 Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados;
33 y toda la ciudad se agolpó a la puerta.
34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.
35 Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
36 Y le buscó Simón, y los que con él estaban;
37 y hallándole, le dijeron: Todos te buscan.
38 El les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.
39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
40 Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
41 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, Sé limpio.
42 Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio.
43 Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego,
44 y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.
45 Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.


1.
Principio
[Ministerio de Juan el Bautista, Mar. 1:1-8 = Mat. 3: 1-12 = Luc. 3: 1-18. Comentario principal: Mateo y Lucas.] A diferencia de Mateo y Lucas, que narran episodios de los comienzos de la vida de Jesús, Marcos principia el relato de su Evangelio en el momento cuando Jesús empezó su ministerio público. El descenso del Espíritu Santo y el anuncio que hizo Juan de que Jesús era el Mesías señalan inconfundiblemente su bautismo y el comienzo de su ministerio público. Por ende, según Marcos, el Evangelio, la "buena noticia" en cuanto a Jesucristo, principia con el cumplimiento de una profecía del AT relacionada con su bautismo (vers. 2-11).
Evangelio
Gr. euaggélion, "buena noticia". La palabra "evangelio" originalmente se refería a la "buena noticia" de que ciertamente el Mesías había venido a la tierra, como fue predicho por los profetas. Después el término fue aplicado al relato de la vida de Jesús, y posteriormente a los diversos documentos, o Evangelios, en los que está preservado ese registro. Probablemente aquí se usa en su sentido más antiguo.
Jesucristo
Ver com. Mat. 1: 1.
Hijo de Dios
La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la inclusión de estas palabras. Acerca de Jesús como el "Hijo de Dios", ver com. Luc. 1: 35.
2.
Como está escrito
Al destacar a Jesús de Nazaret como el Mesías, Marcos señala la evidencia que confirma el cumplimiento exacto de una profecía del AT. También hizo esto Jesús mismo (Luc. 24: 25, 27, 44) y, en realidad, así procedieron en general los escritores del NT. En la Biblia se presenta el testimonio de una profecía cumplida como una de las pruebas más poderosas de la verdad de la fe cristiana (Isa. 41: 21-23; 44: 7; 46: 9- 10; ver DTG 740). Las citas que presenta Marcos (cap. 1: 2-3) están tomadas de Mal. 3: 1 e Isa. 40: 3, y concuerdan más de cerca con la LXX que con el texto hebreo.
Isaías el profeta
Ver com. Mat. 3: 3. Si bien algunos MSS dicen "los profetas", la evidencia textual (cf. p. 147) tiende a confirmar el texto "Isaías el profeta". La cita es de Malaquías e Isaías. Comparar con la referencia general de Mateo al cumplimiento de "lo que fue dicho por los profetas" (ver com. Mat. 2: 23).
Mensajero
Juan el Bautista fue el mensajero predicho por Isaías y Malaquías. Su mensaje consistía en el anuncio de que había aparecido el Mesías, "el ángel [o 'mensajero'] del pacto" (Mal. 3: 1).
Delante de tu faz
Ver com. Mat. 3: 3. Así también, más tarde Jesús envió a los setenta "delante de él [o 'delante de su faz'] a toda ciudad y lugar adonde él había de ir" (Luc. 10: 1).
3.
Voz
Ver com. Mat. 3: 3; cf. Juan 1: 23.
4.
Arrepentimiento
Ver com. Mat. 3: 2. El bautismo de Juan era un "bautismo de arrepentimiento" porque estaba caracterizado por el arrepentimiento. El acto del bautismo no era garantía de arrepentimiento ni de perdón. Pero el bautismo no era genuino a menos que se caracterizara por esas experiencias.
Perdón
Ver com. Mat. 3: 6.
5.
En el río Jordán
Detalle que sólo presenta Marcos.
7.
Predicaba
El anuncio que presentaba Juan del Mesías era una parte característica y acostumbrada de su predicación.
Encorvado
Palabra que sólo presenta Marcos para destacar la naturaleza servil de ese acto. Ver com. Mat. 3: 11.
Correa
El "calzado" en realidad eran sandalias que más bien protegían la planta del pie (ver com. Mat. 3: 11). La "correa" o "tira" ataba las sandalias al pie.
9.
En aquellos días
[El bautismo, Mar. 1: 9 -11 = Mat. 3: 13-17 = Luc. 3: 21-23ª. Comentario principal : Mateo.] Es decir, en los días del ministerio de Juan.
En el Jordán
Ver com. vers. 5. Marcos se refiere al hecho de que el bautismo fue realizado "en el río Jordán", y que después del bautismo el que había sido bautizado "subía del agua" (vers. 10). Esta es una buena prueba de que el bautismo de Juan era por inmersión.
10.
Luego
Gr. euthús, "inmediatamente", "en seguida" (BJ). Euthús es una palabra favorita de Marcos. Comúnmente se cree que Marcos escribió su Evangelio con la ayuda de Pedro (ver p. 551). Si así fue, esta característica puede reflejar el estilo vigoroso, gráfico y chispeante de predicar de Pedro.
Abrirse
Gr. sjízo, que es un término más vigoroso que el que usan los otros escritores evangélicos, equivalente a "rasgar en dos".
12.
El Espíritu le impulsó
[La tentación, Mar. 1: 12-13 = Mat. 4: 1-11 = Luc. 4: 1-13. Comentario principal: Mateo.]
13.
Con las fieras
Tales como los lobos de Palestina, jabalíes, hienas, chacales y leopardos. Se mencionan estas fieras quizá para hacer resaltar el aislamiento, la soledad y los peligros del desierto.
556
14.
Después que
[Comienzo del ministerio en Galilea. Mar. 1: 14-15 = Mat. 4: 12 = Luc. 4: 14-15. Comentario principal: Mateo.] Ver la Nota Adicional de Luc. 4; los diagramas de la p. 219.
15.
Tiempo
Gr. kairós. Esta palabra se refiere a un tiempo particularmente auspicioso (ver Mat. 13: 30; 16: 3; 21: 34; 26: 18; Luc. 19: 44; Juan 7: 6; Rom. 5: 6; Efe. 1: 10). En este caso se trata de la venida del Mesías y del establecimiento de su reino. El término parece haber sido usado frecuentemente con referencia particular a la venida del Mesías y el fin del mundo (ver Mar. 13: 33; Luc. 21: 8; Efe. 1:10; Apoc. 1: 3). El anuncio de Jesús: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado" era igual al mensaje de Juan (ver Mat. 3: 2). El pueblo lo entendía como una declaración de que el reino mesiánico estaba por establecerse. Para el común de la gente, y sin duda también para Juan, esto implicaba el establecimiento de un reino terrenal para los judíos y el triunfo subsiguiente sobre todos sus enemigos (ver DTG 78). A través de todo el ministerio de Jesús continuó esta mala interpretación, y tan sólo fue corregida en la mente de sus discípulos después de la resurrección (ver Luc. 24:13-32; Hech. 1: 6-7), aunque por medio de sus parábolas repetidas veces Jesús había enseñado que el reino que había venido a establecer era fundamentalmente un reino espiritual (ver com. Mat. 4: 17; 5: 3; cf. cap. 13: 1-52).
El anuncio de Jesús, "el tiempo se ha cumplido", se refería a la profecía de las 70 semanas de Dan. 9: 24-27, cerca de cuyo fin "el Mesías Príncipe" iba a confirmar "el pacto con muchos" y se le quitaría "la vida" (ver DTG 200; CS 373). En los días de Cristo, por lo menos algunos creían que ese período de Daniel estaba terminándose (DTG 23, 25). "Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo" al mundo (Gál. 4: 4). Cuando Jesús comenzó su ministerio, el tiempo estaba maduro para el establecimiento de su reino (DTG 23, 27-28).
16.
Andando
[El llamamiento junto al mar, Mar. 1: 16-20 = Mat. 4: 18-22 = Luc. 5: 1-11. Comentario principal: Lucas.]
Simón
Ver com. cap. 3: 16. Marcos usa el nombre Simón en el cap. 3: 16, cuando narra el hecho de que Jesús dio a Simón el nombre de Pedro, y después, con una excepción (cap. 14: 37), usa el nombre posterior.
17.
Haré que seáis
La transformación de pescadores comunes en pescadores de hombres implicaba un largo y lento proceso de preparación. Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran expertos pescadores, pero ahora debían adquirir nuevas habilidades.
20.
Jornaleros
Zebedeo no fue dejado solo en su trabajo. La aceptación del llamamiento a convertirse en uno de los discípulos de Jesús no significaba que los cuatro hombres de allí en adelante descuidaran sus obligaciones filiales. La presencia de "jornaleros" implica una empresa más bien grande y exitosa. Sólo Marcos registra este interesante detalle de la narración.
21.
Entraron
[El endemoniado de la sinagoga, Mar. 1: 21-28 = Luc. 4: 31-37. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p.221; en cuanto a milagros, pp. 198-203.] Literalmente "entran". Con frecuencia Marcos usa el tiempo presente del verbo para añadir un toque de realidad gráfica a su narración. El plural "entraron" incluye a Jesús y a los cuatro discípulos a quienes había llamado.
Capernaúm
Ver com. Luc. 4: 31.
Los días de reposo
Ver com. Luc. 4: 16, 31. El texto griego dice: kái euthús tóis sábbasin, "e inmediatamente en los sábados". La ágil narración de Marcos podría dar la impresión de que los cuatro discípulos habían terminado de pescar en día sábado. "Inmediatamente" (euthús) aquí sencillamente denota el primer sábado después del episodio narrado en Mar. 1: 16-20.
La sinagoga
Ver una descripción de las sinagogas y sus servicios en las pp. 57-59.
22.
Se admiraban
Ver com. Mat. 4: 13.
Su doctrina
Es decir, "su enseñanza".
Autoridad
Esta característica hace resaltar la enseñanza de Cristo en marcado contraste con la de los escribas, y fue comentada vez tras vez por los que escuchaban a Jesús (cf. Mat. 7: 29; Mar. 1: 27; etc.). En vez de ocuparse de lo que los hombres de siglos pasados habían pensado y escrito, y de presentar eso como una autoridad, habla públicamente como teniendo él mismo autoridad, recibida directamente del Padre. Los escribas tenían costumbre de decir que cierto rabí había dicho así y así; Jesús, en cambio, declaraba "os digo" (Mat. 5: 21-22). Hoy día es cierto, como lo fue entonces, que únicamente la presentación de claras verdades espirituales puede proporcionar curación a las almas enfermas de pecado.
Escribas
Los maestros oficiales de la ley y de la tradición. La mayoría de ellos eran fariseos. 557Esos expositores profesionales de la ley oral y escrita estaban en controversia constante con Jesús (ver Mat. 22: 34-46; 23: 13-14). Frecuentemente hacían gala de minuciosos legalismos con los que procuraban determinar la legitimidad aun de los actos más insignificantes de la vida. Solían explicar las Escrituras en forma tal como para que proyectaran dudas sobre su significado en vez de aclararlo, y se ocupaban de las tradiciones de los padres, que consideraban iguales o superiores a las Escrituras, con lo que invalidaban la ley de Dios (Mar. 7: 9, 13). De ese modo ponían sobre "los hombres" cargas "que no" podían "llevar", pero ni siquiera tocaban una de esas cargas "con un dedo" (Luc. 11: 46; ver p.57; cf. com. Mat. 2: 4).
23.
Espíritu inmundo
Gr. pnéuma akátharton. En los Evangelios esta expresión se usa como sinónimo de daimonion (cf. Mat. 10: 1 con Luc. 9: 1), palabra que indica un espíritu superior a los hombres y que en el NT siempre se aplica a un espíritu malo, un demonio o diablo. En los Evangelios se registran seis casos específicos de posesión demoníaca: (1) El hombre de la sinagoga de Capernaúm (ver com. Mar. 1: 21-28), (2) un hombre no identificado que era mudo y endemoniado (Mat. 9: 32-34), (3) los dos endemoniados de Gadara (ver com. Mar. 5: 1-20), (4) la hija de una mujer cananea (ver com. Mat. 15: 21-28), (5) el hijo de un hombre no identificado (ver com. Mar. 9: 14-29) y (6) María (Mar. 16: 9). Además de estos casos específicos, los Evangelios mencionan con frecuencia que Jesús y sus discípulos sanaban a los que estaban afligidos por malos espíritus. En cuanto a la posesión demoníaca en los tiempos del NT, ver Nota Adicional al final del capítulo.
Dio voces
Esto ocurrió cuando Jesús estaba hablando de su misión de liberar a los que eran esclavos del pecado y de Satanás (ver MC 60; cf. com. Luc. 4: 18). En este caso, una vez más Cristo se encontró frente a frente con el enemigo a quien había derrotado en el desierto de la tentación (DTG 221). Los presentes estaban escuchando con suma atención el mensaje que daba Cristo, y en esta forma Satanás quiso desviar la atención de la gente de la verdad que estaba hallando terreno fértil, por lo menos en algunos corazones.
24.
¿Qué tienes con nosotros?
Literalmente, "¿qué a nosotros y a ti?" Este modismo, típicamente hebreo (ver Juec. 11: 12; 2 Sam. 16: 10), aparece en la LXX virtualmente en la misma forma en que está aquí. Significa, ¿qué tenemos en común? "Posteriormente los endemoniados gadarenos usaron las mismas palabras (Mat. 8: 29; cf. com. Juan 2: 4). Según Mar. 1: 23, 25-26, parece que sólo un espíritu malo se había posesionado del hombre. El pronombre en plural en este versículo quizá aluda a todos los demonios en general, con cuya categoría se identificó este mal espíritu particular.
Jesús
Los demonios que estaban en posesión de seres humanos generalmente confesaban que Jesús era el Hijo de Dios (cap. 3: 11-12; 5: 7). Según Santiago, "también los demonios creen, y tiemblan" (Sant. 2: 19), y su conocimiento de la voluntad y de los propósitos de Dios debe de exceder en mucho al de los hombres.
Destruimos
Sin duda, este demonio anticipaba con terror el gran día del juicio de Dios (ver Eze. 28: 16-19; Mat. 8: 29). Indudablemente, sabía del "fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat. 25: 41), y temía que Cristo estuviera por ejecutar un castigo divino sobre él (ver 2 Ped. 2: 4; Jud. 6).
Santo de Dios
El espíritu malo reconoció en Jesús a Aquel que tenía una estrecha relación con Dios. Otras veces los demonios llamaron a Jesús el "Hijo de Dios" (Mat. 8: 29; Luc. 8: 28), precisamente el título que indujo a los dirigentes judíos a desear matarlo (Juan 5: 17-18) y finalmente a condenarlo (Mat. 26: 63-68; cf. Juan 10: 30-36).
25.
Reprendió
Gr. epitimáo; en el NT, "imputar con una falta", "increpar", "amonestar", "censurar". Aunque, Jesús "reprendió" al espíritu inmundo, sin embargo no lanzó un "juicio de maldición" sobre él (Jud. 9). El reproche parece haberse debido a que el espíritu lo llamaba el Mesías. Bien sabía Jesús que exponer públicamente su mesianismo en ese momento tan sólo despertaría en muchos prejuicios contra él. Además, la turbulenta situación política de Palestina produjo muchos falsos mesías que se propusieron acaudillar a sus compatriotas en una rebelión contra Roma (ver Hech. 5: 36-37; cf. DTG 22, 681), y Jesús procuraba evitar ser considerado como un mesías político en el sentido popular. Esto habría enceguecido a la gente en cuanto a la verdadera naturaleza de su misión y hubiera dado a las autoridades un pretexto para poner fin a sus actividades.
Otra razón por la cual Jesús evitaba ser aclamado 558como el Mesías era que deseaba que los hombres lo reconocieran como tal mediante un conocimiento personal: observando su vida perfecta, escuchando sus palabras de verdad, presenciando sus extraordinarias obras y reconociendo en todo eso el cumplimiento de profecías del AT. Evidentemente, tenía en cuenta esto cuando respondió a los discípulos de Juan el Bautista en la forma en que lo hizo (Mat. 11: 2-6).
26.
Sacudiéndole con violencia
Gr. sparásso, palabra usada en la antigua terminología médica para las convulsiones del estómago al vomitar. Aquí podría traducirse como ,"atacándolo" o "convulsionándolo", y podría indicar que el hombre fue derribado al suelo. Se usa la misma palabra repetidas veces aplicándola a los accesos convulsivos sufridos por los posesos de demonios (Mar. 9: 20, 26; Luc. 9: 39). El ataque puede haber sido un intento del demonio para matar a la infortunada víctima. Esta escena significó un notable contraste entre la posesión demoníaca y el estado normal de dominio propio que siguió.
27.
Con autoridad
Jesús no sólo predicaba con autoridad (Mat. 7: 29; Mar. 1: 22), sino que también actuaba con autoridad. Los exorcistas judíos se valían de encantamientos, hechizos y otros procedimientos propios de la superstición en su esfuerzo por expulsar malos espíritus. Jesús hablaba una sola palabra, y los demonios salían inmediatamente. Los espíritus, tanto como los hombres, reconocían la autoridad del Hijo de Dios.
La curación del hijo del noble había conmovido la ciudad de Capernaúm (ver com. Juan 4: 53). Ahora sus habitantes fueron testigos de una manifestación aun mayor del poder de Dios.
28.
Fama
Gr. akoé, "lo que es oído". Esta palabra se parece mucho en su significado a nuestros términos "informe", "noticia". Rápidamente Jesús llegó a ser un personaje bien conocido en Galilea (cf. Luc. 4: 14-15, 37; 5: 15, 17).
29.
Al salir
[La suegra de Pedro; los enfermos sanados al anochecer. Mar 1: 29-34 = Mat. 8: 14-7 = Luc. 4: 38-41. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221. En cuanto a los milagros, pp. 198-203.] Gr. euthús; ver com. vers. 10.
Casa de Simón
Durante su ministerio en Galilea, Jesús posó en la casa de Simón Pedro repetidas veces (cf. DTG 224, 232). Su orden a los doce de que quedaran en una casa durante su permanencia en una ciudad (Mar. 6: 10), sin duda correspondía con su propia práctica. 
30.
La suegra de Simón
Pedro es el único de los doce de quien específicamente se menciona que estaba casado, aunque en vista de que la mayoría de los judíos se casaban, se cree que, si no todos, la mayoría de los otros discípulos también tenían esposas.
Este es el primer milagro registrado por los tres autores sinópticos. El relato de Marcos provee varios detalles que faltan en los otros.
Acostada con fiebre
Gr. purésso, derivado de pur, que significa "fuego". Así, un "antipirético" es un medicamento contra la fiebre. Lucas, como médico, diagnosticó esta aflicción como "una gran fiebre" (ver com. Luc. 4: 38). Debido a los pantanos que había no lejos de Capernaúm cuyo clima era subtropical, se supone que podría haberse tratado de un caso de malaria o paludismo.
En seguida
Gr. euthús (ver com. vers. 10). Los discípulos demostraron su confianza en Jesús al recurrir inmediatamente a él en un momento de angustia física.
31.
La tomó de la mano
Este acto fue un toque personal de amable simpatía empleado comúnmente por Jesús (Mat. 9: 25; Mar. 5: 41; 8: 23; 9: 27). La mujer sanó ante el contacto con el poder divino, mediante la fe. El alma que está enferma de pecado también necesita sentir el toque de una mano que exprese cálida simpatía.
Inmediatamente
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta palabra aquí. (No está en el texto de la BJ.) Sin embargo, en Luc. 4: 39 se registra que la suegra de Pedro se levantó "al instante". Además, en los tres relatos (de Mateo, Marcos y Lucas) se ve que ella pudo seguir con las actividades de su hogar antes de la puesta del sol. Una fiebre prolongada generalmente debilita a la víctima, y se necesita un lapso antes de que las fuerzas vitales del cuerpo recobren su vigor normal; pero la curación de esta mujer evidentemente fue instantánea.
32.
Luego que el sol se puso
Es evidente que, comprendiendo que la expresión "al llegar la noche" no era suficientemente definida entre los judíos para ubicar el momento al que se estaba refiriendo, Marcos añade este comentario explicativo adicional. Algunos comentadores han considerado esta expresión añadida como una tautología, pero no es así debido a que la frase traducida "al llegar la noche" es relativamente indefinida. 559
El motivo de la precisión de Marcos en cuanto al tiempo en que los enfermos de la ciudad fueron llevados hasta la puerta del hogar de Pedro, quizá se deba a que la ley rabínica prohibía toda atención a los enfermos en el día sábado, salvo casos de emergencia (ver com. Juan 5:10; 7: 23; 9: 14). Excepto en los casos de extrema urgencia, cuando la vida misma estaba en juego, los actos de curación eran considerados como un trabajo y, por lo tanto, inapropiados para el día sábado (ver com. Luc. 13: 10-17).
El hecho de que los tres autores sinópticos describan este episodio con bastante prolijidad, implica que fue una ocasión memorable para todos los discípulos. Los doce habían quedado amargamente chasqueados por la recepción que hasta ese momento recibía el ministerio de Jesús, especialmente en Judea y en Nazaret. Esta demostración de confianza pública en su Maestro debe haber fortalecido mucho la fe de ellos.
33.
Toda la ciudad
Un vívido detalle sólo mencionado por Marcos. Esto no significa necesariamente que todas las personas que vivían en Capernaúm fueron al hogar de Pedro, sino que se trata de una descripción hiperbólica de las multitudes que acudieron. 
34.
Demonios
Gr. daimónion (ver com. vers. 23 y la Nota Adicional al fin del capítulo).
No dejaba
En cuanto a la razón para esto, ver com. vers. 25.
35.
Muy de mañana
[Primer recorrido por Galilea. Mar. 1: 35-39 = Mat. 4: 23-25 = Luc. 4: 42-44. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221.1 Gr. proí, "de madrugada" (BJ). Este término generalmente se usaba para referirse a la última vigilia de la noche, de las 3 a las 6 de la mañana (ver Mar. 16: 2, 9; Juan 20: 1). Como era el comienzo del verano, el sol salía alrededor de las 5, y la primera luz del alba podía ser visible más o menos a las 3: 30 en la latitud de Capernaúm. Ver p. 52.
Siendo aún muy oscuro
El griego indica que era noche cerrada, que en este caso correspondería con la primera parte de la vigilia matinal. Jesús debe haber dormido muy poco, pues ya era tarde en la noche antes de que se fueran las multitudes que habían llevado sus enfermos a la puerta del hogar de Pedro (DTG 224).
Un lugar desierto
Jesús procuraba estar solo, donde no pudieran encontrarlo las multitudes (cf. DTG 330).
Oraba
Ver com. cap. 3: 13. Una de las resaltantes y significativas características de Cristo era que oraba con frecuencia y con eficacia. Muchas veces durante su vida terrenal, Jesús destacó que "no puede el Hijo hacer nada por sí mismo" (Juan 5: 19; cf. vers. 30). Las maravillosas obras que realizaba eran hechas mediante el poder del Padre (DTG 117). Las palabras que hablaba le eran dadas por el Padre (Juan 8: 28). "Todo acto de la vida terrenal de Cristo se realizaba en cumplimiento del plan trazado desde la eternidad. Antes de venir a la tierra, el plan estuvo delante de él, perfecto en todos sus detalles. Pero mientras andaba entre los hombres, era guiado, paso a paso, por la voluntad del Padre" (DTG 121; ver com. Luc. 2: 49). El plan para su vida era desplegado ante él día tras día (DTG 198).
36.
Le buscó
Gr. katadióko "seguir con perseverancia", y "buscar diligentemente". No era una mera búsqueda incidental de Jesús. Sin duda, sus discípulos estaban ansiosos de llevar de nuevo ante las multitudes a su Maestro hacedor de milagros, para que pudiera incrementar aún más su fama. Pareciera que pensaban que Jesús estaba perdiendo preciosas oportunidades para ganar seguidores y para aumentar la popularidad de su causa. Pero los motivos de ellos no concordaban con el propósito por el cual se habían realizado los milagros (ver p. 199; com. vers. 38).
Simón
Se menciona a Pedro por nombre, ya fuera porque se lo reconocía como cabeza del grupo o porque como se cree generalmente Marcos registra el relato tal como se lo refirió Pedro a él (ver p. 551).
Con él
Quizá esto incluya por lo menos a Andrés, hermano de Pedro, a Jacobo y a Juan, los cuatro hombres que oficialmente hasta este momento habían sido llamados para ser discípulos. Se los menciona como que habían estado en el hogar de Pedro el día anterior (vers. 29).
37.
Todos
Es decir, la gente de Capernaúm (ver com. vers. 33).
38.
Vamos
Jesús tuvo la intención de apartarse ante la súbita ola de popularidad que estaba por ocultar los verdaderos propósitos de su ministerio. El acceder al torpe clamor del pueblo hubiera traído un resultado más negativo que positivo, y rehusó caer en esa trampa. Jesús consideraba que sus milagros eran un medio de llamar la atención de los hombres al hecho de que necesitaban la curación del alma, pero las multitudes no veían 560 más allá de los milagros en sí mismos. En su ceguera, confundían los medios con el fin; pero los medios sin el fin tan sólo tenderían a apartarlos más que nunca de] reino que Cristo había venido a proclamar. A menos que se desvanecieran esos falsos conceptos en cuanto a su obra, todos los esfuerzos de Cristo serían vanos. Ver com. vers. 36.
Para esto he venido
O "para eso he salido" (BJ). Aquí parecería que Cristo se refiere a su salida de la ciudad de Capernaúm para ir a "un lugar desierto" (vers. 35), antes que a su descenso del cielo a la tierra. Sin embargo, el pasaje paralelo de Lucas (cap. 4: 43) implica que Jesús en este momento se refería a su misión en la tierra. En otras ocasiones se refirió específicamente a su venida desde el lado de su Padre, en relación con su misión considerada en forma global (ver Juan 10: 10; 18: 37; 19: 10).
39.
Predicaba
Así comienza el relato de Marcos del primer viaje misionero por Galilea, que empezó quizá por junio o julio del año 29 d. C. (ver DMJ 7-8; la Nota Adicional de Luc. 4). En sus escritos, Josefo menciona unos 200 pueblos y aldeas de Galilea, de modo que había amplia oportunidad para una extensa y prolongada campaña, lejos de las ciudades mayores que se agrupaban a lo largo de la orilla occidental del mar de Galilea. Así como sucedió en los comienzos del ministerio en Judea, acerca del cual los autores de los sinópticos dicen poco o nada, es probable que el primer recorrido misionero fuera más extenso y más prolongado que lo que indicaría la breve atención que se le da (ver com. Mar. 2: 1). Marcos registra sólo un hecho específico en el primer viaje (cap. 1: 40-45), pero el resumen que hace de los resultados de este viaje (vers. 45) indica que hubo un período exitoso en el ministerio de Cristo que abarcó varias semanas, y quizá hasta dos o tres meses.
En las sinagogas de ellos
Ver pp. 57-58. Como Jesús era un rabino visitante popular, se le pedía que participara en los servicios y que hablara, como en el caso de Nazaret (Luc. 4: 16-27) y el de Capernaúm (Mar. 1: 21-22).
En toda Galilea
Mateo (cap. 4: 23-25) se refiere más detenidamente a la extensión y a la influencia del primer viaje misionero.
En total, Jesús realizó tres viajes misioneros en Galilea entre la pascua del año 29 d. C. y la del año 30 d. C. Este fue el período del ministerio en Galilea (ver diagrama p. 221).
No se sabe con seguridad si en el primer viaje Jesús fue acompañado por alguien más que los cuatro discípulos a los cuales acababa de llamar junto al mar de Galilea (Mar. 1: 16-20). Son los únicos específicamente mencionados como que hubieran estado con Jesús el día anterior a su partida de Capernaúm (vers. 29). Otros pueden haber comenzado a seguirlo durante el transcurso de su primer viaje, puesto que la elección formal de los doce se realizó antes del comienzo del segundo viaje (cap. 3: 13-19).
En el primer viaje, Cristo proclamó el inminente establecimiento del "reino de Dios" (Luc. 4: 43), lo que era básico para todas sus enseñanzas posteriores.
40.
Un leproso
[El primer leproso, Mar. 1: 40-45 = Mat. 8: 2-4 = Luc. 5: 12-16. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221; en cuanto a los milagros, pp. 198-203.] Hay diferencia de opiniones en cuanto a si este milagro ocurrió después del Sermón del Monte, como en Mateo, o en el transcurso del primer viaje por Galilea, como aparece aquí. Por lo general, Marcos sigue lo que parece ser un orden más aproximadamente cronológico de los sucesos, mientras que Mateo con frecuencia se desvía de un orden cronológico para seguir un orden temático. Por lo tanto, el orden presentado en Marcos parece ser preferible. Por esta razón, la curación del leproso quizá es el único hecho específico registrado en relación con el primer viaje por los pueblos y aldeas de Galilea (ver pp. 181-182, 268).
Mateo (cap. 8: 2-4) y Lucas (cap. 5: 12-16) también registran este milagro, pero el relato de Marcos es más vívido y detallado. Posteriormente, Jesús repetidas veces sanó a leprosos (Mat. 26: 6; Luc. 7: 22; 17: 12-14; cf. DTG 511) y autorizó a sus discípulos para que hicieran lo mismo (Mat. 10: .
En cuanto a la naturaleza de la "lepra" en los días de la antigüedad, ver t. I, p. 776. Con referencia al diagnóstico de la lepra y a las leyes rituales de aislamiento de los leprosos y de su purificación, ver com. Lev. 13 y 14.
El concepto popular de los judíos era que la lepra sobrevenía como un castigo divino a causa del pecado (ver com. Lev. 13: 2). Por eso creían que el hombre en ninguna manera debía interferir con los decretos de Dios tratando de aliviar o curar la enfermedad, y que no lo lograría aunque lo intentara. Por lo tanto, se suponía que la lepra era una manifiesta 561manifestación externa de un pecado interno, y el que sufriera de ella no sólo era un paria moral y social, sino también era considerado como abandonado por Dios (cf. DTG 227).
Si quieres.
Quizá acudían a la mente de ese afligido tres grandes obstáculos, cualquiera de los cuales podría haber sido suficiente para hacer que pareciera remota y quizá imposible la perspectiva de curación. En primer lugar, hasta donde se sepa, no había registro de un leproso que fuera sanado desde los días de Eliseo, unos ocho siglos antes. El segundo obstáculo debe haber parecido aún más formidable. Según la creencia popular, el leproso estaba bajo la maldición de Dios. ¿Estaría dispuesto Jesús a sanarlo? El tercer obstáculo presentaba un problema más práctico. ¿Cómo podría acercarse a Jesús para presentar su pedido? Doquier iba Jesús, la gente se amontonaba en torno de él, y la ley ritual prohibía estrictamente que un leproso se aproximara a otros o se mezclara con ellos.
Puedes limpiarme.
Gr. katharízo, "limpiar", y no therapéub, "curar", "sanar". Tanto en los tiempos del AT como en los del NT, se hacía referencia a los leprosos como inmundos que necesitaban ser "limpiados", a diferencia de un "enfermo", que necesitaba ser "sanado". Esta diferencia de términos refleja la idea de que la lepra no se parecía a otras enfermedades, y que la diferencia consistía esencialmente en una impureza moral y ritual.
41.
Le tocó.
Una mano extendida para tocar al enfermo era un ademán familiar relacionado con la curación (2 Rey. 5:11; Mat. 8:15). Jesús sabía que ese hombre era leproso, y sin embargo lo tocó sin temor.
Sé limpio.
Se suponía que ningún ser humano podía curar la lepra, y el hecho de que Jesús lo hiciera implicaba que tenía poder para eliminar su supuesta causa: el pecado. Jesús había venido a la tierra con el propósito específico de limpiar el alma de pecado.
42.
Al instante.
Esto, en sí mismo, era una parte importante del milagro. Todo sucedió ante los mismos ojos de la multitud. Las llagas del doliente se sanaron, sus músculos se vigorizaron, sus nervios recobraron la sensibilidad (DTG 228).
43.
Le encargó rigurosamente.
Gr. embrimáomai, "estar profundamente conmovido", "amonestar urgentemente". Este verbo se ha traducido como "se estremeció" ("se conmovió", BJ) en Juan 1 l: 33 y "murmuraban" ("refunfuñaban", BJ) en Mar. 14:5, y siempre indica tina emoción violenta. Los escritores de los Evangelios la usan refiriéndose a Cristo sólo en otras dos ocasiones (Mat. 9:30 y Juan 11:33, 38). Sólo en casos muy raros Jesús asumió una actitud severa (Mat. 23:13-33; Juan 2:13-17; cf. DTG 319). Las razones para la indudable severidad de Jesús en esta ocasión se aclaran en Mar. 1:45.
44.
No digas a nadie.
Probablemente varios factores influyeron en Jesús para que le ordenara al leproso que no dijera nada de lo que había sucedido y para enviarlo "luego" (vers. 43) a presentarse a los sacerdotes. En primer lugar, se necesitaba actuar prestamente para que el hombre pudiera llegar a los sacerdotes antes de que ellos supieran quién lo había sanado. Sólo así podía esperar él una decisión imparcial, pues si los sacerdotes sabían que era Jesús el que lo había sanado, podrían negarse a certificar que estaba limpio. Sus propios intereses hacían que se necesitara silencio y rapidez.
También, si los muchos leprosos de la región llegaban a oír acerca del poder de Jesús para librarlos de su enfermedad, sin duda acudirían a él y harían más difícil su ministerio para el pueblo en general. Además, Jesús demandaba como requisito previo un sincero sentido de necesidad de parte del afligido, una medida de fe, arrepentimiento del pecado, y la resolución de conformar la vida con la voluntad de Dios de allí en adelante (ver Mar. 5:34; Juan 4:49-50; cf. DTG 229, 232- 233).
Otra razón importante por la que Jesús le dijo al leproso sanado que no dijera nada, era porque el Maestro procuraba evitar que se creara la reputación de que era tan sólo un taumaturgo. El relato evangélico demuestra que consideraba los milagros como secundarios; su primer gran propósito era la salvación de las almas. Cristo siempre exhortaba a los hombres a que buscaran primero el reino de los cielos teniendo la plena confianza de que su Padre celestial les añadiría las bendiciones materiales que pudieran necesitar (Mat. 6:33).
En Mat. 9:30; 12:16; Mar. 5:43; 7:36; 8:26 se encuentran varios ejemplos cuando Jesús, por éstas y otras razones, prohibió que se divulgaran los relatos de los milagros que realizaba.
Muéstrate.
De acuerdo con la ley mosaica, cada leproso limpiado debía mostrarse a los sacerdotes, quienes eran los funcionarios de salud pública. Tenían el deber de diagnosticar la lepra, ordenar el aislamiento, determinar si se 562había producido la limpieza, y, de ser así, extender un certificado en ese sentido (Lev. 14).
Al recibir un certificado tal de los sacerdotes, el leproso obtenía lo que era importantísimo para el reconocimiento oficial de que había ocurrido un verdadero milagro (DTG 230). El mismo era un testimonio viviente de lo que había acontecido. De esa forma, muchos sacerdotes quedaron convencidos de la divinidad de Cristo por ésta y por otras evidencias (DTG 231). Después de la resurrección, muchos de los sacerdotes profesaron tener fe en él (Hech. 6:7).
La orden que dio Jesús al leproso de que siguiera los requisitos de la ley demuestra que no se oponía a las leyes de Moisés. El mismo había nacido "bajo la ley" (Gál. 4:4; ver com. Mat. 23:2-3). Pero manifestó una categórica oposición a las tradiciones que los escribas habían elaborado en torno de los preceptos mosaicos, mediante las cuales habían invalidado tanto la letra como el espíritu de lo que Dios había impartido a Moisés (ver Mat. 15:3; Mar. 7:8-9; cf. DTG 360-364). Al enviar al leproso ante los sacerdotes, sin duda, Cristo tenía el propósito de demostrarles a ellos y al pueblo que reconocía las leyes que él mismo había impartido a Moisés mucho antes. En esa forma esperaba refutar las falsas acusaciones hechas por los sacerdotes, los guardianes oficiales de la ley Así los que entre ellos eran honrados de corazón podrían ver que la acusación de deslealtad a la ley de Moisés era falsa, y podrían ser inducidos a reconocerlo como el Mesías (DTG 230).
Ofrece por tu purificación.
Ver t. 1, p. 719, com. Lev. 14.
Para testimonio.
Es decir, un testimonio del poder divino que manifestaba Jesús, de su cordial interés en las necesidades de la humanidad, de su respeto por las leyes de Moisés y de los dirigentes judíos como guardianes y ejecutores de la ley; y, por encima de todo, de su poder para liberar a los hombres del pecado y de la muerte.
A ellos.
No es enteramente claro si esto se refiere a los sacerdotes o al pueblo en su conjunto, incluso los sacerdotes. Sin embargo, el contexto parece indicar que se refiere a los sacerdotes. Las cosas que Moisés ordenó debían ser ofrecidas a ellos "para testimonio". El pueblo había visto la evidencia manifestada delante de sus ojos; pero los sacerdotes no la habían visto. De modo que si el leproso sanado cumplía con la ley ritual, testificaría de las cosas acerca de las cuales Cristo deseaba que los sacerdotes prestaran atención. Por supuesto, la decisión sacerdotal constituiría un testimonio legal permanente ante todo el pueblo una vez que la gente se hubiera enterado del testimonio oficial.
45.
Publicarlo mucho.
O "pregonar con entusiasmo" (BJ). No comprendiendo cómo su desobediencia en cumplir con la orden de quedar callado estorbaría la obra de Cristo, y consolándose con el pensamiento de que la modestia de Jesús era lo único que estaba de por medio, el que había sido leproso habló mucho del poder de Aquel que lo había sanado.
Divulgar el hecho.
O "divulgar la noticia" (BJ).
Ya Jesús no podía.
Este milagro, o más bien su resultado, parece haber señalado la terminación del primer viaje misionero de Cristo por los pueblos y las aldeas de Galilea. Se vio obligado a cesar la obra por un tiempo (DTG 230).
La ciudad.
Literalmente "una ciudad" ("ninguna ciudad", BJ). Es decir, en cualquier ciudad o pueblo.
Los lugares desiertos.
"Lugares solitarios" (BJ). No hay ningún indicio que nos permita saber cuáles fueron esos lugares donde Jesús se retiró. Quizá Cristo permaneció cerca de las partes más pobladas de la zona, quizá fue a la zona montañosa a pocos kilómetros al oeste del mar de Galilea. Algunos días después, una vez más estaba en Capernaúm (cap. 2: 1), en la casa de Pedro (DTG 232).
Venían.
La forma del verbo griego implica que la gente continuaba viniendo. Estaban entusiasmados, pero desafortunadamente su celo era un fuego fatuo y no entendían bien el propósito de Cristo al hacer sus milagros (ver p. 199).


NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 1
Para algunas personas resulta muy difícil aceptar que los malos espíritus, o demonios, puedan posesionarse de los seres humanos. Por eso atribuyen los fenómenos de lo que la Biblia llama posesión demoníaca a causas naturales, especialmente a diversas enfermedades físicas y nerviosas, tales como epilepsia y locura. Otros, que aceptan como reales las 563afirmaciones de los Evangelios acerca de la posesión demoníaca, no siempre han tomado en cuenta la naturaleza y la relación de las enfermedades físicas y nerviosas acompañantes. En esta nota se procurará explicar el problema en lo que concierne tanto al dominio satánico de las vidas de todos los impíos en general, como al sentido más restringido de posesión demoníaca, con sus manifestaciones somáticas y psíquicas acompañantes.
El dominio del Espíritu Santo.-
Por medio de la obra del Espíritu Santo (1 Cor. 3: 16; 6: 19; 2 Cor. 6: 16; Efe. 2: 22) Cristo mora en la mente de aquellos que, por su propia y libre elección, desean servirle (2 Cor. 5: 14; Gál. 2: 20; Col. 1: 27; etc.; cf. DMJ 142-143). A medida que, mediante la cooperación de ellos, Cristo obra en sus vidas tanto el querer como el hacer por su buena voluntad (Fil. 2: 13), predomina un poder que proviene de lo alto y que coloca las tendencias naturales en armonía con los principios divinos (Rom. 8: 29; Gál. 5: 22-23; 2 Tes. 2: 14). Sólo los que así entregan el dominio de su mente a Dios, en todo el sentido de la palabra, pueden tener una "mente sana" y disfrutar de una estabilidad mental y emotiva completa y verdadera (ver 2 Tim. 1: 7; cf. Isa. 26: 3-4). Nadie que elige el servicio de Dios será dejado a merced del poder de Satanás (M(, 61-62; cf. DTG 23). Fortalecidos por el poder divino, se vuelven invulnerables contra los ataques de Satanás (DTG 179, 291).
El dominio de un espíritu malo.-
Por otro lado, todos los que rechazan la verdad, o la desprecian, demuestran que obedecen al maligno (MC 61; DTG 289, 308). Los que persistentemente rehusan obedecer las insinuaciones del Espíritu Santo, o las descuidan entregándose, en cambio, al dominio de Satanás, desarrollan un carácter que cada vez se parece más al del maligno (Juan 8: 34, 41, 44; DTG 304, 396). La conciencia y la facultad de elección establecen un molde de conducta basado en los principios de Satanás (ver Rom. 6: 12-16; DTG 221). A medida que los hombres así se separan progresivamente de la influencia y del dominio del Espíritu Santo (ver Efe. 4: 30; com. Exo. 4: 21), finalmente se encuentran del todo a merced del diablo (ver DTG 221, 290-291; cf. 601, 645; Juan 6: 70). Retenidos firmemente por una voluntad más fuerte que la de ellos, por sí mismos no pueden escapar del poder del maligno (MC 62). Automáticamente piensan y proceden como Satanás les ordena. Cada vez que la Inspiración hace resaltar la causa, declara que la posesión demoníaca es el resultado de una vida mala (DTG 221). La fascinante carrera de placeres mundanos termina en las tinieblas de la desesperación o en "la locura de un alma arruinada" (DTG 222).
Grados de dominio demoníaco.-
El proceso de la formación del carácter es gradual, y, por lo tanto, hay grados de dominio o posesión, ya sea del Espíritu Santo o de los malos espíritus (Rom. 12: 2). Todos los que no se entregan sin reservas para que el Espíritu Santo more en ellos, están, en mayor o menor grado, bajo el dominio -en la posesión- de Satanás (ver Luc. 11: 23; Rom. 6: 12-16; 2 Ped. 2: 18-19; DTG 291, 308). Todo lo que no esté en armonía con la voluntad de Dios -todo intento de perjudicar a otros, cada manifestación de egoísmo, cada intento de fomentar principios erróneos- en cierto sentido de la palabra, es una prueba de dominio o posesión del demonio (DTG 213, 308). Cada vez que hay una entrega al mal, el resultado es un cuerpo debilitado, una mente más oscurecida, un alma más degradada (DTG 308). Con todo, en cada punto del proceso de su formación "el carácter se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecuten, sino por la tendencia de las palabras y de los actos habituales de la vida diaria" (CC 58). De modo que la principal diferencia entre los que responden en forma ocasional y los que responden habitualmente a las insinuaciones de Satanás es una diferencia de grado y no de clase. La vida del rey Saúl es un ejemplo claro de lo que sucede a quienes se someten al dominio de los demonios (1 Sam. 13: 8-14; 15: 10-35; 16: 14-23; 28: 1-25; PP 733-736).
Formas de dominio demoníaco.-
No sólo varía el grado de dominio o de posesión del demonio, sino también la forma en que se manifiesta. A veces Satanás puede llevar a cabo sus siniestros propósitos más eficazmente permitiendo que su víctima retenga sus actividades mentales y físicas bastante intactas y simule piedad. Otras veces, el diablo pervierte la mente y el cuerpo y conduce a la víctima a senderos manifiestamente indignos y malos. Los que sólo están parcialmente bajo el dominio de los demonios, o que no manifiestan síntomas que generalmente se relacionan con la posesión demoníaca, con frecuencia son más útiles para el príncipe del 564mal que aquellos que más claramente están bajo su dominio. El mismo espíritu malo que poseía al endemoniado de Capernaúm también dominaba a los Judíos descreídos (ver Juan 8: 44; DTG 221; cf. 290, 671, 695-696, 708). judas estuvo "poseído" por el diablo en una forma similar (ver DTG 260, 601; Luc. 22: 3; Juan 6: 70-71; 13: 27; cf. Mat. 16: 23). En casos como éstos, la diferencia principalmente radica en la forma en que los demonios manifiestan su presencia y su poder.
Posesión demoníaca y el sistema nervioso humano.
Cualquiera sea el grado o cualquiera sea la forma en que los demonios logran el dominio sobre un ser humano, lo hacen mediante el sistema nervioso. Mediante las facultades superiores de la mente -la conciencia, el poder de elección y la voluntad- Satanás toma posesión de la persona. Mediante el sistema nervioso el maligno ejerce dominio sobre sus súbditos. La posesión demoníaca no puede realizarse a menos que sea por el sistema nervioso, pues mediante él Satanás tiene acceso a la mente y a su vez domina el cuerpo (cf. Luc. 8: 2; DTG 521). Puesto que el sistema nervioso mismo es la primera parte del ser que es afectada por la posesión demoníaca, algunas veces se ven en la persona diferentes afecciones nerviosas, desde un simple nerviosismo hasta la demencia total. Tales males, con frecuencia, son el resultado de entregarse, en una forma u otra, a la influencia y a las sugestiones de Satanás. Sin embargo, las enfermedades del sistema nervioso no acompañan necesariamente la posesión demoníaca, ni son necesariamente una señal de una posesión tal, como tampoco lo son la sordera y la mudez, las que, a veces también acompañan a la posesión demoníaca.
Cada caso de posesión demoníaca descrito en El Deseado de todas las gentes es presentado específicamente con implicación de alguna forma de desorden mental que popularmente se describe como locura, y se destaca que esa condición es el resultado de la posesión demoníaca. Por ejemplo, se describe al hombre poseído por el demonio en la sinagoga de Capernaúm como "loco" y su aflicción como "locura" (DTG 220-221). También se habla de los endemoniados de Gadara como de "locos" y "desaforados" y se dice que sus mentes estaban "extraviadas" (DTG 304; CS 568). Al pie del monte de la transfiguración estaba un muchacho poseído del demonio. De él sólo se dice que era "endemoniado" (DTG 396; Mar. 9:18). Los síntomas que se mencionan específicamente son contorsiones del rostro, alaridos, mutilaciones del cuerpo, ojos que despiden como chispas, crujir de dientes, espuma en la boca y convulsiones (Mar. 1: 26; 9: 18-26; Luc. 4: 35; 8: 29; DTG 221, 303, 396). En cada caso, la expulsión de los malos espíritus fue acompañada por un cambio instantáneo y evidente. Hubo una restauración del equilibrio mental y de la salud física en lo que habían sido afectados; volvió la inteligencia (DTG 221, 304), los afligidos se vistieron nuevamente y volvieron en sí (Mar. 5: 15; Luc. 8: 35; DTG 304), y la razón les fue restaurada (DTG 396, 521).
El caso del muchacho poseído del demonio, de Mar. 9: 14-29, merece atención especial. La descripción que se hace del episodio se parece notablemente a una convulsión epiléptica (vers. 18- 20). Pero afirmar que sencillamente se trataba de epilepsia, es rechazar las claras afirmaciones de las Escrituras de que el muchacho era un poseído del demonio. Los escritores de los Evangelios son igualmente explícitos al describir un caso de lo que ciertamente parece ser epilepsia y atribuirlo a posesión demoníaca.
La posesión demoníaca y las dolencias físicas.- 
En ciertos casos de posesión demoníaca también había dolencias físicas acompañantes, de una clase o de otra (ver Mat. 9: 32; 12: 22; Mar. 9: 17). Es digno de notar que las dolencias físicas específicamente mencionadas -ceguera y mudez- parecen haber estado relacionadas con los nervios sensoriales y motores de las partes afectadas. Otros males físicos quizá también fueron el resultado de posesión demoníaca. Los que se entregaban, en mayor o menor grado, a la influencia y al dominio de Satanás, pensaban y vivían de una manera tal como para depravar el cuerpo, la mente y el alma (DTG 221, 308; etc.).
Señales distintivas de posesión demoníaca.-
Hasta donde lo ha indicado la Inspiración, las diversas manifestaciones de dolencias físicas y mentales que indicaban posesión demoníaca, en sí mismas y por sí mismas, no eran diferentes de manifestaciones similares atribuibles a causas naturales. Indudablemente, la diferencia no estaba en los síntomas nerviosos y físicos manifestados, sino en el instrumento que los causaba. La Inspiración atribuye esos síntomas a la presencia directa y a la obra de los malos espíritus (CS 568). 565 Pero en sí mismas y por sí mismas las diversas dolencias físicas y mentales no constituían lo que los Evangelios describen como posesión demoníaca. Eran el resultado de la posesión demoníaca.
Sin duda, la creencia popular identificaba los resultados de la posesión demoníaca con la posesión demoníaca misma. Pero el argumento de que, debido a su ignorancia, los escritores de los Evangelios atribuyeron equivocadamente diversas dolencias físicas y nerviosas a la obra de los malos espíritus es rebatido, porque ellos claramente distinguían entre los males comunes corporales por un lado y la posesión demoníaca por el otro (Mat. 4: 24; Luc. 6: 17-18; 7: 21; 8: 2). La realidad de la posesión demoníaca también es confirmada por el hecho de que Cristo se dirigía a los demonios como a demonios, y los demonios le respondían como demonios por intermedio de sus desventuradas víctimas (Mar. 1: 23-24; 3: 11-12; 5: 7, etc.). Reconociendo la divinidad de Cristo y el juicio final -hechos que entonces no eran entendidos por la gente en general- los demonios demostraban un conocimiento sobrenatural (Mat. 8: 29; Mar. 1: 24; 3: 11-12; 5: 7; etc.).
Es razonable concluir que la posesión demoníaca, aunque frecuentemente acompañada por dolencias nerviosas o físicas, exhibía sus propios síntomas característicos, pero las Escrituras no dicen cuáles pueden haber sido esos síntomas.
Por qué era común la posesión demoníaca.-
Es evidente que la posesión demoníaca, en el sentido restringido de los escritores de los Evangelios, era muy común durante el tiempo del ministerio personal de Cristo en la tierra (DTG 222). Quizá durante un tiempo Dios dio a Satanás mayor libertad para que demostrara los resultados de su dominio personal de los seres humanos que voluntariamente elegían servirle. En el monte de la transfiguración los discípulos contemplaron la humanidad transfigurada a la imagen de Dios, y al pie de la montaña a la humanidad degradada a la semejanza de Satanás (DTG 396).
Durante siglos, el diablo había estado procurando el dominio irrestricto de los cuerpos y las almas de los hombres, a fin de afligirles con pecados y sufrimientos y destruirlos finalmente (DTG 222; PP 744). De modo que, cuando apareció nuestro Señor caminando como un hombre entre los hombres, "los cuerpos de los seres humanos, hechos para ser morada de Dios, habían llegado a ser habitación de demonios. Los sentidos, los nervios, las pasiones, los órganos de los hombres, eran movidos por agentes sobrenaturales en la complacencia de la concupiscencia más vil. La misma estampa de los demonios estaba grabada en los rostros de los hombres" (DTG 27). Aun la semejanza de la humanidad parecía haber sido borrada de muchos rostros humanos que, en cambio, reflejaban la expresión de las legiones de demonios de los cuales eran posesos (cf. Luc. 8: 27; DTG 303; CS 568). En una forma muy real, la posesión demoníaca representa los abismos de degradación a los cuales descienden quienes responden a Satanás, e ilustra gráficamente aquello en que finalmente se convertirán, cuando se entreguen plenamente al dominio satánico, todos los que rechazan la misericordia de Dios (DTG 308).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-8 DTG 72-83
2-3 3JT 314
7 5T 224
10 DTG 85
12-13 DTG 89
14-15 CS 375; DTG 198
15 CS 393, 399; DTG 200; 3JT 210; PR 515; TM 61
16-20 DTG 211-216
23-25 PE 29
24 DTG 433, 532; MC60; 8T 208
24-26 DTG 220
27 DTG 221; MC 61
30, 32 MC 19
35 DTG 225, 330; MC 19,34
37-38 DTG 225
40-45 DTG; 227-232
43-44 DTG 229 566


CAPÍTULO 2
1 Cristo cura a un paralítico. 14 Llama a Mateo, un recaudador de impuestos; 15 come con los publicanos y los Pecadores; 18 excusa a sus discípulos porque no ayunan 23 y por arrancar espigas en día sábado.
1 ENTRO Jesús otra vez en Capernaúm después de algunos días; y se oyó que estaba en casa.
2 E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro.
4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones:
7 ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
8 Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones?
9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?
10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico):
11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.
13 Después volvió a salir al mar; y toda la gente venía a él, y les enseñaba.
14 Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
15 Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos; porque había muchos que le habían seguido.
16 Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores?
17 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
18 Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?
19 Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.
20 Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.
21 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura.
22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
23 Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo,1 sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas.
24 Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en el día de reposo2 lo que no es lícito?
25 Pero él les dijo: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban;
26 cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?
27 También les dijo: El día de reposo3 fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.*
28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.


1.
Entró Jesús otra vez.
[El paralítico bajado por el techo, Mar. 2:1-12 = Mat. 9:2-8 = Luc. 5:17-26. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221; en cuanto a los milagros, pp. 198-203] O "entró de nuevo" (BJ). Es característico de Marcos usar la palabra griega pálin, "otra vez", para referirse a lugares que ha mencionado previamente o a circunstancias similares (cap. 2: 13; 3: 1, 20; 4: 1; 5: 21; 8: 13). A manera de contraste, Mateo generalmente usa pálin para introducir una nueva sección de su relato. Tanto Mateo como Marcos hacen notar que Jesús había vuelto recientemente de su primer recorrido por los pueblos y las aldeas de Galilea (ver Mat. 9: 1). Mateo añade la información de que el regreso de Cristo a Capernaúm fue en una barca. Es evidente una de dos cosas: o su primer viaje terminó en la orilla oriental del mar de Galilea, o se había retirado a esa región cuando la publicidad que le fue dada por el leproso sanado lo indujo a un retiro transitorio de su ministerio público (ver com. Mar. 1: 45).
Capernaúm.
Ver com. Mat. 4: 13. Hablando de Cristo, Mateo dice que Capernaúm era "su ciudad". Es decir, era la sede central desde la cual efectuaba su ministerio en Galilea, y Jesús parece haberla considerado como su propia ciudad.
Después de algunos días.
Gr. di' hémerón, "días después" (BJ, 1966). Estas palabras son tomadas por algunos como una referencia a todo el período del primer recorrido de Jesús por Galilea, entre el tiempo de su partida de Capernaúm (cap. 1: 35-38) y su regreso a esa ciudad. Por lo tanto, y teniendo en cuenta que ese recorrido duró quizá una cantidad de semanas, quizá sea más apropiado entender aquí los "días" como que fueron aquellos durante los cuales Jesús se retiró al desierto debido a las multitudes, cuando "no podía, Jesús presentarse en público en ninguna ciudad" (cap. 1:45, BJ). Si se entiende así, el período en cuestión sería el transcurrido entre los sucesos narrados al fin del cap. 1 y los del comienzo del cap. 2.
Se oyó.
O "había corrido la voz" (BJ).
Que.
Gr. hoti, "que", lo cual implica que las siguientes palabras, literalmente, "él está en la casa", son una cita directa de lo que estaba diciendo la gente en general.
En casa.
Sólo Marcos menciona específicamente este hecho, como también sucede con muchos otros detalles del relato que omiten los otros sinópticos. Esta referencia, sin duda, alude al hogar de Pedro (ver DTG 232, 236; com. cap. 1: 29).
2.
Inmediatamente.
La salida de Cristo de Capernaúm para su primer recorrido misionero se debió a la agitación popular y a las grandes multitudes que lo buscaban (cap. 1: 33, 37). Pero su ausencia de Capernaúm no disminuyó el entusiasmo de la gente. Tan pronto se supo que Jesús estaba otra vez en la ciudad, la gente acudió a él.
3.
Cargado por cuatro.
Detalle que sólo da Marcos. Este y otros detalles no sólo reflejan la veracidad del relato sino que también indican que se trata de la narración de un testigo ocular; en este caso, quizá Pedro (ver p. 551).
4.
Descubrieron el techo.
Literalmente, "destecharon el techo". Lucas (cap. 5: 19) registra que "por el tejado le bajaron". Como es común en el Medio Oriente, sin duda en esta casa había un techo plano, con una grada o escalera por el lado de afuera que permitía subir desde el patio (ver Hech. 10: 9; cf. com. Deut. 22: 8 ). Sin duda, el techo tenía tejas sobre las vigas.
Esta forma insólita de llegar hasta Jesús fue la desesperada sugerencia del mismo paralítico, quien temía que, aunque ahora estaba tan cerca de Jesús, podría perder su oportunidad (DTG; 233). El hecho de que, Jesús saliera tan inesperadamente de Capernaúm (cap. 1: 37-38), de que hubiera permanecido ausente durante varias semanas y finalmente se hubiera retirado al desierto (cap. 1: 45), quizá aumentó la desesperación de este hombre, el cual afrontaba la perspectiva de una muerte prematura (DTG 232).
Lecho.
Gr. krábbatos, la "cama" o el "lecho" de un pobre. La ruda camilla en la que yacía el hombre quizá era poco 1más que una estera de paja, o una colcha rellena.
5.
La fe de ellos.
Es decir, de los cuatro que llevaban la camilla y del paralítico. El hecho de que abrieran un hueco en el techo habla elocuentemente de su urgente sentido de necesidad y de su fe de que sólo Jesús podía satisfacerla. Ese sentimiento de necesidad y una fe tal son esenciales antes de que el poder sanador de Jesús pueda aplicarse ya sea al cuerpo o al alma (ver com. Luc. 5: .
Hijo.
Gr. teknon, literalmente, "niño", "hijito" (como se ha traducido en Juan 13: 33; Gál. 4: 19; 1 Juan 2: 1, 12, 28; 3 7, 18; 4: 4; 5: 21). Cuando se usa para dirigirse a alguien, como aquí, significa "hijito mío", "mi hijo". 568Puesto que su enfermedad le había sobrevenido como resultado directo de una vida depravada (DTG 232), parecería que su caso debe haber sido muy semejante al del hijo pródigo (Luc. 15: 13- 14). Lo mismo podría decirse del paralítico sanado en Betesda unos pocos meses antes (Juan 5: 14).
Tus pecados te son perdonados.
Ver com. vers. 10. La aflicción le había dado tiempo para reflexionar, y había llegado a comprender que su sufrimiento se debía a sus propios pecados. Jesús se refirió a esos pecados que ahora pesaban tanto sobre la mente de ese hombre. El paralítico vino buscando tanto salud del alma como curación del cuerpo (ver DTG 232-234). Estaba físicamente impotente y desahuciado espiritualmente, hasta que presentó su caso a Jesús, quien le proporcionó tanto ayuda como esperanza (ver com. Juan 9: 2).
6.
Los escribas.
Ver p. 57, y com. cap. 1: 22. Según Lucas (com. cap. 5: 17), esos "fariseos y doctores de la ley" venían de todas partes "de Galilea, y de Judea y de Jerusalén". La venida de representantes de tantos lugares diferentes sugiere que su presencia en esa ocasión particular era más que casual. El hecho de que esos funcionarios religiosos provinieran precisamente de las zonas en las cuales Jesús hasta entonces había trabajado, parecería indicar que estaban en Capernaúm para investigar en cuanto a Aquel que se había convertido en el centro de un interés público tan intenso. La situación hace recordar a la delegación que los dirigentes de Jerusalén enviaron al Jordán para que investigara la obra de Juan el Bautista (Juan 1: 19-28) dos años antes. Esta delegación, proveniente de Judea, donde Jesús había trabajado antes, puede haber sido convocada para aconsejar a los dirigentes de Galilea acerca de su forma de actuar en vista de las últimas actividades de Jesús allí.
Esos hombres eran espías (ver DTG 232; cf. 184), y Jesús, como para hacerles recordar vívidamente la curación del paralítico de Betesda (Juan 5: 1-9), ahora sanó a otro hombre que sufría de la misma enfermedad. No tuvieron que esperar mucho antes de encontrar lo que estaban buscando: supuestas evidencias de que Jesús era blasfemo. Su declaración anterior ante los dirigentes Judíos había sido conceptuada como blasfemia (Juan 5: 18); ahora ejerció públicamente una prerrogativa divina que ellos también tomaron como blasfemia. Este episodio señala la primera de varias controversias de Jesús con las autoridades judías durante su ministerio en Galilea.
Cavilaban.
Gr. dialogízomai, "saldar cuentas", "platicar", "debatir", "argüir".
7.
Este.
En un sentido despectivo. Ellos pensaban que habían sorprendido a Jesús en el acto de blasfemar, pero, aunque parezca extraño, la prueba no era tal como para que pudieran presentarla contra él cuando lo juzgaron un año y medio más tarde (Mat. 26: 59-60; Mar. 14:55-56). La dificultad de ellos consistía en que él les presentaba la acción práctica del poder de la Deidad -perdón del pecado y curación de la enfermedad- y no una afirmación específica de pretensiones mesiánicas (ver p. 199).
Blasfemias.
Gr. blasfemia, "dicho injurioso", "calumnia", es decir, cualquier afirmación ofensiva.
Los escribas daban por sentado que al perdonar los pecados del paralítico, Jesús -simplemente un hombre, según suponían ellos- había usurpado las prerrogativas de la Deidad. En el sistema ceremonial, el sacerdote presidía durante la confesión que hacía un hombre, pero en realidad no pronunciaba palabras de perdón. Su aceptación del sacrificio tan sólo simbolizaba que Dios había aceptado la confesión (Heb. 10:1-12). Cuando se negaron a reconocer la prueba de la presencia y de la acción de la Divinidad, los escribas estaban cometiendo precisamente el pecado del cual, en sus corazones, acusaban a Cristo (Mat. 12:22-32). El castigo levítico para la blasfemia era pena de muerte o apedreamiento (Lev. 24:16), aunque los judíos del tiempo de Cristo, por lo general, no estaban en libertad de llevar a cabo esa ejecución.
¿Quién puede perdonar?
En cuanto a su teología, en rigor de verdad, los escribas tenían razón, pues el AT claramente indicaba que Dios es Aquel que perdona pecados (Isa. 43:25; Jer. 31: 34; cf. Juan 10: 33). Su error consistía en no haber reconocido que el Hombre que estaba ante ellos era Dios. Ver p. 199.
8.
Conociendo.
"Dándose cuenta" (BJ, 1966). Gr. epiginoskó, "saber con seguridad", "reconocer". Repetidas veces, Jesús leyó los pensamientos de los hombres (Mar. 12: 15; Luc. 6: 8; 9: 47; 11: 17; cf. Juan 4: 16-19; 8: 7-9). Generalmente esto los enfurecía.
9.
¿Qué es más fácil?
Es evidente que los escribas estaban pensando: "Es fácil decir que 569los pecados de un hombre están perdonados, pero nadie puede decir si lo están en realidad" Inmediatamente Jesús aceptó su desafío tácito y, en resumen, les preguntó: "¿Qué sería para ustedes más fácil, perdonar los pecados de un hombre o sanarlo de su parálisis?" La respuesta es obvia.
10.
Para que sepáis.
Jesús presentó un milagro que todos podían ver como la prueba de la realidad de un milagro mucho mayor que no podían ver (cf. Rom. 1:20).
El Hijo del Hombre.
Por primera vez, en este relato los tres autores de los sinópticos usan este título distintivo (Mat. 9: 6; Mar. 2: 10; Luc. 5: 24). Esta era la forma favorita en que Cristo se llamaba a sí mismo, y aparece unas 80 veces en los Evangelios. Sin embargo, nadie lo llamó en esa forma, ni ninguno de los escritores de los Evangelios se refiere a él así. A lo menos, entre algunos judíos, ese título era entendido como un nombre para el gobernante mesiánico del nuevo reino que se iba a establecer. Excepto bajo juramento (Mat. 26: 63-64; Mar. 14: 61-62), y en privado para los que estaban listos a creer en él como el Cristo (Mat. 16: 16-17; Juan 3: 13-16; 4: 2526; 16: 30-31), Jesús no afirmó directamente su carácter mesiánico. Su propósito era que los hombres reconocieran en su vida, sus palabras y sus obras, la evidencia de que las profecías del Mesías se habían cumplido en él. Ver p. 199.
Jesús era literalmente "el Hijo del Hombre" tanto en un sentido puramente histórico (Luc. 1: 31- 35; Rom. 1: 3-4; Gál. 4: 4) como en un sentido más excelso. El título "Hijo del Hombre" lo designa como al Cristo encarnado (Juan 1: 14; Fil. 2: 6-8). Destaca el milagro por el cual el Creador y la criatura se unieron en una persona divino-humana. Testifica de la verdad de que ciertamente los hijos de los hombres pueden llegar a convertirse en hijos de Dios (Juan 1: 12; Gál. 4: 3-7; 1 Juan 3:1-2). La Deidad se identificó con la humanidad a fin de que la humanidad pudiera otra vez transformarse a la imagen de la Divinidad (DTG 16). Acerca de Jesús como el Hijo de Dios, ver com. Luc. 1: 35; Juan 1:1-3; y como el Hijo del hombre, com. Luc. 2:49, 52; Juan
1: 14; la Nota Adicional de Juan 1.
Potestad.
Gr. exousía, "autoridad", "potestad". La palabra griega que se usa para "poder", en el sentido de "potencia" o "fuerza", es dúnamis. Para realizar un milagro se necesita poder; pero el perdón de los pecados era cuestión de autoridad. En este pasaje, exousía está al comienzo de la cláusula y así destaca la autoridad de Cristo para perdonar pecados. Los dirigentes judíos repetidas veces desafiaron esa autoridad (cap. 11: 28).
Perdonar pecados.
Debía ser eliminada la cansa de la enfermedad antes de que el sufriente pudiera ser liberado de la enfermedad que lo aquejaba (ver com. vers. 5). La curación del cuerpo sin la curación del alma sólo podía resultar en una repetición de la conducta que había provocado la enfermedad en el joven. Por ende, Cristo, que dio al hombre tan cuerpo nuevo, primero le proporcionó un corazón nuevo.
Dijo.
La afirmación entre paréntesis que comienza con esta palabra está insertada en medio del discurso de Jesús para indicar que en ese punto dejó de dirigirse a los escribas y habló al paralítico. Aparece en el mismo lugar en las tres versiones del relato (cf. Mat. 9: 6; Luc. 5: 24). Ejemplos similares de un lenguaje idéntico pueden hallarse en Mar. 1: 16 y Mat. 4: 18; Mar. 5: 28 y Mat. 9: 21; Mar. 14: 2 y Mat. 26: 5; Mar. 15: 10 y Mat. 27: 18. Ver pp. 175-176; cf. pp. 298-299.
11.
A ti te digo.
El orden de las palabras en nuestro idioma corresponde exactamente con el orden de las palabras en griego, y hace resaltar a quién hablaba Jesús. El dirigió las palabras del vers. 10 a los escribas descreídos. Ahora, como una prueba para ellos, se volvió al paralítico y dijo: "A ti te digo: Levántate". El poder para sanar físicamente era prueba de la autoridad para sanar espiritualmente.
Toma tu lecho.
El doliente había sido llevado a Jesús en su lecho; ahora se retira de la presencia de Jesús llevando su lecho, una prueba de la gran transformación que había ocurrido.
12.
Tal cosa.
O "Jamás vimos cosa parecida" (BJ). El hombre que había venido a Jesús con un profundo sentido de necesidad se fue lleno de gozo triunfante, mientras que los que habían venido llenos de engreimiento, orgullo y maldad se fueron "mudos de asombro y abrumados por su derrota" (DTG 236). El espíritu con el cual los hombres se acercan a Jesús determina si encuentran en él un escalón para el cielo o una piedra de tropiezo para la destrucción (cf. Mat. 21: 44; Luc. 2: 34; 1 Ped. 2: .
13.
Volvió a salir.
[Llamamiento de Leví Mateo, Mar. 2:13-14 = Mat. 9:9 = Luc. 5.-2728. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p.208;570 diagrama p. 221] Es evidente que este fue un breve viaje por las proximidades de Capernaúm, y no un viaje importante de predicación por Galilea. El segundo viaje de esa naturaleza, el cual fue precedido por la elección de los doce y el Sermón del Monte, no comenzó hasta un tiempo después.
14.
Vio.
Ver com. Luc. 5: 27.
Leví.
Lucas también usa este nombre (cap. 5: 27), pero Mateo, en el mismo relato, prefiere el nombre de Mateo (cap. 9: 9). Que los dos nombres se refieren al mismo hombre se ve, además, por el hecho de que Mateo también es llamado "el publicano [cobrador de impuestos]" (Mat. 10: 3), y porque en sus listas de los doce apóstoles, los autores de los otros Evangelios consignan Mateo y no Leví (Mar. 3: 18; Luc. 6: 15; cf. Hech. 1: 13). Era común que los judíos tuvieran más de un nombre, como en el caso de Simón Pedro y de Juan Marcos (ver com. Mar. 3: 14).
Hijo de Alfeo.
Algunos han creído identificar a "Leví hijo de Alfeo" con "Jacobo hijo de Alfeo" (cap. 3: 18). Sin embargo, en vista de la prueba ya dada para identificar a Leví con Mateo, parece indudable que Leví y Jacobo eran personas diferentes; es imposible decir si eran hermanos (ver com. cap. 3: 18).
Los tributos públicos.
Es decir, la oficina de impuestos. Sin duda, estaba a la orilla del "mar" (vers. 13), y probablemente era una oficina en la cual los agentes de Herodes Antipas cobraban impuestos a las caravanas y a los viajeros que pasaban por el camino principal de Damasco y el Oriente a Tolemaida (Aco) sobre el Mediterráneo (ver com. Isa. 9:1), o al mar de Galilea, procedentes del territorio de Herodes Felipe. En cuanto a la ubicación estratégica y comercial de Capernaúm, ver com. Mat. 4: 13 y Luc. 4: 31
Según el concepto popular era deshonroso ser cobrador de impuestos. Los tales, con frecuencia, no sólo eran instrumentos de la opresión romana, sino que también eran extorsionadores que actuaban por su propia cuenta, usando de su poder oficial para oprimir y defraudar a la gente. Eran aborrecidos y despreciados por todos como parias sociales y religiosos (ver p. 68, com. Luc. 3: 12).
Sígueme.
El lenguaje que comúnmente Cristo usaba para extender su invitación al discipulado (Mat. 4: 19; Juan 1: 43). Invitado a hacer en un instante la gran decisión de su vida, Mateo estuvo dispuesto. Una decisión tal presupondría que previamente se había relacionado con Jesús. En su corazón ya debe haber habido un anhelo de seguir al Maestro. Pero, puesto que conocía muy bien la actitud de los rabinos para con los cobradores de impuestos, sin duda no se le ocurría que este gran rabino condescendería en que fuera uno de sus discípulos. Lucas (cap. 5: 28) añade que Mateo dejó "todo" para seguir a Jesús; abandonó una ocupación lucrativa para servir sin pago alguno.
15.
Estando.
[La fiesta de Mateo, Mar. 2: 15- 17 = Mat. 9: 10-13 = Luc. 5: 29-32. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 209; diagrama p. 221] Gr. katákeimai acostarse", "estar reclinado". Aunque en los tiempos del AT la costumbre judía era sentarse para comer, en el tiempo de Jesús, por lo menos en las casas de la gente más acomodada, los comensales, para comer, solían acostarse sobre una plataforma baja, o lecho, que llegaba hasta la mesa. Descansaban sobre cojines y se apoyaban sobre su brazo izquierdo. Por lo general, la mesa tenía tres lados hasta los que llegaban esas plataformas inclinadas. El cuarto lado quedaba abierto para que los servidores llevaran los alimentos. El hecho de que en la casa de Mateo hubiera una mesa tal, sugiere que era un hombre de recursos y de cultura.
Sin duda, la fiesta en la casa de Mateo se realizó algunas semanas, quizá meses, después de que él fuera llamado (ver DTG 310; com. cap. 5: 21). Quizá esto se registra aquí para completar, en un solo contexto, el relato de los hechos que narra Mateo.
A la mesa.
Esta expresión ha sido añadida por los traductores para completar la idea implícita en el contexto (cf. vers. 16).
En casa de él.
El contexto demuestra que se trata de la casa de Mateo, y que Jesús era el huésped de honor (cf. Luc. 5:29; cf. DTG 239).
Publicanos.
Gr. telones "cobrador de impuestos", "funcionario de tributos" (ver com. Mar. 2: 14; Luc. 3: 12).
Pecadores.
Ver com. vers. 17. Relaciones como ésta, que quizá parecían en ese momento estériles, sin duda contribuyeron a producir la cosecha de los que hicieron su decisión de acompañar a los seguidores de Jesús, y así llegaron a ser testigos de la verdad cuando el Espíritu fue derramado sobre los creyentes en el Pentecostés (DTG 239-240).
Había muchos.
Es decir, los que aceptaron las enseñanzas de Jesús. Además de Mateo, algunos, indudablemente, se pusieron de parte 571de Jesús en ese momento; otros, sin duda, lo hicieron más tarde, especialmente después de la resurrección (DTG 240).
16.
Los escribas y los fariseos. 
La evidencia textual (cf. p. 147) se inclina por "los escribas de los fariseos", es decir, "los escribas del partido de los fariseos" (BJ, 1966). Aunque algunos de los escribas eran saduceos, la mayor parte eran fariseos, pues eran estos últimos los que se interesaban particularmente en los detalles minuciosos de la ley (ver pp. 53-54, 57). Podemos considerarlos más como "escribas fariseos" que como "escribas saduceos".
Discípulos.
Gr. mathétes, "alumno", "discípulo" Por lo general, en los Evangelios se usa esta palabra para designar a los que acompañaban a Jesús y le ayudaban en su ministerio. Los discípulos eran mathetés; Cristo era su didaskalos, "maestro" o "ensoñador" (ver com. Juan 3:2).
Al quejarse a los discípulos, los escribas esperaban que aquéllos perdieran su respeto por el Maestro. Lucas dice que los escribas "murmuraban" contra los discípulos (Luc. 5: 30), comprendiendo indudablemente que un ataque directo contra Jesús no les valdría de nada, así como habían resultado infructuosas otras tentativas para silenciarlo (Mar. 2:6- 111 Juan 2: 18-20; 5:16-47).
Come y bebe. 
Comer y beber con los gentiles era una infracción de la ley ritual e implicaba una impureza ceremonial (Hech. 11:3). En la práctica, los cobradores de impuestos eran clasificados con los gentiles, y, por lo tanto, eran considerados entre los parias de la sociedad (ver com. Mar. 2:14; Luc. 3:12-13).
17.
Los sanos.
Gr. hoi isjúontes, "los que tienen fuerza". Lucas dice: hoi hugiaínontes, "los que están saos". La expresión de Lucas es un término más exacto; proviene de hugies, "sano". Pablo emplea repetidas veces la misma palabra, tal como lo hace Lucas, y la aplica a "sana doctrina" (1 Tim. l: 10), "sanas palabras" (2 Tim. l: 13), y "sanos en la fe" (Tito l: 13).
No he venido.
Al declarar la profunda verdad del propósito de su misión terrenal, Cristo reveló la hipocresía y la falacia de los fariseos y su actitud ante la relación del Maestro con los cobradores de impuestos. Si esos hombres eran tan pecadores como pretendían los fariseos, su necesidad debía ser mayor que la de los otros hombres. ¿No debían ser, pues, precisamente aquellos para los cuales Cristo debía prodigar sus mejores esfuerzos? Había venido para "salvar" a los hombres (Mat. l: 2 l' ), pero si sólo hubiera podido salvar a los que ya eran justos, no podría ser un verdadero Salvador. La prueba de su misión como Salvador de los hombres dependía de lo que podía hacer en favor de los pecadores.
Justos.
Los fariseos pretendían ser capaces de alcanzar justicia mediante el estricto cumplimiento de los requisitos de la ley ritual. Más tarde, Jesús aclaró que una "justicia" tal era una falsificación y no tenía valor en el reino que él había venido a proclamar (Mat 5:20; cf. cap. 23:1-33). Pero en esta ocasión, debido a las circunstancias, les concedió su pretensión implícita de ser justos personalmente (Mar. 2:16-17), pues al hacer eso podía aclarar la razón por la cual debía ministrar en favor de las necesidades espirituales de los publicanos.
En realidad, a veces los fariseos eran culpables de los mismos pecados que tan acerbamente detestaban en los cobradores de impuestos. Jesús declaró que ellos devoraban "las casas de las viudas" (Mat. 23:14) y absolvían a un hijo avaro que no cuidaba de sus padres ancianos (ver com. Mar. 7: 11) si de esa manera podían enriquecerse. Así ellos, que ponían énfasis en la rectitud legal, con demasiado frecuencia actuaban como hipócritas. Por otro lado, los publicanos, que no hacían alarde de respetar las leyes rituales, y a pesar de sus pecados, a veces estaban en una mejor posición para aceptar la enseñanza de Jesús (ver com. Luc. 18:9-14).
18.
Los discípulos de Juan.
[La pregunta en cuanto al ayuno, Mar. 2: 18-22 = Mat. 9: 14-17 = Luc. 5: 33-39. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 209; en cuanto a las parábolas, pp. 193-197.]
Ayunaban
Sin duda, los discípulos de Juan, por lo menos en parte, lo imitaban en su forma austera de vida (Mat. 3:4), como lo demuestra aquí su ayuno. Indudablemente, estaban ayunando en el momento en que formularon su pregunta a Jesús.
En el Talmud babilónico se relata la antigua tradición de ayunar el segundo y quinto día de la semana, es decir lunes y jueves (Ta`anith 12a; cf. Luc. 18:12); lo mismo se afirma en la Enseñanza de los apóstoles, de comienzos del siglo 11 (Didajé 8: 1).
Aunque la tradición judía atribuye esta costumbre al relato de que Moisés comenzó su ayuno de 40 días en el Sinaí (Exo. 34: 28) 572un jueves y lo terminó un lunes, parece probable que el ayuno durante estos dos días, en realidad, se debía al deseo de que estuvieran lo más lejos posible del sábado y que al mismo tiempo no estuvieran demasiado próximos entre sí.
Los motivos exactos detrás de esos ayunos bisemanales no son enteramente claros, pero parece probable que tuvieran su origen en el deseo de algunos judíos particularmente fervorosos de procurar expiar la mundanalidad de la nación, que, según ellos, estaba provocando rápidamente su destrucción. Por lo general, los antiguos judíos ayunaban a fin de resarcir una falta o para asegurarse una respuesta favorable a una oración o el cumplimiento de un deseo. Ciertamente, parece que muchos ayunaban porque creían que un acto tal les ganaba un mérito especial ante Dios.
Por supuesto, este tipo de ayuno descansaba sobre un concepto equivocado del carácter de Dios y de la naturaleza de la justicia. Con demasiada frecuencia, el ayuno degeneraba en un medio de justificación por las obras, mediante las cuales los hombres esperaban apaciguar a un Dios austero y ganar su favor, sin tener en cuenta el estado del corazón de ellos. Siglos antes del tiempo de Jesús, los profetas habían condenado tales ideas al declarar que Dios había llegado a aborrecer los ayunos de Israel y otros ritos religiosos (Isa. 58: 3-5; Zac. 7: 5-6).
Hay veces cuando el cristiano necesita agudeza de pensamiento y correcta discriminación en su juicio; quizá necesite hacer decisiones importantes, o quizá necesite discernir más claramente la voluntad de Dios. En tales circunstancias, el ayuno puede ser una gran bendición. Un ayuno tal quizá no necesariamente signifique una completa abstinencia de alimento, sino una limitación a lo que es esencial para mantener la salud y el vigor. Al igual que Daniel, el cristiano podría eliminar todo "manjar delicado" (Dan. 10:3). No se honra el nombre de Dios ni se mejora la experiencia cristiana mediante ninguna práctica que debilite el cuerpo o dañe la salud (Mat. 6: 16).
Vinieron, y le dijeron.
No se identifica con claridad quiénes son éstos, y tampoco el Evangelio de Lucas es más claro en este respecto (Luc. 5: 33). Sin embargo, Mateo afirma con toda certeza que fueron los discípulos de Juan el Bautista quienes importunaron a Jesús con la pregunta del ayuno (Mat. 9: 14).
De acuerdo con la cronología provisoria que adopta este Comentario, Juan había sido encarcelado a comienzos de la primavera (marzo-abril) del año 29 d. C., y tal vez fue ejecutado poco antes de la pascua del año 30 d. C. (ver com. Mat. 4: 12; Mar. 6: 14-29; Luc. 3: 19-20). Sus discípulos formularon esta pregunta acerca del ayuno quizá tan sólo unos pocos meses antes de que muriera.
Tus discípulos no ayunan.
Es indudable que de esta manera los escribas esperaban alejar del Maestro al conjunto de discípulos que crecía rápidamente.
19.
Los que están de bodas.
O "los invitados a la boda" (BJ). La comparación que aquí usó Jesús tiene sus raíces en las profecías del AT, donde se describe la relación de Jehová con su pueblo como la del novio con la novia (Isa. 62: 5; cf. Ose. 1: 2). Juan ya había usado la misma figura para explicar su relación con el Mesías (cap. 3: 25-30), cuando los dirigentes judíos habían procurado introducir una cuña de rivalidad entre Juan y Jesús, aproximadamente un año antes de esta ocasión Por ende, parece significativo que Jesús usara esta breve figura en la presencia de los discípulos de Juan el Bautista.
En ninguna forma Jesús se apartó de los requerimientos religiosos que él mismo había ordenado a Israel mediante Moisés. La controversia entre él y los fariseos se focalizaba en las tradiciones de los ancianos, las "cargas pesadas" que eran "difíciles de llevar" (Mat. 23:4). Esos requerimientos tradicionales habían sido tan ensalzados y se les daba tanta importancia, que a veces aun se permitía que anularan el verdadero espíritu de la ley de Moisés (cap. 15: 3-6; cf. DTG 360). Así la forma de religión que los escribas y fariseos procuraban imponer al pueblo hacía que su culto a Dios fuera "vano" e inútil (Mar 7: 7; ver com. Mat. 23: 2-3).
Lo que Jesús ahora destacó, con tres breves símiles, era la incompatibilidad de sus enseñanzas con las de los escribas. Los discípulos de Juan, aunque quizá aceptaban a Jesús como el Mesías (Juan 1: 35-31), practicaban por lo menos algunas de las disposiciones rituales impuestas por los escribas y fariseos (Mar 2: 18). En la parábola de los invitados a la boda, Cristo defendió a sus discípulos, "los que están de bodas", contra la acusación de que no cumplían con la tradición. Quiso decir que las prácticas rituales debían ser subordinadas a cosas de mayor importancia. Luego, 573con los ejemplos del vino nuevo (vers. 22) y el paño nuevo (vers. 2 1), Jesús amplió el principio fundamental implicado: la irreconciliable diferencia entre las nuevas enseñanzas y las antiguas. Aquí explicó por qué consideraba que no tenían valor las observancias rituales rabínicas. En su conjunto, estas tres parábolas tenían el propósito de que fuera claro para los discípulos de Juan el Bautista que si en realidad creían en las enseñanzas de su maestro, también aceptarían las enseñanzas de Jesús.
No pueden ayunar.
Se habría considerado como un insulto para la novia y el novio el que los invitados a la boda hubiesen estado tristes y apesadumbrados y se hubiesen rehusado a participar en la fiesta de bodas.
20.
Vendrán días.
Aquí, por primera vez, Cristo, en forma pública, dio a entender que finalmente sería quitado de sus discípulos, como un novio es arrebatado a la fuerza de los festejos de boda. Más de un año antes, había dicho en privado a Nicodemo que sería "levantado" (Juan 3: 14).
Quitado.
Forma pasiva del verbo griego apáiro, "quitar", "arrebatar". En este contexto, la palabra puede implicar una separación a la fuerza y penosa, como sucedió con la muerte violenta de Jesús.
Fue "quitado" de ellos en la cruz, y les fue restaurado después de la resurrección.
21.
Nadie pone
Ver com. Luc. 5: 36. En esta metáfora extensa, o parábola breve, Cristo destaca la necedad de intentar remendar el viejo manto del judaísmo con el tejido nuevo de las enseñanzas de Jesús.
Remiendo.
Las enseñanzas de Jesús no eran tan sólo un remiendo que se iba a aplicar al desgastado sistema religioso judío.
Nuevo.
Gr. ágnafos, "sin cardar", y, por lo tanto "nuevo", que aquí significa "sin blanquear" o "sin encoger".
Vestido viejo.
Aquí se compara al judaísmo con un manto gastado que ha llegado a ser inútil y está a punto de ser descartado. Desde hacía mucho tiempo, se había perdido el espíritu original de la religión judía entre la mayoría de los que la practicaban, y en su lugar se había desarrollado un sistema de formas. Usando esta figura, Cristo procuró que los discípulos de Juan el Bautista vieran claramente la inutilidad de tratar de entretejer la buena nueva del reino de los cielos con las desgastadas observancias de la tradición judaica.
Se hace peor.
Es decir, cuando por primera vez se humedece la vestimenta, después de la aplicación del parche. Lo que tiene el propósito de mejorar el viejo vestido sólo sirve para hacer resaltar más sus defectos.
22.
Vino nuevo.
Ver com. Luc. 5: 39. "Vino nuevo", o vino en el cual los elementos de la fermentación no han comenzado su obra, o en el cual la obra ha comenzado pero no se ha completado. La comparación del Evangelio con "vino nuevo" y su obra con el proceso de fermentación, recuerda en esencia la parábola de la levadura, pero destaca un resultado diferente (ver com. Mat. 13: 33). El "vino nuevo" representa la verdad vital de Dios obrando en los corazones de los hombres.
Odres.
En la antigüedad, estos odres se hacían con pieles de ovejas o cabras, la piel de cuyas patas se cerraba con una costura y el cuello servía como la boca de una botella. Los odres viejos" perdían su elasticidad original y se resecaban y endurecían. Tal era la condición del judaísmo en el tiempo de Cristo.
Rompe los odres.
Las revolucionarias enseñanzas de Jesús no podían ser reconciliadas con los dogmas reaccionarios del judaísmo. Resultaría vano cualquier esfuerzo para introducir el cristianismo dentro de las formas muertas del judaísmo, es decir, para unir los dos forzando al cristianismo a tomar la forma del judaísmo y a adaptarse a él. Jesús enseñaba que los principios del reino de los ciclos aplicados a las almas de los hombres se manifestarían en vidas que poseen una religión activa y radiante (ver com. Mat. 5: 2).
El vino se derrama.
El intento de unir lo nuevo con lo viejo resultaría en una doble destrucción. El "vino" del Evangelio se "derramaría" y los "odres" del judaísmo se "perderían" 
Odres nuevos.
Quizá fuera una referencia a la gente que estaba lista a recibir el Evangelio o al nuevo tipo de organización eclesiástica mediante el cual debía promoverse el Evangelio.
23. 
Aconteció. 
[Arrancando espigas en sábado, Mar. 2:23-28 = Mat. 12:1-8 = Luc. 6:1-5. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208.] Es probable que este episodio haya acaecido un sábado, a fines de la primavera (mayo-junio) del año 29 d. C., puesto que está narrado junto con sucesos de ese lapso.
Por los sembrados
Sin duda los discípulos no caminaban entre los cereales pisoteándolos, sino por una senda que cruzaba los campos. 574
Un día de reposo
Puesto que los fariseos no objetaron la distancia recorrida, parecería que no era mayor de lo que se podía caminar en sábado, es decir, unos 900 m (ver p. 52).
Espigas
Casi con seguridad, de trigo o de cebada. Lucas (cap. 6: 1) añade que los discípulos comenzaron a restregar la cebada o el trigo con sus manos para quitarle la cáscara.
24.
Los fariseos le dijeron. 
Este es el cuarto encuentro de Cristo con los escribas y fariseos que se registra desde el comienzo de su ministerio en Galilea (cf. vers. 6, 16, 18; com. Luc. 6: 6).
No es lícito.
Lo que hicieron los discípulos no hubiera sido reprochado en cualquier otro día de la semana, pues la ley del AT específicamente disponía que un hambriento podía comer de la fruta o de las espigas de un campo mientras pasaba por él (ver com. Deut. 23: 24-25).
El hecho de que Cristo aprobara lo que hicieron sus discípulos, y sus propios actos de curación en el día sábado, con frecuencia son mal comprendidos por los intérpretes modernos, quienes los usan como una prueba de que ni observaba personalmente ni enseñaba a sus discípulos a que observaran las leyes y los reglamentos del AT concernientes a la observancia del sábado. Algunos también afirman que la actitud de Cristo en cuanto a estos asuntos debe interpretarse como un rechazo suyo del cuarto mandamiento. La realidad es que Jesús personalmente respetaba los requerimientos de la ley de Moisés y del Decálogo en todo sentido y enseñaba a sus seguidores a que hicieran lo mismo. Repetidas veces afirmó la naturaleza eterna de la vigencia de la ley moral (ver com. Mat. 5: 17-18; Juan 15: 10; etc.), y también reconocía la validez de la ley ritual de Moisés como aplicable a los judíos en ese tiempo (ver com. Mat. 23: 3).
Sin embargo, durante todo su ministerio terrenal, Cristo estuvo en conflicto con los dirigentes judíos con respecto a la validez de las leyes y las tradiciones hechas por los hombres (ver com. Mar. 7: 2-3, 7). Cristo asumió una actitud de inflexible oposición frente a esos requerimientos que, sin duda, muchos de sus contemporáneos habían llegado a considerar aun como más esenciales para la piedad que las leyes de Moisés y que el Decálogo (ver com. cap. 2: 19). El más somero examen de muchos de esos requerimientos destaca su absurdidad. Sin embargo, los fariseos enseñaban rigurosamente que la salvación debía obtenerse mediante la observancia estricta de todas esas reglas. La vida de un judío piadoso tendía a convertirse en un esfuerzo interminable y vano para evitar impurezas ceremoniales en las que se incurría cuando se desobedecía, sin darse cuenta, el más ínfimo detalle de esos requerimientos puramente humanos. Este sistema de justificación por las obras estaba en conflicto mortal con la justificación por la fe.
La Mishnah cataloga 39 principales clases de trabajo que se prohibían en sábado (Shabbath 7. 2). Las primeras 11 de ellas eran etapas previas en la producción y preparación de pan: siembra, arada, siega, atadura de las gavillas, trilla, zarandeo, selección (separación de lo que era adecuado como alimento de lo que no lo era), molienda, tamizado, amasadura y cocción. Las 12 siguientes se aplicaban a etapas similares en la preparación de vestidos, desde la esquila de las ovejas hasta la confección de los vestidos. Siguen a esto 7 pasos en la preparación del cadáver de un venado para usarlo como alimento o por el cuero. Los restantes párrafos de la enumeración atañen a escribir, construir, encender y extinguir fuegos y el transporte de cosas de un lugar a otro.
Estos reglamentos generales eran explicados con minuciosos detalles. Además de estos requerimientos principales, había otras innumerables disposiciones para la observancia del sábado. La que quizá sea más conocida es la llamada "jornada de un día sábado", de 2.000 codos, o sea, aproximadamente de unos 900 m (ver p. 52). También se consideraba que era una violación del sábado el mirar en un espejo fijado a la pared (Shabbath 149a), o aun encender una lámpara. Sin embargo, las mismas disposiciones permitían venderle a un gentil un huevo puesto en día sábado y que se contratara a un gentil para que encendiera una lámpara o un fuego. No era lícito escupir en la tierra para que no se regara así ni una hoja de hierba. No se permitía llevar un pañuelo en sábado, a menos que una de sus extremidades estuviera cosida a la ropa, en cuyo caso se conceptuaba que ya no era un pañuelo sino parte del vestido. También el reglamento en cuanto a la distancia que se podía caminar en sábado podía ser evadido ocultando alimentos a intervalos apropiados a lo largo del camino que uno esperaba recorrer. De esa manera, el lugar donde estaba el alimento podía ser considerado como otro "hogar" del dueño. Desde cada 575uno de esos escondites de alimentos era posible emprender otra jornada de sábado hasta el siguiente escondite. Tales eran algunas de las "cargas pesadas y difíciles de llevar" (Mat. 23: 4) que se ponían sobre los judíos piadosos en los días de Cristo.
Al colar el mosquito y tragarse el camello, los fariseos empleaban continuamente la letra de leyes hechas por los hombres para destruir el espíritu de la ley de Dios. El sábado -originalmente designado para dar al hombre una oportunidad de conocer a su Hacedor mediante un estudio de las cosas que él ha hecho y de reflexionar en su amor y bondad- se convirtió en un recordativo del carácter egoísta y arbitrario de los fariseos y los escribas. Al presentarlo como a un tirano, tergiversaban completamente el carácter de Dios.
La naturaleza declara la sabiduría, el poder y el amor de Dios, y en el principio el sábado se refería a estas cosas para que el hombre se ocupara de ellas, a fin de que no se absorbiera de tal modo en sus propias actividades que olvidara a Aquel que le dio el ser y que constantemente utiliza su poder divino para la felicidad y el bienestar del hombre. El problema que algunos cristianos modernos encuentran para determinar qué es o qué no es apropiado hacer en sábado se resuelve fácilmente una vez que se tiene un concepto claro del propósito del sábado. La verdadera observancia del sábado consiste en hacer todo aquello que nos acerque más a Dios, nos ayude a entender mejor su voluntad para con nosotros y la forma en que nos trata, y nos induzca a cooperar más eficazmente con él en nuestra vida y a contribuir para la felicidad y el bienestar de otros (ver com. Isa. 58: 13; Mar. 2: 27-28).
25.
¿Nunca leísteis?
Jesús quiere decir que en el estudio de las Escrituras que hacían ellos, pasaban por alto la lección implícita del episodio que él está por referir.
Cuando tuvo necesidad.
Las leyes sagradas y las cosas pertinentes al santuario habían sido ordenadas para el bien del hombre, y en el caso de que alguna vez estuvieran en conflicto con los mejores intereses humanos, debían subordinarse a lo que era más necesario para el hombre.
26.
Casa de Dios.
Todavía no se había construido el templo en el tiempo del episodio a que aquí se hace referencia. La "casa de Dios" aún consistía únicamente en el tabernáculo, que en ese tiempo estaba en Nob.
Abiatar.
Abiatar era el hijo de Ahimelec, sumo sacerdote en el tiempo en que ocurrió este episodio (1 Sam. 21: 1, 6). Las palabras de Jesús parecen sugerir que Abiatar representaba a su anciano Padre, de modo que en realidad realizaba por lo menos algunas de las funciones del sumo sacerdocio aun mientras vivía Ahimelec, y bajo su supervisión. Cuando fue muerto Ahimelec, Abiatar huyó a David llevando consigo el efod sagrado, símbolo del sumo sacerdocio (1 Sam. 22: 20). Había una situación análoga en los días de Cristo, pues aunque Caifás era sumo sacerdote, Anás era reconocido por todos como una especie de sumo sacerdote honorario (Hech. 4: 6; ver com. Luc. 3: 2).
Panes de la proposición.
Ver com. Exo. 25: 30. Minuciosos reglamentos para la preparación y el uso del "pan de la Presencia" (Exo. 25: 30, BJ) lo apartaban como santo. El pan viejo, quitado de la mesa del pan de la proposición en el lugar santo, debía ser comido por los sacerdotes dentro del predio sagrado del santuario (ver com. Lev. 24: 5-8).
No es lícito comer.
Tan sólo los sacerdotes podían comer el pan consagrado (Lev. 24: 9).
27.
Día de reposo.
Ver com. Gén. 2: 1-3; Exo. 20: 8-11.
Por causa.
O "por el bien de".
Hombre.
Gr. ánthropos, "hombre", en el sentido genérico, incluyendo a hombres, mujeres y niños (ver com. cap. 6: 44); más exactamente, "humanidad". El sábado fue designado y ordenado por un amante Creador para el bienestar de la humanidad. Se necesitaría forzar hasta el extremo un razonamiento para que alguien pudiera considerar que el sábado es "contra" el hombre en algún respecto (ver com. Col. 2: 14).
No el hombre por causa del día de reposo.
Dios no creó al hombre porque tenía un día de reposo y necesitaba que alguien lo guardara. Más bien, un omnisapiente Creador sabía que el hombre, la criatura de sus manos, necesitaba una oportunidad para su crecimiento moral y espiritual, para desarrollar su carácter. Necesitaba tiempo en el cual los intereses y afanes humanos fueran subordinados al estudio del carácter y de la voluntad de Dios como se revelaban en la naturaleza y más tarde en la revelación. El día de reposo, el séptimo día -el sábado-, fue ordenado por Dios para suplir esa necesidad. Tergiversar en alguna manera las especificaciones del Creador en cuanto a cuándo y cómo debiera 576observarse ese día, equivale a negar que Dios sabe qué es lo mejor para sus criaturas, obra de sus manos.
Dios dispuso que el sábado fuera una bendición, no una carga, y su observancia responde al provecho del hombre y no a su perjuicio. Fue dispuesto para aumentar su felicidad y no para que le resultara penoso. Guardar el sábado no consiste esencialmente en la minuciosa observancia de ciertas ceremonias y en abstenerse de ciertos afanes. Pensar de esa manera es perder completamente el verdadero espíritu y los propósitos de la observancia del sábado y es ir en pos de una justificación basada en obras. Nos abstenemos de ciertas tareas, de ciertos afanes, de ciertos temas en nuestro pensamiento y en nuestras conversaciones, no porque al hacer eso pensemos que estamos ganando el favor de Dios. Nos abstenemos de esas cosas a fin de que podamos dedicar nuestro tiempo, nuestras energías y nuestros pensamientos a otras actividades que aumentarán nuestra comprensión de Dios, nuestro aprecio de su bondad, nuestra capacidad para cooperar con él y nuestra habilidad para servir al Señor y a nuestro prójimo más eficientemente. La observancia del sábado que consiste principal o únicamente en el aspecto negativo, en no hacer ciertas cosas, de ninguna manera es observancia del sábado. Tan sólo cuando se practica el aspecto positivo de guardar el sábado, se puede esperar obtener de la observancia de ese día el beneficio dispuesto por un Creador sabio y amante (ver com. Isa. 58: 13).
Los innumerables requisitos de los rabinos para la minuciosa observancia del sábado se basaban en el concepto de que, a la vista de Dios, el sábado era más importante que el hombre mismo. De acuerdo con el indudable razonamiento de esos ciegos expositores de la ley divina, el hombre fue hecho para el sábado: para guardarlo mecánicamente. Los rabinos reducían el sábado a un absurdo mediante su rígida e insensata distinción entre lo que se debía hacer y lo que no se debía hacer en ese día (ver com. vers. 24). Hacían resaltar el aspecto negativo de la observancia del sábado: el de abstenerse de ciertas cosas. Se daba más importancia a las formas de la religión que a la sustancia de la misma.
28.
Por tanto
Después de destacar el propósito del sábado (vers. 27), Cristo dirige la atención hacia su Autor, y, de esa manera, al derecho que él tenía de determinar cuál sería la mejor forma de llevar a cabo ese propósito.
Hijo del Hombre
Ver com. Mat. 1: 1; Mar.
2: 10; la Nota Adicional de Juan 1.
Señor
El Salvador mismo tiene el derecho de determinar lo que es apropiado para ese día. Por ende, los fariseos se estaban excediendo en sus prerrogativas (cf. vers. 24). La iglesia no tiene el derecho de recargar el sábado con restricciones opresivas -como lo hacían los judíos- o tratar de transferir su santidad de un día a otro. Ambos son ardides del maligno que tienen el propósito de que los hombres se desvíen del verdadero espíritu de la observancia del sábado. El hombre no tiene derecho a manejar a su antojo el día que Dios eligió, ya sea que se trate de un fariseo o de un eclesiástico cristiano.
Aun
"También" (BJ). El curso completo del razonamiento de Cristo expuesto ante los sutiles fariseos es más claramente presentado en el relato que ofrece Mateo de la siguiente manera: (1) La necesidad humana es más importante que los requerimientos rituales o que las tradiciones humanas (Mat. 12: 3-4). (2) El trabajo que se realizaba en relación con el servicio del templo estaba de acuerdo con los requerimientos del día sábado (vers. 5). (3)Cristo es mayor que el templo (vers. 6) y que el día sábado (vers. .


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-12 DTG 227-237
3-5 3T 168
5 2JT 489; MC 130; PVGM 95
5-11 2JT 491 6 8T 202
7 DTG 234; MC 51
10 DTG 235
12 DTG 235; MC 51
14-22 DTG 238-247
17 FE 252; PVGM 38; 2T 74; 3T 49; 4T
42; 5T 219; TM 233, 358 
20 DTG 243 
27 1JT 175, 276, 496
27-28 DTG 251, 254-255
28 CS 500 577


CAPÍTULO 3
1 Cristo cura al hombre con una mano seca 19 y a muchos otros enfermos. 11 Reprende a los espíritus inmundos. 13 Escoge a sus doce apóstoles. 22 Reprocha a los escribas por atribuir a Beelzebú la expulsión de los demonios. 31 Explica quién es su hermano, su hermana y su madre.


1 OTRA vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.
2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo* le sanaría, a fin de poder acusarle.
3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio.
4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo* hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.
6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.
7 Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea,
8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él.
9 Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen.
10 Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él. 
11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
12 Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen.
13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,
15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:
16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;
17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno;
18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, 
19 y Judas Iscariote, el que le entrego. Y vinieron a casa.
20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
22 Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
23 Y habiéndoles llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?
24 Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.
25 Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer.
26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.
27 Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.
28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;
29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo.
31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.
32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
33 El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34 Y mirando a los que estaban sentados 578 alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.


1.
Otra vez entró. [El hombre de la mano seca, Mar. 3: 1-6 = Mat. 12: 9-14 = Luc. 6 6-11. Comentario principal: Marcos y Lucas. Ver mapa p. 208; acerca de los milagros, pp. 198-203.] Indudablemente este es el mismo sábado que se menciona en el cap. 2: 23. Se presenta aquí como otro caso en el cual los escribas y fariseos se opusieron al proceder de Jesús frente al sábado.
Tenía seca una mano
O "tenía la mano paralizada" (BJ). El tiempo del verbo griego sugiere que la parálisis de la mano se debía a un accidente o a los resultados de una enfermedad y no a un defecto congénito.
2.
Le acechaban
Ver com. Luc. 6: 7. Es claro que aquí se trata de los fariseos (cf. Mar. 3: 6).
4.
Vida
Gr. psujé (ver com. Mat. 10: 28).
Callaban
Su hosco silencio era una admisión de derrota. En sus encuentros anteriores con Jesús habían descubierto que nada podían ganar desafiándolo públicamente, pues siempre tenía éxito en volver contra ellos sus propios argumentos en una forma que revelaba la verdad y ponía de manifiesto ante la gente que la posición rabínica era insostenible.
5.
Con enojo
Frecuentemente, se dice que el único enojo que no implica pecado es el enojo contra el pecado. Dios odia el pecado, pero ama al pecador. Los falibles mortales, con demasiada frecuencia cometen el error de aborrecer al pecador y amar el pecado. El enojo contra el mal por ser mal, sin malos deseos ni malos propósitos contra otros, ciertamente se puede considerar como un loable rasgo de carácter.
Entristecido. 
Sólo Marcos registra los sentimientos personales de Jesús. Estaba "entristecido" porque los dirigentes judíos usaban de su elevada investidura y de sus cargos para desfigurar el carácter y los requerimientos de Dios. Sin duda también estaba "entristecido" por los resultados que esto tendría sobre los mismos dirigentes y sobre los que seguían sus engañosas ideas. El texto griego implica que la reacción de enojo inicial de Jesús fue momentánea, pero que continuó su preocupación por esos hijos ignorantes de la verdad, alejados de su Padre celestial y que interpretaban mal su amor para ellos.
6.
Salidos los fariseos
O: "En cuanto salieron los fariseos" (BJ). Quizá podría inferirse por esto que los fariseos se retiraron de la sinagoga inmediatamente, aun antes de que terminara el servicio.
Herodianos.
Partido político judío que favorecía a la casa de Herodes (ver p. 56). Normalmente, los fariseos aborrecían a Herodes y a todo lo relacionado con él (ver. p. 42). El hecho de que ahora buscaran la ayuda de sus enemigos declarados demuestra que estaban como fuera de sí por encontrar un medio de silenciar a Jesús (ver com. Mat. 22: 16). Quizá los obstinados fariseos esperaban que Herodes estuviera dispuesto a encarcelar a Jesús como lo había hecho con Juan el Bautista unos pocos meses antes (ver com. Mat. 4: 12; Luc. 3: 20). Algunos han pensado que este episodio ocurrió en Séforis, la capital de Herodes, a unos 6 km al norte de Nazaret.
7.
Se retiró
[La popularidad de Jesús, Mar. 3:7-12 = Mat. 12:15-21. Comentario principal: Marcos.] El Evangelio de Marcos destaca, vez tras vez, que Jesús se trasladaba de un lugar a otro para rehuir una popularidad inconveniente o una oposición indebida (cap. 1: 45; 7: 24; etc.). Evidentemente, en este caso su retiro fue motivado por el deseo de evitar más conflictos con las autoridades religiosas y quizá también políticas. Por eso Marcos interrumpe su relato de la serie de episodios de conflicto a fin de comentar acerca de la creciente popularidad de Jesús, la cual, proporcionalmente, era acompañada por el creciente odio y la oposición de los dirigentes judíos (ver com. Mat. 12: 15).
Al mar
Parecería que la curación del hombre de la mano seca ocurrió en una ciudad del interior de Galilea, quizá Séforis (ver com. vers. 6). Los relatos estrechamente paralelos de los autores de los sinópticos también implican que cuando Jesús se alejó del interior de Galilea, fue "al mar" de Galilea, quizá a las proximidades de la planicie de Genesaret, al sur de Capernaúm. Sin duda, encontró una extensión costera, comparativamente aislada, lejos de las ciudades (ver com. Luc. 5: 1).Gran multitud
Ver com. Mat. 5: 1. Los tres autores de los sinópticos mencionan la gran multitud que entonces seguía a Jesús. Esta situación demostraba la necesidad de 579 una organización más eficiente y de más testigos que dedicaran todo su tiempo a responder a las demandas que las multitudes imponían a Jesús. Es significativo que dos de los tres autores de los Evangelios llamen la atención a la "gran multitud" que seguía a Jesús y se aferraba a él, inmediatamente antes de la elección de los doce y del Sermón del Monte (ver com. Mat. 5: 1; Luc. 6:17).
8.
Idumea
Es decir, la tierra de Edom. La palabra "Idumea" sólo aparece aquí en el NT. Josefo (Antigüedades xiii. 9. 1) dice que Idumea fue conquistada por Juan Hircano más de un siglo antes del tiempo de Cristo, y su pueblo fue obligado a aceptar, por lo menos nominalmente, los ritos y las prácticas de la religión judía (ver p. 35).
De Tiro y de Sidón
Ver t. 1, p. 135; t. II, pp. 69-70; com. Gén. 10: 15. Sólo resalta la ausencia de Samaria en la enumeración que aquí se hace de los diversos distritos de Palestina y sus proximidades.
9.
Le tuviesen siempre lista
Es decir, a su disposición para cualquier momento en que necesitara usarla.
La barca
Tan sólo Marcos registra este detalle de la narración evangélica. Parece que durante los meses restantes del ministerio en Galilea la barca que pidió Jesús siempre estuvo a mano para cuando la necesitara (cap. 4: 35-36; 6: 32; 8: 10, 13). quizá la barca pertenecía a Pedro (Luc. 5: 3).
Gentío
Por tercera vez en tres versículos consecutivos Marcos destaca la presencia de multitudes que seguían a Jesús doquiera fuera (vers. 7-8).
10.
Por tocarle
Sn duda, los que estaban enfermos o poseídos por el demonio creían que había un poder mágico en ese acto (ver com. cap. 5: 23, 28).
Plagas
Literalmente, "flagelos". Quizá estas "plagas" eran comparables con nuestras epidemias u otras enfermedades graves.
Caían sobre él
La gente no era hostil, sino que cada uno estaba ansioso de ser atendido.
11.
Espíritus inmundos
Ver com. cap. 1: 23.
Al verle
El texto griego dice que "lo veían", "se postraban" y "gritaban". El uso del pretérito imperfecto señala una acción continuada o repetida con frecuencias.
Se postraban
Algunos han sugerido la posibilidad de que los demonios deseaban de esa manera dar la impresión de que reconocían a Jesús como a su caudillo para que así se supusiera que él estaba asociado con ellos. De ser así, el rechazo por parte de Cristo del testimonio de ellos se hace más significativo.
Hijo de Dios.
Ver la Nota Adicional de Juan 1; com. Luc. 1: 35; Juan 1: 1-3.
12.
Reprendía mucho
Es decir, "fuertemente", "intensamente" o "estrictamente".
No le descubriesen
En este punto del relato Mateo registra, además, una cita profética del AT con respecto al ministerio de Jesús para las necesidades de la humanidad (ver com. Mat. 12: 20).
13.
Al monte. 
[Elección de los doce, Mar. 3: 13-19 = Luc. 6: 12-16. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221.] Evidentemente, estaba en la región montañosa al oeste del mar de Galilea (ver com. cap. 1: 45). Dejando a sus seguidores para que pasaran la noche al pie de la montaña (DTG 259), Jesús mismo pasó la noche en oración en algún lugar aislado en las montañas (Luc. 6: 12). Quizá era a fines del verano del año 29 d. C. (ver com. Mat. 5: 1).
Con frecuencia, Jesús dedicaba toda la noche a orar (DTG 388). Por lo general tales casos, mencionados por los escritores de los Evangelios, precedían a momentos de decisión o de crisis en la vida o en el ministerio del Salvador (ver com. cap. 1: 35). Procuraba meditar y orar al comienzo de su ministerio (ver com. Mat. 4: 1). Así también la oración señaló el comienzo de su ministerio en Galilea e inmediatamente antes de su primer viaje misionero por los pueblos y las aldeas de Galilea (ver com. Mar. 1:35). La noche que en esta ocasión pasó en oración fue antes de la ordenación de los doce, del Sermón del Monte y del comienzo del segundo viaje por Galilea. Otra vez se menciona específicamente que oró en relación con la gran crisis de Galilea (Mat. 14: 22-23; cf. Juan 6: 15, 66). Lo mismo aconteció en la transfiguración, cuando Jesús presentó a tres de sus discípulos el asunto de sus sufrimientos y de su muerte (Luc. 9: 28-31). Dedicó a la oración la noche entera que siguió a la entrada triunfal (DTG 534). 1,a oración más extensa de Jesús que se haya registrado precedió a su entrada en el huerto de Getsemaní (Juan 17). Y sólo pocas horas antes de su crucifixión, Jesús ofreció su más ferviente y agonizante oración en el huerto (Mat. 26: 36-44).
Llamó a sí
había un grupo algo mayor de seguidores de entre los cuales fueron. elegidos los doce. 580
Ninguno de los doce fue elegido debido a su perfección, ya fuera de carácter o de capacidad. Cristo eligió a hombres que estaban dispuestos a aprender y que podían hacerlo, cuyos caracteres podrían ser transformados. Cuando fueron llamados, todos tenían serios defectos. Pero, por la gracia de Cristo, esos defectos fueron eliminados (excepto en el caso de judas), y en su lugar Jesús plantó las preciosas semillas del carácter divino que germinaron, crecieron hasta madurar y más tarde produjeron el fruto de un carácter semejante al de Cristo (Gál. 5: 22-23). Cristo toma a los hombres donde están, y si están dispuestos y son sumisos, los transforma de acuerde con la voluntad de él. Coloca a hombres y a mujeres en posiciones de responsabilidad, no porque los considere plenamente preparados para lo que de ellos demandan esas posiciones, sino porque, al leer sus corazones, discierne habilidades latentes que, bajo la dirección divina, pueden ser fomentadas y desarrolladas para la gloria de Dios y para el adelantamiento de su reino.
A los que él quiso
La elección no se basó tanto en el deseo de ellos como en el de él. Posteriormente, recordó a los doce: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros" (Juan 15:16).
Vinieron a él
Cuando los convocó para que se encontraran con él, al amanecer (DTG 259; DMJ 9), en algún lugar en la ladera de alguna de las montañas que dominan las apacibles aguas de Galilea.
14.
Estableció
"Instituyó" (BJ). Gr. poieÇ; literalmente, "hacer", en este caso, "nombrar". Aunque es cierto que Jesús en realidad "ordenó" a los doce en esta ocasión (DTG 262),
este significado no está implícito en el verbo griego poieÇ.
Doce.
La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) añadir lo que aparece en Luc. 6: 13: "A los cuales también llamó apóstoles". No se da ninguna razón específica para explicar por qué fueron escogidos doce: ni más, ni menos. Sin embargo, esto hace pensar inmediatamente en los doce hijos de Jacob, originadores de las doce tribus de Israel. Cinco de los hombres ahora convocados habían sido discípulos de Jesús desde el mismo comienzo de su ministerio unos dos años antes. Los tales eran: Juan, Andrés, Pedro, Felipe y Natanael, o Bartolomé (Juan 1: 40-49). Los tres primeros de este grupo, junto con Jacobo, hermano de Juan, habían aceptado el llamamiento a la orilla del mar unos pocos meses antes (ver com. Luc. 5:11). Más recientemente, Mateo se había unido al grupo.
La elección y ordenación de los doce fue un acontecimiento de gran importancia en la misión de Jesús. Juan el Bautista había proclamado el inminente establecimiento del "reino de los cielos" (Mat. 3: 2), y Jesús había repetido este mismo mensaje durante la parte inicial de su ministerio (Mat. 4: 17), especialmente durante el primer viaje por Galilea recientemente completado (DMJ 8- 9). El reino que Cristo estableció con su primer advenimiento era el reino de la gracia divina (ver com. Mat. 3: 2; 5: 2), cuyo Rey era él. Sus súbditos eran los que lo recibían y creían en su nombre (ver Juan 1: 12). Sus corazones eran el dominio de Cristo ver (com. Luc. 17: 21)
La institución de los doce bien podría considerarse como la inauguración formal del reino de la gracia que Cristo había venido a
LOS DOCE APÓSTOLES
581 establecer. El Sermón del Monte, que siguió inmediatamente, podría considerarse como el discurso inaugural de Cristo como Rey del reino de la gracia, y también como la constitución del nuevo reino. Poco después de que fuera pronunciado ese sermón, Cristo y los doce salieron para el segundo viaje por Galilea, durante el cual Jesús demostró, por precepto y ejemplo, la naturaleza del reino y los alcances de su valor para el hombre.
Se dan cuatro listas de los doce: una por Mateo (cap. 10: 2-4), otra por Marcos (cap. 3: 16-19), y dos por Lucas, una en su Evangelio (cap. 6: 14-16) y otra en los Hechos (cap. 1: 13). Las cuatro se presentan en el cuadro de la página anterior.
El método más natural de agrupar a los doce es dividiéndolos de dos en dos. Cuando Jesús los envió para el tercer viaje por Galilea, los envió de dos en dos (Mar. 6: 7), hermano con hermano, y amigo con amigo (DTG 316). La lista de Mateo quizá se basa en esa forma de agruparlos, pues después de mencionar las dos parejas de hermanos, Pedro y Andrés, y Jacobo y Juan, enumera al resto de los doce en grupos de dos, unidos con la conjunción "y". Felipe forma pareja con Bartolomé (Juan 1: 45), Tomás con Mateo, Jacobo (hijo de Alfeo) con Tadeo, y Simón ("el cananista") con Judas Iscariote. Además, la enumeración de Mateo se da en relación con el envío de los doce.
Otra forma natural de agruparlos aparece cuando cada una de las cuatro listas se divide en tres grupos de cuatro cada una. Aunque el orden de los doce varía ligeramente de una lista a otra, sin embargo los miembros de cada uno de esos grupos son constantes en las cuatro listas (excepto el tercer grupo en Hech. 1: 13, donde falta Judas Iscariote).
Desde un punto de vista humano, los doce hombres elegidos y ordenados en esta ocasión eran pobres e ignorantes, un grupo de rudos y simples galileos. El desdén con que los dirigentes Judíos consideraban a los seguidores de Jesús en general, quizá indujo al Maestro, unas pocas semanas después de esto, a relatar la parábola de la levadura (Mat. 13: 33; PVGM 68). La levadura de la transformadora gracia de Dios ya había comenzado su obra en los corazones de esos doce hombres ordinarios y poco promisorios, y cuando terminaron el período de su discipulado, ya no eran toscos, incultos o ignorantes (ver com. Luc. 5: 11). Tres de ellos llegaron a ser hábiles escritores. Juan era un profundo teólogo. Hasta donde se sepa, ninguno de los doce se había graduado de las escuelas rabínicas e indudablemente ninguno pertenecía a la aristocracia judía. Pero como resultado de su unión con el Maestro quedaron liberados de los prejuicios inveterados que casi siempre cegaban a los escribas y fariseos frente a las afirmaciones de Jesús.
Estuviesen con él.
Es decir, fueran sus discípulos, o alumnos en su escuela y le ayudaran en su obra. Por el vers. 13 es evidente que había otros "discípulos" a quienes -por lo menos en esta ocasión- no eligió ni ordenó para que fueran "apóstoles" (ver com. vers. 13). Como "discípulos", los hombres iban a Cristo para poder aprender de él; los enviaba como "apóstoles" para enseñar a otros. La palabra "apóstol" se deriva del griego apóstolos, que proviene de las dos palabras: apó, "procedente de", y stellÇ, "despachar" o ,,enviar". Por ende, un "apóstol", literalmente, es "uno enviado" (ver com. Mat. 10:2). De allí en adelante, la designación "apóstoles" distingue a los doce de los "discípulos" en general, no porque los doce cesaran de ser discípulos, sino porque también se convirtieron en apóstoles.
En un sentido algo más amplio, con frecuencia Pablo se refiere a sí mismo como "apóstol" (1 Cor. 4: 9; Gál. 1: 1; etc.; cf. Heb. 3: 1). Sin embargo, es evidente que Pablo basaba su derecho al apostolado en el hecho de que Cristo se le había aparecido (1 Cor. 15: y le había dado instrucciones (Gál. 1: 11-12). Con todo, hablaba de sí mismo como "el más pequeño de los apóstoles" (1 Con 15: 9) y también como que no había sido "inferior a aquellos grandes apóstoles" (2 Cor. 11: 5). En otra parte reconcilia estos dos pensamientos aparentemente excluyentes (2 Con 12: 11). En un sentido todavía más amplio, hombres tales como Bernabé, Timoteo y Silas (Silvano) también eran llamados apóstoles (Hech. 14: 14; 1 Tes. 1: 1; 2:6). Quizá el término también se aplicaba a cualquier delegado o mensajero enviado por cualquier iglesia cristiana como su representante (2 Cor. 8: 23; Fil. 2: 25).
A predicar.
Aquí y en el vers. 15 se presentan los dos principales aspectos del ministerio personal de Cristo como los propósitos que también correspondían a los doce: predicar para la curación de las almas; sanar para la curación del cuerpo. Jesús mismo dedicó más tiempo para atender las necesidades 582 físicas de la humanidad que a predicar, y los doce sin duda siguieron su ejemplo.
15.
Autoridad.
Gr. exousía, "poder" (BJ). Ver com. Mar. 2: 10; Luc. 1: 35.
Echar fuera demonios.
El tener poder para liberar a los hombres de la posesión demoníaca, generalmente considerada como incurable, implicaba poder sobre otros males menores. Ver la Nota Adicional del cap. l.
16.
Pedro.
Pedro ocupa el primer lugar en las cuatro listas de los doce que hay en el NT (ver p. 580). Con frecuencia, asumía el papel de portavoz de todo el grupo (Mat. 14: 28; 16: 16; 17: 24; 26: 35; etc.). Poco después del bautismo de Jesús, Andrés llevó a su hermano Pedro ante Jesús. El primer converso cristiano resultó de lo que podría llamarse la obra de un laico (Juan 1: 40-42). En ese tiempo, Pedro había respondido a la invitación de reconocer a Jesús como al Mesías y se había relacionado esporádicamente con el Señor en su ministerio. Aproximadamente dos años más tarde, quizá en el segundo o en el tercer trimestre del año 29 d. C. (ver com. Mat. 4:12), Cristo lo llamó para que fuera permanentemente su discípulo, junto con su hermano Andrés y sus compañeros de tareas, Jacobo y Juan (Luc. 5: 1-11; ver com. vers. 7).
Quizá por acuerdo mutuo, Pedro actuaba como el director de la empresa de pesca de que participaba. Sea como fuere, su ahínco, afán, fervor, valor, lealtad, vigor y capacidad de organización, sin duda lo destacaron para el liderazgo entre los discípulos desde el mismo comienzo. Sobre todo, Pedro era un hombre de acción; su entusiasmo era su rasgo de carácter predominante. Era un hombre que llegaba hasta los extremos, y de su vigorosa personalidad nacían virtudes resaltantes y serios defectos. Lado a lado, existían en él diversos y contradictorios rasgos de carácter. Parece haber sido siempre afanoso, ardiente, afectuoso, generoso, osado, intrépido y valiente, pero con demasiada frecuencia impulsivo, contradictorio, inestable, precipitado, inseguro, jactancioso, lleno de confianza propia, y hasta atolondrado. En un momento de crisis podía ser débil, cobarde y vacilante, y nadie podía predecir qué aspecto de su carácter y personalidad prevalecería en un momento dado.
Pedro era natural de Betsaida Julias (Juan 1: 44), en la orilla noreste del mar de Galilea, frente a Capernaúm, ciudad a la cual evidentemente se trasladó después (ver com. Mar. 1: 29). Pedro y sus compañeros de pesca, Andrés, Jacobo y Juan, parecen haber sido todos discípulos de Juan el Bautista (Juan 1: 35-42; DTG 112-113).
17.
Jacobo.
Gr. Iákóbos, del Heb. Ya´aqob, el nombre del patriarca Jacob (ver com. Gén. 25:26-27). Generalmente se menciona a Jacobo antes de su hermano Juan, cuando se hace referencia a los dos a la vez, lo que indica que Juan era el menor de los dos (cf. DTG 259).Jacobo fue el primero de los doce que murió como mártir, aproximadamente en el año 44d. C. (ver com. Hech. 12: 1-2), mientras que su hermano Juan fue el último de los doce en morir, aproximadamente en el año 96 d. C. El hecho de que Jacobo fuera considerado suficientemente importante como para ser elegido por Herodes Agripa para morir como mártir, implica que era uno de los destacados dirigentes de la iglesia de Jerusalén. El relato del NT presenta primero a Jacobo como a un hombre algo egoísta, ambicioso y pronto para pedir (Mar. 10: 35-41), pero después lo muestra como a un dirigente sereno y capaz. Muchos han identificado a la madre de Jacobo y de Juan (la esposa de Zebedeo) con Salomé (cf. Mar. 15: 40; Mat. 27: 56). Hay también la posibilidad, aunque más bien remota, de que Salomé sea identificada como hermana de María, la madre de Jesús, si es que se mencionan cuatro mujeres en Juan 19: 25 en vez de tres (ver com. Juan 19: 25).
Juan.
Sin duda Juan era un hombre de profundo discernimiento espiritual, que se desarrolló al contemplar en Jesús a Aquel que es "todo él codiciable". Juan no sólo amaba a su Maestro; él era aquel discípulo "al que amaba Jesús" (Juan 20: 2; 21: 7, 20). Por naturaleza era orgulloso, agresivo, ambicioso de honores, impetuoso, sentía fácilmente los agravios y anhelaba vengarse (ver Mar. 10: 35-41; HAp 430-431). Juan se rindió más completamente que cualquiera de los otros ante el poder transformador de la perfecta vida de Jesús, y llegó a reflejar la semejanza del Salvador más plenamente que cualquiera de los otros discípulos. Así como Jacobo fue el primero de los doce que dio su vida como mártir por el Evangelio, así también Juan fue el último en morir. Tuvo razón Jesús cuando llamó a Jacobo y a Juan "Hijos del trueno" (Mar. 3:17; ver com. Luc. 9: 54). De acuerdo con una antigua tradición cristiana, Juan sirvió como pastor de la iglesia de Efeso y fue supervisor de todas las iglesias de la provincia583 romana de Asia durante los últimos años de su vida.
Boanerges.
Quizá sea una transliteración de una expresión aramea que significa "hijos del tumulto", o "hijos de la ira", cuya traducción libre es "hijos del trueno". El temperamento vehemente, el fiero genio de Jacobo y Juan, solía manifestarse abiertamente (Luc. 9: 49, 52-56).
18.
Andrés.
Gr. Andréas, que significa "varonil", nombre griego que proviene de an'r, "varón". Aunque era uno de los primeros seguidores de Jesús (Juan 1: 35-40), Andrés no llegó a formar parte del círculo íntimo (DTG 259) y rara vez se lo menciona en el relato evangélico. La mayor parte de lo que sabemos de él proviene de Juan (cap. 1: 40-41, 44; 6: 8; 12: 22). Mateo y Lucas colocan a Andrés como el segundo de los doce discípulos, quizá para relacionarlo con su hermano, Pedro. En cuanto a los antecedentes familiares de Andrés, ver com. Mar. 3: 16. Andrés parece haber sido un obrero diligente, aunque quizá no tan bien dotado con cualidades de liderazgo como su hermano. Según la tradición, fue martirizado en Grecia, en una cruz que tenía la forma de la letra X. Por eso la cruz que tiene esa forma comúnmente es llamada Cruz de San Andrés.
Felipe.
Gr. Fílippos, "aficionado a los caballos". Como Andrés, es un auténtico nombre griego. Felipe era natural de Betsaida Julias (Juan 1:44), cerca del extremo norte del mar de Galilea. La mayor parte de lo que sabemos de Felipe antes de la ascensión de Cristo nos ha llegado por el relato del Evangelio de Juan (cap. 1:43-48; 6: 5-7; 12: 21-22; 14: 8-9).
Fue el primero al que Jesús le dijo "sígueme" (Juan 1: 43). Se lo caracteriza como a un sincero buscador de la verdad, pero indudablemente fue más lento que algunos de los otros para reconocer a Jesús como el Mesías y para apreciar el significado de su misión en esta tierra (Juan 6: 7; 14: 8-9). Pareciera que a veces estaba indeciso en cuanto a qué curso de acción tomar (Juan 12: 21-22). Con todo, era ferviente, y cuando hubo encontrado al Mesías, inmediatamente comenzó a llevar a otros a él (Juan 1:45).
Bartolomé.
Literalmente, "hijo de Talmai" (cf. Núm. 13: 22; 2 Sam. 3: 3; 13: 37). Quizá su nombre personal era Natanael. Los Evangelios sinópticos no mencionan a Natanael, y el Evangelio de Juan no dice nada de Bartolomé. Juan menciona a Natanael, junto con otros de los doce, en un marco donde parece que sólo estuvieron presentes algunos de los discípulos del círculo íntimo de los doce (Juan 21: 2). De modo que no hay ninguna razón valedera para dudar de que los dos nombres, Bartolomé y Natanael, se refieren a la misma persona. Fue Felipe quien presentó a su amigo Natanael a Jesús (Juan 1: 45); indudablemente los dos hombres eran íntimos amigos (cf. DTG 260).
Mateo.
Marcos y Lucas llaman Leví a Mateo (ver com. Mar. 2: 14). No parece probable que Alfeo, el padre de Mateo, sea identificado con Alfeo, el padre de Jacobo. Los dos discípulos nunca son presentados juntos en los Evangelios como si fueran hermanos, como es el caso de Pedro con Andrés y Jacobo con Juan. Mateo demostró ser un obrero capaz. De acuerdo con la tradición, después de la resurrección dedicó sus energías a trabajar principalmente entre sus compatriotas, y puede haber trabajado en Etiopía o en la región en torno del mar Negro.
Tomás.
También llamado Dídimo (Juan 11: 16; 20: 24; 21: 2). Ambos nombres significan "gemelo". Según la tradición, su nombre real era Judas (nombre común entre los hebreos). Todo lo que se sabe de Tomás está registrado en el Evangelio de Juan (cap. 11: 16; 14: 5; 20: 24-29; 21: 2). Aunque a veces demostró ser dubitativo y egoísta (Juan 20: 24-25), en otras ocasiones fue valiente y leal (Juan 11: 16). Se dice que trabajó en Partia y Persia. Una tradición menos digna de confianza presenta a Tomás como misionero en la India y la China.
En el sur de la India hay un grupo de cristianos que durante siglos han sido conocidos como "cristianos de Tomás". Los tales tienen en su poder una versión del relato evangélico que dicen que les entregó el apóstol Tomás. Afirman que Tomás fue martirizado en un promontorio conocido como monte de Santo Tomás, cerca de Madrás. También hubo un misionero judío de nombre Tomás que trabajó en la China, cuyo retrato ha sido preservado en piedra junto con una inscripción cuya traducción libre es la siguiente: "Tomás vino y trabajó con sinceridad de corazón y gran celo. Si todo lo bueno que hizo hubiera de ser registrado, uno tendría que mojar su pluma en el lago Tungting [un gran lago de la China] hasta que el lago se secara [a fin de tener suficiente agua para hacer la cantidad necesaria de tinta]". Este interesante cuadro de 584 Tomás tiene rasgos claramente judíos, pero probablemente no es de Tomás el apóstol.
Jacobo.
A diferencia de Jacobo, hijo de Zebedeo, éste es hijo de Alfeo. Parece que hay buenas razones para creer que es el Jacobo mencionado en Mat. 27: 56; Mar. 15: 40; 16: 1; Luc. 24: 10. La expresión "Jacobo el menor", o literalmente "Jacobo el pequeño" (Mar. 15: 40) quizá se refiere a que era de menos edad (ver com. Sal. 115: 13), o tal vez la expresión se usaba porque era de pequeña estatura.
Algunos han tratado de identificar a Jacobo, el hijo de Alfeo, con Jacobo, el hermano de nuestro Señor (Mat. 13: 55); pero esta opinión es tan improbable que casi no es digna de ser tomada en cuenta. Jacobo, el discípulo, fue un seguidor de Cristo por lo menos desde el tiempo cuando fueron elegidos los doce, a mediados del año 29 d. C. Pero aun seis meses antes de la crucifixión se dice que los hermanos de Jesús no creían en él (Juan 7:5). También el marco de Mat. 13:55 y de Mar. 6:3 implica que el episodio allí referido ocurrió por el tiempo del tercer viaje por Galilea, evidentemente después de la elección de los doce (ver com. Hech. 12: 17).
Tádeo.
Identificado por Mateo (cap. 10: 3) como Lebeo. Una antigua tradición contra la cual no se ha presentado ninguna prueba, hace equivaler a Tadeo con judas el hermano (o hijo) de Jacobo (ver Luc. 6: 16; Hech. 1: 13). La BJ reza "Judas de Santiago Jacobo" tanto en Luc. 6:16 como en Hech. 1: 13, y añade en nota de pie de página: "'Judas de Santiago' puede entenderse 'hijo', o también "hermano de Santiago". La VM reza "Judas hermano de Santiago" tanto en Luc. 6:16 como en Hech. 1: 13. Mucho más probable es que sea "hijo" y no "hermano", a pesar de que en la RVR en ambos casos (Luc. 6: 16 y Hech. 1: 13) diga "hermano".
Es bastante claro por otros ejemplos que este Judas no era el hermano sino el hijo de un hombre llamado Jacobo, aunque el texto griego de Luc. 6: 16 dice sencillamente "Judas de Jacobo". Casi con certeza este Jacobo, el padre de Tadeo o Judas, no debe ser identificado con algún otro Jacobo del NT, pues el nombre era muy común (ver com. Mar 3: 17). Donde Juan (cap. 14: 22) se refiere a este Judas, claramente lo distingue de Judas Iscariote. Tadeo no se destaca tanto en el registro del NT como la mayoría de los otros apóstoles.
Simón.
Llamado "el cananista" para distinguirlo de Simón Pedro. Acerca del significado y la etimología del nombre Simón, ver vers. 16. La designación "cananista" o "cananeo" (BJ) no indica necesariamente que Simón descendía de una de las naciones cananeas que habitaban la tierra de Palestina antes de la llegada de los hebreos (ver com. Gén. 10:6). La evidencia textual establece el texto kananúios, lo que podría significar habitante de la ciudad de Caná, o más probablemente, "celoso" (de una palabra aramea), o sea miembro de un partido patriótico judío también conocido como los "zelotes" (ver Luc. 6: 25; p. 56; cf. DTG 262).
19.
Judas Iscariote.
El nombre de "Judas" del NT es equivalente a "Judá" del AT (ver com. Gén. 29: 35; Mat. 1: 2). Se han dado muchas explicaciones para el nombre Iscariote, la más probable de las cuales es que proviene del Heb. 'ish Qeriyyoth, que significa, "hombre de Queriot", aldea del sur de Judea, cerca de Idumea Dos. 15: 25; ver com. Mar. 3: . Si esta identificación del nombre "Iscariote" es correcta, quizá Judas era el único de los doce que nació fuera de Galilea. Era hijo de un hombre llamado Simón (ver com. Juan 6: 71).
Jesús no había invitado a Judas para que se uniera al grupo de discípulos de los cuales eligió a los doce (ver com. Mar. 3: 13), pero Judas se les unió, y pidió un lugar. Sin duda, Judas creía que Jesús era el Mesías -igual que los otros discípulos, en términos del concepto popular Judaico de un libertador político que sacudiría el yugo romano- y deseaba pertenecer al círculo íntimo de los discípulos a fin de conseguir un elevado cargo en el "reino" que pronto se establecería. Quizá se ofreció para el puesto de tesorero, esperando ser nombrado para ese cargo en el nuevo reino. Sin embargo, Jesús se dio cuenta desde el mismo principio que Judas carecía de la característica básica que lo podría calificar para llegar a ser un apóstol del reino que estaba por ser establecido: le faltaba realizar una entrega completa.
A pesar de todo el mal que estaba latente en su corazón, Judas, en muchos respectos era más promisorio que los otros que llamó Jesús. Cuando fue admitido a pertenecer a los doce, había esperanza para Judas. Si hubiese desarrollado ciertos rasgos deseables de carácter, y si hubiese eliminado sus malas inclinaciones, permitiendo que Jesús cambiara su corazón, podría haber sido un obrero585aceptable en la causa del reino. Pero, a diferencia de Juan (ver com. vers. 17), Judas mantuvo un corazón insensible a los preceptos y el ejemplo de Jesús. Sin embargo, Jesús lo animó en todo lo que pudo y le dio todas las oportunidades posibles para que desarrollara un carácter celestial. Jesús no quería quebrar ni apagar (ver com. Mat. 12: 20) la "caña cascada" del carácter de Judas, "el pábilo" humeante de las buenas intenciones.
Le entregó.
Ver com. Luc. 6: 16.
Vinieron a casa.
Quizá a la casa de Pedro, en Capernaúm (ver com. cap.1l: 29). Algunos han observado que el Evangelio de Marcos trata principalmente con lo que Jesús hizo y no con sus enseñanzas. A diferencia de Mateo, que dedica tres capítulos al Sermón del Monte, Marcos lo omite por completo, ni siquiera menciona que después de la ordenación de los doce, Jesús pronunció ese sermón (ver com. Mat. 5: 1). Hacia la terminación del día, sin duda Jesús y sus discípulos volvieron a Capernaúm.
20.
Se agolpó de nuevo la gente.
[Un endemoniado ciego y mudo; el pecado imperdonable, Mar. 3: 20-30 = Mat. 12: 22-45 = Luc. 11: 14-32. Comentario principal: Mateo.] Marcos no menciona la curación del endemoniado ciego y mudo, pero sólo registra la acusación de los escribas de que Jesús arrojaba demonios por el poder del príncipe de los demonios, y la respuesta que Jesús les dio (vers. 22; DTG 288). Acerca del lugar de este episodio en la secuencia cronológica, y la forma en que se relaciona el registro de este episodio en los diversos Evangelios, ver com. Mat. 12: 22. Debiera notarse que Marcos coloca este pasaje (cap. 3: 20-35) en secuencia cronológica entre la elección de los doce (cap. 3: 14-19) y el sermón junto al mar (cap. 4).
21.
Los suyos.
"Sus parientes" (BJ). Gr. hoi par'autbu, literalmente, "aquellos del lado de él". Aunque esta expresión podría significar únicamente que las personas mencionadas estaban relacionadas de cerca con Jesús, los antiguos papiros griegos prueban que estas palabras también se refieren a parientes. De modo que es probable que la afirmación del vers. 21 anticipe el episodio de los vers. 31-35.
Fuera de sí.
Es decir, "mentalmente desequilibrado". La estrecha semejanza entre este temor de parte de los "parientes" (BJ) de Jesús y la acusación presentada por los escribas de que Jesús estaba en connivencia con el diablo (vers. 22), podría explicar la afirmación del vers. 21 como una introducción a la acusación de que Jesús era un instrumento de Beelzebú (vers. 22-30).
22.
Escribas.
Ver la p. 57.
Venido de Jerusalén.
Ver Luc. 5: 17. Quizá eran algunos de los espías que le siguieron los pasos a Jesús durante todo su ministerio en Galilea en obediencia a las órdenes del sanedrín (ver com. Mar. 2: 6).
Tenía a Beelzebú.
Ver com. Mat. 12: 24.
28.
Blasfemias.
Ver com. Mat. 12: 31.
29.
Juicio eterno.
La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la variante "pecado eterno" (BJ).
31.
Sus hermanos y su madre.
[Visita de los hermanos de Jesús y de su madre, Mar. 3:3135 = Mat. 12:46-50 = Luc. 8:19-21. Comentario principal: Mateo.] Acerca de la ubicación cronológica de este hecho y su relación con los diversos relatos que los sinópticos hacen de él, ver com. Mat. 12:22, 46.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-5 DTG 252
8 DMJ 9; DTG 265
13-14 DTG 257; HAp 16
13-19 DTG 257-264
14-15 CH 557
17 DTG 262; Ed 83; HAp 430
20-35 DTG 288-294
21 DTG 288
25 2JT 85
586


CAPÍTULO 4
1 La parábola del sembrador 14 y su significado. 2 1 Debemos comunicar la luz de nuestro conocimiento a otros. 26 La parábola de la semilla que crece en secreto, 30 y la de la semilla de mostaza. 35 Cristo calma la tempestad en el mar.
1 OTRA vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar.
2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:
3 Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar;
4 y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron.
5 Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra.
6 Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
7 Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.
8 Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.
9 Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.
10 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.
11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
13 Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
14 El sembrador es el que siembra la palabra.
15 Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.
16 Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo;
17 pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan.
18 Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra,
19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.
21 También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz.
23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
24 Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís.
25 Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
26 Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;
27 y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.
28 Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;
29 y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.
30 Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos?
31 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;587
32 después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.
33 uchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír.
34 parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo.
35 día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.
36 pidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas.
37 se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
38 estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
39 antándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
40 dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41 ces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento mar le obedecen?


1.
Junto al mar.
[Sermón junto al mar, Mar. 4:1-34 = Mat. 13:1-53 = Luc. 8:4-18. Comentario principal: Mateo. En cuanto a las parábolas, ver pp. 193-197. ]
2.
Su doctrina.
Literalmente, "su instrucción" (BJ).
13.
¿Cómo, pues, entenderéis?
La parábola del sembrador, la semilla y los terrenos fue la más sencilla de las parábolas. Su significado debiera haber sido claro para los discípulos. Si tenían dificultades con ésta, ¿cómo les iría con las otras?
19.
Codicias.
Gr. epithumía, "deseo ardiente", "anhelo", "ansia". En sí misma, esta palabra griega no significa "codicia". Fue "con ansia [Gr. epithumía]" (BJ) como Jesús deseó celebrar la última pascua con los doce (Luc. 22:15). Sólo es malo el deseo cuando se refiere a cosas que son malas. En este caso, son los intereses mundanales, tales como el deseo de riquezas, los que hacen malo el "deseo".
21.
Luz.
Gr. lújnos, "lámpara" (BJ). Cristo repitió la parábola de la lámpara en diferentes formas, en diversas oportunidades, para enseñar varias verdades. Cuando la dio como parte del Sermón del Monte (Mat. 5: 14-16), la usó para ilustrar la responsabilidad de los creyentes de ser ejemplo para el mundo, de hacer brillar su luz individual. En este caso, es una ilustración de la luz de la verdad revelada en las propias enseñanzas de Jesús, especialmente mediante el uso de parábolas. En Luc. 11: 33-36 ilustra la forma en que los individuos perciben y reciben la verdad.
Almud.
"Celemín" (BJ). Gr. mbdios, una medida de capacidad usada para áridos, de cerca de nueve litros (ver p. 52). "La lámpara", "el almud" y "la cama" eran parte del mobiliario que se encontraba en todas las casas, lo que hacía gráfica la ilustración.
Candelero.
Ver com. Mat. 5: 15.
22.
Nada oculto.
Ver com. Luc. 8: 17.
23.
Oídos para oír.
Ver com. Mat. 11: 15.
24.
Lo que oís.
Lucas dice: "cómo oís" (cap. 8:18). Hay algunas cosas que sería mejor que los cristianos no oyeran ni vieran; hay otras cosas que sería prudente que oyeran.
Con la medida.
Ver com. Mat. 7: 2.
26.
El reino de Dios.
Ver com. Mat. 3:2; 4:17; 5:2; Luc. 4:19.
Echa semilla.
Sólo Marcos registra la parábola de la semilla que crece. Ilustra la misma verdad presentada a Nicodemo en cuanto a la obra del Espíritu Santo (Juan 3: . Cristo dice en esta parábola que si a la semilla del reino tan sólo se le da una oportunidad, producirá su cosecha de bien. Aunque es posible que los hombres no puedan explicar cómo se realiza el proceso del crecimiento cristiano y de la transformación del carácter, con todo, éste prosigue.
27.
Duerme y se levanta.
Habiendo sembrado la semilla, el agricultor se dedica a otras ocupaciones. Pero el proceso de crecimiento sigue adelante, sin tener en cuenta que el agricultor esté ausente o presente, ya sea que duerma o esté despierto. Puede cultivar y regar las semillas a medida que crecen hasta la madurez, pero no puede hacerlas crecer.
28.
De suyo.
Gr. automatos, "movido por su propio impulso"; de donde se deriva nuestra palabra "automático".
La tierra. La planta crece de la tierra y la tierra contribuye a su crecimiento, pero es la planta misma la que produce el fruto.
Luego espiga.
Es decir, la espiga del cereal cuando comienza a formarse, en contraste con la espiga cuando ha madurado. 588
Grano.
"Frigo" (BJ). Ver com. Lev. 2:14.
29.
Cuando el fruto está maduro.
La BJ es más literal: "Cuando el fruto lo admite".
Se mete.
Gr. apostéllÇ, "enviar", de donde proviene nuestra palabra "apóstol", que significa "el que ha sido enviado" (ver com. cap. 3: 14). En otro pasaje, la obra de los apóstoles es comparada con la de los segadores (Juan 4: 35-38).
La siega.
Ver com. Mat. 3: 12; 13: 30.
30.
¿A qué?
Ver com. Mat. 13: 3.
Reino de Dios.
Ver com. Mat. 3: 2; 4: 17; 5: 2; Luc. 4: 19.
¿Lo compararemos?
Por así decirlo, Cristo consulta con sus oyentes. Su auditorio estaba invitado a participar en la búsqueda de la verdad.
31.
Grano de mostaza.
Ver com. Mat. 13: 31-32.
33.
Muchas parábolas como éstas.
Quizá Marcos se refiere únicamente a las parábolas pronunciadas en esta ocasión, aunque sin duda lo mismo sería cierto aplicándolo a todas las parábolas de Cristo.
Conforme a lo que podían.
Cristo no hablaba en parábolas a fin de ocultar la verdad, sino para revelarla.
34.
Sin parábolas.
Hasta aquí, Cristo había sido muy parco en el uso de parábolas en su enseñanza. El sermón junto al mar señala el comienzo de su enseñanza por medio de parábolas como un método habitual de proclamar el Evangelio (ver pp. 193-194).
35.
Aquel día.
[La tormenta en el lago, Mar. 4:35-41 = Mat. 8:18, 23-27 = Luc. 8:22-25. Comentario principal: Mateo.] Ese "día" había estado lleno de acontecimientos en la vida de Jesús (ver com. Mat. 8:18). En el relato que hace Marcos de la tormenta del lago incluye ciertos detalles dramáticos de los sucesos que no son mencionados ni por Mateo ni por Lucas.
36.
Otras barcas.
Embarcaciones llenas de personas que todavía seguían ávidamente a Jesús (cf DTG 300).
38.
Cabezal.
Quizá era parte del equipo de la barca, pues se trataba de un burdo cojín de cuero para el timonel, quien se sentaba en la popa de la embarcación.
¿No tienes cuidado?
La súplica de ellos refleja impaciencia que llega al límite de la desesperación.
39.
Calla, enmudece.
Los elementos no sólo debían callarse sino que debían permanecer callados. Algunos han sugerido que Jesús aquí reprochó a los elementos como si hubieran sido monstruos airados.
41.
Temieron con gran temor.
O "se llenaron de gran temor [pavor]" (BJ).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-20 PVGM 16-42
14 PVGM 19, 23
19 IJT 129; PVGM 31, 33
21 2JT 423; 5T 84, 588; 8T 76
24 5T 694
26-28 CM 108-111; Ed 100-103
26-29 CM 109; EC 307; PVGM 43-48
28 CC 67; CM 96, 192; CN 28, 56; DTG 335; EC 308; Ed 102; Ev 421; MM 7; NB 328; PVGM 46,59-60; 8T 327; TM 247, 515
29 CM 11O; PVGM 47
30 HAp 11
30-32 PVGM 54-57
35-41 DTG 300-304
36-38 DTG 300
39-41 DTG 302 589


CAPÍTULO 5
1 Cristo sana a un hombre poseído por una legión de demonios, 13 que entran en una manada de puercos y éstos se ahogan en el mar. 25 Cristo cura a una mujer con flujo de sangre 35 y resucita a la hija de Jairo.
1 VINIERON al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.
2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,
3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.
4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.
5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.
6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.
7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.
11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.
12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.
14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.
15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
16 Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.
17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
18 Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.
19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar.
22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies,
23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido
590 hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?
36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.
37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.
38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho.
39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme.
40 Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate.
42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.
43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.


1.
Al otro lado.
[Los endemoniados de Gadara, Mar. 5: 1-20 = Mat. 8: 28 a 9: 1 = Luc. 8: 26-39. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 209; diagrama p. 221; acerca de los milagros, pp. 198-203] De los tres relatos de este milagro, el de Marcos es el más gráfico y el de Mateo el más breve. El "otro lado" del mar de Galilea se refiere a la orilla oriental, en la región de Decápolis (ver p. 48; com. Mat. 4: 25). El día anterior había presentado un sermón que principalmente consistió en parábolas (Mat. 13), en algún lugar a la orilla del mar de Galilea, junto a la planicie de Genesaret (ver com. Mat. 13: 1). El ancho del lago en este punto era de unos 11 km. Fue durante la travesía cuando Jesús calmó la tormenta (ver com. Mat. 8: 18). Esta vez su propósito al cruzar a la orilla oriental, que era menos densamente poblada, era disfrutar de una breve tregua de las multitudes que lo asediaban, hasta el punto de que con frecuencia no tenía tiempo para comer o dormir (Mar. 3: 20).
Gadarenos.
La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la variante "gerasenos" (BJ), aunque en algunos MSS se lee "gergesenos" y "gadarenos". En Mat. 8: 28, la evidencia textual se inclina por "gadarenos", pero hay MSS que dicen "gergesenos" y "gerasenos". En Luc. 8: 26, la evidencia textual sugiere "gerasenos" (BJ), pero hay MSS que dicen "gergesenos" y "gadarenos". Son evidentes los esfuerzos de los copistas y de los recopiladores para armonizar los nombres de los tres relatos.
Aunque en el presente no disponemos de pruebas concluyentes, por lo general se piensa que el encuentro de Cristo con los endemoniados gadarenos (o gerasenos o gergesenos) ocurrió a poca distancia de lo que es ahora la aldea de Kursí, que se identifica con la antigua Gergesa. Gadara era una ciudad a unos 20 km al sur de este lugar, aproximadamente a 10 km del extremo sur del mar de Galilea. En un tiempo fue la capital de Decápolis (ver com. Mat. 4: 25; Mar. 5: 20). En este tiempo quizá era la ciudad principal del distrito, y tal vez daba su nombre al mismo. La ciudad de Gerasa, a unos 56 km al sureste del mar de Galilea, difícilmente podría ser el lugar al que se hace referencia en el relato de este milagro. No es imposible que hubiera una aldea del mismo nombre cerca de Gergesa, o que tanto Gerasa como Gergesa se refieran a la misma aldea, que ahora se llama Kursi.
2.
Salió él de la barca.
A corta distancia al sur de la aldea de Kursi (ver com. vers. l) hay un empinado risco que desciende abruptamente a una angosta playa (ver com. vers. 13). Jesús y los discípulos bien pueden haber desembarcado al sur de ese risco, donde la playa se ensancha y las colinas no llegan hasta el lago.
Sepulcros.
Las colinas de piedra caliza en torno de Kursí tienen abundantes cavernas y cámaras cavadas en la roca relativamente blanda. Cámaras como éstas se usaban comúnmente como sepulcros en la antigua Palestina.
Un hombre.
Mateo menciona a dos hombres (cap. 8: 28). Sin embargo, indudablemente uno se destacaba por su ferocidad. Mateo también habla de dos ciegos en Jericó (cap. 20: 30), donde Marcos (cap. 10:46) y Lucas (cap. 18: 35) se refieren sólo a uno, quizá por una razón similar. Es digno de notarse 591que Mateo, indudablemente testigo presencial en ambos sucesos, mencione dos hombres en cada caso. Acerca de las diferencias que hay en la narración de un mismo caso en varios Evangelios, ver la segunda Nota Adicional de Mateo 3. Cf. com. Mar. 10: 46; Luc. 5: 2; 7: 3; la Nota Adicional de Luc. 7.
Un espíritu inmundo
Acerca de la naturaleza de la posesión demoníaca, ver la Nota Adicional del cap. 1.
3.
Sepulcros
Ver com. vers. 2. De acuerdo con la ley levítica, un cadáver era inmundo (ver com. Lev. 21: 2), y de esa impureza participaba el lugar de la sepultura. Es obvio que estas consideraciones no eran tenidas en cuenta por los endemoniados.
Nadie podía atarle
La afirmación de Mateo de que "nadie podía pasar por aquel camino" (cap. 8: 28) implica que la guarida de estos hombres endemoniados no estaba lejos de un camino, quizá el que pasaba por la orilla oriental del lago (cf. DTG 304).
Cadenas
Gr. hálusis, "cadena" o "atadura", con frecuencia se usa específicamente para indicar esposas o grillos.
4.
Grillos
Gr. péde, "grillos para los pies", proviene de una palabra que significa "pie" o "empeine". Se trataba de anillos de hierro que se les ponía en las piernas a los presos.
5.
Hiriéndose
En su furia, con frecuencia se lesionaba el cuerpo, que quizá estaba cubierto de cicatrices y llagas.
6.
Cuando vio... a Jesús
El y su compañero pueden haber estado en las estribaciones más bajas de la montaña que descendía abruptamente al mar, y así pueden haber observado las barcas que se aproximaban.
Corrió
Quizá con la intención de atacar a Jesús y a los que lo acompañaban, sin duda dando salvajes alaridos mientras descendía a la playa.
Se arrodilló ante él
Cuando los endemoniados llegaron donde estaba Jesús, los discípulos habían huido aterrorizados, y el Salvador estaba solo con los dos posesos del demonio (DTG 304). De alguna manera parecían percibir borrosamente que se trataba de un Amigo y no de un enemigo (DTG 304-305), y se postraron ante los pies de Jesús. La misma presencia de Cristo, con frecuencia, parecía impresionar profundamente aun a sus peores enemigos (ver Mat. 21: 12-13; Juan 2: 15).
7.
¿Qué tienes conmigo?
El desafío a la autoridad de Jesús (cf. cap. 1: 27; com. cap. 2: 10) significaba en realidad: ¿Qué derecho tienes a entremeterte conmigo?" (ver com. Juan 2: 4).
Hijo
Ver com. Luc. 1: 35; Juan 1: 1-3.
Dios Altísimo
Ver Hech. 16: 17; com. Gén. 14: 18, 22. Parecería que los malos espíritus estaban hablando directamente a Cristo mediante uno de los endemoniados de Gadara, pues Jesús se dirigió al "espíritu inmundo" y no al hombre mismo (Mar. 5: . Por ende, el reconocimiento de Jesús como el "Hijo del Dios Altísimo" muestra el conocimiento que tenían los espíritus, y no los endemoniados.
Te conjuro
Gr. horkízo, "conjurar". Las palabras del relato de Lucas son menos gráficas: "Te ruego" (Luc. 8: 28).
Atormentes
Gr. basanízo, que originalmente significaba "probar [metales] con la piedra de toque". En el NT se usa basanízo en el sentido de infligir dolor o tortura.
8.
Le decía
Mientras Jesús estaba en el mismo proceso de ordenar al espíritu que saliera del hombre, osadamente el espíritu interrumpió y lo desafió.
9.
¿Cómo te llamas?
No es clara la razón por la cual Cristo preguntó el nombre del espíritu que poseía al hombre, o más bien del portavoz de la legión de espíritus. Se ha sugerido que era para beneficio de los discípulos, a fin de que pudieran apreciar más plenamente la magnitud del milagro, y comprendieran mejor la naturaleza y el poder de las fuerzas contra las cuales tenían que luchar.
Legión
Una división del ejército romano que, cuando estaba completa, contaba aproximadamente con 6.000 infantes y 700 jinetes, o un total de unos 6.700 hombres. Sin embargo, por lo general - como sucede con los ejércitos modernos- la legión no se mantenía con todos sus efectivos. Aunque el uso que hizo el demonio del nombre "legión" puede ser tomado literalmente, no hay forma de determinar el número preciso. Se entiende mejor la palabra en el sentido general de que había muchos demonios (Luc. 8: 30).
10.
Le rogaba mucho
El desafiante demonio ahora se comportó como un suplicante que pedía misericordia a Jesús. Quizá temía por su vida (ver com. cap. 1: 24).
Fuera de aquella región. En cambio, Lucas dice: "ir al abismo" (cap. 8: 31). La palabra griega traducida "abismo" es ábussos, "abismo", "profundidad", "lugar inaccesible", "lugar de los muertos" (ver com. Apoc. 20: 1). En Gén. 1: 2 y 7: 11 (LXX), ábussos corresponde
592 al Heb. tehom, traducida en la RVR como "abismo". En Job 28: 14 (LXX) corresponde a "mar", y también se ha traducido como "abismo" en la RVR. En Rom. 10: 7, "abismo" ábussos se usa para describir el lugar de "los muertos", o sea la tumba. En Apoc. 9: 2, 11; 11: 7; 17: 8; 20: 1, 3, ábussos se ha traducido en la RVR como "abismo" (En todos estos pasajes, se lee "Abismo" en la BJ. El uso de la mayúscula aparentemente le da la categoría de un nombre propio.) Usado como adjetivo en el griego clásico, este vocablo significa "insondable", "ilimitado", "sin fondo".
11.
Cerca del monte
Es decir, en la ladera, a alguna distancia de donde estaban en la playa Cristo y los endemoniados (Mat. 8: 30). Por toda esa región, sin duda, los porqueros siempre estaban alerta debido a los posesos del demonio, y por eso los vieron cuando corrían hacia Cristo, oyeron sus sobrenaturales alaridos y fueron testigos de la gloriosa transformación que se produjo en el aspecto de ellos.
Cerdos
Aunque algunos judíos criaban cerdos para comerciar con ellos, no se puede comprobar que los dueños de este hato eran judíos. Sin embargo, seguramente estaban absortos en su ocupación y en su negocio, indiferentes a las cosas espirituales.
12.
Le rogaron todos los demonios
Ver com. vers. 10.
Envíanos
El propósito de Satanás era hacer que la gente de esta región se volviera contra el Salvador pensando que él era responsable por la destrucción de su propiedad. El resultado inmediato parecía justificar los malos propósitos del diablo. Pero el ministerio de los hombres transformados, que antes habían sido conocidos por todo el distrito como endemoniados, junto con la noticia del hato de cerdos que pereció en el mar, que confirmaba el relato acerca de los endemoniados, sirvieron como quizá ninguna otra cosa podría haberlo hecho para que la gente de esa región se inclinara en favor de Jesús (ver com. vers. 19-20).
13.
Les dio permiso
Comparar con el caso de Job (Job 1: 12; 2: 6). El diablo instigó todo el daño que sufrió Job, y Dios sencillamente lo consintió, y, sin embargo, encauzó todo para el beneficio y el estímulo de los creyentes a través de los siglos.
Por un despeñadero
A corta distancia al sur de la actual aldea de Kurs§, que se piensa que es la antigua Gergesa (ver com. vers. 1), hay un empinado farallón, donde las montañas descienden casi hasta el borde del agua, el único lugar en toda la costa donde esto es así. El declive es tan empinado que podría ser llamado un acantilado, aunque no es del tipo que sobresale. Al pie de este precipicio la playa es tan angosta, que no era posible que los cerdos hubieran podido detenerse en su carrera hacia abajo.
14.
En los campos
Al dirigirse a la aldea de Gergesa, quizá a corta distancia al norte del precipicio (ver com. vers. 13), podía esperarse que los porqueros contaran lo que había sucedido a todos los que encontraran.
15.
Sentado
Evidentemente sosegado, tranquilo y descansando; un manifiesto contraste con la excitación que lo dominaba cuando llegó hasta Jesús poco antes.
Vestido
En armonía con lo que puede observarse, a saber, que por lo general Dios no realiza milagros cuando el resultado puede lograrse por medios más naturales, y que generalmente no hace lo que puede ser logrado por el esfuerzo humano, no es probable que la ropa con que ahora se cubrían esos hombres les hubiera sido dada milagrosamente. Es más probable que los discípulos voluntariamente compartieron su ropa con esos hombres o fueron invitados a hacerlo por Jesús.
En su juicio cabal
En los casos de posesión demoníaca registrados en el NT, quedaba trastornada la mente de las personas afectadas (ver la Nota Adicional de Mar. 1).
Tuvieron miedo
Por un tiempo, el recuerdo de la pérdida de los cerdos dominó el pensamiento de la mayoría de las personas de esa región. Sin duda, se preguntaban cuál sería el resultado de la próxima demostración de poder sobrenatural, y, evidentemente, temían sufrir pérdidas materiales mayores.
16.
Los que lo habían visto
Quizá tanto los porqueros, que ya habían narrado su versión del hecho (vers. 14), como los discípulos. Estos últimos también contaban el caso del apaciguamiento de la tormenta del lago la noche anterior, pero sus palabras caían en oídos sordos (DTG 305).
17.
Que se fuera
Esta elección dependió de consideraciones materiales. Preferían renunciar a cualquier bendición posible, tal como la curación de los endemoniados, para no sufrir más pérdida de propiedades. De acuerdo con el consejo que él mismo había dado a los doce cuando los envió a predicar y a sanar (Mat. 10: 14, 23), Jesús no protestó sino que se marchó. Muchos hoy día siguen593 el patético ejemplo de la gente de Gadara, temerosos de que la presencia del Salvador haga cambiar sus planes.
Contornos
Gr. hórion, "territorio", "región", "vecindad".
18.
Al entrar
Al entrar Jesús en la barca, el hombre sanado le estaba suplicando que le permitiese ir con él.
El que había estado endemoniado
El breve lapso que pasaron los dos hombres con Jesús debe haber sido para ellos la mayor emoción de su vida. Cuando vieron que estaba entrando en la barca, listo para partir, comprendieron que iban a quedar separados de Aquel que les había restaurado la salud mental y la paz del alma. Quizá, por el momento, temieron que su ausencia pudiera significar el retorno del demonio, lo que sin duda temían más que la muerte misma. De todos modos, querían permanecer con Jesús.
19.
No se lo permitió. Jesús hizo lo que era mejor para todos. Los endemoniados sanados necesitaban proclamar lo que Jesús había hecho por ellos, y los habitantes de Decápolis necesitaban el ministerio de esos hombres. Además, existía la probabilidad de que ellos, siendo gentiles (ver com. Mat. 4: 25; cf. DTG 306), pudieran convertirse en un estorbo para la obra de Jesús en Galilea.
A los tuyos
Es decir, a los parientes de él.
Cuéntales
La razón que con tanta frecuencia indujo a Jesús a amonestar a los que habían sido objeto de sus milagros de que no difundieran el informe de lo que había sido hecho en beneficio de ellos (ver com. cap. 1: 44-45), no se aplicaba a la situación en Decápolis. Quizá había menos escribas y fariseos en Decápolis que pudieran propagar un informe falso de las actividades de Jesús. Además, Jesús no tenía el plan de permanecer en la región, y no habría un levantamiento popular en su favor que pudiera tender a estorbar su obra. También un milagro semejante a éste probablemente no crearía en ese lugar falsas esperanzas acerca del Mesías (ver com. Mat. 3: 2; 4: 17; 5: 2).
20.
Publicar
Gr. k'rússÇ, "anunciar", "proclamar", "pregonar". Grandes cosas habían sucedido en la breve hora en que Jesús permaneció con estos dos hombres. Tenían un relato inspirador que referir, y en el intervalo, antes de que la gente saliera de la ciudad, sin duda Jesús los instruyó en las verdades fundamentales del relato evangélico. Mientras proclamaban su mensaje por toda la región de Decápolis, lo que decían era confirmado por el informe de los porqueros que debe haber sido divulgado con la velocidad del relámpago por todas las proximidades de Gergesa (ver com. vers. 1). Por doquiera la gente debe haber escuchado con ávido interés, cuando ellos, para cuyo beneficio se había hecho el milagro, se presentaban con el relato evangélico. Su reputación anterior de locos también debe haber sido ampliamente conocida (Mat. 8: 28).
Decápolis
Ver p. 48. Las diversas ciudades de Decápolis habían sido helenizadas desde el tiempo de Alejandro Magno, pero fueron subyugadas por los judíos en los días de los Macabeos. Luego fueron liberadas del dominio judío por el general romano Pompeyo, quien distribuyó la tierra entre los veteranos de su ejército.
Todos se maravillaban
A medida que los dos hombres, que ya estaban bajo el dominio del Espíritu de Dios, contaban su experiencia, por doquiera la gente los escuchaba con sorpresa y asombro. Los resultados de su ministerio debieran animar en gran manera a los que quizá crean que su capacidad y preparación no son suficientes para dar un testimonio eficaz por Cristo. Los que sinceramente aman a Cristo, y cuyas vidas han sido transformadas por el poder del Señor, sencillamente necesitan narrar a otros "cuán grandes cosas el Señor ha hecho con" ellos (vers. 19), y los hombres serán ganados para Cristo.
Esto probablemente aconteció a fines del otoño (octubre-noviembre) del año 29 d. C. (ver com. Luc. 8: 1). Cuando Jesús volvió a Decápolis unos nueve o diez meses más tarde (ver com. Mat. 15: 32), miles acudieron para verlo y oírlo (cf. DTG 307-308). Los que salieron para escuchar a Jesús en esta última ocasión eran casi todos gentiles.
2 1.
Pasando otra vez
[La mujer inválida; la hija de Jairo, Mar. 5: 21-43 = Mat. 9: 18-26 = Luc. 8: 40-56. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 209; diagrama p. 221; acerca de los milagros, pp. 198-203.1 La curación de la mujer inválida y la resurrección de la hija de Jairo ocurrieron poco después de la curación de los dos endemoniados (ver com. Mat. 8: 18; 12: 22; 13: 1). El cruce del lago al que aquí se hace referencia fue desde las proximidades de Gergesa, en la orilla oriental (ver com. Mar. 5: 1), hasta Capernaúm, aproximadamente una distancia de 9 ó 10 km en dirección noroeste.594
Se reunió... una gran multitud
Así como sucedía doquiera Jesús iba durante este período de su ministerio (cap. 3: 7, 20, 32; 4:1). 
Junto al mar.
Parece que una multitud comenzó a reunirse en la orilla cuando se dio cuenta de que Jesús se aproximaba en una de las barcas. Por un tiempo permaneció cerca de donde había desembarcado, enseñando y sanando como era su costumbre cuando la gente se reunía en torno de él. Después, junto con algunos de sus discípulos, Jesús fue al hogar de Leví Mateo para asistir a la fiesta que allí se daba en su honor (ver com. cap. 2: 15-17). Allí fue donde Jairo encontró a Jesús (ver Mat. 9: 10, 14, 18; DTG 310).
22.
Uno de los principales
El principal de una sinagoga era el que estaba a cargo del culto público (ver p. 58). No se sabe con certeza si Marcos quiere decir que Jairo era uno de los varios principales de esta sinagoga en particular, o uno de una clase conocida por ese nombre: uno para cada sinagoga.
Jairo
Probablemente se deriva del Heb. Ya'ir, el jair del AT (Núm. 32: 41).
Se postró a sus pies
Como si hubiera estado ante un príncipe o alguien de gran autoridad (ver com. Est. 3: 2; cf. com. Mat. 2: 11; 8: 2). Si de esa manera podía salvar a su única hija, este orgulloso rabino estaba dispuesto a humillarse aun ante, Jesús, despreciado y odiado por la mayoría de los de la clase de Jairo.
23.
Mi hija
De los tres Evangelios que registran este caso, sólo Marcos da la edad exacta de la niña (vers. 42), y por eso se usa aquí (vers. 23) en el texto griego la forma del diminutivo, thugátrion, "hijita" (VM) para referirse a la muchacha.
Está agonizando
La enfermedad, que no es identificada por ninguno de los escritores de los Evangelios, estaba en su etapa fanal. A menos que Jesús interviniera, la muerte sería inevitable.
Pon las manos
El toque personal de Jesús parece haber sido una señal de su interés personal en cada doliente (ver com. cap. 1: 31).
Vivirá
El padre no dudaba de que Jesús tenía poder para devolverle la salud a su hijita. No cabe duda de que había veintenas, o aun centenares de personas en Capernaúm y los alrededores, cuyas vidas daban testimonio del poder de Jesús. Entre ellos estaba el hijo del noble (Juan 4: 46-54) y el siervo del centurión (Luc. 7: 1-10).
24.
Le apretaban
Gr. sunthlíbÇ, "apretujar", "oprimir". En su relato paralelo, Lucas usa una forma verbal más gráfica: el verbo sumpnígÇ, "ahogar" o "sofocar". En camino a la casa de Jairo, Jesús estaba rodeado por una multitud tan densa que su marcha era literalmente "sofocada". Apenas podía moverse.
25.
Una mujer
En cuanto al escenario de este milagro, ver com. vers. 21. Este es uno de los comparativamente pocos milagros registrados por los tres escritores de los Evangelios sinópticos. El relato de Marcos es más vívido que el de Mateo o el de Lucas, y tiene una cantidad de detalles gráficos que omiten los otros evangelistas.
26.
Le iba peor
Con el transcurso del tiempo resultaba más evidente para la mujer el carácter crónico de su enfermedad, y además sus recursos se habían terminado en un inútil intento de curarse. Sin duda, todo esto hacía que ella se desanimase más y más.
27.
De Jesús
La evidencia textual (cf. p. 147) se inclina por el texto de la RVR; sin embargo, hay MSS que dicen "habiendo oído lo que se decía de Jesús" (BJ). Como podría esperarse, las noticias se habían difundido rápidamente (ver com. Mar. 1: 28; Luc. 7: 17-18; 4: 14).
Entre la multitud
Quizá la mujer, desde hacía un tiempo, había hecho planes para llegar hasta Jesús, pero esto le resultó imposible en ese entonces debido a que el Maestro se ausentó de Capernaúm durante el segundo viaje por Galilea. Cuando supo que Jesús había vuelto a Capernaúm, se apresuró a ir a la orilla del lago, donde él estaba enseñando y sanando (ver com. vers. 21). Pero lo buscó en vano. Finalmente, sabiendo que él estaba en el hogar de Mateo (ver com. vers. 21), fue hasta allí con la esperanza de encontrarlo, pero otra vez llegó demasiado tarde (DTG 311). En esta oportunidad, debido a que Jesús avanzaba muy lentamente en dirección de la casa de Jairo, finalmente lo alcanzó.
Por la pérdida de sangre a causa de su enfermedad, debe haber estado físicamente muy débil, además de estar desanimada por los muchos vanos intentos de que los médicos la curaran. También resultaba embarazoso la naturaleza de la enfermedad misma, junto con la impureza ritual que implicaba. Podría ser que hubiera vacilado en presentar verbalmente su pedido a Jesús, especialmente en la presencia de tantos extraños, para que él no le preguntara en cuanto a la naturaleza de su mal, lo que parece que Jesús había hecho en algunos casos (cf. cap. 10: 51). 595
Tocó su manto
Según Lucas, tocó "el borde" del manto de Jesús (cap. 8: 44). Muchos que tan sólo tocaron "el borde" del manto de Jesús "quedaron sanos" (Mat. 14: 36; cf. Hech. 5: 15; 19: 12).
28. 
Si tocare
El toque que proporcionó curación a la mujer habría sido considerado por los rabinos como una causa de impureza ritual para Cristo.
Salva
Es decir, "curada" (BJ, 1966) de su enfermedad.
29. 
Sintió
Literalmente, "supo". Advirtió la corriente de poder (ver com. vers. 30) que fluyó de Cristo y entró en ella cuando tocó su vestido. Sabía que ese poder había entrado en su débil cuerpo y la había curado.
Azote
Gr. mástix, "látigo", "azote" o "plaga". Las enfermedades incurables eran comúnmente consideradas como castigos divinos por los pecados de la vida (ver com. Mar. 1: 40; Juan 9: 2).
30.
Conociendo
Gr. epiginÇskÇ, "saber plenamente", por lo tanto, "reconocer", o "percibir". (La traducción de la BJ es, "dándose cuenta".) Jesús estaba consciente de lo que había sucedido en el momento en que la mujer tocó su vestido. El relato no afirma si Jesús sabía de antemano que esa mujer lo tocaría. La voluntad del Padre respondió a la muda plegaria de la mujer mediante Cristo. Debiera recordarse que todos los milagros del Maestro "fueron realizados por el poder de Dios mediante el ministerio de los ángeles" (DTG 117).
Poder
Gr. dúnamis, "poder", "fuerza" (BJ). Ver com. Mar. 2:10; Luc. l: 35. Con frecuencia dúnamis se traduce como "milagro", como en Mar. 6: 2, 5; 9: 39. En cuanto a los diferentes términos usados en el NT para referirse a milagros, ver p. 198.
¿Quién ha tocado mis vestidos?
Posteriormente, quizá como resultado de este caso, muchos tocaron "el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos" (cap. 6: 56).
31.
Aprieta
Gr. sunthlíbÇ (ver com. vers. 24).
32. 
Miraba
Jesús parece no haber identificado inmediatamente a la mujer, quizá para darle la oportunidad de hablar primero. Podrían darse varias razones para que Jesús no permitiera que la mujer se fuese quedamente, sin ser advertida: (1) Como en el caso de la fe del centurión (ver com. Luc. 7: 9), Jesús quería que la fe de la mujer fuera un ejemplo que otros pudieran seguir. (2) Deseaba que ella se fuera llevándose el gozo perdurable de saber que había sido advertida personalmente por Jesús y reconocida por él. (3) Deseaba eliminar de la mente de ella cualquier pensamiento supersticioso de que la curación se había efectuado como resultado de un mero toque (ver com. Mar. 5: 34). (4) Para beneficio de ella deseaba que reconociera la bendición que había recibido. Ser sanada de su dolencia pero sin ser "salva" de la enfermedad del pecado sería tan sólo un beneficio transitorio.
33.
Temiendo
Quizá pensaba que sus temores anteriores habían sido bien fundados.
34. 
Tu fe
Jesús quería que la mujer entendiera que era la fe la que había curado su atormentado cuerpo y no el toque subrepticio. Que la gente lo considerara con respeto supersticioso desvirtuaría la verdadera causa por la cual Jesús realizaba sus milagros (ver com. cap. 1: 38). Una afirmación pública de Cristo de que era la fe la que sanaba sería eficaz para impedir el rumor de que la curación se había efectuado mediante alguna magia. No importa cuán imperfecta pudiera haber sido la fe de la mujer, con todo, era genuina: una fe que estaba en proporción con su limitado conocimiento y su limitada comprensión de la voluntad de Dios y de sus caminos.
Ve en paz
Ver com. Jer. 6: 14. La mujer debía irse en "paz" física y con "paz" en su alma (ver com. Mar. 2: 5, 10), con el gozo de ser aceptada por Dios, como lo testificaba el hecho de que hubiera recobrado la salud.
Queda sana
Es decir, "continúa en buena salud". No debe suponerse que la curación ocurrió en este momento como han supuesto algunos y no previamente, pues la mujer ya sabía que estaba sanada (vers. 29) y Jesús ya había sentido el poder que salió de él (vers. 30).
35. 
Mientras él aún hablaba
Aquí retoma Marcos la narración de la resurrección de la hija de Jairo, interrumpida por el relato de la mujer enferma (vers. 25-34). En cuanto al marco del relato, ver com. vers. 21.
Tu hija ha muerto
Si la hija de Jairo ya hubiese estado muerta, como podría inferirse por Mat. 9: 18, no hubiera sido necesario que unos mensajeros se lo comunicaran (ver com. Mat. 9: 18). Es indudable que Marcos quiere decir que la triste noticia fue comunicada a Jairo en presencia de la multitud (ver com. Mar. 5: 24).
36. 
Oyó
La evidencia textual (cf. p. 147) favorece el texto "alcanzó a oír". Las palabras dichas a Jairo en voz baja, llegaron hasta "el oído de Jesús" (DTG 310). 596
No temas
Donde hay temor, hay poca fe. La fe expulsa al temor. La fe de Jairo había sido suficientemente fuerte como para que no le fuera difícil creer que Jesús podía sanar a su hija (ver com. vers. 23). Ahora se vio instado a poner en acción una fe todavía mayor: fe en que aun podría ser vencido el poder de la muerte. Cuando el temor sea una obsesión en nuestra alma y se mofe de nuestra débil fe, hagamos como Jesús le ordenó a Jairo: creamos "solamente", pues "al que cree todo le es posible" (cap. 9: 23).
37.
No permitió que le siguiese nadie
Ver com. Mat. 19: 14. Además de los tres discípulos aquí mencionados, los padres de la niña acompañaron a Jesús a la habitación donde ella yacía (Mar. 5: 40). El bullicio de los que lloraban (ver com. vers. 38-39) y la burda incredulidad de la turba descreída que se había reunido en la casa (vers. 40) hacían que fuese completamente inapropiado la presencia de los que lloraban y de los incrédulos para la solemne majestad del poder divino que estaba por manifestarse mediante Aquel que tenía "vida en sí mismo" (Juan 5: 26; cf. cap. 1: 4).
Pedro, Jacobo, y Juan
Literalmente, "el Pedro y Jacobo y Juan". El uso del artículo definido en griego muestra que los tres discípulos son tratados aquí como una unidad. Este es el primer caso en el cual estos tres fueron elegidos de entre los doce para compartir con Jesús algunas de las experiencias más íntimas de su vida en la tierra (ver com. Mat. 17: 1). Tal vez en este caso la habitación era demasiado pequeña para que pudieran estar allí los doce.
38. 
Alboroto
Mat. 9: 23 menciona específicamente "a los que tocaban flautas" (Gr. aul't's, "flautista"). Aún hoy día, en el Medio Oriente, están presentes en los funerales, donde dejan oír sus lúgubres notas. Entonces, tanto como hoy, eran consideradas esenciales sus quejumbrosas melodías. El famoso rabí Judá destacaba el deber de un israelita con estas palabras: "Aun el más pobre en Israel [para el funeral de su esposa] debe contar con dos flautas [flautistas] y una plañidera" (Mishnah Kethuboth 4. 4).
Lamentaban
Esto se refiere al monótono lamento de las plañideras contratadas, que eran numerosas si la familia era rica, como debe haber sido en este caso.
39. 
Alborotáis
Gr. thorubéÇ, "hacer ruido", "alborotar", "provocar confusión", o "llorar ruidosamente". En Hech. 17: 5 thorubéo se ha traducido "alborotaron".
Duerme
No se podría encontrar una comparación más apropiada para la muerte que la del sueño, que con tanta frecuencia significa liberación del cansancio, el esfuerzo, los desengaños y el dolor. Así como los ojos de un niño cansado se cierran por el sueño nocturno, así también los ojos de aquellos que aman a Dios y que avizoran con confianza el día cuando la voz del Señor los despertará a la vida inmortal, están cerrados en el sueño pacífico e imperturbable de la muerte (ver 1 Cor. 15: 51-55; 1 Tes. 4: 16-17). La consoladora expresión por la cual el "sueño" equivale a la "muerte" parece haber sido la forma favorita de Cristo para referirse a ese estado (ver com. Juan 11: 11-15). La muerte es un sueño, pero es un sueño profundo del cual sólo el gran Dador de la vida puede despertarnos, porque sólo él tiene las llaves del sepulcro (Apoc. 1: 18; cf. Juan 3: 16; Rom. 6: 23).
40. 
Se burlaban
Gr. katageláÇ, "mofarse". Era mucho más que simplemente reírse. No es de admirarse que Jesús los hiciera salir de la habitación antes de despertar a la niña del sueño de la muerte.
Los que estaban con él
Es decir, Pedro, Jacobo y Juan (ver com. vers. 37).
41. 
Talita cumi
Estas palabras son arameas, y quizá sean exactamente las mismas que pronunció Jesús en esta ocasión. Su uso aquí testifica que Jesús hablaba en arameo. Comparar con otras expresiones arameas que empleó él, tales como: "Efata" (cap. 7: 34) y "Eloi, ¿lama sabactani?" (cap. 15: 34).
42.
Luego
"Al instante" (BJ). Ver com. cap. 1: 10.
La niña se levantó
Este es el único caso de una resurrección registrada en los tres Evangelios sinópticos. La resurrección del joven de la ciudad de Naín sólo es registrada por Lucas (cap. 7: 11-15), y la de Lázaro sólo está en el Evangelio según Juan (cap. 11: 1-45). En estos tres casos la restauración fue inmediata y completa.
Doce años
Detalle que sólo consigna Marcos.
Se espantaron grandemente
Literalmente, "se asombraron inmediatamente con gran asombro". Esta forma de expresarse refleja un modismo hebreo (y arameo) usado para intensificar el impacto de una forma verbal. Aquí significa sencillamente: "Se asombraron 597(o maravillaron) grandemente". La BJ traduce: "Quedaron fuera de sí, llenos de estupor".
43.
Les mandó mucho
Es decir, les dio órdenes estrictas (cf. cap. 1: 43). No es del todo claro por qué Jesús ordenó a los padres que se callaran. Sin embargo, la orden estaba en armonía con los repetidos esfuerzos de Cristo, en esta etapa de su ministerio, por evitar la publicidad indebida (ver com. Mar. 1: 43-44; cf. Mat. 8: 4; 9: 30).
Se le diese de comer
Una compasiva muestra del atento cuidado manifestado por Jesús. Esta orden también implica que la niña había estado sufriendo de una enfermedad que agotó su vigor físico. Tal vez no había podido comer durante varios días.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
120 CS 568-569; DTG 304-309, 371 
4 DTG 304 
9 CS 568; DTG 304 
15 DTG 305 
18-20 DTG 306 
19 DTG 309; MC 65 
21-24 DTG 310 
21-43 DTG 310-314 
23 MC 38 
26 DTG 311 
29 MC 39 
30-34 MeM 13; 5T 228 
35 DTG 310 
39 DTG 310, 492 
41 DTG 311


CAPÍTULO 6
1Cristo es menospreciado por sus coterráneos. 7 Da poder a los doce sobre los espíritus. 14 Diversas opiniones en cuanto a Cristo. 27 Juan el Bautista es decapitado 29 y enterrado. 30 Los apóstoles regresen de la predicación. 34 El milagro con los cinco panes y los dos peces. 48 Cristo camina sobre el mar, 53 y sana a todos cuantos tocan su manto.

1 SALIO Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos.
2 Y llegado el día de reposo,1 comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?
3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
7 Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.
8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto,
9 sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
10 Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar.
11 Y si en algún lugar no os recibieron ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.
12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.
14 Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de598 los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.
15 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
16 Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.
17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.
18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19 Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;
20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.
21 Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,
22 entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y yo te lo daré.
23 Y le juro: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.
24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
25 Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
26 Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.
27 Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.
28 El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.
30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
31 El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.
32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.
33 Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.
34 Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.
36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer.
37 Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
38 El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces.
39 Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.
40 Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos.
42 Y comieron todos, y se saciaron.
43 Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.
44 Y los que comieron eran cinco mil hombres.
45 En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;
47 y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. 
49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;
50 porque todos le veían, y se turbaron. 599 pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.
52 Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
53 Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla.
54 Y saliendo ellos de la barca, en seguida la gente le conoció.
55 Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba.
56 Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.
1.
Salió
[Segundo rechazo en Nazaret, Mar. 6: 1-6 = Mat. 13: 54-58. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 210; diagrama p. 221.] Según el relato de Mateo, la segunda vez que Jesús fue rechazado por la gente de Nazaret ocurrió después del sermón junto al mar, aunque no se dice cuánto tiempo después (ver Mat. 13: 53-54; cf. DTG 208). Mateo vincula estrechamente el segundo rechazo en Nazaret con la muerte de Juan el Bautista (cap. 13: 53 a 14: 12). Marcos lo presenta en relación con los sucesos del tercer viaje por Galilea y con la muerte de Juan el Bautista (Mar. 6: 1-30; cf. DTG 326). La muerte del Bautista debe haber ocurrido poco antes o poco después del comienzo del viaje, pues fue la obra de los doce durante el tercer viaje por Galilea lo que indujo a Herodes a pensar que Juan el Bautista había resucitado (ver com. vers. 14). Por ende, es probable que esta visita final a Nazaret (ver DTG 208) ocurriera a fines del 30 y comienzos del 31 d. C.
Su tierra
En cuanto al tiempo probable de la primera visita de Jesús a Nazaret durante el período de su ministerio en Galilea, ver la Nota Adicional de Luc. 4. Es evidente que la única forma en que puede armonizar el relato evangélico es sobre la base de dos visitas. Ni Mateo ni Marcos mencionan a Nazaret por nombre en relación con la segunda visita, pero no puede haber duda de que, legítimamente, se hace referencia aquí a Nazaret como la "tierra" de Jesús en virtud de que se había criado allí (Luc. 4: 16; cf. cap. 2: 51), que vivía allí cuando emprendió su obra (Mar. 1: 9) y que allí estaba el hogar de sus padres (Luc. 2: 1-5). Después de salir de Nazaret para emprender su ministerio, Jesús no volvió allí de visita hasta que comenzó su ministerio en Galilea. El tiempo que pasó debe haber sido de unos 18 meses (ver com. Luc. 4: 16), quizá desde septiembre del año 27 d. C. hasta marzo o abril del año 29 d. C. (ver com. Mat. 4: 12). En su conjunto, el ministerio en Galilea abarcó desde marzo o abril del 29 d. C. hasta la misma época del 30 d. C. De modo que fue hacia el fin de este período cuando se efectuó la segunda y última visita a Nazaret (cf. DTG 208).
2.
El día de reposo
Como en la visita previa (Luc. 4: 16).
En la sinagoga
Como en la ocasión anterior (ver com. Luc. 4: 16). En las pp. 57-59 se describe la sinagoga judía y sus servicios.
Se admiraban
Es obvio que parecía increíble a la gente de Nazaret que Aquel que había vivido entre ellos pudiera ser el Hijo de Dios.
Este
Expresión que con frecuencia es despectiva.
¿Qué sabiduría es ésta? 
Ver com. Isa. 11: 2-3; 50: 4. Ni los dirigentes judíos ni el común de la gente de Nazaret parecen haber pensado en negar la inteligencia, comprensión y sabiduría infinitamente superiores de Jesús. Era algo demasiado evidente. En realidad, era eso lo que turbaba a la gente.
Estos milagros
Ver p. 198. La gente de Nazaret no podía negar los grandes milagros que hacía Jesús así como tampoco podía negar su sabiduría. Ya fuera que enseñara u obrara milagros, estaban obligados a admitir que "bien lo ha hecho todo" (cap. 7: 37).
3.
El carpintero
Si bien la evidencia textual tiende a confirmar el texto tal como se lee en la RVR, varios MSS dicen, al igual que Mat. 13: 55, "el hijo del carpintero". Aunque como una expresión idiomática en hebreo y arameo, las palabras "el hijo del carpintero" podrían ser tan sólo una circunlocución equivalente a "carpintero", en ese pasaje puede aludirse a que la gente pensaba que Jesús era hijo de José. En todo caso, José había sido de oficio carpintero y, antes de que emprendiera su ministerio, Jesús también se ocupó de ese oficio (cf. DTG 84). Este es uno de los pocos vistazos que tenemos en el NT de la vida. 600 de Cristo entre su visita al templo cuando era niño y su bautismo (ver com. Luc. 2: 51-52).
Hijo de María
El hecho de que aquí se haga referencia a Jesús como "hijo de María" y no "hijo de José", sugiere que José había muerto (cf. DTG 84). Acerca de José como el "padre" de Jesús, ver com. Mat. 1: 21; Luc. 2: 33.
Hermano de Jacobo
Acerca de los hermanos de Jesús, ver com. Mat. 1: 18, 25; 12: 46. Muchos han confundido a este Jacobo con Jacobo el hijo de Alfeo, generalmente debido a los confusos escritos de los padres de la iglesia o a las propias conclusiones de los comentadores, basadas en Gál. 1: 19 y 2: 9. La única mención segura de este Jacobo después de la conversión de los hermanos de Jesús (ver Hech. 1: 14; cf. Juan 7: 5) está en Gál. 1: 19, y quizá también en Jud. 1. Jacobo "el hermano del Señor" no debiera ser confundido con Jacobo el hijo de Alfeo (ver com. Mar. 3: 18).
Judas
Posiblemente el autor de la Epístola de Judas, porque es identificado como el "hermano" de Jacobo, el único personaje del NT de nombre Judas del cual una identificación tal es segura (ver Jud. 1; com. Mar. 3: 18).
Sus hermanas
El plural indica que, a lo menos, eran dos, y sugiere la posibilidad de que fueran más.
Se escandalizaban
Del verbo griego skandalízÇ Aquí equivale a sábado (N. de la RVR) Aquí equivale a sábado (N. de la RVR)., "tropezaban" (ver com. Mat. 5: 29).
4.
Profeta
Ver com. Gén. 20: 7; Deut. 18: 15.
Sin honra
La declaración de Cristo parece haber sido un bien conocido proverbio. Si los propios hermanos de Jesús no creían que él era el Mesías (Juan 7: 5), ¿cómo podría esperarse que creyeran sus vecinos?
Su propia tierra
La gente de Nazaret conocía a Jesús (ver com. Luc. 2: 52). Toda su relación diaria con ellos testificaba de la perfección del carácter de Jesús, y eso los había resentido porque la comparación les resultaba desventajosa. No veían nada en el carácter ejemplar de Jesús que los atrajera en especial, nada que apreciaran o consideraran de valor para alcanzar los propósitos para los cuales ellos vivían.
Sus parientes
Aun un año después, sus hermanos no habían llegado a creer en él (ver com. Juan 7: 5), aunque se convirtieron después de su muerte y resurrección (ver com. Hech. 1: 14).
5.
Ningún milagro
Jesús no fue impedido porque le faltara poder, sino por la falta de fe de la gente (Mat. 13: 58).
Unos pocos enfermos
Sin duda, sanados de enfermedades leves. Pero no hubo milagros notables tales como los que Jesús había realizado en otras partes.
6.
Estaba asombrado
Unos pocos meses antes de esto, Jesús se había maravillado de la fe del centurión (Mat. 8: 10).
Recorría
Quizá mientras los doce estaban recorriendo los pueblos y las aldeas de Galilea. Marcos registra las actividades evangélicas personales de Jesús antes de mencionar las de los doce (vers. 7), al paso que Mateo sigue el orden inverso (Mat. 11: 1).
7.
Llamó a los doce
[Tercer viaje por Galilea, Mar. 6: 7-13 = Mal. 9: 36 a 11: 1 = Luc. 9: 1-6. Comentario principal: Mateo.] En lo que atañe al llamamiento original y elección de los doce, ver com. cap. 3: 13-19.
De dos en dos
Ver com. cap. 3: 14.
Autoridad
Ver com. Mar. 2: 10; Luc. 1: 35.
8.
Cinto
"Faja" (BJ). Ver com. Mat. 10: 9.
9.
Túnicas
Quizá "camisas" (ver com. Mat. 10: 10).
11.
De cierto
Ver com. Mat. 5: 18. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión del resto del vers. 11.
12.
Los hombres se arrepintiesen
El mismo mensaje habían predicado tanto Juan (Mat. 3: 2) como Jesús (Mar. 1: 15). Los doce debían ofrecer curación tanto del alma como del cuerpo.
13.
Ungían con aceite
Era común que se usara aceite de oliva como medicina en la Palestina antigua (cf. Luc. 10: 34), el cual se empleaba tanto interna como externamente. El uso literal de aceite como medicina puede haber sido la base para su uso simbólico aquí y después en la iglesia cristiana. El ungimiento con aceite como un acto de fe sólo se menciona aquí y en Sant. 5: 14.
14.
Oyó... la fama
[Martirio de Juan el Bautista, Mar. 6: 14-29 = Mat. 14: 1-2, 6-12 = Luc. 9: 7-9. Comentario principal: Marcos. Ver diagrama p. 221.] Es indudable que las amplias actividades de los doce durante el curso del tercer viaje por Galilea, fueron suficientes para que muchos prestaran atención a Jesús y a su obra, y para que se despertara el temor de Herodes de que Jesús fuera Juan, resucitado de los muertos. No cabe duda de que los informes que llegaban de todas partes a Herodes, revelaban una rápida divulgación del Evangelio. Si bien es cierto que en lo pasado puede haber parecido a las autoridades que Jesús no era más que un predicador 601 itinerante y aislado, acompañado por un diminuto grupo de seguidores, ahora resultaba evidente que representaba a un movimiento mucho mayor. Herodes no podía menos que desear escucharlo.
El rey Herodes.
Mateo menciona a Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande y gobernante de Galilea y Perea, impuesto por la autoridad de Roma (ver com. Mat. 2: 22; Luc. 3: 1). Tanto Mateo (cap. 14: 1) como Lucas se refieren a Herodes Antipas por su título oficial de "tetrarca" (ver com. Luc. 3: 1). Sólo era "rey" por haber sido nombrado por Roma, y ese título se le permitía únicamente como una cortesía. Gobernó sobre su territorio desde la muerte de su padre, Herodes el Grande, en el año 4 a. C., hasta 39 d. C. Su madre era Maltace, mujer samaritana que también era madre de Arquelao (ver com. Mat. 2: 22). Es posible que el rey Herodes residiera oficialmente en Tiberias, ciudad que construyó en la orilla sudoeste del mar de Galilea, y a la que dio el nombre en homenaje al César que entonces gobernaba, Tiberio. Ver p. 65; diagramas pp. 40, 224.
Juan el Bautista ha resucitado.
La superstición, junto con una conciencia culpable, parece que llevaron a Herodes a esa conclusión.
Poderes.
Ver p. 198. Juan no había efectuado milagros (Juan 10:41).
15.
Otros decían.
Ver Mar. 8: 27-28; Luc. 9: 19.
Elías.
Acerca de las profecías del AT referentes al regreso de Elías, ver com. Isa. 40: 35; Mal. 3: 1; 4: 5-6.
Un profeta.
Según los rumores, se creía que Jesús era uno de los antiguos profetas que había resucitado, o era semejante a uno de ellos. A pesar de que Juan no realizó milagros (Juan 10: 41), aun los dirigentes de Jerusalén, por no decir nada del pueblo en general (Mat. 14: 5; 21: 26), habían acariciado la idea de que podría ser profeta (ver com. Juan 1: 19-27).
16.
Es Juan.
Ver com. vers. 14.
17.
Le había encadenado en la cárcel.
Ver com. Luc. 3: 19-20. Quizá Juan estuvo preso en la fortaleza de Machaeros (ver com. Luc. 3: 20) desde antes de la pascua de 29 d. C. (ver Nota Adicional de Luc. 4) hasta el invierno siguiente, un poco menos de un año.
De Herodías.
Ver com. Luc. 3: 19. Originalmente casada con Felipe (ver el párrafo siguiente), se divorció de él, prefiriendo a Herodes Antipas. Por su parte, Herodes se había divorciado de la hija de Aretas, rey de Arabia. Por ende, los cónyuges legítimos de Herodes y Herodías vivían. Por haberse divorciado Herodes de su esposa anterior, Aretas -padre de ella- hizo guerra contra Herodes y lo derrotó. Esa derrota fue considerada por los judíos como un castigo divino para Herodes, debido a su injustificable unión con Herodías (Josefo, Antigüedades xviii. 5. 1. 2).
Mujer de Felipe su hermano.
No Felipe el tetrarca (ver com. Luc. 3: 1, 19), sino otro hijo de Herodes el Grande, tenido con Mariamna II. Herodes Antipas era hijo de Herodes el Grande y de Maltace, y por lo tanto, medio hermano de este Felipe. Herodías era nieta de Herodes el Grande, habiendo nacido de Mariamna I, otra esposa de Herodes el Grande. Anteriormente, Herodías se había casado con Felipe, medio hermano de su padre, y después llegó a ser cónyuge de Antipas, también medio tío de ella. Ver diagrama p. 40.
18.
Juan decía.
Sin duda, Herodes personalmente había escuchado la predicación de Juan, y por un tiempo parecía que cedería ante la invitación al arrepentimiento (vers. 20; DTG 185).
No te es lícito.
La ley de Moisés prohibía estrictamente una unión tal como la de Herodes y Herodías (Lev. 18:16; 20:21), y, según Josefo, los Judíos condenaban completamente este concubinato (Antigüedades xviii. 5. 4).
19.
Le acechaba.
La traducción de la BJ es más literal: "le aborrecía". O también "le guardaba rencor". Herodías odiaba a Juan y aguardaba el momento oportuno para matarlo. Conociendo la influencia que Juan había ejercido sobre Herodes Antipas (ver com. vers. 20), Herodías quizá temía que el tetrarca se divorciara de ella, como se lo había aconsejado Juan (cf. DTG 185).
20.
Varón justo.
Juan era como sus padres, de los cuales se dice que "ambos eran justos delante de Dios" (ver com. Luc. 1: 6).
Le guardaba a salvo.
Herodes impedía que Herodías llevara a cabo su propósito de hacer morir al profeta (vers. 19). Se proponía liberarlo cuando lo estimara conveniente (DTG 191-192).
Le escuchaba de buena gana. 
El mensaje de Juan tenía el sello divino, y a no ser por la influencia de Herodías, Herodes podría haberse declarado abiertamente en favor de Juan.
21.
Un día oportuno.
Es decir, "una ocasión 602 favorable" para que la vengativa Herodías torciera las intenciones de Herodes de proteger a Juan y finalmente liberarlo (ver com. vers. 20). Sin duda los planes de Herodías estaban bien tramados.
Daba una cena.
O, "dio un banquete" (BJ). Quizá en el palacio de la fortaleza de Machaeros (ver com. vers. 17, 27).
Príncipes.
Sin duda se trataba de los funcionarios encumbrados del gobierno civil.
Tribunos.
Gr. jilíarjos, "comandante de mil", es decir los "oficiales" del ejército de Herodes. Además de los jefes civiles y militares, evidentemente Herodes invitó a otros personajes destacados de la vida social y comercial, "los principales de Galilea".
22.
Hija.
Se trata de Salomé, hija de Herodías y un primer esposo (ver com. vers. 17).
De Herodías.
Mejor, "de la misma Herodías" (BJ). Lo que Marcos aquí destaca es el hecho de que Herodías envió a su propia hija para que danzara, y no a una bailarina profesional. Aun de acuerdo con las normas de la corte de Herodes, ninguna joven digna hubiera interpretado una danza voluptuosa como ésa. En todo sentido ese acto iba más allá de los límites de la decencia. Salomé no era nada más que un instrumento en el plan de su madre para terminar con Juan
Danzó.
Era acertado el cálculo de Herodías de que la seductora belleza de Salomé fascinaría a Herodes y a sus huéspedes.
Los que estaban con él.
Es decir, sus invitados (ver com. vers. 21).
23.
Le juró.
El enfático juramento de Herodes fue expresado en presencia de todos sus invitados. Es evidente que estaba completamente fuera de sí ante el insólito honor de que una princesa real danzara para complacerlo a él y sus invitados. Salomé descendía, por Herodías y Mariamna I (ver com. vers. 17; p. 65), de la casa real de los asmoneos, linaje ilustre de sacerdotes y príncipes judíos.
Mitad de mi reino.
Esta expresión, sumamente hiperbólico, representaba el máximo de la generosidad (Est. 5: 3; 7: 2).
24.
Saliendo ella.
Es indudable que la afirmación de que Salomé fue "instruida [literalmente, "instigada", BJ ] primero por su madre" (Mat. 14:8), significa antes de que pidiera y no antes de que danzara. Salomé no sabía nada del siniestro propósito de su madre mientras danzaba ante Herodes y sus invitados. Simplemente se convirtió en un instrumento en manos de su sanguinaria madre.
¿Qué pediré?
Más bien, "¿qué pediré para mí?" Esta pregunta hubiera sido innecesaria si Salomé hubiese sabido de antemano lo que iba a pedir. En realidad, ni siquiera hubiera necesitado retirarse de la presencia del rey.
25.
Prontamente.
Instada por Herodías, Salomé no perdió tiempo en presentar el fatídico pedido a Herodes, no fuera que, aun en su estado de embriaguez, reflexionara en su vanagloriosa promesa y cambiara de parecer. La insistencia de Herodías en una acción inmediata podría implicar que Herodes tendía a vacilar o que se sabía que su admiración por Juan era grande, o ambas cosas.
Plato.
Es decir, "una bandeja" (BJ).
26.
Se entristeció mucho.
Aun estando embriagado, Herodes sintió profundamente su responsabilidad personal para con Juan (ver com. vers. 20). Pero Herodías lo había atrapado en un momento de debilidad debida a su embriaguez, y se sintió impotente para proceder en armonía con lo que sabía que era lo correcto. Si no hubiese sido por el vino, tal vez Herodes hubiera rehusado dar la orden de ejecución. Ver com. Mat. 4: 3.
De los que estaban.
La naturaleza pública de su juramento (ver com. vers. 23), pronunciado ante sus invitados de honor (ver com. vers. 21), le hizo parecer a Herodes que era imposible quebrantarlo.
Desecharla.
Es decir, rechazar o negar su pedido.
27.
En seguida.
Según Josefo (Antigüedades xviii. 5. 2), Juan fue encarcelado en la fortaleza de Machaeros (ver com. Luc. 3: 19-20). La rapidez con que Juan fue decapitado demuestra que el festejo del cumpleaños se celebraba en algún lugar cercano a la cámara de la prisión.
28.
Le decapitó.
Herodes temía a Juan (vers. 20), temía al pueblo (Mat. 14: 5), temía a Herodías. Era esclavo de sus temores, aunque esos temores fueran contradictorios. Supersticiosamente, Herodes temía a Juan cuando estuvo muerto tanto como lo había temido cuando estaba vivo (Mar. 6: 14, 16, 20).
La dio a su madre.
Para Salomé no significaba nada el espantoso obsequio. Pero tal vez ninguna cosa pudiera haber sido más satisfactoria para su sanguinaria madre. Unos nueve años más tarde, en 39 d. C., Herodes Antipas y Herodías fueron desterrados por aspirar a la dignidad real (Josefo, Antigüedades xviii.7; Guerra ii. 9. 6).603
29.
Oyeron esto sus discípulos.
Evidentemente, no estaban con él en la fortaleza, aunque quizá se hallaban tan cerca como para poder verlo de cuando en cuando y ayudarle cuando se presentaba la oportunidad. Posteriormente, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús con el informe de lo que había sucedido (Mat. 14: 12), quizá poco antes o durante el curso del tercer viaje por Galilea (ver com. Mar. 6: 1).
30.
Apóstoles.
[Alimentación de los cinco mil, Mar. 6: 30-44 = Mat. 14: 13-21 = Luc. 9: 10-17 = Juan 6: 1-14. Comentario principal: Marcos y Juan. Ver mapa p. 210, diagrama p. 221; acerca de los milagros, pp. 198-203.] Esta es la única vez en que Marcos usa la palabra "apóstoles" (ver com. Mat. 10: 2; Mar. 3: 14). Quizá tanto Marcos como Lucas (cap. 9: 10), mediante el uso de la palabra "apóstoles", quisieron destacar, en este punto del relato, la nueva responsabilidad de ellos en virtud de ser enviados para enseñar y sanar por su propia cuenta.
Se juntaron.
Es decir, cuando volvieron del tercer viaje por Galilea (ver com. Mat. 9: 36). Quizá habían estado separados durante varias semanas en el invierno (diciembre del 29 a marzo del 30 d. C.), y ahora comenzaba la primavera del año 30, no mucho antes de la pascua (Juan 6: 4; cf. DTG 332, 352). No cabe duda de que esta reunión se realizó en un tiempo y en un lugar convenidos de antemano.
Le contaron todo.
Jesús había enviado a los doce de dos en dos para que pudieran tener una oportunidad de aplicar los principios que habían observado previamente en el ministerio de su Maestro. Ahora presentaron un informe completo de lo que había sucedido durante el curso del recorrido de ellos.
31.
Venid vosotros aparte.
De un modo especial, los doce necesitaban descanso e instrucción. E incluso Jesús sentía la necesidad de una tregua, lejos de las multitudes que lo seguían por doquiera él iba, apremiándolo desde temprano por la mañana hasta tarde por la noche. El retiro de los discípulos con Jesús a las proximidades de Betsaida y la milagrosa alimentación de los 5.000 son los únicos hechos de la vida de Jesús, entre el bautismo y la entrada triunfal, que son registrados por los cuatro escritores de los Evangelios.
Un lugar desierto.
Es decir, un lugar solitario, aislado o remoto (ver com. Mat. 3: 1; Luc. 1: 80). El sitio elegido para este retiro, apartado de los bulliciosos caminos de Galilea, estaba en las proximidades de Betsaida (Luc. 9: 10), en el extremo noreste del lago de Galilea, al este de la desembocadura del Jordán en el lago y, por lo tanto, dentro del territorio de Herodes Felipe (ver com. Mat. 11: 21). Un poco al este de Betsaida está la planicie de El Batiha, el sitio tradicional de la alimentación de las 5.000 personas.
Descansad un poco.
Cualquiera sea la ocupación de una persona, un cambio ocasional no sólo proporciona reposo sino que imparte nuevo vigor.
Ni aun tenían tiempo para comer.
Como había sido el caso varios meses antes (cap. 3: 20).
32.
Se fueron solos.
Hicieron lo mejor que pudieron para salir inadvertidos de Capernaúm.
Un lugar desierto.
Ver com. vers. 31.
33.
Muchos los vieron.
A pesar de sus precauciones, algunos advirtieron su partida y observaron la dirección en que se fueron para cruzar el lago.
Fueron allá a pie.
La distancia desde Capernaúm hasta la planicie conocida como El Batiha, a corta distancia al este de Betsaida (ver com. vers. 31), no sería más de unos 7 km. La ruta directa, cruzando el lago, sería menos de 5 km.
34.
Salió Jesús.
Aunque los que habían venido a pie conocían el lugar aproximado donde atracaría la barca en la orilla, evidentemente no conocían el punto exacto. Por un período de tiempo Jesús estuvo solo con sus discípulos en la ladera (ver Juan 6: 3; cf vers. 5). juntos hablaron de los problemas encontrados en su itinerario por los pueblos y las aldeas de Galilea, y Jesús les dio los consejos necesarios para corregir errores del pasado y a fin de prepararlos para un ministerio más efectivo en los días venideros (DTG 328, 332).
Tuvo compasión.
Voluntariamente, Jesús dejó el sitio aislado en la ladera donde él y sus discípulos habían pasado algún tiempo juntos, y bondadosamente dio la bienvenida a la gente (cf. Luc. 9: 11).
35.
Muy avanzada hora.
Lucas dice que "el día comenzaba a declinar" (cap. 9: 12). Esto sería aproximadamente entre las 3 de la tarde y la puesta del sol. El relato implica que Jesús, sus discípulos y la gente no habían comido ni descansado durante todo el día.
El lugar es desierto.
Ver com. vers. 31.
36.
Despídelos.
Los discípulos no podían encontrar solución para el problema sino despidiendo 604 a la gente. Pero la "compasión" de Jesús (vers. 34) tenía en cuenta tanto el bienestar físico de la multitud como el espiritual.
Pan.
Es decir, alimento en general, cualquier comestible, literalmente, algo "de comer" (BJ).
No tienen qué comer.
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de estas palabras. Sin embargo, están claramente implícitas en el contexto.
37.
Dadles vosotros de comer.
En este pasaje, el pronombre "vosotros" es enfático en griego, como si Jesús les hubiera dicho: "Vosotros mismos dadles de comer". Cada orden de Dios implica el poder necesario para cumplirla. Desde un punto de vista humano, era absurdo pensar en encontrar alimento en algún lugar cercano, antes de que cayera la noche, para satisfacer las necesidades de semejante muchedumbre. Este pedido de Jesús a los discípulos parecía tan insensato como su orden anterior de que fueran a pescar en las claras aguas del lago siendo de día (ver com. Luc. 5: 5). Ese caso anterior bien podría haber acudido a su mente si hubiesen reflexionado en la lección que Jesús entonces quiso que aprendieran. Dios suele obrar mediante seres humanos para que sean suplidas las necesidades físicas y espirituales de sus prójimos. Este principio es fundamental para la comisión evangélica.
Doscientos denarios.
Es decir, 200 denarii romanos (ver p. 51). Aun en los tiempos modernos, el salario de un jornalero durante 200 días difícilmente alcanzaría para comprar suficiente comida para semejante multitud.
38.
¿Cuántos panes?
Ya Jesús había hablado a Felipe acerca del problema de proporcionar alimento a la multitud (Juan 6: 5-6; cf. cap. 1: 43). Al igual que Pedro y Andrés, Felipe era natural de Betsaida, y puesto que esa ciudad estaba a corta distancia de donde sucedieron los acontecimientos de este día memorable, era lógico que Felipe supiera, mejor que los otros, dónde conseguir alimento. Era sincero, pero lento para creer, como se manifestó más de una vez en su trato con Cristo como discípulo (ver Juan 14: 8-12; cf. DTG 259). Sin duda, para darle a Felipe una oportunidad de robustecer su fe, Cristo le dirigió a él esta pregunta (ver com. Juan 6: 5-6). Fue el mismo Felipe quien afirmó que con 200 denarii romanos no se compraría una cantidad de alimento suficiente (Juan 6: 7). Pero fue Andrés, de una mentalidad quizá más práctica, quien indudablemente aceptó la orden de Cristo, y se puso en acción para buscar el alimento que pudiera encontrar (Juan 6: 8-9). Hay un notable contraste entre la vacilación de Felipe y la buena disposición de Andrés para avanzar por fe.
Id y vedlo.
Jesús "sabía lo que había de hacer" (Juan 6: 6) desde el mismo principio. Pero, al igual que cuando envió a los doce, hizo que los mismos discípulos analizaran el problema que afrontaban y le encontraran solución.
Dijeron.
Fue Andrés el que descubrió la sencilla merienda que un muchacho había traído para sí mismo, y transmitió el informe a Jesús (Juan 6: 8-9).
Cinco, y dos peces.
Los cinco "panes" estaban hechos de harina de cebada (Juan 6: 9) y tal vez eran redondos y chatos. La cebada era mucho menos cara que el trigo, y era el principal alimento de los pobres. Los peces quizá estaban secos y listos para comer, como sucedía con frecuencia en el Medio Oriente, y como también sucede hoy día. Servían como una especie de condimento para comer el pan.
39.
Recostar.
La traducción de la RVR corresponde exactamente con el verbo griego aquí empleado, anaklínÇ, "acostarse", "reclinarse". Esta era la postura acostumbrada en la mesa, a lo menos por la gente de las clases superiores (ver com. cap. 2: 15).
Por grupos.
El hecho de que Cristo hiciera que la gente se recostara por grupos podría implicar que les pidió que se acomodaran de un modo muy parecido al que hubieran adoptado si hubiesen estado en torno de una mesa en sus respectivos hogares, con una abertura en forma de círculo para permitir que entraran los discípulos y sirvieran a cada grupo, de una manera parecida a como lo hubiera hecho un sirviente en una casa.
Verde.
Sólo Marcos menciona este detalle. Debido a que la lluvia era sumamente escasa en Palestina desde mayo hasta septiembre (ver t. II, p. 113), el pasto sólo estaba verde en invierno o primavera. Solamente faltaban unos pocos días para la pascua del año 30 d. C., y por lo tanto la hierba estaba en su mejor estado (Juan 6: 4). De esa manera, el relato de Marcos es complementado por el de Juan (ver Nota Adicional de Mat. 15).
40.
Por grupos.
El vers. 39 se refiere particularmente a la organización de cada "grupo" individual, al paso que aquí se hace referencia 605 a la ubicación bien ordenada de cada grupo en relación con los otros. Había orden tanto en la colocación de las personas dentro de cada grupo, como en la disposición de los grupos mismos.
De ciento... y de cincuenta.
Tal vez era necesaria la disposición ordenada de una multitud tan grande a fin de que todos pudieran presenciar el milagro, para que apreciaran mejor su significado, y para que el "pan del cielo" que estaban por recibir pudiera llegar fácilmente hasta todos.
41.
Bendijo.
Gr. eulogéÇ, "alabar" o "invocar bendiciones". Juan usa el verbo eujaristéÇ, "estar agradecido", "dar gracias" (cap. 6: 11). Parece que había algo característico en la forma en que Cristo daba gracias (Mat. 15: 36; 26: 26), algo de lo cual sin duda los discípulos eran testigos diariamente mientras acompañaban al Maestro. En Emaús, los discípulos "le habían reconocido al partir el pan" (Luc. 24: 35). Notar también que en cada caso Jesús tomó el pan en sus manos antes de dar gracias por él. Pero la parte esencial de la "bendición" consistía en el reconocimiento de que el alimento es una dádiva de Dios, y en darle gracias por él.
Partió.
O "lo partió en pedazos".
Panes.
Ver com. vers. 38.
Dio.
Mejor "los iba dando" (BJ). Este contexto sugiere que el milagro ocurría mientras el pan estaba en las manos de Jesús, entre el acto de partirlo y el acto de distribuirlo a los discípulos. Jesús nunca realizó un milagro a no ser que fuera para responder a una necesidad genuina (ver p. 199). Mientras hubo necesidad, el alimento continuó multiplicándose en sus manos (cf. 1 Rey 17: 16; 2 Rey 4: 4-6).
Pusiesen delante.
Expresión común para indicar que se sirve una comida. Cada uno de los doce llevó los panes del milagro en su propia canasta (ver com. vers. 43) y sirvió a una cantidad de personas dispuestas "por grupos" sobre la hierba (ver com. vers. 40). Los discípulos volvían a Cristo con las canastas vacías en busca de más pan, y cada vez volvían para continuar distribuyendo los panes y los peces. El arreglo ordenado de los grupos, el servicio de los discípulos y la interminable provisión de panes y peces proporcionó, dentro de un corto lapso, a hombres, mujeres y niños todo lo que podían comer y aún más.
Dos peces.
Ver com. vers. 38.
42.
Comieron todos.
Entre los judíos, los goces del reino mesiánico eran descritos con frecuencia con la figura de un banquete (ver com. Luc. 13: 29; 14: 15), y es concebible que cuando la gran multitud comía el alimento, milagrosamente proporcionado para ella, algunos volvieron sus pensamientos a las perspectivas mesiánicas. En el mismo día en que comieron los panes y los peces, esas personas ya habían llegado a la conclusión de que Jesús era "el profeta" (ver com. Juan 6: 14; cf. Deut. 18: 15; Mat. 11: 3; Juan 4: 25) que había de venir al mundo. El innegable milagro los llevó a la conclusión inevitable de que Jesús debía ser Aquel predicho por todos los profetas (Luc. 24: 27; Juan 1: 45), el venidero Rey de Israel (ver Isa. 9: 6-7; com. Luc. 1: 32-33). En ese mismo momento trataron de coronarlo como rey (Juan 6: 15). El que podía resucitar muertos, curar enfermos y proporcionar alimento para las multitudes, naturalmente podría liberar a Israel del yugo de Roma. Bajo su liderazgo, serían invencibles los ejércitos de Israel, y se realizarían las más acariciadas esperanzas de los que esperaban un Mesías político (ver com. Mat. 3: 2; 4: 17; 5: 2; Luc. 4: 19).
La alimentación de los 5.000 fue el milagro cumbre del ministerio en Galilea, milagro presenciado por una vasta multitud, y que no pudo ser explicado por los escépticos de los días de Cristo y tampoco puede serlo por los de nuestros días. Como resultado de este milagro, el ministerio en Galilea llegó súbitamente a un pináculo (ver com. Luc. 2: 49). Comparar con la curación del hombre del estanque de Betesda un año antes (ver com. Juan 5), que provocó la terminación del primer ministerio en Judea.
Se saciaron.
El pan multiplicado milagrosamente fue distribuido a cada persona de la vasta multitud, no en cantidades diminutas, sino lo bastante como para satisfacer el apetito. Esa abundancia testificaba del poder ilimitado de Jesús. Sólo terminó la provisión cuando estuvieron plenamente satisfechas las necesidades de todos. Jesús atendía tan solícitamente las necesidades físicas de los que acudían a él como sus necesidades espirituales. Pero la provisión hecha para satisfacer las necesidades físicas tenía el propósito de que los hombres se acordaran de sus necesidades espirituales, infinitamente más importantes, y del pan de la vida como el medio para satisfacer esas necesidades (Juan 6: 26-51).
La clase de alimento proporcionado era la sencilla comida de pescadores y campesinos, y testificaba en contra del derroche. La forma 606 en que fue proporcionado testificaba del poder de Dios que cubre las necesidades de todos los hombres. La abundancia testificaba de los infinitos recursos de Dios y de su capacidad para proporcionarnos "más abundantemente de lo que pedimos o entendemos" (Efe. 3: 20). La recolección de los fragmentos testificaba que ninguna de las bendiciones de Dios debe ser malgastada. La participación de los discípulos en la distribución del alimento testificaba que las bendiciones del cielo están al alcance de los hombres mediante la acción de los que están dispuestos a cooperar con el Omnipotente. Los discípulos eran tan sólo canales de bendición; debían recibir antes de poder dar.
El hecho de que la alimentación de los 5.000 sea el único milagro registrado por los cuatro evangelistas, lo destaca como de un significado único. Si se quiere comparar este milagro con la alimentación de los 4.000, ver la Nota Adicional de Mat. 15.
43.
Cestas.
Gr. kófinos, palabra que generalmente designaba una cesta pequeña, de mimbre, como las que llevaban los Judíos cuando viajaban por regiones donde no era fácil obtener comida, y especialmente para evitar comprar alimento de los gentiles (ver com. vers. 41). La clase de canasta a la que se hace referencia en el cap. 8: 8 (Gr spurís) era una cesta grande de mimbre que se usaba para llevar diversas clases de cargas, tales como provisiones para un grupo de personas, un juego de herramientas de un operario, etc. A Pablo se lo bajó por el muro de Damasco en una spurís. Más tarde, Jesús distingue cuidadosamente (en griego) entre la clase de cestas (Gr. kófinos) usadas en la oportunidad de la alimentación de los 5.000 (Mat. 16: 9; Mar. 8: 19) y la clase de canastas (Gr. spurís) usadas cuando fueron alimentados los 4.000 (Mat. 16: 10; Mar. 8: 20). (La BJ distingue estos vocablos traduciendo kófinos como "canastas" y spurís como "espuertas".)
Pedazos.
Gr. klásma (de la misma raíz como el verbo que se traduce "partir"), "fragmento" o "trozo". El contexto aclara que esos "pedazos" no eran sobras parcialmente comidas, sino porciones dejadas originalmente con cada grupo por los discípulos pero que excedieron de las necesidades del grupo (ver com. vers. 41), y por lo tanto no se usaron. Se llaman "pedazos" en el sentido de que fueron "partidos" de los cinco panes originales (ver com. vers. 41).
44.
Hombres.
Gr. anér, "varón adulto", y no ánthrÇpos, "hombre", que puede usarse en sentido genérico para referirse a toda la humanidad (ver com. cap. 2:27). Es, pues, claro que había 5.000 hombres presentes "sin contar las mujeres y los niños" (Mat. 14: 21). Un cálculo moderado estimaría que hubo presente por lo menos un número igual de mujeres y niños, lo que elevaría el total a más de 10.000 personas.
45.
En seguida.
[Jesús camina sobre el lago, Mar. 6: 45-56 = Mat. 14: 22-36 = Juan 6: 15- 24. Comentario principal: Mateo y Juan.]
46.
Después que los hubo despedido.
O, "después de despedirse de ellos" (BJ). La expresión griega se empleaba para una despedida cortés.
47.
Al venir la noche.
Ver com. Mat. 14:23.
51.
Se asombraron en gran manera.
Es vívida la traducción de la BJ: "Quedaron en su interior completamente estupefactos".
52.
No habían entendido.
Su atención no se enfocaba en el milagro del que acababan de ser testigos, sino en el chasco de ellos porque Jesús no había permitido que lo coronaran como rey (ver com. vers. 42).
Endurecidos.
Ver com. Exo. 4: 21. Los corazones de los discípulos estaban "endurecidos" en el sentido de que no comprendían el significado del milagro de los panes y los peces.
55.
Lechos.
Ver com. cap. 2:4.
56.
Dondequiera que entraba.
Esta declaración parece implicar que había transcurrido cierto lapso, y es un breve resumen de episodios de las semanas precedentes, o de lo que sucedió durante varios días o semanas después de la alimentación de los 5.000. La alimentación de los 5.000 ocurrió poco antes de la pascua (ver Juan 6: 4; cf. DTG 332, 352). Por lo tanto, resulta evidente que lo más probable es que este pasaje se refiera al ministerio de Jesús entre el tiempo de la alimentación de los 5.000 y su partida para Sirofenicia.
Calles.
Literalmente, "lugares de mercado" que estaban en las calles de los pueblos y las aldeas (ver com. Mat. 11:16).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
7 DTG 316; Ev 57
7-11 DTG 315-325 607
16 DTG 676
17-18 SR 197 
17-28 DTG 185-197
20 DTG 185
23-26 DTG 193
25-26 Te 46
30-31 DTG 326
31 DTG 329-330; MC 35-36; MeM 137; MM 287; OE 258, 261, 443; SC 308; 7T 244; TM 31
32-44 DTG 332-339
34 DTG 332
35-36 DTG 333
45-52 DTG 340-346
46 MC 36
55 DTG 347


CAPÍTULO 7
1 Los fariseos condenan a los discípulos de Jesús porque comen sin lavarse las manos; 8 sin, embargo, invalidan el mandamiento de Dios por causa de su tradición. 14 El alimento no contamina al hombre. 24 Cristo expulsa a un espíritu inmundo de la hija de una mujer sirofenicia. 31 Cura a un sordo y tartamudo.
1 SE JUNTARON a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;
2 los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban.
3 Porque los fariseos y todos los Judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
4 Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos.
5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?
6 Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: 
Este pueblo de labios me honra,
Mas su corazón está lejos de mí.
7 Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8 Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.
11 Perovosotrosdecís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte,
12 y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre,
13 invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.
14 Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended:
15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.
16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
17 Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola.
18 El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar,
19 porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos.
20 Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre.
21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.608
23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.
25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies.
26 La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.
31 Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis.
32 Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima.
33 Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.
35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie: pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.


1.
Se juntaron.
[Disputa acerca de la tradición y la contaminación ceremonial, Mar. 7: 1-23 = Mat. 15: 1-20. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 210; cf. pp. 18, 97- 101] En este punto del relato, tanto Mateo como Marcos pasan por alto el importante episodio de la sinagoga de Capernaúm, cuando después del sermón sobre el pan de vida, se volvió contra Jesús la opinión popular en Galilea (ver Juan 6: 25 a 7: 1; com. Mat. 15: 21). En contra de la costumbre, Jesús había permanecido en Galilea durante el período de la pascua (Juan 7: 1; cf. DTG 360), sin duda atendiendo calladamente las necesidades de la gente (ver com. Mar. 6: 56). Poco después de la fiesta, quizá durante la parte final de abril o principios de mayo, ocurrió este encuentro con los escribas y fariseos que habían vuelto hacía poco de, Jerusalén.
Fariseos.
Ver pp. 53-54.
Escribas.
Ver p. 57; com. cap. 1: 22.
De Jerusalén.
Los dirigentes Judíos se habían alarmado mucho por la rápida propagación del Evangelio demostrada durante el reciente tercer viaje por Galilea (ver com. Mat. 15: 21; Mar. 6: 14). Sin duda, los hombres a que aquí se hace referencia eran miembros de una delegación más o menos oficial del sanedrín, enviada con el propósito específico de buscar una excusa para poner término al ministerio de Jesús (cf. DTG 360).
2.
Los cuales, viendo.
Por supuesto, los fariseos y escribas sabían que los discípulos sencillamente estaban siguiendo la costumbre adoptada por Jesús (cf. com. Luc. 11: 38). Indirectamente, éste era un desafío personal contra Jesús. Los escribas y fariseos tenían el propósito de atribuirle menosprecio por las leyes de ellos. Al proceder indirectamente, quizá también evitarían ofender a los que tenían un buen concepto de Jesús. Los dirigentes de Jerusalén consideraban con desprecio a la gente ignorante y sencilla de Galilea, a la que generalmente hacían referencia como 'am ha'árets, literalmente, "gente de la tierra" (ver p. 57). Este encuentro se realizó ante una multitud de esos sencillos galileos.
Pan.
Literalmente, "panes", pero que aquí tal vez signifique "alimento" en general.
Inmundas.
Gr. koinós, cuyo significado original es "común"; es decir, algo compartido por mucha gente. Posteriormente, llegó a significar "vulgar" o "profano", y en este sentido usa Marcos la palabra aquí (cf. com. Hech. 10: 14).
No lavadas.
Marcos define lo que quiere decir con "inmundas", pues, evidentemente, escribe para lectores que no eran Judíos (ver p. 552), los que, sin la explicación, podrían no entender la naturaleza del desafío que ahora lanzaban los espías. Escribiendo quizá principalmente para Judíos (ver p. 267), Mateo no hace esa explicación. El lavamiento aquí referido era estrictamente ritual y no higiénico. Se dice que este rito consistía en derramar un 609poco de agua sobre los dedos y la palma primero de una mano y luego de la otra, teniendo la mano levantada de tal manera que el agua corriera desde la palma hasta la muñeca, pero no más allá (cuidando todo el tiempo para que el agua no volviera a la palma), y después frotando alternadamente una mano con la palma de la otra. La mínima cantidad de agua prescrita era la que pudiera caber en una cáscara y media de huevo. Sin embargo, parece que donde no se conseguía agua, se permitía una ablución en seco, en la cual la persona sencillamente hacía los movimientos de lavarse las manos en la forma prescrita.
3.
Tradición.
Gr. parádosis, literalmente entrega" o "transmisión"; por ende, "una tradición" que se entrega, o transmite a alguien, de viva voz o por escrito. Tal como se usa en los Evangelios, parádosis se refiere al conjunto de reglamentos orales rabínicos que se habían formado en torno de la Torah (ver com. Deut. 31: 9; Prov. 3: 1). Las tradiciones de los rabinos eran el blanco específico de los ataques de Jesús contra el sistema religioso Judío de sus días. Nuestra palabra "tradición" significa "lo que es transmitido, es decir, de maestro a alumno, o de una generación a otra".
Con el correr del tiempo, esta tradición oral, que al principio tuvo el propósito de proteger la ley escrita del AT, llegó a ser considerada como más sagrada que la ley misma (DTG 360). Se suponía que por una obediencia mecánica a los requisitos de la tradición oral, automáticamente una persona estaba guardando la ley escrita, incluso los Diez Mandamientos. En otras palabras, si una persona cumplía con la letra de la interpretación tradicional de la ley, no necesitaba preocuparse por el espíritu de la ley escrita. Este sistema legalista reducía la religión a meras formas y desterraba el espíritu de la verdadera adoración y de la obediencia, sin el cual el hombre sirve a Dios en vano (Juan 4: 23-24; cf. Mar. 7: 7). Así, un sistema de justificación obtenida por las "obras" de la ley invalidaba el plan de salvación, mediante el cual Dios tenía el propósito de que el hombre lograra la justificación por la fe (Rom. 9: 31-32; 10: 3).
Cristo procuraba restaurar a su legítimo lugar, en el pensamiento y en la vida de su pueblo, todas las instrucciones reveladas por Dios. Se esforzaba por otorgar a las palabras de Dios prioridad sobre las palabras de los hombres. Buscaba suprimir las meras formas externas de la religión y cultivar el verdadero espíritu de la religión en el corazón.
Ancianos.
Es decir, los rabinos o expositores de más edad de la ley.
Muchas veces.
La evidencia textual tiende a confirmar el texto pugmé, "con el puño" o "al puño". (La BJ traduce: "Hasta el codo".) Se ha sugerido que aquí podría significar "con un puño lleno [de agua]". Sin embargo, varios MSS dicen pukná, que se traduce "con frecuencia" o "muchas veces".
No se lavan.
Ver com. vers. 2.
4.
Plaza.
Es decir, el lugar de mercado en la calle pública, donde se compraban y vendían los alimentos (ver com. Mat. 11: 16). Para la mentalidad rabínica, una persona que se mezclaba con la multitud en el mercado inevitablemente se ponía en contacto con personas o cosas que eran ceremonialmente impuras, y por ende "contaminadoras".
Lavan.
Si bien la evidencia textual favorece la variante "lavan", algunos manuscritos dicen "purifican".
Otras muchas cosas.
Lo que quizá incluía vasijas, vestidos (Lev. 11: 32), manos y pies (cf. Exo. 30: 19-21).
Tomaron para gumardar.
"Observan por tradición" (BJ). La tradición es "transmitida" por una generación y recibida "para guardar" por la siguiente. Es dada por el maestro y recibida por el alumno.
Jarros.
Gr. xést's, una medida romana (sextarius) que contenía poco más de medio litro (ver p. 52). Xést's es una de las varias palabras de origen latino que hay en el Evangelio de Marcos.
Metal.
Mejor "bronce", o "cobre".
Lechos.
Aunque la evidencia textual se inclina por retener esta palabra, varios MSS la omiten.
5.
Andan.
En sentido figurado, "viven". Comparar con la forma en que "caminó" Enoc con Dios (Gén. 5: 24). Era la forma de vida, o manera de vivir de los discípulos, lo que perturbaba a los fariseos y a los escribas.
6.
Hipócritas.
Ver com. Mat. 6: 2.
Profetizó... Isaías.
Ver com. Isa. 29: 13. Las palabras de Isaías describían a Israel en los días del profeta, como se ve por el contexto, pero también eran ciertas en el caso de los Judíos de los tiempos de Cristo (ver com. Deut. 18: 15). Por eso cuando Cristo dijo: "Profetizó de vosotros Isaías", no quiso decir que Isaías predijo algo particular y exclusivamente aplicable a los Judíos de los días de 610 Cristo, sino más bien que la descripción que Isaías hizo de Israel en los días del profeta, "bien" se aplicaba también a la gente de los días de Cristo.
Me honra.
Pretendiendo obedecer la voluntad de Dios, "los ancianos" (vers. 3) en realidad estaban "enseñando como doctrina mandamientos de hombres" (vers. 7). Era una cuestión de salvación por la fe o por las obras. Jesús afirmó que los que adoran a Dios deben hacerlo "en espíritu y en verdad" (Juan 4: 23-24). El énfasis que dio a esta verdad puso a Cristo en un acerbo conflicto con los dirigentes Judíos. El peligro de ensalzar los preceptos humanos y aun las interpretaciones humanas de los requerimientos divinos por encima de "lo más importante de la ley" (Mat. 23: 23) no es menor hoy que lo que fue entonces.
7.
Enseñando como doctrinas.
Literalmente, "enseñando [como] enseñanzas".
8.
Mandamiento de Dios.
La forma singular, como es el caso aquí, se refiere a todo lo que Dios ha ordenado: toda su voluntad revelada (ver com. Mat. 22: 37, 39). "Amplio sobremanera es tu mandamiento [de Dios]" (Sal. 119: 96); incluye "el todo del hombre" (Ecl. 12: 13). El ideal puesto ante nosotros es que seamos "perfectos", como nuestro "Padre que está en los cielos es perfecto" (Mat. 5: 48).
Tradición.
La "tradición de los hombres" resalta en contraste irreconciliable con "el mandamiento de Dios".
Los lavamientos.
La evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión del resto del vers. 8, comenzando con estas palabras. Sin embargo, la declaración es incuestionablemente verdadera, pues el mismo pensamiento se expresa en los vers. 4, 13.
9.
Bien invalidáis.
"¡Qué bien violáis!" (BJ). Notar la ironía implícita en las palabras de Cristo.
10.
Moisés dijo.
La primera parte de la cita de Cristo procede del quinto mandamiento, y la segunda del código civil hebreo, también dado por Dios (Exo. 21: 17).
Muera irremisiblemente.
El griego de estas palabras es un reflejo del modismo hebreo que significa, "muera ciertamente"; literalmente, "por muerte muera" (ver com. Gén. 2: 17, "ciertamente morirás"). En otras palabras, la muerte debía ser el castigo inevitable de cualquier infracción del quinto mandamiento.
11.
Pero vosotros decís.
Jesús aquí presenta una ilustración específica de lo que quiso decir cuando declaró: "¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!" (vers. 9, BJ). Jesús aquí sostiene el hecho de que los judíos estaban adorando a Dios en vano (cf. vers. 7). Acusaban a Cristo de violar la ley, pero él demostró que ellos, mediante su interpretación tradicional de la ley, en realidad habían hecho precisamente aquello de que falsamente lo acusaban (ver com. Mat. 5: 17-19, 21-22).
Corbán.
Gr. korbán, del Heb. qorban, "dádiva", "ofrenda", literalmente, "lo que es traído cerca". En los países del Medio Oriente, uno nunca pensaría en llegar hasta un superior, o ,"acercarse" a él, sin presentarle una "dádiva". Cualquier cosa sobre la cual un hombre pronunciaba las palabras "es corbán", quedaba de esa manera dedicada a Dios y al templo.
Mi ofrenda.
Escribiendo sin duda principalmente para lectores que no eran Judíos (ver p. 552), Marcos aquí interpreta una palabra que para ellos significaba poco o nada.
12.
No le dejáis hacer más.
Así un hombre podía defraudar a sus propios padres en nombre de la religión, con la aprobación de los sacerdotes y con el pretexto de que Dios requería eso de él. Cualquier cosa sobre la cual se había pronunciado la palabra "corbán", quedaba así dedicada para un uso sagrado, para el templo (ver com. vers. 11). No se permitía que los padres tocaran nada así "consagrado", y sin embargo se permitía que el hijo desleal lo usara mientras viviera. Eludía su deber filial profesando una piedad superior. Mediante este tortuoso proceder, los sacerdotes consentían en que sus codiciosos feligreses quedaran exentos de la solemne obligación de sostener a sus padres.
13.
Invalidando.
Es decir, invalidando en la práctica el quinto mandamiento. Jesús estaba ante la multitud reunida como el paladín de los derechos de ella, al paso que los escribas y fariseos quedaban desenmascarados como hipócritas (cf. vers. 6) y como enemigos tanto de Dios como de sus prójimos.
Muchas cosas.
El ejemplo empleado aquí por Cristo no era aislado, como bien lo sabían los mismos escribas y fariseos.
14.
Toda.
El griego dice pálin, "otra vez" (BJ). Esto implicaría que Jesús había estado dirigiéndose a la multitud cuando los escribas y fariseos lo interrumpieron con su protesta (vers. 2). Habiendo silenciado Jesús a los que lo criticaban, otra vez se dirige a la 611 gente con el propósito de aclarar la verdadera naturaleza del problema implicado en el conflicto sobre la tradición (ver com. vers. 3).
Oídme
La gente debía prestar diligente atención para poder discernir la hipocresía de sus dirigentes espirituales.
15.
Nada hay fuera.
Por lo general, los comentadores yerran en los vers. 15-23 aplicándolos al problema de las carnes limpias e inmundas, cuya diferencia se hace patente en Lev. 11. Es sumamente claro por el contexto que Jesús no estaba poniendo en duda, de ninguna manera, algún precepto del AT, sino que más bien estaba negando la validez de la tradición oral (ver com. Mar. 7: 3). En este caso específico trata de la tradición que afirmaba que el alimento comido con manos indebidamente lavadas (en un sentido ritual) se convertía en causa de impureza (ver com. vers. 2). Eran siempre y exclusivamente los "mandamientos de hombres" (vers. 7) contra los cuales protestaba Jesús, distinguiéndolos claramente del "mandamiento de Dios" (vers. tal como se presenta en las Escrituras. Aplicar los vers. 15-23 al asunto de carnes limpias e inmundas es no tener en cuenta para nada el contexto. Si Jesús en esta ocasión hubiese eliminado la distinción entre carnes limpias e inmundas, es obvio que posteriormente Pedro no hubiera reaccionado como lo hizo ante la idea de comer carnes inmundas (ver com. Hech. 10: 9-18, 34; 11: 5-18).
Debiera destacarse que el problema que se debatía entre Jesús y los fariseos no tenía nada que ver con la clase de alimento que se iba a comer, sino solamente con la forma en que se debía comer, ya fuera con el lavamiento ritual de las manos o sin él (ver com. vers. 2-3). Según los reglamentos judaicos, aun la carne declarada limpia en Lev. 11 podría ser considerada inmunda debido a algún contacto con personas inmundas (ver com. Mar. 6: 43).
Lo que sale.
En los vers. 21-23 hay una lista de las cosas a las que se refiere Jesús. Aquí Cristo afirma que la contaminación moral provocada por quebrantar "el mandamiento de Dios" es de una consecuencia mucho mayor que la contaminación ritual, de un modo especial cuando esta última se basaba exclusivamente en la "tradición de los hombres" (ver com. vers. 7-8). Jesús dice que la contaminación del alma es un asunto mucho más grave que la contaminación ritual del cuerpo, ocasionada por contacto con personas o cosas que eran ceremonialmente inmundas.
Lo que contamina.
Cf. vers. 21-23. Aun en el AT Dios afirma específicamente que no le agradan las meras formas de culto ritual (Isa. 1: 11-13; Miq. 6: 6-8) practicadas como un fin en sí mismas.
16. 
Si alguno tiene oídos.
La evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión del vers. 16. Sin embargo, Cristo usó con frecuencia esta expresión (Mat. 11: 15; etc.), y es ciertamente apropiada en este contexto.
17.
En casa.
Tal vez la casa de Pedro en Capernaúm (ver com. cap. 1: 29; 2: 1). El resto de esta sección comprende el diálogo de Jesús con los discípulos, en privado (cap. 7: 17-23).
Sus discípulos.
Según Mateo, fue Pedro, como de costumbre, el que actuó como portavoz del grupo (ver com. Mat. 14: 28).
Parábola.
Ver pp. 193-197. Una parábola podía ser nada más que un dicho sentencioso, no importaba cuán breve. Aquí se refiere a la figura empleada en el vers. 15, acerca de las cosas que entran en un hombre y las que salen de un hombre. Si esta "parábola" había resultado un enigma aun para los discípulos, difícilmente la multitud podría haber captado todo su significado (ver com. vers. 14).
18.
¿También... sin entendimiento? 
Es decir, a semejanza de la multitud a la cual había sido dirigida la "parábola". Era tan sólo razonable esperar que los discípulos estuvieran en ventaja frente al común de la gente en lo que respecta a comprender las verdades de la salvación.
19.
Su corazón. 
Es decir, su mente (ver com. Mat. 5: . En otras palabras, comer con las manos sin lavar no tenía un efecto moral de ninguna clase sobre un hombre.
En el vientre.
Los alimentos ceremonialmente impuros (ver com. vers. 15) iban al estómago, y no había manera por la cual la impureza ceremonial que se suponía que los acompañaba pudiera ser asimilada en el organismo.
Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos.
"Así declaraba puros todos los alimentos" (BJ). Es decir, sin tener en cuenta si el que los comía había realizado o no la ablución ritual prescrita. Este era el punto que precisamente estaba en juego (ver com. vers. 2).
También debiera advertirse que la palabra griega brÇmata, traducida "alimentos", significa "lo que es comido", e incluye toda clase de alimentos; nunca significa la carne de animales diferenciándola de otra clase de alimentos. 612 Limitar las palabras "haciendo limpios todos los alimentos" a la carne de ciertos animales y llegar a la conclusión de que Cristo aquí abolió la distinción entre carnes de animales limpios e inmundos (cf. Lev. 11), es ignorar completamente el significado del griego.
Asimismo, el contexto (vers. 1-14, 20-23) no trata de una impureza biológica, sino de la impureza en que se suponía que incurrían los que omitían los lavamientos rituales (ver com. vers. 15). No se hace referencia a la clase de alimentos que comieron los discípulos (vers. 2, 5), sino sólo a la forma en que los comieron (ver com. vers. 2, 5, 15). En todo esto, el tema de Cristo es el problema del "mandamiento de Dios" en contraposición con "la tradición de los hombres" (ver com. vers. 5-15, 19). Ver com. vers. 21-23.
20.
Sale.
Ver com. vers. 15, 19.
21. 
De dentro.
Jesús concluye sus consideraciones con una afirmación de lo que en realidad contamina "al hombre" (vers. 23). Afirma que la contaminación es moral y no ceremonial (ver com. vers. 15). Afecta al alma y no al cuerpo.
Malos pensamientos.
Jesús enumera 13 cosas diferentes que "contaminan" a los hombres. Comparar esta lista con las de Rom. 1: 29-31 y Gál. 5: 19-21.
Fornicaciones.
Gr. pornéia, término genérico que incluye todas las formas de relaciones sexuales ilícitas.
22.
Avaricias.
Gr. pleonexía, que significa "codicioso deseo de tener más", y, por lo tanto, "ansiedad", "codicia" o "avaricia". La idea de lograr más y más se ha convertido en una obsesión en las personas de este carácter.
Maldades.
Gr. pon'ría, maldad en general; también, más específicamente, como es probablemente el caso aquí, "malignidad".
Lascivia.
O "libertinaje" (BJ).
Envidia.
En griego dice literalmente, "un ojo malo", traducción griega de una expresión idiomática hebrea (Deut. 15: 9), que probablemente significa "envidia", "celos" o un "espíritu de mala voluntad".
Maledicencia.
Gr. blasf'mía, que significa "blasfemia" con referencia a Dios, pero "maledicencia" o "calumnia" cuando se dirige contra los hombres, como aquí. En cuanto al uso de esta palabra en el sentido de "blasfemia", ver com. Mat. 12: 31.
Insensatez.
Es decir, la tendencia a proceder "desatinadamente". Otra posible traducción podría ser "tontería".
23.
Estas maldades.
Ver com. vers. 2-4, 15, 19. En Gál. 5: 22-23 y 2 Ped. 1: 4-8 hay listas de rasgos positivos de carácter con que el cristiano debe reemplazar los rasgos negativos. En cuanto al peligro de tratar de eliminar los malos rasgos sin cultivar los buenos en su lugar, ver com. Mat. 12: 43-45.
24.
Levantándose de allí.
[Retiro a Fenicia, Mar. 7: 24-30 = Mat. 15: 21-28. Comentario principal: Mateo.]
26.
Griega.
Es decir "gentil", no necesariamente griega por raza o por nacimiento (Rom. 1: 16; DTG 365).
31.
Volviendo a salir.
[Curación de un sordomudo; milagros en Decápolis, Mar. 7: 31-37 = Mat. 15: 29-31. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 211; diagrama p. 221; acerca de los milagros, pp. 198-203.] En cuanto a la región a la cual aquí se refiere Marcos y de la cual Cristo volvió "a salir", ver com. Mat. 15: 21. Mateo no dice nada de la ruta que siguió Jesús en el viaje de regreso a Fenicia.
Por Sidón.
Significa que de las proximidades de Tiro, Jesús fue hacia el norte antes de dirigirse hacia el este y luego hacia el sur en dirección de Decápolis (cf. DTG 37l).
Mar de Galilea.
Quizá yendo hacia el sur a lo largo de la orilla oriental de ese lago.
Decápolis.
Ver p. 48; com. Mat. 4: 25.
32.
Le trajeron.
Es evidente que el doliente no vino por su propia voluntad, pues no había oído nunca de Cristo. Fue la fe de los amigos del hombre la que lo llevó a Jesús. Decápolis era la región en la cual Cristo había curado a los endemoniados de Gadara, los que habían cumplido con fidelidad y fervor la orden de que hablaran acerca de Jesús a sus vecinos paganos (ver com. cap. 5: 19-20). Es muy posible que, como resultado de la obra de los que antes habían sido posesos del demonio, los amigos de este sordomudo decidieron llevarlo a Jesús.
Sordo.
Gr. kÇfós, literalmente, "embotado", "lerdo"; aquí se usa con referencia al sentido del oído (ver com. Luc. 1: 22).
Tartamudo.
"Hablaba con dificultad" (BJ). Este hombre no era completamente mudo, pues cuando fue curado "hablaba bien" (vers. 35), lo que implica que antes de ser curado podía hablar aunque no bien. Su incapacidad para hablar clara y distintamente puede haber sido resultado de su sordera.
33.
Tomándole aparte.
Así como hizo posteriormente con el ciego de Betsaida (cap. 8: 22-26). Ambos distritos estaban mayormente 613habitados por paganos (ver com. Mat. 4: 25), y por eso parece probable que este hombre fuera también gentil. Quizá Jesús llevó a un lado al sordomudo debido a que el insólito procedimiento que empleó para curarlo podría ser mal interpretado por la multitud irreflexivo, y ser entendido como una forma de magia similar a los encantamientos de los paganos milagreros.
Metió los dedos.
Se ha sugerido que mediante esta acción Jesús procuró transmitir a este doliente la idea de que él estaba interesado en su deplorable condición.
Escupiendo.
Aunque en los escritos antiguos se registran numerosos ejemplos del uso de saliva empleada por médicos y milagreros que creían que ella podía ser un vehículo para llevar curación de los cuerpos de ellos a los de sus pacientes, teniendo de esa manera propiedades curativas, no hay una razón aparente para que Jesús eligiera sanar en este caso de esa manera tan insólita para él. Algunos han sugerido la posibilidad de que este proceder fuera sencillamente una concesión ante la triste ignorancia del hombre y su embotada percepción. Pero cualquiera hubiera sido la razón, todo el procedimiento aquí seguido se parece mucho al de la curación del ciego de Betsaida (cap. 8: 22-26).
Tocó su lengua.
El hombre no sólo era sordo, sino que en la práctica era mudo (ver com. vers. 32), y Cristo tocó los dos órganos que necesitaban curación.
34.
Levantando los ojos.
Este es el único caso de curación del cual se registre que Jesús dirigió su mirada al cielo. Sin embargo, hizo lo mismo al alimentar a los 5.000 cuando bendijo los panes y los peces (cap. 6: 41), en la resurrección de Lázaro (Juan 11: 41) y cuando elevó su oración intercesora por sus discípulos (Juan 17: 1). Seguramente, en esta oportunidad el propósito de este acto fue que el sordomudo dirigiera sus pensamientos a Dios y al cielo, a fin de que le fuera claro que la curación sólo provendría del poder divino.
Gimió.
Gr. stenázÇ, "suspirar" o "gemir". Esto no era una parte del proceso de comunicación con el desvalido, sino una expresión de la propia reacción de Jesús como ser humano ante el sufrimiento y la debilidad de un hombre (ver com. Juan 1: 14). En la sordera y la tartamudez del hombre vio un cuadro patético de la sordera de los corazones humanos ante el mensaje de Cristo y de las claudicantes y vacías vidas que con tanta frecuencia viven los hombres.
Efata.
Gr. effatha; expresión aramea preservada por Marcos (ver com. cap. 5: 41) que, sin duda, es la misma palabra que empleó Jesús en esta ocasión.
Sé abierto.
Por supuesto, refiriéndose al oído del hombre y a la restauración de su audición. Marcos aquí traduce la expresión aramea para beneficio de sus lectores.
35.
Ligadura. 
Gr. desmós, "vínculo" o "atadura" (BJ). Esto no significa necesariamente algún defecto en los órganos de fonación del hombre, aunque éste podría ser el significado.
Hablaba bien.
Gr. orthÇs, "correctamente" (BJ). Esto implica claramente que el hombre había podido hablar, pero en forma tan borrosa que sólo se le podía entender con dificultad.
36.
No lo dijesen a nadie.
Como Jesús con tanta frecuencia había ordenado a aquellos para quienes había efectuado extraordinarios milagros de curación (Mat. 8: 4; 9: 30; 12: 16; cf. 17: 9; Mar. 5: 43; etc.; ver com. Mar. 1: 44). En esta región predominantemente gentil, su principal razón para ordenar que se callaran puede haber sido su deseo de evitar que se despertara entre el pueblo en general la esperanza de que el ministerio -del cual para entonces habían oído tanto- había de repetirse aquí en gran escala. En general, los paganos no estaban preparados para entender y apreciar la verdadera naturaleza del mensaje de Cristo; pero donde encontraba gentiles que demostraban gran fe, Jesús parece haber aceptado esa fe.
Tanto más y más.
Esta expresión pleonástica destaca la profundísima impresión que había experimentado la multitud. Debe haberles resultado imposible mantener en silencio estos acontecimientos sumamente extraordinarios, sin precedentes en la historia de Israel. ¡Cuán abrumadora era la evidencia de la divinidad de Cristo!
37.
Bien lo ha hecho todo.
Este era el veredicto de los paganos que habían llegado a conocer algo de Jesús mediante los dos endemoniados de Gadara que habían sido curados (ver com. cap. 5: 20). Al igual que el común de la gente de Galilea, la gente pagana "le oía de buena gana" (ver com. cap. 12: 37). 614
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE 
1 DTG 360
1-23 DTG 360-364
7 PE 124; PVGM 82
9-12 DTG 361
11 DTG 362,375
13 7T 287
24-30 HAp 17
24-30 DTG 365-370
26-30 CS 569
31-33 DTG 371


CAPÍTULO 8
1 Cristo alimenta milagrosamente a una multitud con siete panes; 10 pero se niega a dar una señal (milagro) a los fariseos, 15 y aconseja a sus discípulos que se cuiden de la levadura de los fariseos y de Herodes. 22 Devuelve la vista a un ciego. 27 Afirma que él es el Cristo, que morirá y resucitará al tercer día. 34 Exhorta a tener paciencia en medio de la persecución por creer en el Evangelio.
1 EN AQUELLOS días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:
2 Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;
3 y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han, venido de lejos.
4 Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?
5 El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete.
6 Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.
7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
8 Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.
9 Eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió.
10 Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
11 Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo, para tentarle.
12 Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y se fue a la otra ribera.
14 Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.
15 Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.
16 Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan.
17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?
18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?
19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce.
20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete.
21 Y les dijo : ¿Cómo aún no entendéis? 
22 Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase.
23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo.
24 El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.
25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
26 Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 615
28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.
29 Etonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
30 Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle.
33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 
37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38 Porque el que se avergonzara de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.


1.
En aquellos días.
[Alimentación de los cuatro mil, Mar. 8: 1-10 = Mat. 15: 32-39. Comentario principal: Mateo.]
Gran.
La evidencia textual establece aquí (cf. p. 147) la adición de la frase "de nuevo" u "otra vez". Esto parecería implicar que aquí indirectamente se hace referencia a la alimentación de los 5.000 (ver com. Mat. 15: 32). 
11.
Vinieron entonces los fariseos.
[El pedido de una señal, Mar. 8: 11-21 = Mat. 16: 1-12. Comentario principal: Mateo.]
12.
Gimiendo en su espíritu.
"Dando un profundo gemido" (BJ). Detalle advertido únicamente por Marcos. Jesús estaba chasqueado ante la lentitud de ellos para percibir la verdad espiritual (ver com. Mat. 16: 9; Mar. 7: 34).
14.
Sino un pan.
Otro detalle advertido sólo por Marcos.
15.
Levadura de Herodes.
Es decir, la mala influencia de Herodes, especialmente su mundanalidad y carácter vacilante (ver com. Mat. 13: 33; 16: 6). En el pasaje paralelo de Mateo (cap. 16: 6), aparecen los saduceos en lugar de Herodes. Puesto que los saduceos siempre cortejaban a los gobernantes y ellos mismos eran mundanos (ver p. 54), sus principales intereses eran muy parecidos con los de Herodes, e interpretaban la política de él ante la nación judía. De modo que, en lo que atañe al significado general y a la influencia, los términos dados en Mateo y en Marcos son equivalentes.
22.
Vino luego.
[El ciego cerca de Betsaida, Mar. 8: 22-26. Ver mapa p. 211; diagrama p. 221; acerca de los milagros, pp. 198-203.] Jesús y los discípulos acababan de llegar de Magdala (ver com. Mat. 16: 1, 5), y después de este episodio continuaron su viaje a Cesarea de Filipo (ver Mar. 8: 27; com. Mat. 16: 13). Al llegar a Betsaida (ver com. Mat. 11: 21), una vez más Jesús partió de Galilea por las mismas razones que habían ocasionado su retiro a Fenicia unas pocas semanas antes de esto (ver com. Mat. 15: 21; 16: 13). El milagro realizado en esta ocasión recuerda en muchos respectos al del sordomudo en Decápolis, no mucho tiempo antes (ver com. Mar. 7: 31-37).
Le trajeron.
Como también en el caso del sordomudo de Decápolis (ver com. cap. 7: 32).
23.
Le sacó fuera.
Quizá había por lo menos dos razones para esto: (1) Evitar la publicidad (ver com. vers. 26), y (2) ayudar a que el ciego comprendiera lo que Cristo estaba por hacer para él y se concentrara en esto (cf. com. cap. 5: 37, 40; 7: 33). Jesús parece haber realizado comparativamente pocos milagros durante este período de su ministerio público, y en la mayoría de los casos estuvo en medio de una población que era principalmente pagana.
Si veía algo.
Esta es la única ocasión en la que se registra que Jesús formulara una pregunta tal, e indudablemente se debió en este caso al propósito de robustecer la imperfecta fe del hombre (ver com. vers. 24).
24.
Los hombres como árboles.
Este es el único caso registrado en el cual Jesús realizó una curación en dos etapas. No hay una razón aparente para el empleo de este método en este caso. Sin embargo, debiera advertirse 616 que cuando el hombre recuperó parcialmente la visión, aumentó su fe y estuvo dispuesto a creer que Jesús podía restaurarlo completamente (ver com. vers. 23).
25.
Le puso otra vez las manos.
Ver com. cap. 7: 33; 8: 23.
De lejos y claramente.
Gr. t'laugÇ,"claramente", "desde lejos". Algunos MSS dicen d'laugÇs, "brillantemente", o "en plena luz".
26.
La aldea.
Es decir, en Betsaida (ver com. vers. 22). Es evidente que el hombre no vivía en esta aldea, donde Jesús inmediatamente le dijo que no entrara. Sin duda esta restricción tenía el motivo de impedir que la noticia del milagro se propagara, y así se favorecía el propósito que tenía Jesús de aislarse (ver com. vers. 22).
27.
Salieron Jesús y sus discípulos.
[Retiro a Cesarea de Filipo: la gran confesión, Mar. 8: 27 a 9: 1 = Mat. 16: 13-28 = Luc. 9: 18-27. Comentario principal: Mateo.]
31.
Comenzó a enseñarles.
Ver com. Mat. 16: 21.
32.
Claramente.
Es decir, "sin reservas". Marcos no quiere decir que Jesús anunció públicamente la lección que ahora dio a los discípulos, sino más bien que trató con ellos el asunto en lenguaje claro y natural.
34.
Gente.
O "multitud". Había otros con Jesús, además de sus discípulos de siempre, quizá judíos residentes en la región que habían oído de él (ver com. Mat. 16: 24).
35.
Del evangelio.
Ver com. cap. 1: 1. Sólo Marcos tiene este detalle del relato. Aquí Jesús se identifica con su mensaje (Juan 6: 51, 63).
38.
Se avergonzare.
Ver com. Mat. 10: 32; cf. Rom. 1: 16.
Generación adúltera y pecadora.
Ver com. Mat. 11: 16; 12: 39. Otro detalle de esta ocasión que sólo es registrado por Marcos (ver com. vers. 35).
La gloria.
Una clara referencia al segundo advenimiento de Cristo (ver com. Mat. 25: 31); acontecimiento del cual la transfiguración -que se narra a continuación- fue una demostración en miniatura (ver com. Mat. 16: 28).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-21 DTG 371-377
12 DTG 373-374
18 2JT 165
24 Ev 431; MM 98; 1T 462
27 DTG 387
27-38 DTG 378-387
31 SR 205
34 CH 590; Ev 70; FE 511; 2T 178; 4T 631; 8T 209; 3TS 371
36 CMC 225, 229; HAp 295; PVGM 308; 4T 46, 53
36-37 CH 593; CMC 79, 89; CN 309; Ed 140; Ev 407; 2JT 386; PR 204; PVGM 211; 1T 706; 2T 59; 3T 250
38 DTG 390; 5T 588


CAPÍTULO 9
2 Jesús se transfigura. 11 Instruye a sus discípulos en cuanto a la venida de Elías. 14 Sana a un muchacho que tenía un Espíritu inmundo, sordo y mudo. 30 Predice su muerte y resurrección. 33 Exhorta a sus discípulos a ser humildes; 38 les ordena no prohibir a nadie que predique o actúe en su nombre, ni dar mal testimonio a ningún creyente.
1 TAMBIEN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venir con poder.
2 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos.
3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.
4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
5 Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 617
6 Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados.
7 Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.
8 Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.
9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.
10 Y guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos.
11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
12 Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada?
13 Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.
14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
16 El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?
17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo, ayuda mi incredulidad.
25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.
28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
30 Habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.
31 Porque enseñaba a sus discípulos y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día.
32 Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
33 Y llegó a Capernaúm; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34 Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor.
35 Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
36 Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:
37 El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.
38 Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía.
39 Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí.
40 Porque el que no es contra nosotros. por nosotros es.
41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.618
42 Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.
43 Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,
44 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
45 Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado,
46 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
47 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno,
48 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
49 Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.
50 Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.
1.
Algunos de los que están aquí.
Sería más lógico que el primer versículo del cap. 9 fuera el último versículo del cap. 8 (cf. Mat. 16 :28; Luc. 9: 27).
2.
Seis días después.
[La transfiguración, Mar. 9: 2-13 = Mat. 17: 1-13 = Luc. 9: 28-36. Comentario principal: Mateo.]
3.
Como la nieve.
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de estas palabras. (No están en la BJ.)
Hacer tan blancos.
O, "blanquearlos de ese modo" (BJ).
10.
Guardaron la palabra.
A pesar de que perdieron mucho de lo que tuvieron el privilegio de aprender de ese episodio, es evidente que los discípulos quedaron impresionados con la declaración de Cristo de que resucitaría de los muertos. Sin embargo, no podían captar la idea de un Mesías sufriente. Todavía estaban cegados por el concepto popular del Mesías como un poderoso vencedor (ver com. Luc. 4: 19).
Resucitar de los muertos.
Los discípulos estaban desconcertados en cuanto a qué relación podría tener un acontecimiento tal con Aquel que consideraban que era el Mesías.
12.
Está escrito.
Ver Sal. 22; Isa. 53; etc.; com. Luc. 24: 26.
Hijo del Hombre.
Jesús aquí usa la designación familiar por la cual comúnmente se refería a sí mismo (ver com. Mat. 1: 1; Mar. 2: 10).
Tenido en nada.
O, "será despreciado" (BJ).
14.
Cuando llegó.
[El muchacho poseso del demonio, Mar. 9: 14-29 = Mat. 17: 14-21 = Luc. 9: 37: 43ª. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 211; diagrama p. 221; acerca de los milagros, pp. 198-203.] Al día siguiente de la transfiguración, Jesús y los tres discípulos descendieron del monte hasta la planicie, donde los otros nueve esperaban su regreso (Luc. 9: 37; cf. DTG 393). Posiblemente una de las dos llanuras de Galilea mencionadas específicamente en la Biblia -la llanura de Genesaret (ver com. Luc. 5: 1) o el valle de Jezreel- podría ser este lugar que estaba en las proximidades del monte de la transfiguración, cuya ubicación se desconoce.
Escribas.
Ver p. 57.
Disputaban con ellos.
Es obvio que la actitud de los escribas era hostil. Este detalle es mencionado sólo por Marcos. Estos escribas hostiles pueden haber sido algunos de los que "habían venido de Jerusalén" con el propósito de que la gente perdiera el respeto que tenía por Jesús y para informar acerca de lo que él decía y hacía (ver com. Mar. 7: 1; Mat. 16: 1). Como lo habían hecho con tanta frecuencia en lo pasado, atacaron a Jesús a través de sus discípulos (Mar. 2: 16, 18, 24; 7: 5). En esta ocasión procuraron hacer aparecer a Jesús y a sus discípulos como impostores, haciendo resaltar el hecho de que había un demonio ante el cual los discípulos eran impotentes (cf. DTG 394).
15.
Se asombró.
La razón de este asombro ante la llegada de Jesús quizá se explica mejor como la reacción de la multitud ante las huellas de gloria que indudablemente quedaban en los rostros de los que habían presenciado la transfiguración (cf. Exo. 34: 29-35; DTG 394).
16.
Les preguntó.
Parece que los escribas se quedaron callados cuando se acercó Jesús. Sin duda la tensa atmósfera que prevalecía -a la que contribuía la misma presencia de los escribas- hacía evidente que ellos habían estado acosando a los nueve discípulos. 619
17.
Uno de la multitud.
Habiendo sido silenciados y refutados por Jesús cada vez que se habían esforzado por desacreditarlo en lo pasado, los escribas se retiraron del debate (ver com. Mar. 2: 19; 7: 11-13; Mat. 16: 1-4; cf. DTG 394). Esto dio al padre del pobre muchacho poseso del demonio la oportunidad de presentar personalmente su pedido.
Traje a ti.
Lucas (cap. 9: 38) dice que el padre pidió a Jesús que viera a su hijo. En griego ese era un modismo común para referirse a un examen médico.
Un espíritu mudo.
Encuanto al tema de la posesión demoníaca, ver la Nota Adicional del cap. 1.
18.
Se va secando.
Gr. x'ráinÇ, "secarse", o "marchitarse". En Sant. 1: 11 x'ráinÇ se usa para referirse a la hierba que se seca. Quizá el padre aquí describe el empeoramiento progresivo de la condición física del muchacho, o tal vez esté describiendo una etapa de un acceso en la cual el cuerpo quedaba rígido. (La BJ traduce: "le deja rígido".)
No pudieron.
Comparar este caso de los discípulos con el de Giezi (2 Rey. 4: 31).
19.
Incrédula.
Es decir, "sin fe", o "descreída". Comparar con la forma en que Dios consideraba a Israel en los días de Moisés (Núm. 14: 27; Heb. 3: 17-19). No parece probable que Jesús tuviera en cuenta al padre del muchacho poseso del demonio cuando pronunció estas palabras, pues la fe del padre no era el único obstáculo en el sendero de la curación de su hijo. Debido a que los discípulos mismos eran los principales culpables (ver com. Mar. 9: 29), es probable que el Salvador los tuvo especialmente en cuenta. Pero no deseaba señalarlos para censurarlos en público, y por eso no los hizo el objeto directo de sus observaciones. Con todo, si los discípulos eran "incrédulos", ¡cuánto más lo era la multitud!
¿Hasta cuándo?
Estas palabras podrían insinuar que Jesús aquí habla como un ser divino, que temporalmente ha asumido la forma humana.
Os he de soportar.
Repetidas veces Moisés pasó por la misma experiencia con Israel en el desierto (Núm. 20: 10).
20.
Se revolcaba.
El muchacho daba un espectáculo lamentable.
21.
Preguntó al padre.
Detalle registrado sólo por Marcos.
¿Cuánto tiempo? 
Este es el único caso registrado en el cual Jesús hizo una pregunta específica de los antecedentes de uno a quien sanó. No son del todo claras sus razones para proceder así en esta ocasión. Posiblemente le pidió al padre que diera una descripción de la enfermedad y sus efectos a fin de que los que estaban allí presentes pudieran apreciar plenamente la grave condición del muchacho (ver com. vers. 18). Quizá por esta razón Cristo permitió que el espíritu malo agitara al muchacho cuando salía (ver com. vers. 26).
22.
Para matarle.
El caso era crónico, y por lo tanto, desde el punto de vista humano, más difícil de tratar. En griego (Mat. 17: 15) la expresión "padece muchísimo" generalmente se usaba para describir enfermedades que la habilidad humana no había podido aliviar.
Si puedes.
Ver com. cap. 1: 40.
Ayúdanos.
El padre se identifica plenamente con el muchacho (cf. Mat. 15: 22, 25).
24.
Mi incredulidad.
El padre no habría traído a su hijo si no hubiera tenido antes una cierta medida de fe (cf. com. Juan 4: 43-54).
25.
Multitud.
Este episodio quizá ocurrió durante el período de retiro del ministerio público, durante el cual Jesús procuró rehuir la publicidad y evitar que se despertara un entusiasmo que no tenía el propósito de satisfacer (ver com. Mat. 15: 21). Por eso Jesús procedió a efectuar la curación sin más demora.
Reprendió al espíritu inmundo.
La condición física del muchacho se debía al demonio. El efecto desaparecería junto con la causa (Luc. 9: 42).
26.
Sacudiéndole con violencia.
Es decir, "provocándole intensas convulsiones". Jesús puede haber permitido esta manifestación final del poder del demonio a fin de que pudiera ser más evidente el contraste entre la desvalida condición del muchacho y su estado cuando quedó liberado del demonio.
Como muerto.
El muchacho estaba completamente exhausto por la violencia del espasmo que le había sobrevenido.
27.
Jesús, tomándole.
El demonio se había ido, y ahora el toque de Jesús restauró el vigor del muchacho (ver com. cap. 5: 27).
28.
En casa.
Tal vez la casa de Pedro en Capernaúm (ver com. cap. 1: 29; 2: 1), un hogar transitorio para Jesús durante el resto de su permanencia en Galilea (cf. DTG 399).
¿Por qué nosotros no pudimos?
Los doce habían expulsado demonios durante el curso de su tercer viaje por Galilea (cap. 6: 13). No podían entender por qué se había 620 apartado de ellos el poder que Jesús les había impartido.
29.
Este género.
Los escribas habían atribuido la impotencia de los nueve discípulos ante el supuesto poder superior del demonio, y afirmaban que el dominio de Jesús estaba limitado a los demonios menos poderosos (cf. DTG 394). Sin embargo, la verdadera dificultad no dependía del poder del demonio, sino de la impotencia espiritual de los discípulos.
Sino con oración.
Cristo no se refiere aquí a la oración ofrecida en el momento de expulsar el demonio. El no habla de la oración accidental, sino de una vida movida por la oración. Mientras Pedro, Jacobo y, Juan estaban con Cristo, los otros nueve discípulos habían estado rumiando sus chascos y resentimientos personales, movidos por un espíritu de celos, debido al favor mostrado a sus compañeros ausentes (DTG 397). El estado de sus pensamientos y de su corazón hacía imposible que Dios actuara mediante ellos.
Ayuno.
La evidencia textual tiende a confirmar la omisión (cf. p. 147) de esta palabra. (No está en el texto de la BJ, sino como variante al pie de página.) Ver com. Mat. 6: 16; Mar. 2: 18.
30.
Habiendo salido de allí.
[Un viaje secreto por Galilea, Mar. 9: 30-32 = Mat. 17: 22-23 = Luc. 9: 43b -45. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 211.] Es decir, desde el pie del monte de la transfiguración, donde Jesús había sanado al muchacho endemoniado (ver com. vers. 14).
Caminaron por Galilea.
Quizá dando un rodeo que terminó en Capernaúm (ver com. Mat. 17: 24). Este viaje secreto por Galilea quizá les llevó varios días durante la última parte del verano del año 30 d. C., unos siete u ocho meses antes de la crucifixión.
No quería.
Si Jesús hubiese quedado mucho tiempo en una localidad, pronto se hubiera esparcido la noticia, se hubieran reunido multitudes de personas, y su venida hubiera interrumpido la importante enseñanza que procuraba impartir a sus discípulos. Por ende, Jesús parece haber ido de un lugar a otro en Galilea, quizá evitando las ciudades y aldeas que, unos pocos meses antes de esto, habían presenciado sus obras maravillosas. El pasar por alto ciudades y pueblos sería una forma eficaz para impedir que la gente supiera el paradero de Cristo. Aun los discípulos no aprovechaban plenamente las palabras de enseñanza que él presentaba, y si el círculo íntimo de creyentes carecía de percepción espiritual, el común de la gente no aprovecharía de lo que Cristo tenía para decir en ese momento.
31.
Enseñaba.
Esta es la segunda de por lo menos tres ocasiones específicas en las cuales Jesús habló claramente a los discípulos acerca de sus sufrimientos venideros y su muerte (cf. com. Mat. 16: 21; 20: 17- 19). Sin duda, hubo otras veces cuando Jesús les dio una información similar, como está implícito en Mat. 16: 2 l. El deseo de estar solo con sus discípulos a fin de que pudiera impartirles esta información, evidentemente explica por qué Jesús pasaba ahora discretamente por Galilea (ver com. Mar. 9: 30; cf. DTG 399).
Hijo del Hombre.
Ver com. Mat. 1: 1; Mar. 2: 10.
Al tercer día.
Ver pp. 239-242.
32.
No entendían.
A pesar de todo lo que Jesús les había dicho con toda claridad (ver com. vers. 31), los discípulos todavía entendían mal (ver com. Luc. 9: 45). La principal razón por la cual los discípulos no entendían era porque no querían creer que fuera necesario que el Mesías sufriera y muriera (ver com. Mat. 16: 22-23). Una idea tal era diametralmente opuesta a sus opiniones preconcebidas acerca del Mesías (ver com. Luc. 4: 19). Esperaban que finalmente Cristo reinaría como un príncipe temporal y no estaban dispuestos a renunciar a sus brillantes expectativas del honor que anticipaban compartir con él cuando llegara el momento (cf. DTG 383, 385-386; ver com. Luc. 4: 19).
Tenían miedo de preguntarle.
Permanecieron silenciosos, quizá comprendiendo que compartían el punto de vista que acababa de presentar Pedro, y que si hablaban ahora, tan sólo expresarían los mismos pensamientos (ver com. Mat. 16: 22-23). Según Mat. 17: 23, "se entristecieron en gran manera"; es decir, estaban "grandemente afligidos".
33.
Llegó a Capernaúm.
[Humildad, reconciliación y perdón, Mar. 9: 33-50 = Mat. 18: 1-35 = Luc. 9: 46-50. Comentario principal: Mateo y Marcos. Ver mapa p. 211; diagrama p. 221.] En cuanto a las circunstancias en las cuales ocurrió este regreso a Capernaúm, y una comparación entre el relato que hace Marcos del discurso y el de Mateo, ver com. Mat. 18: 1.
34.
Ellos callaron.
Mejor "callaban", o "permanecían en silencio". Persistentemente. 621 rehuían contestar la pregunta de Jesús (vers. 33).
Disputado.
Gr. dialégomai, "discutir", "disputar".
35.
Quiere ser el primero.
Aquí Jesús pone el dedo en la llaga: cada uno de los doce deseaba ser el "primero" en el reino que todos esperaban que establecería pronto el Señor (ver com. Mat. 18: 1). Se olvidaban de que la verdadera grandeza implica renunciar a la grandeza como meta de la vida. El momento en que un hombre se propone destacarse como grande, demuestra pequeñez de alma. Cf. Mat. 23: 8-12; Mar. 10: 43-44; Luc. 22: 24-26.
Servidor.
Gr. diákonos, de donde proviene nuestra palabra "diácono" (Fil. 1: 1; 1 Tim. 3: 8, 12). Diákonos es el que atiende las necesidades o carencias de otro; podía ser un "esclavo" o un hombre libre, aunque la palabra implica un servicio prestado voluntariamente. Otra palabra griega comúnmente traducida "siervo" es dóulos, que significa "esclavo" en el sentido común del término. En el NT, diákonos se usa generalmente para un "ministro" del Evangelio (1 Cor. 3: 5; Efe. 3: 7 ; 1 Tes. 3: 2). En su esencia, el reino de los cielos consiste en servir a Dios y al prójimo, y no en ser servido por otros. El verdadero amor es esencialmente un asunto de dar amor y no de demandarlo (ver com. Mat. 5: 43). Posee la máxima grandeza el que ama a Dios y a sus prójimos hasta lo sumo y les brinda lo mejor de su servicio.
37.
No me recibe a mí.
Ver com. Juan 12: 44-45.
38.
Juan le respondió.
No en el sentido de responder una pregunta específica de Jesús sino en el sentido de comentar las observaciones anteriores de Jesús. Esas observaciones habían despertado en Juan la sospecha de que el reproche que dirigieron él y su hermano Jacobo, en una ocasión previa, a uno que trabajaba en el "nombre" de Jesús no había sido correcto (cf. DTG 404).
Hemos visto a uno.
El hecho de que el suceso aquí referido sólo implicara a Juan y a Jacobo, sugiere la posibilidad de que pudiera haber ocurrido durante el tercer viaje por Galilea, cuando los dos hermanos salieron juntos (ver com. Mat. 10: 5; Mar. 3: 14).
El no nos sigue.
No era uno de los reconocidos como discípulos habituales de Jesús.
Se lo prohibimos.
O, "tratamos de impedírselo" (BJ). En cuanto a una actitud similar de intolerancia de parte de Jacobo y Juan en otra ocasión poco después de ésta, ver com. Luc. 9: 54. En esta ocasión, Jacobo y Juan habían disculpado su conducta alegando que defendían celosamente el honor de su Maestro, cuando en realidad los había movido a la acción el celo por su propio honor (DTG 404). Reprocharon al hombre porque hacía lo que pensaban que sólo ellos tenían derecho a hacer (ver com. Mat. 10: . Pero aunque Jacobo y Juan eran discípulos y tenían en sus manos las "llaves" del reino (ver com. Mat. 16: 19; 18: 18), no tenían derecho de enseñorearse de otros. Su comisión era positiva y no negativa; debían ser celosos en realizar las órdenes que habían recibido, pero no tenían derecho de obligar a otros a cumplirlas. Es el maligno el que induce a los dirigentes religiosos a que piensen que es su deber forzar a otros hombres a que cumplan las normas de conducta y creencia que ellos conciben que son correctas.
39.
No se lo prohibáis.
Es decir, dejad de impedírselo. No tenemos derecho a forzar a otros para que se conformen con nuestras ideas y opiniones, o a que sigan nuestros métodos de trabajo (DTG 405; cf. Núm. 11: 27-29).
Milagro.
Gr. dúnamis (ver p. 198).
En mi nombre.
Pedro (Hech. 3: 6-8) y Pablo (Hech. 16: 16-18) y quizá todos los otros discípulos, cuando realizaban milagros, los hacían en el "nombre" de Jesús.
Luego.
Gr. tajú, "pronto", "rápidamente", "inmediatamente", "sin demora". Realizar un milagro en el nombre de Jesús sería reconocer su poder y autoridad. El que hacía un milagro en el nombre de Jesús no iba a contradecir inmediatamente el mismo poder del cual dependía para la realización del milagro.
40.
No es contra nosotros.
Comparar con la declaración opuesta de la misma verdad en Mateo (ver com. cap. 12: 30). Las dos no se excluyen mutuamente, sino más bien se complementan. Es obvio que un hombre no puede estar a favor y en contra de Jesús al mismo tiempo. Si el hombre a quien reprendieron Jacobo y Juan fue hallado haciendo la misma obra que hacía Jesús, y la ejecutaba en el nombre de Jesús, tenía que ser porque Dios estaba actuando con él y mediante él.
Por nosotros es.
Es decir, está de nuestro lado.
41.
Un vaso.
Ver com. Mat. 10: 42. 
622
Porque sois de Cristo.
Ver com. Mat. 5: 11; 10: 18, 42. El carácter del hecho se determina por el motivo que lo impulsa.
De cierto.
Gr. am'n (ver com. Mat. 5: 18).
No perderá su recompensa.
Ver com. Mat. 5: 12; 19: 29.
42.
Cualquiera que haga tropezar.
Ver com. Mat. 18: 6.
43.
Si tu mano te fuere ocasión de caer.
Ver com. Mat. 5: 29-30; 18: 8.
Que no puede ser apagado.
Ver com. Isa. 66: 24; Mat. 3: 12. "El fuego que no puede ser apagado" equivale al "fuego eterno" del pasaje paralelo de Mateo (cap. 18: 8; ver com. cap. 5: 22).
44.
Donde el gusano de ellos.
La evidencia textual (cf. p. 147) tiende a confirmar la omisión de los vers. 44 y 46. La BJ los omite, y explica en nota de pie de página: "Los vv. 44 y 46 (Vulg.), simples repeticiones del v. 48, se deben omitir con los mejores mss [manuscritos]". Ver com. vers. 48.
45.
Si tu pie te fuere ocasión de caer.
Ver com. Mat. 5: 29-30; 18: 8.
46.
Donde el gusano de ellos.
Ver com. vers. 44, 48.
47.
Si tu ojo te fuere ocasión de caer.
Ver com. Mat. 5: 29-30; 18: 8-9.
Reino de Dios.
Ver com. Mat. 3: 2; 4: 17; 5: 3; Luc. 4: 19.
48.
Gusano.
Gr. skÇl'x, "cresa", "gusano". Como comentan Major, Manson y Wright (The Mission and Message of Jesus, p. 123): "El gusano que no muere no es el símbolo de un alma que no puede morir, sino que es el símbolo de la corrupción que no puede ser purificada". En el vers. 43 se presenta a "vida" en contraste con el "fuego que no puede ser apagado". En Rom. 6: 23 y en muchos otros textos "vida" está en contraste con "muerte". En Juan 3: 16 el contraste es entre la vida eterna. y la perdición o la destrucción. Es obvio que Jesús tiene en cuenta aquí el mismo contraste. "El fuego nunca se apaga" está en aposición con "el gusano de ellos no muere", y es una expresión equivalente; además parece irrazonable que los gusanos puedan proseguir su obra en la presencia del fuego. No hay nada en la palabra skÇl'x, "gusano", que ni aun remotamente justifique la explicación popular que hace equivaler "gusano" con "alma" (ver com. Isa. 66: 24), hecho que es reconocido por casi todos los comentadores, sin importar qué piensen personalmente en cuanto al estado del hombre en la muerte.
49.
Salados con fuego.
Acerca de la sal como agente preservativo, ver com. Mat. 5: 13. El fuego puede ser considerado como un agente purificador, o como un símbolo del juicio final (ver com. Mat. 3: 10). El significado de esta declaración enigmática no es enteramente claro, y depende completamente del contexto inmediato para una explicación satisfactoria. Ser "salados con fuego" tal vez signifique que "todos" pasarán por los fuegos de la aflicción y de la purificación en esta vida (ver com. Job 23: 10) o por los fuegos del último día. El fuego o bien elimina la escoria de esta vida, o destruye la vida misma en el último gran día. La sal preserva lo que es bueno (ver com. Mar. 9: 50).
Todo sacrificio.
En los servicios del santuario antiguo, se añadía sal a todos los sacrificios (ver com. Lev. 2: 13). Su presencia significaba que sólo Injusticia de Cristo podía hacer que la ofrenda fuera aceptable a Dios (cf. DTG 406).
50.
Buena es la sal.
Ver com. Mat. 5: 13.
Tened sal en vosotros mismos.
Si los discípulos hubiesen tenido "la sal del pacto" (Lev. 2: 13), ella habría impedido las infortunadas tendencias que los habían llevado a la discusión de quién era el mayor en el reino de los cielos.
Tened paz.
Adecuado clímax del discurso, una admonición para que no discutieran más el tema, una amonestación contra los celos y el espíritu de rivalidad.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-9 PE 162-164
2-8 DTG 388-392
3 DTG 689; HAp 27
5 DTG 391
7 SR 207
9-29 DTG 393-398
14-16 DTG 393
17-27 CS 569; DTG 394
22-23 DTG 396
23 CW 108; FE 341; MC 42; MeM 9; PR 116
24 TM 527
29 1JT 120
30-31 DTG 399 623
30-50 DTG 399-410
33 DTG 401
34-35 ECFP 72; 3TS 268
35 DTG 402
36-40 ECFP 73
37 MeM 208
37-39 DTG 404
38 COES 94
39 HAp 433
40 COES 94
42 2JT 85; 5T 483
42-45 DTG 405
43-45 HAp 252
49-50 DTG 406


CAPÍTULO 10
2 Cristo disputa con los fariseos en cuanto al divorcio; 13 bendice a los niños que le presentan; 17 enseña a un joven rico cómo puede tener la vida eterna; 23 amonesta a sus discípulos sobre el peligro de las riquezas; 28 Promete una gran recompensa a quienes abandonen todo por causa del Evangelio; 32 predice su muerte y resurrección; 35 amonesta a dos discípulos ambiciosos a pensar, ante todo, en sufrir con él. 46 Devuelve la vista a Bartimeo.

1 LEVANTANDOSE de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a Juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía.
2 Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer.
3 El, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
4 Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.
5 Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;
6 pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.
7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.
9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
10 En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo,
11 y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
12 y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.
13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban.
14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.
20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
26 Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 624
27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
31 Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.
32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;
34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.
35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
36 El les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
37 Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
40 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.
41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.
42 Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.
43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre nosotros será vuestro servidor,
44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo Maestro, que recobre la vista.
52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía Jesús en el camino.


1.
Levantándose de allí.
[Comienzo del ministerio en Samaria y Perea, Mar. 10: 1 = Mat.19: 1-2 = Luc. 9: 51-56. Comentario principal: Mateo y Lucas.] "Partiendo de allí" ( BJ, 1966). Es decir, partiendo de Capernaúm (ver cap. 9:33).
Otro lado.
Es decir, Perea (ver com. Mat 19: 1).
Como solía.
Es decir, como había esta acostumbrado a hacer durante el curso de ministerio en Galilea.
2.
Se acercaron los fariseos.
[Matrimonio divorcio, Mar. 10: 2-12 = Mat. 19: 3-12. Comentario principal: Mateo.]
12.
Si la mujer.
La ley mosaica no hacía provisión para que una mujer se divorciara de su esposo. Sin embargo, la antigua literatura Judía revela que algunas mujeres Judías lo hicieron. En la sociedad romana era común que las mujeres se divorciaran de sus maridos.
13.
Le presentaban niños.
[Bendiciendo a los niños, Mar.10: 13-16 = Mat. 19: 13-15 625 = Luc. 18: 15-17. Comentario principal: Mateo.]
14.
Se indignó.
Gr. aganaktéÇ, "indignarse", "enojarse".
15.
De cierto.
Ver com. Mat. 5: 18.
Reciba el reino.
Ver com. Mat. 18: 3. Aquí Jesús presenta a un niño como un modelo que deben seguir los adultos. La sencilla confianza y la amante obediencia de un niño representan rasgos de carácter de gran valor en el reino de los cielos. Notar que Jesús habla de "niños" (literalmente, de "niñitos"), los que -de los malos ejemplos que dan los adultos- no han aprendido los pecados de la duda y la desobediencia.
16.
En los brazos.
Los acercó a sí mismo tanto como pudo, a manera de un mudo reproche para los discípulos que trataban de apartar a los niñitos de él. Ese ademán afectuoso testifica mejor que cualquier otra cosa del cálido interés personal que Jesús sentía por los pequeños (Mat. 18: 2; Luc. 9: 47).
17.
Vino uno.
[El Joven rico, Mar. 10: 17-31 = Mat. 19: 16-30 = Luc. 18: 18-30. Comentario principal: Mateo.]
19.
No defraudes.
Sólo Marcos menciona esto.
21.
Tomando tu cruz.
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta frase.
23.
Mirando alrededor.
Un vívido cuadro descrito por Marcos. Casi parece posible ver a Jesús mirando a uno tras otro de sus discípulos para observar cómo reaccionaban ante la decisión del Joven rico.
26.
Diciendo entre sí.
La evidencia textual favorece el texto de la RVR (cf. p. 147); algunos MSS dicen: "diciéndole a él".
29.
Mujer.
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta palabra.
32.
Subiendo a Jerusalén.
[Jesús predice su muerte, Mar. 10:32-34 = Mat. 20:17-19 = Luc. 18:31-34. Comentario principal: Mateo.]
Iba delante.
La solemnidad de esta última visita de Jesús a Jerusalén se refleja en su comportamiento. Es indudable que deliberadamente caminaba delante de ellos en contra de su costumbre, porque deseaba estar solo.
Se asombraron.
El insólito proceder de Jesús asombró a los discípulos y llenó de ansiedad sus corazones (cf. DTG 501).
Volviendo a tomar a los doce.
Los doce conocían muy bien los complots que se tramaban para quitar la vida a su Maestro (ver com. Luc. 13: 31; cf. Juan 1: 7-8), pero no se daban cuenta de que, al fin, esos esfuerzos tendrían éxito (Luc. 18: 34). Mateo y Marcos tienen poco que decir en cuanto al hecho de que los doce no captaban la importancia de la explicación de Jesús, pero, en cambio, registran un incidente que muestra cuán poco entendían ese asunto (Mat. 20: 20-28; Mar. 10: 35-45).
34.
Al tercer día.
La evidencia textual (cf. p.147) tiende a confirmar el texto "después de tres días" (ver pp. 239-242).
35.
Jacobo y Juan.
[La ambición de Jacobo y Juan, Mar. 10: 35-45 = Mat. 20: 20-28. Comentario principal: Mateo.]
43.
Servidor.
Gr. diákonos (ver com. cap. 9: 35).
44.
Siervo.
Gr. dóulos (ver com. cap. 9: 35).
46.
Vinieron a Jericó.
[El ciego Bartimeo, Mar. 10: 46-52 = Mat. 20: 29-34 = Luc. 18: 35-43. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 213; diagrama p. 221; en cuanto a los milagros, pp. 198-203.] Es decir, habían llegado a Jericó, una de las últimas etapas en su viaje de Perea a Jerusalén, para asistir a la pascua (ver com. Mat. 20: 17; 21: 1). Acerca de los episodios ocurridos a lo largo del camino inmediatamente antes de la llegada a Jericó, ver com. Mat. 20: 17-28.
Uno de los importantes vados para cruzar el río Jordán está a unos 9 km al este de Jericó. La ciudad misma está en el borde occidental del valle del Jordán, muy cerca de las colinas al pie de las montañas que se levantan al oeste (ver com. Luc. 10: 30). La ciudad de Jericó del NT estaba situada más o menos a 2 km al sur de las ruinas de la ciudad de Jericó del AT. Herodes el Grande había embellecido la ciudad, y tenía allí un palacio de invierno. Se conocía a Jericó por sus termas cercanas, a donde fue Herodes el Grande con la esperanza de curarse durante el proceso de su enfermedad fatal. Aunque ésta es la única visita de Jesús a Jericó que se registra, hay poderosas razones para suponer que había visitado la ciudad en viajes anteriores a Jerusalén para asistir a las fiestas, y quizá pasó por ella no mucho antes, cuando fue de Perea para resucitar a Lázaro.
Al salir de Jericó.
Mateo (cap. 20: 29) y Marcos concuerdan en que este episodio ocurrió cuando Jesús y los doce estaban saliendo de la ciudad, al paso que Lucas dice que se estaban aproximando a la ciudad (cap. 18: 35). Se han dado varias opiniones para armonizar esta aparente discrepancia. 626
Algunos han sugerido que aunque el significado usual de la palabra griega traducida "acercándose" (Luc. 18: 35) es el de "aproximarse" o "llegar cerca", no es imposible que sencillamente Lucas quiso decir que Jesús estaba en las proximidades de Jericó cuando sucedió esto. Otros han sugerido que Jesús pudo haberse encontrado con los mendigos en el camino entre la nueva y la antigua Jericó, situada ésta aproximadamente a 2 km al norte, mientras se dirigía a Jerusalén. Sin embargo, hay por lo menos dos principales dificultades con esta explicación. En primer lugar, la antigua ciudad de Jericó estaba en ruinas en ese tiempo, y se necesitaría un gran esfuerzo de la imaginación para pensar que Lucas llamara "Jericó" a un montón de ruinas e ignorara la ciudad de ese nombre que existía tan cerca de allí. En segundo lugar, el camino de la ciudad de Jericó del NT a Jerusalén no pasaba por la Jericó del AT, sino más bien por las colinas al pie de las montañas al oeste, donde sigue por el Wadi Qelt y sube internándose en las montañas (ver com. Luc. 10: 30).
Quizá la siguiente es una explicación más aceptable. Lucas registra el relato acerca de Zaqueo inmediatamente después de narrar la curación de Bartimeo (Luc. 18: 35 a 19: 10). Indudablemente, tanto Zaqueo como Bartimeo vivían en Jericó, y Jesús encontró a uno no mucho después del otro. Según el orden de la narración de Lucas, Jesús estuvo como invitado en la casa del cobrador de impuestos después de sanar a los ciegos. Lo más probable es que no pudiendo Zaqueo mirar a Jesús en las calles de la ciudad, se vio obligado a adelantarse a la multitud, buscando un árbol al que pudiera subir, quizá en las afueras de la ciudad (ver com. Luc. 19: 4), donde esperó la llegada de Jesús. Según Luc. 19: 1, Jesús "iba pasando" por Jericó antes de que se encontrara con Zaqueo. Cuando se encontró con él, Jesús regresó con Zaqueo para pasar el resto del día en su casa, y bien podría haber sucedido que los ciegos consiguieron llamar la atención de Jesús cuando éste entraba de vuelta en la ciudad. En circunstancias como éstas, Lucas tendría razón al decir que Jesús estaba entrando en la ciudad, y Mateo y Marcos también tendrían razón al decir que la estaba dejando.
Una gran multitud.
Unos pocos días antes de la pascua había multitudes en los caminos que conducían a Jerusalén.
Bartimeo.
El nombre proviene del arameo Bar-Tim'ai, que Marcos traduce para sus lectores. Mateo habla de dos ciegos (cap. 20: 30). La razón por la cual Marcos menciona a sólo uno de ellos puede ser que algún hecho concerniente a uno lo impresionó como algo de interés especial para sus lectores (ver com. cap. 5: 2). Posiblemente Bartimeo más tarde se convirtió en uno de los conocidos seguidores de Jesús. Ver la Nota Adicional 2 de Mat. 3.
Camino.
Gr. hodós, "vía", "senda", "camino" (ver com. cap. 11: 4). Es probable que los mendigos se ubicaban fuera de la puerta de la ciudad, donde los transeúntes se compadecían de ellos.
47.
Oyendo.
Constantemente pasaban entonces multitudes por el camino a Jerusalén. Sin duda, los mendigos alcanzaron a oír a algunos de los circunstantes que decían que Jesús estaba en ese grupo específico.
Hijo de David.
El uso de este título estrictamente mesiánico implica cierto grado de reconocimiento de Jesús como el Prometido (ver com. Mat. 1: 1; 9: 27).
Ten misericordia.
Cf. Mat. 9: 27; 15: 22.
48.
Le reprendían.
Quizá estaban procurando impedir un incidente público del que las autoridades judías o romanas pudieran aprovecharse para arrestarlo (ver com. Mat. 19: 1, 3; 20: 18).
Clamaba mucho más.
Bartimeo comprendía que ésta podía ser su única oportunidad para ser sanado por Jesús. Su persistencia era un testimonio de su ferviente fe en el poder de Jesús.
49.
Ten confianza.
O, "¡Ánimo!" (BJ).
50.
Capa.
Gr. himátion, "manto", es decir, una vestimenta externa (ver com. Mat. 5: 40).
Se levantó.
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la variante "dio un brinco" (BJ).
51.
¿Qué quieres?
Era obvio que el ciego procuraba recobrar la vista. Sin embargo, como era su costumbre, Jesús deseaba que el suplicante presentara un pedido específico como reconocimiento de su necesidad y como demostración de su fe. Sin embargo, no fue sólo por Bartimeo mismo que Jesús hizo esta pregunta. Deseaba que los testigos del suceso entendieran mejor el significado del milagro (ver com. cap. 5: 32, 34).
Que recobre la vista.
Por el texto griego se ve claramente que Bartimeo no era ciego de nacimiento, sino que quedó ciego después.
52.
Tu fe.
Ver com. Mar. 5: 34; Luc. 7: 50. 627
Seguía a Jesús.
Era tan sólo natural que los que habían sido sanados desearan quedar con Jesús. Comparar con el pedido de los endemoniados gadarenos (ver com. cap. 5: 18-20). No es seguro si Jesús estaba en camino al hogar de Zaqueo (ver com. cap. 10: 46) o a Jerusalén.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1 DTG 452
13-16 DTG 472-476; HAd 248-251; MC 26; 3T 422
14 CM 91; CN 237; DTG 472, 476; Ev 257; FE 161; HAd 249-250; MC 27; OE 219
15-16 CN 248; HAd 250; 5T 421
16 MC 26; MM 19; OE 196
17-18 DTG 477
17-22 DTG 477-481
17-31 PVGM 322-326
20-21 2T 679
21 DTG 478; 1JT 575
21, 23 PVGM 324
23 1JT 548
24, 26 DTG 508
24-27 PVGM 325
28-30 2T 495
29-30 HH 16; PVGM 326
30 5T 42
32 DTG 501
32-45 DTG 501-505
36 DTG 502
38-39 SR 407
38-45 ECFP 74
44 PE 102
45 MeM 232
51 Ev 402; PR 321


CAPÍTULO 11
1 Cristo entra triunfante en Jerusalén; 12 maldice la higuera que sólo tenía hojas; 15 purifica el templo; 20 exhorta a sus discípulos a creer y orar con fe, y a perdonar a sus enemigos. 27 Defiende la legalidad de sus actos por medio del testimonio de Juan, un hombre enviado por Dios.

1 CUANDO se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos,
2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo.
3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá.
4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron.
5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.
7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.
8 También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino.
9 Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!
11 Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.
12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
14 Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.
15 Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. 628
17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
18 Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.
19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.
23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
27 Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos,
28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas?
29 Jesús, respondiendo, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas.
30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme.
31 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
32 ¿Y si decimos, de los hombres ... ? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta.
33 Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
1.
Cuando se acercaban.
[La entrada triunfal, Mar. 11: 1-11 = Mat. 21: 1-11 = Luc. 19: 29-44 = Juan 12: 12-19. Comentario principal: Mateo.]
2.
Ningún hombre ha montado.
Se consideraba como una cualidad esencial que fueran nuevas las cosas destinadas al uso sagrado o real (Exo. 13: 2; 23: 19; Lev. 21: 13-14; Núm. 19: 2; 1 Sam. 6: 7).
4.
Afuera a la puerta.
Muchas viviendas del Medio Oriente eran construidas en forma cuadrangular, con un patio abierto en el centro. Desde ese patio, un pasadizo conducía a la calle. De acuerdo con la costumbre, el asna y el pollino habrían estado apersogados en el patio y no a la puerta, en la calle pública.
En el recodo del camino.
"Fuera, en la calle" (BJ). La palabra griega ámfodon, "calle", consta de dos partes: amfi, "ambos", y hodós, "camino". Por esto se la ha traducido de diversas e interesantes maneras, sin lograr un consenso ni una comprensión clara de la clase de calle a la cual se hace referencia. Ver mapa p. 214.
11.
En el templo.
Este era el mismo centro de la vida nacional y religiosa judía, el lugar lógico para coronar al Rey- Mesías; el lugar donde primero debiera haber sido reconocida su autoridad y desde donde debiera haberse proclamado el pregón oficial para que los hombres reconocieran su soberanía (ver t. IV, pp. 29-32). Los sacerdotes y ancianos de Israel deberían haber sido los primeros en reconocer la autoridad de Jesús. Sin embargo, "a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron" (ver com. Juan 1: 11).
Mirado alrededor.
Como el templo era su casa, Jesús anduvo por sus atrios, inspeccionando lo que con toda justicia era suyo, pero de lo cual se habían apropiado para sus propios fines egoístas aquellos a quienes había sido confiado para que lo cuidaran (Mat. 21: 33-39).
Se fue a Betania.
Cuando el gentío finalmente llegó a Jerusalén, ya era demasiado tarde, y en vano buscó a Jesús para coronarlo como rey (DTG 534). Pero, al igual que en ocasiones previas, cuando, cumpliendo con su misión afrontaba una crisis, Jesús pasó toda la noche en oración (ver com. Mar. 3: 13; cf. DTG 534).
12.
Al día siguiente.
[La higuera estéril, Mar. 11: 12-14, 20-26 = Mat. 21: 18-22. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 214; diagrama p. 223; acerca de los milagros, 629 pp. 198-203.] Este fue el "día siguiente" después de la entrada triunfal (vers. 1-11), y, por lo tanto, un lunes de mañana. Siguiendo un orden estrictamente cronológico, Marcos registra la purificación del templo (vers. 15-19) entre la maldición de la higuera (vers. 12-14) y el descubrimiento de que se había secado (vers. 20-26). Mateo, que frecuentemente sigue un orden de temas y no cronológico (ver p. 268), presenta en una sola unidad todo el episodio de la higuera estéril, sin mencionar que pasaron unas 24 horas entre la maldición que recayó sobre ella y el descubrimiento de que el árbol se había secado.
Salieron de Betania.
Donde él había pasado la noche (ver com. vers. 11).
Tuvo hambre.
Quizá las circunstancias desde la entrada triunfal (ver com. vers. 11) habían impedido que Jesús comiera bien, por lo menos una vez. El hecho de que no se mencione que los discípulos tenían hambre, parece implicar que habían comido.
13.
Viendo... una higuera.
Así como lo hizo en ocasión de la entrada triunfal el día anterior, quizá Jesús siguió una ruta más o menos directa desde Betania a Jerusalén. Subiendo por la suave falda oriental del monte de los Olivos, bajando la comparativamente empinada estribación occidental y cruzando el valle del Cedrón, entró en Jerusalén (ver com. Mat. 21: 1; Luc. 19: 41). La higuera llamaba la atención por ser el único árbol del huerto que estaba lleno de hojas (cf. DTG 534).
De lejos.
Jesús vio el árbol antes de llegar a él. Seguramente, este árbol crecía cerca del camino (Mat. 21: 19).
Tenía hojas.
Una higuera bien frondosa prometía frutas de buen tamaño, aunque no necesariamente maduras. Por otro lado, los árboles sin hojas como era el caso del resto de los árboles del huerto no despertaban falsas esperanzas de que hubiera frutas en ellos y por ende no podían chasquear a nadie.
En esta dramática parábola (ver com. vers. 14), la frondosa higuera representaba a la nación judía y los otros árboles a las naciones gentiles. Es cierto que los gentiles no daban frutos, pero nadie los esperaba de ellos porque no pretendían darlos (ver t. IV, pp. 28-29). Sin embargo, esta higuera precoz tenía hojas que presagiaban higos.
Nada halló sino hojas.
Era una promesa incumplida. De todos los defectos, no había ninguno que resultara más ofensivo para Jesús que la hipocresía (ver com. Mat. 6: 2; 23: 13). A semejanza de la higuera estéril, la religión Judía estaba desprovista de frutos. Abundaba en formas y ceremonias, pero le faltaba la verdadera piedad (ver com. Mar. 7: 2-3; t. IV, pp. 32-34).
Tiempo de higos.
En el clima de Palestina, la primera cosecha de higos (las brevas) generalmente madura en Junio y la última en septiembre. El incidente ocurrió quizá en el mes de abril, y, por lo tanto, faltaban pocas semanas antes de que madurara la primera cosecha. Aunque era insólito que se esperara hallar higos tan prematuros, con todo era concebible que un árbol tan frondoso tuviera frutas a punto de madurar. También debe tenerse en cuenta que en los países del Cercano Oriente se come con frecuencia la fruta verde o sin madurar (ver com. Isa. 28: 4).
14.
Nunca jamás.
La doble negación hace que la prohibición sea más enfática. La esterilidad del árbol representaba la improductividad de Israel, y la maldición, el juicio que Jesús iba a pronunciar al día siguiente: "Vuestra casa os es dejada desierta" (ver com. Mat. 23: 38). Fue también al día siguiente cuando Jesús censuró severamente a los escribas y a los fariseos por sus pretensiones hipócritas (Mat. 23: 13-33).
El propósito de esta parábola convertida en realidad era preparar las mentes de los discípulos para las escenas de los días siguientes, durante los cuales los dirigentes Judíos confirmarían su rechazo de Jesús. Con frecuencia, este tipo de parábolas induce más eficazmente a la reflexión que lo que podrían hacerlo las meras palabras. Hay otras parábolas transformadas en realidad en Isa. 20: 2-6 y Eze. 4: 1 a 5: 17.
15.
Vinieron, pues, a Jerusalén.
[Segunda purificación del templo, Mar. 11: 15-19 = Mat. 21: 12-17 = Luc. 19: 45-48. Comentario principal: Mateo.]
16.
Atravesase el templo.
Es decir, atravesase los atrios del templo. La palabra aquí usada para templo es hierón, que se refiere a todos los atrios y edificios dentro del predio del templo, y no el vocablo naós, templo o santuario propiamente dicho. Al entrar en el recinto sagrado del templo, los hombres debían dejar a un lado, como señal de reverencia, cualquier carga que pudieran estar llevando. Es indudable que los que llevaban cargas estaban usando los atrios del templo como un atajo para evitar dar un rodeo (ver Mishnah Berakoth 9. 5). 630
17.
Llamada... para todas las naciones.
Sin duda Jesús estaba en la parte del templo que correspondía a los gentiles que creían en el verdadero Dios. Los funcionarios del templo habían convertido ese recinto en una especie de mercado.
Ladrones.
"Bandidos" (BJ). O "salteadores". Es decir, asaltantes organizados, y no rateros.
18.
Le tenían miedo.
Especialmente, debido a su gran influencia sobre el pueblo, lo que se había demostrado en forma tan impresionante con la entrada triunfal del día anterior.
Doctrina.
Literalmente, "enseñanza" (ver com. Mat. 7: 28).
20.
Por la mañana.
Es decir, la mañana del martes, el día después de la purificación del templo. Desde el lunes de mañana, los discípulos habían tenido más oportunidades de ser testigos de la obstinada animosidad de los dirigentes Judíos contra Jesús. Habrían de ver mucho más antes de que terminara el día. Para Jesús y los doce, el primer episodio de este día ominoso fue el espectáculo de la higuera seca.
Desde las raíces.
Un detalle que sólo consigna Marcos. Este es el único milagro de Jesús del que puede decirse que provocó un daño. Los críticos han sugerido que Jesús pronunció con ira la maldición sobre la higuera estéril. Sin embargo, en toda la vida de Jesús no hay nada que sugiera que él alguna vez, con maldad, hubiera provocado daño o sufrimiento a hombres, animales u otras criaturas, obra de sus manos, o que hubiera procedido movido por motivos indignos. Las circunstancias dentro de las cuales Jesús realizó el milagro proporcionan una explicación plenamente satisfactoria de su propósito al llevar a cabo este acto excepcional. Ese mismo día los dirigentes de la nación confirmarían su decisión de rechazar a Jesús como el Mesías, y él anunciaría que el cielo los rechazaba a ellos (ver com. Mat. 23: 38). Los discípulos no comprendían bien todo esto, e indudablemente Jesús maldijo a la higuera con el propósito de prepararlos para ese trágico acontecimiento.
21.
Pedro.
Sólo Marcos identifica a Pedro como el portavoz de los otros (ver com. Mat. 14: 28).
Secado.
El proceso del secamiento ocurrió durante las 24 horas anteriores, y fue tan completo que se advertía que era desde las raíces (vers. 20).
22.
Tened fe en Dios.
Como podría esperarse, la reacción de los discípulos fundamentalmente fue de sorpresa ante la naturaleza milagrosa de esta parábola hecha realidad. Por supuesto, todavía no percibían su importancia. De modo que mientras la atención de ellos se concentraba en el milagro mismo y no en su significado, Jesús aprovechó de su interés para destacar las alturas hasta las cuales puede ascender la verdadera fe (vers. 22-24) y añadió una admonición respecto a un importante requisito previo para que las oraciones sean contestadas (Mar. 11: 25; ver com. Mat. 17: 20).
23.
De cierto.
Ver com. Mat. 5: 18.
Este monte.
En ese mismo momento, Jesús y los discípulos estaban en la falda del monte de los Olivos. Fuera del valle del Cedrón, el monte de los Olivos ocupaba la mayor parte del área entre Jerusalén y Betania (ver com. Mat. 21: 1; mapa p. 214; mapa en colores frente a la p. 513).
Quítate.
Ver com. Mat. 17: 20. Jesús mismo nunca movió montañas literales, ni tenía el propósito de que sus seguidores se vieran frente a la necesidad de hacer eso. Aquí Jesús habla de montañas simbólicas de dificultades.
Dudare.
Gr. diakrínÇ, en su forma activa, "separar", "discriminar", o "distinguir". En su forma pasiva, empleada aquí y en Sant. 1: 6, tiene el sentido de "discutir", o "vacilar" (entre dos ideas), o "dudar".
24.
Creed.
Ver com. Mat. 7: 7.
25.
Estéis orando.
"Os pongáis de pie para orar" (BJ). En cuanto a estar "de pie" como una postura adecuada para orar, ver com. Luc. 18: 11. Quizá se haga referencia a estar de pie en los atrios del templo a la hora de la oración matutina o vespertina.
Perdonad.
Ver com. Mat. 6: 14-15.
26.
Porque si... no perdonáis.
La evidencia textual tiende a confirmar (cf. p. 147) la omisión del vers. 26, aunque la mayoría de los manuscritos tienen el mismo pensamiento en Mat. 18: 35. Nuestra mala voluntad para perdonar, impide que Dios oiga y responda nuestras oraciones.
27.
Volvieron entonces.
[Los dirigentes desafían la autoridad de Jesús, Mar. 11: 27-33 = Mat. 21: 23-27 = Luc. 20: 1-8. Comentario principal: Mateo.]
29.
Respondedme.
Sólo Marcos registra el pedido de una respuesta en esta forma perentoria. En cuanto a la pregunta de Jesús, ver com. Mat. 21: 24. 631
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-10 DTG 523-532
9 2JT 461
11-14,20-21 DTG 533-539
13 CE (1967) 83; DTG 534-535; MeM 95; 4T 155; 5T 250
13-14 5T 257
15-19 DTG 540-544
21 DTG 535
22 3JT 191; PR 121; 6T 465; 8T 175, 177; 9T 213
24 CC 51, 95; Ed 251; 3JT 213; MeM 9,16; PE 72; PVGM 113
24-26 TM 495
27-33 DTG 544


CAPÍTULO 12
1 Con la parábola de la viña arrendada a los labradores malvados, Cristo predice el rechazamiento final de los Judíos y el llamamiento a los gentiles. 13 Evita la trampa de los fariseos y los herodianos en cuanto al pago del impuesto. 18 Convence de su error a los saduceos, quienes negaban la resurrección; 28 responde a un escriba que le preguntó cuál era el mandamiento más grande; 35 refuta la opinión que los escribas tenían de él, 38 y alerta a la gente contra la ambición e hipocresía de aquéllos. 41 Alaba a la viuda por su ofrenda pequeña, pero de sacrificio.

1 ENTONCES comenzó Jesús a decirles por parábolas: Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.
2 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de éstos del fruto de la viña.
3 Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.
4 Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado.
5 Volvió a enviar otro, y a éste mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a otros.
6 Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.
7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.
8 Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.
9 ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores, y dará su viña a otros.
10 ¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores. Ha venido a ser cabeza del ángulo;
11 El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros Ojos?
12 Y procuraban prenderle, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud, y dejándole, se fueron.
13 Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.
14 Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?
15 Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
16 Ellos se la trajeron; y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: De César.
17 Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él.
18 Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
19 Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muriere y dejare esposa, pero no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.
20 Hubo siete hermanos; el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.
21 Y el segundo se casó con ella, y murió, y tampoco dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera.
22 Y así los siete, y no dejaron descendencia; y después de todos murió también la mujer. 632
23 En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
24 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?
25 Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos.
26 Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
27 Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.
28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;
33 y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
35 Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.
37 David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.
38 Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas,
39 y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
40 que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.
41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
42 Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.
43 Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;
44 porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.


1.
Comenzó Jesús a decirles.
[Los labradores malvados, Mar. 12: 1-12 = Mat. 21: 33-46 = Luc. 20: 9-19. Comentario principal: Mateo.] Marcos omite las parábolas de "los dos hijos" y del hombre que "no estaba vestido de boda". Ambas se encuentran en Mateo en este contexto. Sin duda, Marcos eligió la que le impresionó más como una representación de las verdades que Cristo procuraba ilustrar en estas parábolas finales.
Lagar.
Gr. hupolénion, la artesa o receptáculo que recogía el jugo de las uvas que se exprimían directamente encima de él (ver com. Mat. 21: 33).
2.
Del fruto.
Es decir, "la parte de los frutos"(BJ). Ver com. Mat. 21: 34.
3.
Tomándole.
En cuanto a las variaciones en los relatos de los Evangelios que refieren esta parábola -en lo que respecta a los siervos enviados y el trato que se les dio-, ver com. Mat. 21: 35.
4.
Apedreándole.
La evidencia textual establece (cf. p. 147) el texto "le hirieron en la cabeza y le insultaron" (BJ).
6.
Hijo suyo, amado.
Quizá Jesús estaba pensando en las palabras del Padre en ocasión de su bautismo (Mat. 3: 17).
12.
Dejándole.
Es decir, después de que les hubo presentado la parábola del hombre que "no estaba vestido de boda" (Mat. 22: 15). 633
13.
Le enviaron.
[Pago de tributo a César, Mar. 12: 13-17 = Mat. 22: 15-22 = Luc. 20: 20-26.Comentario principal: Mateo.]
Sorprendiesen.
Gr. agréuó, "atrapar", "cazar". De ágra, "lo que se caza o pesca".
18.
Los saduceos.
[El casamiento y la resurrección, Mar. 12: 18-27 = Mat. 22: 23-33 = Luc. 20: 27-38.Comentario principal: Mateo.]
23.
En la resurrección.
Si bien en muchos MSS falta esta frase, la evidencia textual sugiere (cf. p. 147) retener estas palabras.
24.
¿No erráis?
La forma interrogativa en griego implica que Jesús esperaba una respuesta afirmativa.
26.
Respecto a que los muertos.
Es decir, en cuanto a su resurrección de entre los muertos.
En la zarza.
Ver Exo. 3: 2, 6.
27.
Mucho erráis.
Esta definición enfática sólo aparece en Marcos en esta forma vigorosa.
28.
Uno de los escribas.
[El gran mandamiento, Mar. 12: 28-34 = Mat. 22: 34-40 = Luc. 20: 39-40. Comentario principal: Marcos.]
Sabía.
El escriba elegido para realizar este complot final de los fariseos para entrampar a Jesús (ver com. Mat. 22: 34-35) sin duda era de corazón recto. Fue lo bastante justo como para reconocer que Jesús "les había respondido bien".
29.
Dios, el Señor uno es.
Ver com. Deut. 6: 4. El pasaje de las Escrituras aquí citado ha sido el santo y seña sagrado de Israel a lo largo de su extensa historia. Refleja la creencia distintiva de los judíos en el único Dios verdadero, en contraste con los muchos dioses de las otras naciones. Estas palabras se pronunciaban para comenzar el servicio de oración a la mañana y a la tarde en el templo, y son una parte regular de los servicios de las sinagogas hasta el día de hoy.
32.
Bien, Maestro.
Es decir, "has hablado bien, Maestro", o: "Muy bien, Maestro; tienes razón al decir" (BJ).
Verdad has dicho.
El escriba reconoció que las respuestas de Jesús a preguntas anteriores habían sido exactas y adecuadas (ver com. vers. 28), y ahora, honradamente, alababa a Jesús en cuanto a esta respuesta.
33.
Holocaustos.
Cf. 1 Sam. 15: 22. Esta admisión voluntaria de parte de¡ escriba demuestra su percepción de la importancia relativa y del significado del ritual del templo.
34.
Sabiamente.
Gr. nounejós, "con sensatez" (BJ), "cuerdamente".
Del reino.
El escriba discernía la verdad (vers. 33) y sinceramente la reconocía como verdad (vers. 32). Estaba en el umbral del reino. Comparar con la reacción de Jesús ante el joven rico (Mar. 10: 20-2 l; ver com. Mat. 19: 20-21).
35.
Enseñando.
[ Jesús hace callar a sus censores, Mar. 12: 35-37 = Mat. 22: 41-46 = Luc. 20: 41-44. Comentario principal: Mateo.] Sólo Marcos hace notar que Jesús todavía estaba enseñando en el templo.
¿Cómo dicen los escribas?
Otro detalle que sólo está en Marcos. Jesús advierte que los escribas proclamaban al Mesías como al Hijo de David, como algo preliminar para llamar una vez más la atención a que él mismo era el verdadero Mesías.
37.
Gran multitud del pueblo.
Este es otro detalle que sólo consigna Marcos.
38.
Les decía.
[ Ayes sobre escribas y fariseos, Mar. 12: 38-40 = Mat. 23: 1-39 = Luc. 20: 45-47. Comentario principal: Mateo.]
En su doctrina.
Literalmente, "en su enseñanza", "instrucción" (BJ).Ver com. Mat. 7: 28.
Guardaos de los escribas.
Marcos da sólo un breve resumen de lo que fue más bien un largo discurso sobre la hipocresía de los escribas y fariseos (ver Mat. 23). En lo que atañe al Sermón del Monte (Mat. 5 a 7) y al sermón junto al mar de Galilea (Mat. 13), Mateo registra los discursos de Jesús más extensamente que los otros escritores de los Evangelios.
Largas ropas.
Esas largas ropas llegaban hasta los pies, y formaban parte de la vestidura que generalmente usaban los doctores de la ley como un distintivo de su profesión.
Aman las salutaciones.
Ver com. Mat. 23: 7.
Plazas.
Ver com. Mat. 11: 16.
39.
Primeras sillas.
Ver com. Mat. 23: 6.
40.
Devoran las casas de las viudas.
Ver com. Mat. 23: 14.
41.
Estando Jesús sentado.
[Las blancas de la viuda, Mar. 12: 41-44 = Luc. 21: 1-4. Comentario principal: Marcos.] Esto quizá ocurrió cuando ya estaba bien avanzado el día martes (ver com. Mat. 23: 1, 38-39; diagrama 9, p. 223). Jesús acababa de salir victorioso de un largo y acerbo conflicto con los dirigentes de la nación, y estaba por dejar para siempre el sagrado recinto del templo. 634
Delante.
Es decir "frente" (BJ), desde donde podía observar a los adoradores que daban sus ofrendas.
Ofrenda.
Aquí no se refiere Marcos al aposento de sólidos muros, donde se acumulaba y guardaba el tesoro del templo, sino más bien a las arcas de las ofrendas que estaban en el amplio atrio de las mujeres.
Echaban.
Sin duda un rico tras otro pasaban y depositaban su ofrenda.
42.
Pobre.
Gr. ptójós, "mendigo" o "indigente". Lucas usa penijrós, una forma poética más reciente de pénés, que significa uno que vive con lo indispensable y que tiene que trabajar cada día a fin de tener algo que comer al día siguiente (Luc. 21: 2). Pénés se deriva del verbo pénomai, "trabajar para ganarse la vida". Tal vez Jesús quería que se destacara el espíritu de esta viuda en nítido contraste con la actitud de los fariseos para con las viudas. La pobreza de esta viuda puede haberse debido, en parte, a la avaricia de algunos de los escribas y fariseos presentes en esta ocasión (ver com. Mat. 23: 14). Dijo Cristo que ellos "devoran las casas de las viudas" (Mar. 12: 40). Pero aquí estaba una viuda que, con su corazón rebosante de amor a Dios, "echó todo lo que tenía, todo su sustento" (vers. 44). ¡Qué contraste!
Blancas.
Gr. leptón, una moneda de cobre que pesaba menos de un gramo (ver p. 51). El leptón era la moneda Judía de cobre más pequeña en circulación. (La BJ traduce "moneditas" en lugar de "blancas".)
Cuadrante.
"Una cuarta parte del as" (BJ). Gr. kodrántès, que equivale a 2 leptón, o "blancas" (ver p. 51), y que equivalía a l/64 de un denarius romano, el salario de un día e el tiempo de Cristo (ver com. Mat. 20: 2). Con frecuencia, se ha puesto énfasis en la pequeñez intrínseca de la ofrenda de la viuda. ¿No debiera ponerse más énfasis en la comparativa grandeza de la ofrenda (ver com. vers. 44)?
43.
Sus discípulos.
Ver com. Mat. 21: 1.
De cierto.
O "de verdad" (ver com. Mat. 5: 18; Juan 1: 51).
Echó más que todos.
Es decir, más que todos los ricos donantes Juntos. En realidad, a la vista del cielo no es la magnitud de la dádiva lo que cuenta, sino el motivo que la impulsa. El cielo sólo está interesado en la cantidad de amor y consagración que representa la dádiva, no en su valor monetario. Esta es la única base que Dios emplea para recompensar a los hombres, como Jesús lo ilustró tan categóricamente mediante la parábola de los obreros de la viña (ver com. Mat. 20: 15). La alabanza que Jesús concedió a esta viuda estaba basada en el espíritu que impulsó su ofrenda, y no en su valor intrínseco. 
44.
Lo que les sobra.
Gr. perísseuma, que además de significar "abundancia", significa "lo que sobra", y, por lo tanto, "exceso", "excedente". A los ricos les sobraba el dinero; tenían más de lo que necesitaban. Daban de su excedente, y no les costaba nada dar. El valor de sus ofrendas en términos de amor y consagración era pequeño o nada porque las ofrendas no representaban abnegación.
Pobreza.
Gr. hustérèsis, "deficiencia", "indigencia", "miseria".
Todo lo que tenía.
Una evidencia del máximo amor posible y consagración a Dios.
Sustento.
Gr. bíos, "subsistencia", no zoé, que significa "vida" en sí misma. Con seguridad la viuda no sabía de dónde provendría su comida siguiente.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-12 DTG 547-552
13-40 DTG 553-561
16 CE (1949) 9; 3JT 156
24 CS 657; 2JT 130; PVGM 82
28-33 DTG 559
30 CM 29, 274; CMC 39; CRA 51; EC 463; FE 314-315, 324; 2JT 208; MeM 120; NB 386; PVGM 283; 2T 45, 168, 504; 3T 39; 4T 119
30-31 2T 550
33 HAd 317; 1JT 371
34 DTG 560
37 CM 183, 200; COES 121; Ev 411; FE 242; MC 349; 8T 308
41-42 DTG 566
41-44 DTG 566-573
42 DTG 568; Ed 105; 1JT 379; OE 482; 2T 198; 6T 103, 310; 5TS 169
42-44 CMC 184, 308; HAp 275; 2JT 330; MB 212; 1T 177; 9T 224
43-44 2T 667 635


CAPÍTULO 13
1 Cristo predice la destrucción del templo, 9 las persecuciones por causa del Evangelio, 10 la predicación del Evangelio a todas las naciones, 14 y las grandes calamidades que caerían sobre los Judíos. 24 Habla de la manera como vendrá para hacer juicio, 32 y que como nadie sabe la hora de su venida, todos debemos velar y orar para que cuando aparezca no seamos tomados por sorpresa.


1 SALIENDO Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
2 Jesús, respondiendo, le dijo:¿ Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada.
3 Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
4 Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?
5 Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe;
6 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos.
7 Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin.
8 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.
9 Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos.
10 Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.
11 Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
12 Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.
13 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
14 Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes.
15 El que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;
16 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.
17 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!
18 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno;
19 porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá.
20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días.
21 Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis.
22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos.
23 Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes.
24 Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,
25 y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.
26 Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria.
27 Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
636
29 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
30 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
32 Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
33 Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.
34 Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
35 Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;
36 para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.
37 Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.


1.
Saliendo.
[Señales del regreso de Cristo, Mar. 13: 1-37 = Mat. 24: 1-51 = Luc. 21: 5-38. Comentario principal: Mateo.]
8.
Alborotos.
La evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión de esta palabra.
9.
Mirad por vosotros.
Mateo (cap. 24) omite esta parte del discurso de Jesús, registrada en Mar. 13: 9-12, quizá porque ya había consignado prácticamente las mismas observaciones y consejos de su discurso anterior. En cuanto a estos versículos, ver com. Mat. 10: 17-21.
Concilios.
Sin duda, una referencia al sanedrín judío local, o tribunales, que se reunían en las diversas sinagogas (ver p. 57).
Gobernadores... reyes.
Principalmente, referencia a gobernantes gentiles.
Testimonio a ellos.
Mejor "testimonio ante ellos" (BJ). Ver com. Mat. 10: 18.
11.
Os trajeren.
Con el significado de que serían "llevados ante tribunales, magistrados, o para ser castigados" (cf. Mat. 10: 18; Luc. 21: 12; 22: 54; Hech. 25: 17; etc.). 
No os preocupéis.
Ver com. Mat. 6: 25; 10: 19.
Ni lo penséis.
Ver com. Mat. 10: 19-20. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de estas palabras.
14.
Puesta donde no debe.
"Erigida donde no debe" (BJ).
21.
El Cristo.
Es decir, el Mesías. La palabra aquí significa un título y no un nombre personal (ver com. Mat. 1: 1).
24.
En aquellos días.
Marcos es aun más definido que Mateo en cuanto a la ubicación de estas señales en los cielos (ver com. Mat. 24: 29).
25.
Caerán.
"Irán cayendo" (BJ). Ver com. Mat. 24: 29. Vincent (Word Studies in the New Testament) favorece la traducción que hallamos en la BJ, pues destaca que el texto griego hace resaltar el sentido de continuidad, como el de una lluvia de estrellas que caen. Ver com. Apoc. 6: 13.
34.
Yéndose lejos.
Marcos aquí omite la mayor parte de este pasaje del discurso registrado en Mat. 24: 37 a 25: 46.
35.
No sabéis.
Ver com. Mat. 24: 36, 44. Esta es la razón para velar o estar alerta.
Al anochecer.
Los cuatro términos aquí usados se refieren a las cuatro vigilias de la noche, de acuerdo con el sistema romano que se empleaba en Palestina.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1 CS 28
1-37 DTG 581-591
9 HAp 67; 2JT 15, 324; SR 256
11 COES 44
13 DTG 322
22 CS 13; 2JT 343
24 CS 351
24-26 CS 41, 349
33 CS 545; DTG 588; 1JT 432, 505; 2JT 15,411; 2T 199,321; 5T 115; 7T 238
34 CC 82; CH 302; CM 394; CMC 88,123, 125; DTG 329; EC 479; Ed 133; Ev 71, 74; FE 48; 1JT 529; 2JT 163-164, 333; 3JT 60, 66, 79, 250; MeM 225, 284; MJ 299; PVGM 262; SC 18; 2T 250, 255, 667; 5T 182, 184, 564; 6T 243, 245; 7T 58; 8T 56; TM 164, 183
34-37 3JT 220
35 CS 41; 2T 191
35-36 CS 545; 1JT 222
35-37 2T 190, 192
36 6T 410
37 CS 61 637


CAPÍTULO 14
1 Conspiración contra Jesús. 3 Una mujer derrama un ungüento precioso sobra su cabeza. 10 Judas vende a su Maestro por poco dinero. 12 Cristo predice que será traicionado por uno de sus discípulos. 22 Instituye la Santa Cena después de preparar y comer la Pascua con sus discípulos. 26 Predice que éstos lo abandonarán y que Pedro lo negará. 43 Judas entrega a Jesús con un beso. 46 Cristo es aprehendido en el Getsemaní, 53 es falsamente acusado y condenado injustamente por el concilio de los Judíos. 65 Se mofan de él. 66 Pedro lo niega tres veces.
1 DOS días después era la pascua, y la fiesta de los panes sin levadura; y buscaban los principales sacerdotes y los escribas cómo prenderle por engaño y matarle.
2 Y decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo.
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?
5 Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella.
6 Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho.
7 Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.
8 Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
9 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo.
11 Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba oportunidad para entregarle.
12 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua?
13 Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle,
14 y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?
15 Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí.
16 Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.
17 Y cuando llegó la noche, vino él con los doce.
18 Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar.
19 Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?
20 El, respondiendo, les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato.
21 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.
22 Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo.
23 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.
24 Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.
25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
26 Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.
27 Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas.
28 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 638
29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no.
30 Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
31 Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
32 Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
33 Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.
34 Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.
35 Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora.
36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
37 Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?
38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
39 Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.
40 Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle.
41 Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
42 Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.
43 Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos.
44 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle, y llevadle con seguridad.
45 Y cuando vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.
46 Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron.
47 Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja.
48 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme?
49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
50 Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
51 Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron;
52 mas él, dejando la sábana, huyó desnudo.
53 Trajeron, pues, a Jesús al sumo sacerdote; y se reunieron todos los principales sacerdotes y los ancianos y los escribas.
54 Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego.
55 Y los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban.
56 Porque muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concordaban.
57 Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:
58 Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano.
59 Pero ni aun así concordaban en el testimonio.
60 Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
61 Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
62 Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?
64 Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte.
65 Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: Profetiza. Y los alguaciles le daban de bofetadas.
66 Estando Pedro abajo, en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;
67 y cuando vio a Pedro que se calentaba, 639 mirándole, dijo: Tú también estabas con Jesús el nazareno.
68 Mas él negó, diciendo: No le conozco, ni sé lo que dices. Y salió a la entrada; y cantó el gallo.
69 Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos.
70 Pero él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos.
71 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis.
72 Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.


1.
Dos días después.
[El complot de la traición, Mar. 14: 1-2, 10-11 = Mat. 26: 1-5, 14-16 = Luc. 22: 1-6 = Juan 12: 10- 11. Comentario principal: Mateo.]
3.
Estando él en Betania.
[La fiesta de Simón, Mar. 14: 3-9 = Mat. 26: 6-13 = Luc. 7: 36-50 = Juan 12: 1-9. Comentario principal: Mateo y Lucas]
8.
Ha hecho lo que podía.
Es decir, hizo el mejor uso posible de lo que tenía a mano. Eso es lo que Dios espera de todos, nada más y nada menos.
11.
Ellos... se alegraron.
Quizá el ofrecimiento de Judas llegó justo a tiempo cuando estaban listos a renunciar a la esperanza de realizar inmediatamente sus planes (ver com. Mat. 26: 15).
Oportunidad.
Ver com. Mat. 26: 5; cf. Mar. 14: 2.
12.
Sacrificaban... la pascua.
[Preparativos para la pascua, Mar. 14: 12-16 = Mat. 26: 17-19 = Luc. 22: 7-13. Comentario principal: Mateo.]
13.
Un hombre.
Seguramente, un servidor, no el dueño de la casa (cf. vers. 14). Era insólito que un hombre llevara un "cántaro", u otro recipiente de barro; esto lo hacían generalmente las mujeres. Por lo general, los hombres transportaban agua en odres.
14.
Aposento.
Gr. katáluma, palabra que se usa en los papiros para describir cualquier lugar de alojamiento (ver com. Luc. 2: 7).
15.
Un gran aposento alto.
Gr. anágaion, cualquier habitación por encima del nivel de la planta baja, una habitación en la parte alta de la casa. Comparar con el Gr. huperòon, que estrictamente significa "aposento alto" (Hech. 1: 13; etc.). Para tener una identificación sugerente de esta habitación, ver com. Mat. 26: 18.
Dispuesto.
Literalmente, "extendido". Quizá la referencia aquí sea al arreglo de los canapés o cojines de la habitación (ver com. cap. 2: 15).
Preparad.
Tal vez en anticipación de la pascua.
17.
La noche.
[La celebración de la pascua, Mar. 14: 17-18ª = Mat. 26: 20 = Luc. 22: 14-16. Comentario principal: Lucas] Es decir, la noche del "primer día de la fiesta de los panes sin levadura" (vers. 12). En cuanto a la cronología de la última cena, ver la segunda Nota Adicional de Mat. 26.
18.
Cuando se sentaron.
[Se desenmascara al traidor, Mar. 14: 18b -21 = Mat. 26: 21-25 = Luc. 22: 21-23 = Juan 13: 21-30. Comentario principal: Mateo y Juan.] Mejor "mientras comían recostados" (BJ). Ver com. cap. 2: 15.
22.
Mientras comían.
[La Cena del Señor, Mar. 14: 22-25 = Mat. 26: 26-29 = Luc. 22: 17-20. Comentario principal: Mateo.] 
26.
Cantado el himno.
[Retiro al Getsemaní, Mar. 14: 26 = Mat. 26: 30 = Luc. 22: 39. Comentario principal: Mateo.]
27.
Os escandalizaréis.
[Una advertencia para Pedro y los diez, Mar. 14:27-31 = Mat. 26:31-35 = Luc. 22.-31-38. Comentario principal: Mateo.]
De mí esta noche.
La evidencia textual determina la omisión (cf. p. 147) de estas palabras aquí, pero las establece en el texto de Mat. 26: 31.
30.
Hoy.
Según el cómputo Judío, con la puesta del sol ya había comenzado el sexto día de la semana, y el juicio y la crucifixión iban a acontecer antes de la próxima puesta del sol.
Dos veces.
Sólo Marcos anota este detalle.
32.
Vinieron.
[El Getsemaní, Mar. 14: 32-52 = Mat. 26: 36-56 = Luc. 22: 40-53 = Juan 18: 1-12. Comentario principal: Mateo.]
35.
Hora.
Es decir, los acontecimientos de esa hora.
40.
No sabían.
Detalle que sólo registra Marcos. Hay una situación similar en que los discípulos quedaron mudos (cf. cap. 9: 6). 640
41.
Basta.
En los papiros, la palabra griega así traducida aparece en recibos para indicar que se ha pagado todo (ver com. Mat. 6: 2). Quizá Jesús aquí quiere decir que los discípulos habían dormido suficiente. O quizá quiera decir que había terminado el debate de ese asunto específico.
51.
Cierto joven.
Este incidente, en apariencia baladí, pareciera no tener ninguna relación especial con los sucesos de la noche; con todo, la Inspiración debe haber tenido alguna razón para incluirlo en el relato. Se ha sugerido que Juan Marcos, el autor del Evangelio (Hech. 12: 12), aquí se refiere, sin nombrarse, a su relación con el arresto de Jesús. Este "joven" difícilmente puede haber sido uno de los discípulos, pues ellos ya habían abandonado a Jesús y habían huido (Mar. 14: 50). Sin embargo, debe destacarse que cualquier sugerencia acerca de la identidad del joven no es más que una conjetura, aunque parezca muy razonable. Comparar con la omisión intencional de Juan para no mencionarse por nombre (Juan 21: 20-24).
52.
Desnudo.
Quizá del todo, o más probablemente sólo vestido con su ropa interior, o túnica (ver com. Mat. 5: 40; Juan 21: 7).
53.
Trajeron, pues, a Jesús.
[Juicio nocturno ante el sanedrín, Mar. 14: 53-72 = Mat. 26: 57-75 = Luc. 22: 54-65 = Juan 18: 25- 27. Comentario principal: Mateo.]
54.
Fuego.
Literalmente luz". Fue, sin duda, la luz del fuego la que hizo descubrir a Pedro.
61.
Bendito.
Una forma de llamar a la Deidad a fin de evitar el uso del nombre sagrado de Jehová, o Yahweh (ver t. 1, pp. 179-182).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
3 MeM 82; 6T 310
3-11 DTG 511-522
6 4T 550
6-8 DTG 514
7 CMC 167; MC 153, 156; PR 482; 4T 552
9 4T 551
10 DTG 516
17-25 DTG 608-616
27, 29 DTG 639; PVGM 118
29-31 DTG 627
30 DTG 659
32-50 DTG 636-646
34-38 8T 100
37-38 DTG 640
38 DTG 102; 1JT 197, 403; 2JT 36; OE 172; PE 167; PP 745; 2T 49, 101, 490, 511; 5T 34, 115; 6T 410; Te 171
40 DTG 641
50 DTG 646
53-72 DTG 647-662
56 TM 68
58, 60 DTG 653
70 DTG 659
72 PVGM 118


CAPÍTULO 15
1 Jesús, atado, es llevado a Pilato, y acusado. 15 Barrabás es puesto en libertad debido al clamor de la multitud, y Jesús es entregado para ser crucificado. 17 Es coronado con espinas, 19 escupido y burlado; 21 se desmaya al cargar la cruz; 27 es crucificado en medio de dos ladrones; 29 sufre los insultos triunfantes de los Judíos, 39 pero el centurión reconoce que es Hijo de Dios, 43 y es honrosamente enterrado por José de Arimatea.
1 MUY de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
2 Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.
3 Y los principales sacerdotes le acusaban mucho.
4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.
5 Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba.
6 Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. 641
8 Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho.
9 Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los Judíos?
10 Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.
11 Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.
12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los Judíos?
13 Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale!
14 Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
16 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía.
17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas,
18 comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los Judíos!
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias.
20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.
21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz.
22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera.
23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.
24 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.
25 Era la hora tercera cuando le crucificaron.
26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDIOS.
27 Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda.
28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.
29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas,
30 sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz.
31 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban.
33 Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías.
36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.
38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
41 quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
42 Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, *
43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,
46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, 642 e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.


1.
Muy de mañana.
[Juicio diurno ante el sanedrín, Mar. 15: 1 = Mat. 27: 1 = Luc. 22: 66-71. Comentario principal: Lucas]
2.
Pilato le preguntó.
[Primer juicio ante Pilato, Mar. 15: 2-5 = Mat. 27: 2, 11-14 = Luc. 23: 1-5 = Juan 18: 28-38. Comentario principal: Lucas y Juan.]
6.
En el día de la fiesta.
[Segundo juicio ante Pilato, Mar. 15: 6-19 = Mat. 27: 15-31 a= Luc. 23: 13-25 = Juan 18: 39 a 19: 16. Comentario principal: Mateo y Juan.]
Soltaba.
O "tenía la costumbre de soltar".
15.
Queriendo.
Era más que un simple deseo de Pilato; estaba ansioso de complacer al pueblo, de ser posible, para que las desbordadas pasiones de la turba no la indujeran a una revuelta.
20.
Le sacaron.
[La crucifixión, Mar. 15: 20-41 = Mat. 27: 31b-56 = Luc. 23: 26-49 = Juan 19: 17-37. Comentario principal: Mateo y Juan.]
21.
Padre de.
Sólo Marcos registra esto.
28.
La Escritura.
Una cita de Isa. 53: 12.
La evidencia textual (cf. p. 147) tiende a confirmar la omisión de todo el versículo. Sin embargo, la inclusión de la cita de Isaías está establecida en Luc. 22: 37.
37.
Expiró.
Ver com. Mat. 27: 50.
40.
María la madre.
Nada más se sabe de esta María sino la mención que hacen de ella los diversos autores de los Evangelios en relación con la muerte, inhumación y resurrección de Jesús. Algunos han identificado a esta María con la esposa de Cleofas (ver com. Juan 19: 25; cf. com. Mar. 3: 18).
Salomé.
Una comparación con Mat. 27: 56 implica que tal vez Salomé era la madre de Jacobo y de Juan, los hijos de Zebedeo. También se ha sugerido que era la hermana de María, la madre de Jesús (ver com. Juan 19: 25).
42.
Preparación.
[La sepultura, Mar. 15: 42-47 = Mat. 27: 57-61 = Luc. 23: 50-56 = Juan 19: 38-42. Comentario principal: Mateo y Marcos. Ver mapa p. 215; diagramas 8 y 9, pp. 222-223] Gr. paraskeué, "preparación", palabra cuyo uso en el NT probablemente se aplica al día anterior al sábado o al día que precedía a un día de fiesta (ver p. 107).
La víspera del día de reposo.
"Víspera del sábado" (BJ). Era el sábado semanal (ver la primera Nota Adicional de Mat. 26). La precisa afirmación de Marcos, unida a la secuencia de días de Luc. 23: 54 a 24: 1, hace que sea seguro, más allá de la posibilidad de cualquier duda, que el día de la crucifixión fue viernes.
45.
Cuerpo.
Gr. ptóma, "cadáver", que sólo puede referirse a un cuerpo muerto. Esta es la única vez que se usa ptóma en el NT. La palabra usual en griego para "cuerpo" es plòma (ver Mat. 27: 59; Luc. 23: 52; Juan 19: 40).
47.
Miraban.
"Se fijaban" (BJ). El griego implica que las mujeres observaban atentamente la inhumación de Jesús, haciendo planes para embalsamar su cuerpo después de que hubieran pasado las sagradas horas del sábado (Luc. 23: 54 a 24: 1).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-20 DTG 671-689
2, 4-5 DTG 674
9 DTG 682
16-19 DTG 682
20-38 DTG 690-705
26 PE 179
31 SR 222
31-32 DTG 696
32 PE 179
34 PVGM 154; SR 226
44 DTG 718 643


CAPÍTULO 16
1 Un ángel declara a las mujeres la resurrección de Cristo. 9 Se aparece a María Magdalena, 12 a dos que van al campo, 14 y luego a los apóstoles, 15 a quienes envía a predicar el Evangelio, 19 y después asciende al cielo.
1 CUANDO pasó el día de reposo,* María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
2 Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.
3 Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4 Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.
5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
6 Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.
7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando.
11 Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
12 Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo.
13 Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron.
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.


1.
Cuando pasó.
[La resurrección, Mar. 16: 1-11 = Mat. 28: 1-15 = Luc. 24: 1-12 = Juan 20: 1-18. Comentario principal: Mateo y Juan.] O "había transcurrido", es decir, entre los acontecimientos del cap. 15 y los que están por ser presentados en el cap. 16. De ese modo se presenta claramente que la resurrección ocurrió en el primer día de la semana, y no antes como algunos han sostenido (ver com. Mat. 28: 1).
María Magdalena.
Ver la Nota Adicional de Luc. 7.
Compraron.
Con toda seguridad, esas especias fueron compradas después de la puesta del sol, en lo que llamaríamos sábado de noche, y fueron añadidas a las que las mujeres habían preparado el viernes (Luc. 23: 56) y a las que compró Nicodemo (Juan 19: 39).
2.
Muy de mañana.
Ver com. Mat. 28: 1.
7.
Pedro.
Sólo Marcos se refiere aquí a Pedro por nombre (cf. p. 551). El hecho de que Jesús lo mencionara por nombre era una indicación de que, a pesar de sus errores, Pedro todavía era reconocido e incluido entre los amigos íntimos de Jesús porque sinceramente 644 se había arrepentido (ver Mat. 26: 75; Mar. 14: 72; DTG 659).
8.
Ni decían nada a nadie.
Es decir, no decían nada a aquellos con quienes se encontraban al entrar en la ciudad. Algunos han interpretado mal esta afirmación diciendo que significa que las mujeres no dijeron nada a los discípulos, y que por lo tanto Marcos aquí contradice a los otros autores de los Evangelios. Una conclusión tal no tiene ningún fundamento.
9.
Habiendo, pues, resucitado Jesús.
La evidencia textual (cf. p. 147) tiende a confirmar que el Evangelio según San Marcos concluía con el vers. 8. Esta aseveración se hace en base a evidencias externas e internas. La externa es proporcionada por la ausencia de los vers. 9-20 en los dos manuscritos griegos más antiguos: el Sinaítico y el Vaticano, ambos del siglo IV, y además en muchos otros manuscritos antiguos. Como evidencia interna se presenta la problemática transición entre el vers. 8 -donde se habla del temor que sintieron las mujeres- y el vers. 9 -donde se relata la aparición de Jesús a María Magdalena-, y el uso de palabras y frases en esos versículos que no son características de Marcos.
No se sabe por qué el Evangelio concluye con esta terminación abrupta, que deja el relato inconcluso. Se supone que el original tenía una conclusión que desapareció, dando lugar a tres diferentes terminaciones compuestas para llenar el vacío:
1. El "final largo" de Marcos, que se encuentra en la gran mayoría de las versiones modernas, y que en la RVR comprende los vers. 9-20. Este final aparece en varios manuscritos antiguos, muy dignos de confianza, el más antiguo de los cuales es el Alejandrino del siglo V. No se pone en duda su veracidad ni su canonicidad; sí se disputa que haya sido parte del Evangelio original de Marcos. Este Comentario lo explica como histórico.
2. El "final largo" con el añadido del "Lógion Freer" (ver com. vers. 14).
3. El "final corto" que aparece en cuatro manuscritos griegos de los siglos VII al IX, en manuscritos de la antigua versión latina y en otras versiones. Su texto es: "Ellas refirieron brevemente a los compañeros de Pedro lo que se les había anunciado. Luego, el mismo Jesús hizo que ellos llevaran, desde el oriente hasta el poniente, el mensaje sagrado e incorruptible de la salvación eterna" (tomado de una nota de la BJ).
11.
No lo creyeron.
Este registro de la incredulidad de los discípulos, aun ante el testimonio de testigos oculares que afirmaban que Jesús había resucitado, constituye una poderosa evidencia de la exactitud y veracidad del relato de la resurrección, aun en sus detalles más pequeños.
12.
Después.
[El camino a Emaús, Mar. 16: 12= Luc. 24: 13-32. Comentario principal: Lucas.]
Otra forma.
Quizá sea una referencia al cuerpo resucitado de Jesús en contraste con su cuerpo anterior a la resurrección, o al hecho de que Jesús permaneció sin ser reconocido por los discípulos en el camino a Emaús.
13.
Ni aun a ellos creyeron.
[Primera aparición en el aposento alto, Mar. 16: 13 = Luc. 24: 33-49 = Juan 20: 19-23. Comentario principal: Lucas y Juan.] Ver com. Luc. 24: 34-35, 41.
14.
Finalmente.
[Segunda aparición en el aposento alto, Mar. 16: 14 = Juan 20: 24-29. Comentario principal: Juan.] En cuanto a la secuencia cronológica de las apariciones posteriores a la resurrección, ver la Nota Adicional de Mat. 28.
Los once.
Un término literalmente correcto, pues el grupo de los seguidores especiales de Jesús, desde la apostasía y suicidio de Judas, se había reducido a once en vez del núcleo original de doce discípulos. Sin embargo, en otra parte se los llama todavía con el término familiar, "los doce" (Juan 20: 24).
Sentados a la mesa.
Parece que varios de los discípulos convirtieron en su morada transitoria el aposento alto en el cual habían participado juntos de la última cena.
Les reprochó.
Sólo merece condenación la incredulidad cuando persiste a pesar de que hay pruebas suficientes en contra de ella.
Dureza de corazón.
Ver com. Exo. 4: 21. Un manuscrito antiguo, el Códice Freeriano (ver p. 120), también conocido como Washingtonense, añade al vers. 14 lo que a veces se llamara el "Lógion Freer". Esta añadidura tiene rasgos inconfundibles que muestran que es una interpolación posterior, y sólo tiene interés como una curiosidad textual.
Su texto dice: "Y éstos alegaron en su defensa: 'Este siglo de iniquidad y de incredulidad está bajo el dominio de Satán, que no deja que lo que está bajo el yugo de los espíritus impuros reciba la verdad y el poder de Dios; manifiesta, pues, ya desde ahora tu 645 justicia'. Esto es lo que decían a Cristo y Cristo les respondió: 'El término de los años del poder de Satán se ha cumplido, pero otras cosas terribles se acercan. Y yo he sido entregado a la muerte por los que pecaron, para que se conviertan a la verdad, y no pequen más, a fin de que hereden la gloria espiritual e incorruptible de justicia que está en el cielo...' "
15.
Id.
[Aparición en una montaña de Galilea, Mar. 16: 15-18 = Mat. 28: 16-20. Comentario principal: Mateo.] Aquí no hay nada en el relato que indique un cambio de tiempo o de lugar diferentes de los del vers. 14. Sin embargo, estos versículos quizá sean un breve informe de una parte de las amplias instrucciones que Jesús dio a unos 500 que se habían reunido en una montaña de Galilea (ver com. Mat. 28: 16, lg; cf. DTG 757, 760). "Repitió varias veces estas palabras a fin de que los discípulos comprendiesen su significado" (DTG 757), un hecho que puede explicar las diversas versiones de la comisión evangélica tal como es dada por los diferentes escritores de los Evangelios.
16.
Será salvo.
Aquí se presentan dos requisitos para los que aceptan las enseñanzas del Evangelio: fe en Jesús y bautismo. El primero es la aceptación íntima de la salvación tan bondadosamente proporcionada por la muerte vicaria del Redentor del mundo; el segundo es la demostración externa de un cambio interior de la vida (ver com. Rom. 6: 3-6).
No creyere.
Debe notarse que si alguien es condenado, se debe a su incredulidad. Aquí no se hace referencia al bautismo en un sentido positivo o negativo, pues la realidad interior de la salvación trasciende ampliamente en importancia a la señal exterior. La falta del bautismo simplemente significaría una muestra externa de un descreimiento interior, el cual, por sí mismo, es suficiente para impedir que un hombre logre las bendiciones de la salvación. Quizá aquí Jesús previó que -a semejanza del ladrón en la cruz- habría casos en los cuales hombres y mujeres, verdaderamente convertidos, no podrían recibir el rito del bautismo.
17.
Estas señales.
Es decir, demostraciones sobrenaturales y milagrosas del poder divino (ver p. 198). Sin embargo, aunque sean valiosos los milagros, no es imposible falsificarlos o hacer circular informes de supuestos milagros. Esos informes tienden a confundir al incauto y atraen al crédulo. En realidad, los milagros no constituyen la evidencia más poderosa de que es genuino el Evangelio (DTG 372, 740). Debiera recordarse que Jesús mismo, consistentemente, rehusaba realizar milagros a manera de señales.
Echarán fuera demonios.
Ver la Nota Adicional de Mar. 1.
Nuevas lenguas.
Ver Hech. 2: 4; 10: 46; 19: 6; 1 Cor. 12: 28; 14: 2-5. Durante su ministerio anterior, a los doce no se les había dado el don de lenguas, pues no era necesario. Ese don les fue conferido ahora que había necesidad (ver com. 1 Cor. 14).
18.
Serpientes.
Ver com. Luc. 10: 19.
Cosa mortífera.
Jesús aquí usa como ilustraciones casos tales como los que normalmente resultan en daños graves o en muerte, y promete que los mensajeros del Evangelio, en muchas ocasiones, recibirán una protección especial, de acuerdo con la voluntad del Padre.
Pondrán sus manos.
Ver com. cap. 1: 31.
19.
Después que.
[La ascensión, Mar. 16: 19-20 = Luc. 24: 50-53. Comentario principal: Lucas.] Esta cláusula conjuntiva da la impresión de que la ascensión siguió inmediatamente al consejo de los vers. 15- 18. Sin embargo, éste no parece haber sido el caso. Es más probable que aquí se haga referencia a un intervalo más prolongado (ver com. vers. 15).
Diestra.
La posición de honor y de autoridad. La excelsa posición de Cristo en el cielo repetidamente es el tema de varios escritores del NT (Hech. 7: 55; Rom. 8: 34; Efe. 1: 20; Col. 3: 1; Heb. 1: 3; 8: 1; 10: 12; 1 Ped. 3: 22; Apoc. 3: 21; etc.).
20.
Ellos, saliendo.
Sólo en Marcos se describe, con una pincelada audaz, los triunfos del Evangelio realizados por el Espíritu Santo mediante los apóstoles, durante los primeros años después de la ascensión.
Predicaron en todas partes.
Tal fue, y sigue siendo, la misión de los seguidores de Cristo (cf. vers. 15).
Ayudándoles el Señor.
En la providencia de Dios, el poder divino siempre se ha de unir con el esfuerzo humano.
Confirmando la palabra.
Parcialmente, mediante la evidencia del poder divino manifestado en las "señales" a que se hace referencia en los vers. 17-18.
Amén.
La evidencia textual favorece (cf. p.147) la omisión de esta palabra. 646
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-2 PE 185
1-8 DTG 732-737
2-3 DTG 732
7 DTG 735; Ed 85; 1JT 568; PVGM 120
9 DTG 521
15 CM 356; CS 399; CV 43; DTG 337, 757; Ed 257; Ev 222; FE 199, 201; HAp 141; 1JT 387, 390, 552; 2JT 156, 511; 3JT 78, 206-207, 304, 403; MB 195; MC 74; MeM 233; MM 327; OE 120; PVGM 242, 245, 305; SC 14, 31, 231; 5T 391; 6T 89, 447; 7T 39; 9T 136, 255; TM 407; 5TS 228
17-18 CH 497; DTG 760, 763; PE 29
18 CH 34, 391; CM 356; MC 106, 172; MeM 233; 3TS 267
19-20 CH 553; 7T 114
20 CE (1967) 33; CH 498; DTG 767; HAp 479; 3JT 78, 206; MC 99; MM 319; OE 367 649

 
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